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17ene05


Scilingo dice ahora que inventó su participación en el genocidio para forzar a Garzón a investigar.


Ni participó en los 'vuelos de la muerte' ni empujó al vacío a una treintena de personas desde los aviones en marcha. Tampoco presenció las torturas en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) y ni siquiera participó en el secuestro de disidentes. El ex militar argentino Adolfo Scilingo negó hoy en la Audiencia Nacional todas y cada una de las auto inculpaciones que hizo ante el juez Baltasar Garzón a su llegada a Madrid en octubre de 1997. Según el acusado, inventó toda la historia para forzar a la justicia española a investigar el genocidio de la dictadura argentina entre 1976 y 1983, ya que en su país los tribunales y el Gobierno habían dado carpetazo al caso.

En un nuevo golpe de efecto teatral, el acusado se presentó hoy ante el tribunal totalmente repuesto de los supuestos desmayos que el pasado viernes impidieron que declarase en la primera sesión del juicio. Scilingo, lejos del estado de semiinconsciencia en el que se hallaba hace tres días, entró en la sala con paso firme pie y respondió con fluidez -y a veces a gritos- a las preguntas de los abogados de la acusación pese a asegurar que persiste en su huelga hambre y de sed.

El imputado, que durante la sesión de la tarde bebió suero enriquecido con azúcar para evitar nuevos vahídos, se parapetó una y otra vez en la versión de que en 1997 fabuló una "película de pistoleros" gracias a los datos de artículos periodísticos, informaciones de sus ex compañeros en la armada y con la ayuda de los abogados españoles que le convencieron para confesar ante Garzón.

Un "show"

"Con el juez yo hablé exactamente lo que me pidieron que hablara", dijo el ex capitán de corbeta, que insistió en que trabajó durante 15 años en la versión de los hechos que luego facilitó en la Audiencia Nacional. "Yo quería que se armara el gran lío pero Garzón no investigó nada", "todo era parte del show", "dije cualquier cosa", "dije muchos disparates", "ante el juez Garzón había que agrandarlo todo y yo lo hice con todo gusto", "ensayamos lo que tenía que decir" fueron algunas de las frases de Scilingo ante el tribunal que le juzga por genocidio, terrorismo y torturas.

El imputado llegó a reírse cuando uno de los abogados de las víctimas de la dictadura le preguntó por su participación en dos vuelos en junio y agosto de 1977, en los que él mismo confesó haber arrojado al río de La Plata a 13 y 17 "subversivos", respectivamente. Adolfo Scilingo negó con vehemencia haber subido siquiera a uno de estos aviones y aseguró que probará durante el juicio que en junio de aquel año se encontraba de baja por una infección vírica y que en agosto estaba de vacaciones.

El supuesto represor dijo que los minuciosos detalles sobre los vuelos que ofreció en sus primeras declaraciones ante Garzón los sacó de la confesión de un teniente de la Armada amigo suyo que le contó como fue uno de esos viajes en los que se arrojaba vivos y drogados a los desaparecidos.

Nada en la ESMA.

Es más, el otrora militar 'arrepentido' negó que los militares de la ESMA -el mayor centro de detención ilegal durante la dictadura y en el que Scilingo estuvo destinado entre febrero de 1977 y marzo de 1978- participaran en los secuestros, torturas, asesinatos, violaciones y desapariciones de los disidentes. El ex capitán de corbeta aseguró que estos delitos eran cometidos por el denominado 'grupo de tareas', una unidad especial de la Armada que tenía su sede en el recinto de la escuela. El acusado apuntó hoy no haber visto más que a uno de las decenas de detenidos que había confesado haber presenciado torturar. Tampoco en la sesión de este lunes reconoció, como hizo hace más de siete años, haber participado a finales de 1977 en uno 'operativo', eufemismo con el que los represores llamaban a los secuestros de sospechosos.

Scilingo se desdijo hasta el punto de dar una nueva y hasta ahora desconocida versión de cómo la Armada argentina instruyó a sus mandos para la guerra sucia. En su primera confesión, el acusado explicó que estas órdenes fueron obra de el entonces comandante operativo, Luis Mendía, en una arenga ante un millar de marinos en la base de Puerto Belgrano.

Hoy Scilingo señaló que en aquel discurso, el 'número tres' de la Armada nunca habló, como él dijo, de "aniquilar a buena parte de la población" para volver a los "orígenes occidentales y cristianos" con el visto bueno de la jerarquía eclesiástica para utilizar los 'vuelos de la muerte' como forma de exterminio. Según la versión de este lunes, Mendía se limitó a animar a los militares a combatir a los terroristas. "En esos momentos era todo legal", explicó el imputado, quien no obstante aprovechó su declaración para atacar al clero de su país. "La Iglesia católica -dijo- es la gran responsable de haber amparado lo que ocurrió en Argentina".

Las primeras palabras de Adolfo Scilingo ante el tribunal fueron para pedir a la Audiencia Nacional que ordene proteger a su familia, tanto en España como en Argentina. El ex militar, durante la brevísima sesión de la mañana, dijo sentirse "muy preocupado" por la integridad física de sus familiares después de haber sufrido supuestas amenazas por parte de desconocidos y presuntos miembros de la Armada argentina.

Scilingo, que alertó a los magistrados de que las amenazas no vienen de "gente normal" y que no se "extrañaría" si sus ex compañeros de armas "tomaran medidas" contra su familia, hizo un relato pormenorizado de las coacciones que dijo haber recibido después de haber decidido confesar ante el juez Baltasar Garzón.

Según su declaración, las amenazas comenzaron antes de llegar a España cuando el hoy jefe de la Armada, el almirante Jorge Godoy, le insinuó que sus revelaciones sobre la represión podían acarrear problemas a su familia. El 11 de septiembre de 1997, días antes de su declaración ante Garzón, el acusado dijo que fue secuestrado a plena luz del día en la bonaerense avenida de Callao por supuestos militares que volvieron a amenazar a su familia.

Adolfo Scilingo aseguró hoy a la sala que le juzga que las coacciones continuaron en España, poco después de que abandonara la prisión de Carabanchel, en la que estuvo recluido durante los primeros meses después de declarar ante el magistrado instructor. El ex capitán denunció que el 9 de enero de 1998 otros dos desconocidos le abordaron en el centro de Madrid para recordarle que su familia podía correr peligro si colaboraba con la justicia española.

[Fuente: Por M.Sáiz-Pardo, Colpisa, Madrid, 17ene04]

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