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29sep13


Unidad Editorial se revuelve en busca de proyecto tras 800 salidas en cinco años


El director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, salía henchido de su despacho tres años después del nacimiento del diario. Corrían los años noventa y el periodista tenía algo que celebrar con su plantilla: "Ya podéis decir que vendemos más de 200.000 ejemplares". Unos 20 años después, en plena debacle de un sector en busca de un nuevo modelo digital, el periódico se mueve en apenas 130.000 unidades de venta en quiosco y ultima la puesta en marcha de fórmulas de pago en Internet. En esta semana de pasión, 114 profesionales salían de la firma dentro del plan de recortes en marcha. No son los únicos. Han seguido el mismo camino otros 800 desde el inicio de la crisis en Unidad Editorial. De los 2.283 efectivos con que contaba a 31 de diciembre de 2008, sólo 1.500 trabajan hoy en la casa.

"El problema de fondo es de proyecto, y enlaza con toda la prensa. Las empresas se les están muriendo entre las manos a los editores, que parecen incapaces de mover ficha. Me gustaría ver que alguien intenta algo, aunque fuera hacer periódicos redondos", lamenta uno de los damnificados. En los últimos meses, sin embargo, el futuro de la compañía se jugaba a 1.600 kilómetros de Madrid. RCS Mediagroup, el gigante italiano dueño de la sociedad, ha afrontado un cambio de 'jefes' en Milán, pérdidas millonarias arrastradas por el deterioro de su inversión en España y una traumática ampliación de capital para salir de la quiebra técnica.

En medio de semejante tsunami, un hecho en apariencia menor terminaba por resucitar esta semana muchos de los fantasmas que siempre acechan a la división española. El que fuera cofundador de El Mundo, Alfonso de Salas, publicaba el martes un descarnado artículo en el que culpaba de todos los males del grupo al presidente ejecutivo, Antonio Fernández-Galiano, a quien tuvo a su vera durante 18 años. Y lanzaba un guiño a todos los demás miembros del elenco, empezando por el propio Ramírez y terminando por los salientes directivos de la casa, incluido el actual consejero delegado de Vocento, Luis Enríquez. Un puñal en el corazón.

El artículo, más allá de sus motivaciones, fue suficiente para dar pábulo a las especulaciones, al tocar esos finos hilos que tejen la coexistencia de las dos cabezas visibles de la compañía, el que controla la redacción y el que tiene contacto directo con Italia, esto es, Ramírez y Galiano. En conversación con este diario, el director de El Mundo ensalza al presidente ejecutivo y niega cualquier conflicto: "Antonio es el único ejecutivo que ha sido pretendido por Prisa y Vocento. Y está aquí por sintonía con el proyecto. Como yo, los dos somos de la UCD 20 años después, él democristiano y yo liberal". En este sentido, asegura que la misiva de De Salas "se agota en sí misma y le ha hecho más daño al propio Alfonso que a Antonio. En el fondo, es su hijo profesional".

Fuentes conocedoras de la relación dan su visión sobre el estado de cosas. "Es evidente que ha habido mayor tensión en la última época, tanto por las salidas como por cuestiones editoriales. Son personas que se conocen desde hace 25 años y tienen confianza para elevar el tono, pero nada diferente de otros momentos puntuales. Ambos comparten el mismo discurso de la regeneración desde el periodismo que choca con unas circunstancias empresariales que no lo facilitan", aseguran. "En el actual contexto, cómo no va a haber tensiones en una redacción", zanja Ramírez. "Hemos tenido la necesidad de ajustar la plantilla, y se ha hecho con un nivel de tensión que ya quisieran otros medios de la competencia", remata, en clara alusión al expediente de regulación de empleo acometido por El País hace apenas meses.

El futuro del grupo

Respecto a los problemas en sus respectivos negociados, cada protagonista tiene sus razones. Ante el desplome de las ventas, Ramírez ha dejado claro a su entorno que, a los 61 años, tiene por delante un desafío fenomenal para garantizar la continuidad del grupo. Y no es otro que llevar a buen puerto la transición del papel al formato digital a través del denominado 'paywall'. La fórmula del muro de pago, similar a la que ya utilizan rotativos como The New York Times, obliga a suscribirse al producto cuando se rebasa un determinado número de artículos consultados. El proyecto en Unidad Editorial está cerrado y se implementará en semanas.

Fuentes internas de la casa explican que los dueños italianos de RCS Mediagroup pueden -según recoge el contrato del director de El Mundo- decidir su relevo en cualquier momento. Es más, el acuerdo contractual también contempla el tránsito a una plácida dirección editorial del grupo según el calendario le acerque a los 65 años. Claro que eso es lo que dice el papel. La percepción general en la casa es que lo que está escrito importa poco cuando se habla de una personalidad larger than life. Lo normal es que, salvo hecatombe, sea él quien marque sus propios tiempos. Por delante, también tiene la renovación interna de El Mundo una vez culminado el proceso de bajas.

Por su parte, Fernández-Galiano, recientemente puesto en el foco, tiene que responder como gestor por los recurrentes números rojos de la firma. Y también tiene sus argumentos. En primer lugar, puede acudir sin rubor a la situación que vive la prensa en general, que ha pasado de repartirse unos ingresos publicitarios de 2.000 millones en 2007 a apenas 700 este año. Y segundo, su gestión aparece lastrada por el diseño de la operación de compra de Recoletos -Expansión y Marca-, en virtud de la cual era la matriz quien aportaba los fondos para llevar a cabo la adquisición por importe de 1.100 millones de euros. Un esquema que alejaba a la firma de la deuda bancaria, pero le provocaba otros daños colaterales.

Y es que el modelo escogido no sólo ha martirizado durante años las cuentas de Unidad Editorial por la vía de los gastos financieros, sino que también ha terminado por provocar pérdidas brutales en la matriz por el deterioro de la inversión en España. De hecho y como publicó El Confidencial, el ajuste se eleva a 725 millones en apenas dos años con el último write-off, el equivalente al 65% de la inversión inicial de RCS para la compra de Recoletos. Al final, el deterioro del mercado que los grupos cotizados han sufrido vía capitalización, Unidad Editorial -y por extensión RCS- lo han tenido que asumir directamente en sus cuentas. Las previsiones en la empresa es que 2012 sea el año que marque el final de su descenso a los avernos. Paywall -y recuperación económica- mediante.

[Fuente: Por Daniel Toledo, El País, Madrid, 29sep13]

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