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14ene05


Scilingo simula estar enfermo y se niega a declarar.


El juicio contra el ex militar argentino Adolfo Scilingo por genocidio, terrorismo y torturas comenzó hoy en la Audiencia Nacional con una breve sesión, en la que se dio lectura de parte de sus declaraciones ante la justicia española, y que fue interrumpida por la debilidad física que exhibió en la sala, ante lo que los médicos establecieron que estaba en perfectas condiciones para asistir al juicio.

"La actitud que tiene es voluntaria, es consciente de lo que hace", establecieron los médicos forenses tras la interrupción sobre el estado de Scilingo, quien guardó silencio, sin responder al presidente del tribunal, Fernando García Nicolás, cuando éste le preguntó si deseaba responder a las preguntas del fiscal, de los abogados y de su propio letrado.

La primera sesión del primer juicio contra un ex militar juzgado en el extranjero en presencia fue breve -no llegó a las 2 horas- y se dedicó a dar lectura a parte de las declaraciones que Scilingo realizó desde 1997 ante el juez Baltasar Garzón, a quien confesó su participación en dos "vuelos de la muerte", en los que murieron 30 personas. El juez levantó la sesión hasta el lunes, cuando continuará la lectura o audición de sus declaraciones.

Scilingo, arrepentido de haberse arrepentido -se retractó de sus confesiones en abril de 1999-, anunció haber comenzado el pasado 9 de diciembre una huelga de hambre en la cárcel de Alcalá-Meco, pero Instituciones Penitenciarias negó que se lo hubiese comunicado a la dirección de la prisión, como se hace en estos casos, y que desde el 8 de enero dejaría de ingerir líquidos en protesta por el juicio y por sentirse desasistido por la Embajada.

El pasado miércoles sufrió un desmayo y fue hospitalizado durante unas horas, tras lo que fue a dormir a la cárcel, y hoy, al llegar a la Audiencia Nacional, dijo a los policías que lo custodiaban antes de entrar en la sala estar mareado y tener dolor de cabeza, por lo que se le dio un calmante.

Eran las 10.30 horas locales (9.30 gmt) y en los alrededores de la Audiencia Nacional varias asociaciones de familiares de víctimas de la dictadura habían desplegado varias pancartas: "30.000 desaparecidos. 500 hijos robados. żDónde están?", "Hijos. No a la impunidad", se leía.

Dentro, cerca de 60 periodistas y una veintena de personas de público, entre ellos algunos familiares de víctimas, esperaban el comienzo del inicio del juicio, que se retrasó una hora y media.

Sentados en el aula, los tres magistrados que componen el tribunal de la Sección Segunda de lo Penal de la Audiencia Nacional: el presidente, Fernando García Nicolás, Jorge Campos y el magistrado ponente, José Ricardo de Prada.

La fiscalía, quien con el anterior gobierno de José María Aznar se opuso a la competencia de la justicia española para juzgar estos hechos pero que al llegar el gobierno socialista al poder cambió de opinión, está representada por Dolores Delgado, mientras que a Scilingo le asiste un abogado de oficio, Fernando Martínez Morata-López, presente también en la sala.

En asientos ordenados en forma de semicírculo se encontraban los 17 abogados querellantes de las acusaciones popular y particular.

El momento más esperado se produjo cuando Scilingo entró en la sala: el ex militar, envejecido pero no más delgado, entró sujetado por dos agentes de la policía, quienes le condujeron hasta su asiento.

Vestido con una campera gris y pantalones del mismo color, el ex militar llevaba también unos guantes en las manos, y a los pocos minutos de sentarse pidió una manta, que le fue entregada, y con la que se cubrió durante toda la sesión.

Tenía los ojos cerrados -y así los mantuvo durante toda la sesión- y de vez en cuando se cubría la cara con las manos.

El juicio comenzó con la lectura del informe de los médicos forenses que atendieron a Scilingo cuando se mareó al llegar a la Audiencia Nacional, a quienes les dijo tener problemas con la embajada de su país.

Al no contestar al presidente del tribunal si estaba dispuesto a contestar las preguntas de los abogados, el juez decidió suspender la sesión para que los médicos forenses establecieran si el ex militar estaba o no en condiciones de asistir al juicio.

Al reanudarse, Scilingo fue introducido en el aula esta vez en silla de ruedas y, preguntados por el presidente del tribunal, los forenses contestaron que Scilingo "presenta una tensión arterial adecuada y pulsaciones algo altas pero dentro de lo normal. Tiene dolor de cabeza pero es normal en su situación de huelga de hambre. Su actitud es voluntaria. Es consciente de lo que hace".

Ante el informe el juez decidió continuar el juicio, que prosiguió con la lectura durante cerca de una hora y 20 minutos de parte de las declaraciones que Scilingo realizó a Garzón.

Al levantar la sesión el presidente del tribunal hasta el lunes, informó de que al haber Scilingo insistido en mantener contacto con su embajada, se remitirá a ésta los informes de los forenses.

"Ha intentado crear una imagen de debilidad para intentar suspender el juicio", declaró el abogado Carlos Slepoy a los periodistas. "Fingió de estar en el estado real en que se encontraban las personas a quienes tiraba en los aviones", comentó su colega Manuel Ollé.

Facundo Ladaga, portavoz de HIJOS, dijo sobre la actitud de Scilingo que "hasta para los códigos militares es algo deshonroso".

[Fuente: Mónica Uriel, ANSA, Madrid, 14ene05]

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