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17ene05


Scilingo intenta demostrar que no escuchó, no vió y no se enteró de lo que hacía la Marina de Guerra.


El ex militar argentino Adolfo Scilingo negó haber participado en los dos "vuelos de la muerte" como confesó en Argentina en los años 90 y al juez español Baltasar Garzón hace siete años, atacó a Emilio Eduardo Massera, responsabilizó a la iglesia de lo sucedido en su país durante la dictadura, y pidió protección para su familia.

El ex capitán de corbeta dijo haber contado a Garzón "lo que querían, él y los abogados querellantes, que hablara. Yo quería investigar, pero no se ha investigado", insistió una y otra vez en la segunda sesión del juicio por genocidio, terrorismo y torturas durante la última dictadura argentina (1976-1983), en la Audiencia Nacional, por lo que las acusaciones solicitan 6.626 años de cárcel.

El Scilingo que se presentó hoy en la sala de la Audiencia Nacional fue muy distinto al del pasado viernes, cuando fingió encontrarse en estado de semiinconsciencia y no poder andar, presuntamente a causa de la huelga de hambre que dice mantener.

Este lunes el ex militar entró andando normalmente y sujetando una bolsa llena de documentos, que fue sacando durante el interrogatorio de cuatro de los 17 abogados querellantes durante la sesión, que duró cerca de tres horas.

Su coartada la avanzó al inicio de la sesión: "En el auto del procesamiento no hay ninguna fecha ni ninguna víctima".

Scilingo utilizó las fechas para intentar dar marcha atrás a su versión autoinculpatoria y dijo que no estuvo en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) entre diciembre de 1976 y diciembre de 1977, como consta en el auto de procesamiento de Garzón, sino entre el 7 de febrero de 1977 hasta el 16 de marzo de 1978.

Su cambio de fechas fue para tratar de demostrar que, según dijo, "jamás pude ver al sacerdote Gazarri" (Pablo Maria, visto prisionero en la ESMA y "trasladado" en los primeros días de enero de 1977, NDR). "Dije que lo había visto pero era para que lo investigaran", afirmó Scilingo.

Después presentó su coartada respecto a los dos "vuelos de la muerte" en los que, según declaró en Argentina y ante Garzón en 1997, tiró al Río de la Plata a 30 personas (13 en el primero, en la primera quincena de junio de 1977 y 17 en el segundo, en la primera quincena de agosto).

Tras repetir varias veces que "cuando lleguen las pruebas hablaré", el presidente del tribunal, Fernando García Nicolás, le pidió que lo hiciera en ese momento: "A mediados de mayo -contó- me dan de baja en la ESMA porque tenía un virus no localizado y estuve en mi habitación. A finales de mayo me ingresaron en el Hospital Naval de Buenos Aires. Estuve internado todo el mes de junio y en julio eran vacaciones en la ESMA y aprovechando que no estaban los 5.000 alumnos me pidieron cambiar las cocinas. El 27 de julio el subdirector me di un pasaje en Aerolineas Argentinas para que me tomara vacaciones y me fui a Bahía Blanca. Llegarán pruebas médicas y los partes de vacaciones donde figuran las fechas", anunció.

Fue, según él, un teniente ya retirado quien le contó el episodio en que estando en uno de los vuelos el capitán Menéndez le amenazó con una pistola para que tirara a una de las personas.

Preguntado entonces por el abogado Carlos Slepoy por qué se autoinculpó ante el juez Garzón en octubre de 1997 sabiendo que corría el riesgo de ser detenido, respondió: "Hablé lo que el juez y los abogados me pidieron que hablara. Dije un montón de disparates. Me puse muy nervioso y el juez me pidió que declarara lo acordado como imputado y después se investigaría lo que decía. Me dijeron que sólo estaría en la cárcel hasta Navidad".

Según informaron aquel día, el 8 de octubre de 1997, a ANSA fuentes judiciales, Scilingo tuvo una crisis de llanto al relatar cuando vio a una mujer embarazada, un cura y a los prisioneros encapuchados y eposados. Salió entonces del despacho de Garzón, se repuso y tras beber agua, continuó su relato por voluntad propia.

"Lamentablemente pensé que se iba a investigar en profundidad. En lugar de investigar, se llamó a declarar a Horacio Verbitsky (autor del libro "El vuelo" sobre Scilingo). ¿Dónde están los demás testigos?", preguntó. "Di ciento y pico de nombres y lo único que pasó es que salieron en la prensa los represores. ¿Dónde está la órden de Garzón contra los militares argentinos?".

Al recordársele las diversas entrevistas concedidas tanto en Argentina como en España en las que se autoinculpaba, zanjó: "Di 80 entrevistas y conté 3 millones de disparates".

Scilingo le dijo después a Slepoy: "Usted no quería que yo viniese a España. Habló varias veces con mi abogada para que no viniese porque no quería que hablara de los detenidos que colaboraron con las Fuerzas Armadas dentro de la ESMA".

El ex militar dijo desconocer lo que el Grupo de tareas 3.3.2 realizaba en la ESMA pues él, según dijo, se limitó a cumplir sus tareas como jefe de electricidad y a trabajar como guardian, permitiendo la entrada y salida de automóviles pero desconociendo las personas que iban en su interior. "Había 70 oficiales en la ESMA. Es cuestión de llamar a algunos de ellos y que constaten lo que estoy diciendo. Dan la sensación de que yo era el genio de la ESMA pero era el jefe de electricidad".

Afirmó que lo que conoce de la ESMA o bien era por lo publicado en los periódicos o por "pequeñas cosas que he reunido en 15 años en la Armada".

"¿Que por qué armé este circo? Porque tengo razones fundadas contra el hijo de su madre de (Emilio Eduardo) Massera", con quien afirmó le gustaría mantener un careo.

Consideró además que "es una burrada que la Armada argentina siga ocultando'' una lista de los desaparecidos. "Estoy convencido de que el Estado Mayor de la Armada hoy sabe lo que pasó con los desaparecidos y algún día se dará a conocer".

Pero el ataque más contundente lo dirigió contra la iglesia católica: "Monseñor Pio Laghi reconoció después que la Iglesia estuvo bastante mal. Yo creo que estuvo pésima. Es la gran responsable de haber amparado lo que ocurrió en Argentina. Y no se si muchos estarán en desacuerdo".

Scilingo corroboró, como hizo en Argentina ante el juez Adolfo Bagnasco, haber visto una mujer embarazada en la ESMA durante unos segundos por una mirilla, cuando el ex militar arreglaba un ascensor, y haberse "quedado helado" ante ello.

Antes de la declaración, en la sesión de mañana, Scilingo relató dos episodios de amenazas que presuntamente sufrió en Argentina, antes de viajar a Madrid, y en España (cuando se encontraba en libertad vigilada) y pidió al tribunal protección para su familia.

[Fuente: Mónica Uriel, ANSA, Madrid, 17ene05]

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