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28sep12


Lakua se suma al recuerdo por Txiki y Otaegi


Treinta y siete años desde aquel 27 de setiembre de 1975. Las balas sonaron de madrugada para acabar con la vida de cinco antifranquistas. Dos de ellos vascos, los militantes de ETA Jon Paredes, Txiki, y Ángel Otaegi. Los otros tres eran Xosé Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, integrantes del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota).

Treinta y siete años después, familiares y amigos de Txiki y Otaegi se dieron cita en los cementerios de Zarautz y Nuarbe, respectivamente, para mantener viva su memoria. Nunca han faltado a la cita, a pesar de tener que enfrentarse en más de una ocasión a situaciones muy adversas.

Ayer sumaron nuevos compañeros en ese viaje. La presencia, por vez primera, de una delegación de Lakua, encabezada por la directora de Atención a las Víctimas, Maixabel Lasa, fue posiblemente un nuevo paso en el camino hacia la reconciliación en este país. También asistió la directora de Derechos Humanos del Gobierno autonómico, Inés Ibáñez de Maeztu.

La Diputación de Gipuzkoa estuvo representada por los diputados forales Larraitz Ugarte e Iñaki Errazkin -ambos acudieron también a Nuarbe-, mientras que por parte del Ayuntamiento hizo acto de presencia el alcalde, Juan Luis Illarramendi (Bildu), y los portavoces de PNV, Imanol Lasa, y PSE, Patxi Elola.

La asistencia de este último levantó ampollas entre los familiares. «¿Qué hace ese aquí? ¿Ha venido a volver a humillarnos, después de todo lo que nos ha hecho? No quiero que entre», manifestaba enfadado uno de los hermanos de Txiki.

La presencia de las representantes de Lakua era conocida, ya que hace unos días se pusieron en contacto con Ahaztuak 1936-1977, organizadora de acto, para informar de sus intenciones y preguntar si era posible llevarlas a cabo, según explicó a los medios Martxelo Álvarez, portavoz de esta asociación. Al parecer no se contaba con el portavoz municipal del PSE, al que finalmente se permitió asistir al acto.

Con las aguas más calmadas, los presentes entraron en el cementerio y se encaminaron hacia la tumba de Jon Paredes. Conversando en voz baja cerraban la comitiva Maixabel Lasa y Antonia Manot, la madre de Txiki.

Ambas tienen en común la pérdida de un familiar a causa de la violencia, ya que la directora de la Oficina de Víctimas es viuda del ex gobernador civil de Gipuzkoa Juan María Jauregi, muerto en atentado de ETA en julio del año 2000.

«Poder decir quiénes eran»

La tumba estaba decorada con una ikurriña y una bandera de la II República española, que Antonia Manot apartó brevemente para besar una fotografía del hijo que perdió por su compromiso contra la dictadura.

Así, Martxelo Álvarez recordó que «nos reunimos cada año para recordar a los luchadores antifranquistas fusilados» y que durante décadas los asistentes a estos actos «han luchado por poder decir alto y claro quiénes eran».

El portavoz de Ahaztuak subrayó que el de Franco fue «un régimen de terror, fruto de un alzamiento militar, puro fascismo. Eso es una verdad innegable», sentenció a pesar de que se ha intentado criminalizar a algunas de las organizaciones y personas que se opusieron a él.

Álvarez aprovechó la nutrida representación institucional para recordar que en 2009, hace tan solo tres años, los familiares y allegados de Txiki fueron sacados a empujones del cementerio por agentes de la Ertzaintza. Un año más tarde, en 2010, los policías tenían órdenes judiciales de «vigilar».

Y en esta ocasión, mientras en Zarautz estaba presente el Ejecutivo autonómico, el acto convocado en Iruñea fue prohibido por la delegada del Gobierno español, Carmen Alba. Fue la única que se hizo eco de las demandas de la asociación Dignidad y Justicia, que había solicitado a la Audiencia Nacional la prohibición de todas las convocatorias de Ahaztuak.

Álvarez defendió la legitimidad de «cualquier forma de lucha» cuando se trata de enfrentarse a un régimen totalitario como el de Franco. «Es un acto de apología de la resistencia ante el fascismo», remarcó, ligándola con «los maquis del 48 o los gudaris del 36».

Poco a poco se van produciendo avances. Así, resaltó, a la presencia de los cargos institucionales se suma el reconocimiento por parte de Lakua de Txiki y Otaegi como víctimas de la violencia policial.

Tras estas palabras, los presentes entonaron -no todos, obviamente- el «Eusko Gudariak», «Internazionala» y «Txoria txori» para dar por finalizado el homenaje.

Otros homenajes

En el barrio azpeitiarra de Nuarbe tuvo lugar una ofrenda floral ante la tumba de Ángel Otaegi, a la que asistieron allegados y cargos institucionales de la Diputación y del Ayuntamiento, con el alcalde Eneko Etxeberria (Bildu), a la cabeza.

Ya por la tarde, Ahaztuak tenía convocados otros actos en diferentes lugares de la geografía vasca. En Gasteiz la cita era en el muro trasero del cementerio de Santa Isabel, ya que «fue uno de los sangrientos escenarios donde los golpistas asesinaron a decenas de militantes republicanos, comunistas, libertarios, socialistas o nacionalistas».

En Bizkaia el homenaje se celebró junto a los muros del cementerio de Derio, de triste recuerdo, ya que allí «fueron fusilados varios centenares de milicianos y gudaris. En Bizkaia se calcula que la represión franquista asesinó a cerca de un millar de personas».

Posteriormente estaba anunciado en el Kafe Antzokia de Bilbo un concierto con la presentación del nuevo disco de Salvador Amor y Gabriel Ortega titulado «Somos Pueblo» y en el que también iba a participar el grupo Hutsa eta Doblea.

En Nafarroa, la delegada del Gobierno español prohibió recordar en la Plaza del Ayuntamiento a las miles de personas que perdieron la vida a manos del fascismo.

[Fuente: Por Imanol Intziarte, Gara, 28sep12]

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