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03ene14


Sacyr, otro fracaso de final del Régimen


El hundimiento de Sacyr en la Bolsa de Madrid por su incapacidad de gestión para cumplir el contrato firmado para la ampliación del Canal de Panamá constituye un fracaso enorme para España y su devaluada 'marca', y especialmente para el hoy muy debilitado sector de la construcción española, que perderá prestigio y credibilidad en sus nuevas andanzas internacionales con las que intentan suplir la caída en picado de la obra pública y privada de España.

Pero el fracaso de Sacyr en Panamá significa también el hundimiento de un modelo de compañías y de gestión alocada y especulativa donde nunca faltaron ni el tráfico de influencias políticas ni la corrupción, dos signos de identidad de este Régimen político español que está agotado y a punto de sucumbir, y cuyos máximos protagonistas (los jefes de los grandes partidos gobernantes y en la oposición) se resisten a reformar. Entre otras cosas porque saben que la reforma se inicia con su propia salida del poder que no han sabido administrar.

Acostumbradas muchas constructoras españolas al tráfico de influencias políticas, o turnos de concesiones, e incluso en muchos casos a la corrupción, los de Sacyr creyeron que licitar en Panamá una macroobra como la del Canal, les permitía hacer una oferta a la baja, convencidos que después el Gobierno panameño -como ocurría con los concursos en España- les permitiría aumentar los presupuestos inicialmente acordados, una vez ganado el concurso.

Pero esta vez, los de Sacyr, cuyas andanzas políticas en España son indecentes -y ya se verá si también son delictivas, vista la investigación judicial que sufren- se han caído del caballo loco que montaban. Como se estrellaron a las puertas de BBVA cuando, apoyados por el Gobierno de Zapatero y su entonces asesor Miguel Sebastián -equipo al que luego apoyó Juan Abelló invirtiendo ¡250 millones de euros! en el grupo multimedia de Roures y La Sexta, 'los zapateristas'-, pretendieron hacerse con el control de este banco en una rocambolesca operación que le valió al entonces presidente de la compañía, Luis del Rivero, el apodo de 'el abrelatas' por la ridícula estrategia con la que pretendió abrir y el hacerse con el control de la caja fuerte del BBVA.

Luego el Gobierno de Zapatero, mientras colaba a los italianos de Enel en Endesa, les abrió a los de Sacyr las puertas de Repsol, donde intentaron otra operación meramente especulativa para lo que pretendieron un golpe de poder en Repsol con la ayuda de Pemex y en contra de la presidencia de Brufau, asunto en el que volvieron a fracasar. Y lo que les llevó a su propia guerra interna y la posterior salida de la compañía con notables pérdidas patrimoniales, del dúo Del Rivero y Abelló, ambos enfrentados entre sí y dejando a sus espaldas una muy endeudada y al borde de la quiebra, lo que hoy nadie descarta si el Gobierno de Panamá les exige responsabilidades por lo ocurrido con el Canal.

¿Cuántos casos de corrupción se han detectado en España en torno al negocio de las constructoras? Desde luego muchos cientos y puede que miles. Y, al igual que pasó con la banca y las Cajas de Ahorros, ahora tiene que ir el ministro de Exteriores a Panamá a ver si les saca las castañas del fuego abrasador a los de Sacyr, mientras la mala fama de España crece por doquier en este (cuidado con el AVE contratado por OHL en Arabia Saudí) y otros importantes sectores de la sociedad. Y lamentablemente sin que los que han sido y son autores de estas catástrofes que afectan a la nación paguen por ello ante la Justicia y la sociedad. Pendiente está Sacyr de investigaciones judiciales a las que habría que añadir las de la CNMV si es que este Gobierno no la manda parar.

Pero, al margen del daño que le han hecho a España y el que les causan a miles de trabajadores de la compañía, el fracaso de Sacyr incluye un ejemplo que debería servir para que el resto de las constructoras españolas pusieran en marcha una seria y muy importante reconversión. Y sobre todo para que las Administraciones públicas del Estado aumenten su vigilancia y control de este sector de la construcción que fue la máquina de la gran burbuja inmobiliaria del país hoy abatida en la crisis, y pésimo modelo de gestión de un Régimen de poder que esperemos que se acabe y que sufra una reforma a fondo para que todo esto no vuelva a suceder.

[Fuente: Por Pablo Sebastián, República de las ideas, Madrid, 03ene14]

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