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19ene05


Scilingo alardea de presunta capacidad inventiva.


El ex militar argentino Adolfo Scilingo alardeó hoy de su capacidad de inventar, según sostiene ahora, sobre los detalles de las torturas aplicadas en el centro represivo Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) que ofreció en 1997 al juez español Baltasar Garzón, declaraciones que fueron reproducidas en la tercera sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Nacional. "Si quieren les describo cómo fue la Guerra Civil Española", se jactó el ex capitán de corbeta a preguntas de la fiscal, Dolores Delgado, cuya estrategia en el interrogatorio fue tratar de demostrar que era imposible conocer los detalles que Scilingo dio a Garzón sobre las torturas en la ESMA sin haberlas visto directamente.

El ex militar volvió a negar todo, alegando de nuevo que viajó a España para "contar la fantasía más grande del mundo para sensibilizar a la opinión pública y ayudar a Garzón. Incluso antes estuvimos ensayando", tras lo que el tribunal dio paso a la audición de las declaraciones del 8 de octubre de 1997 ante el juez.

Scilingo comenzó en 1997 su relato con su llegada a la ESMA, donde entonces dijo haber estado entre el 15 y el 16 de diciembre de 1976, pero que cambió el lunes a entre el 7 de febrero de 1977 y el 16 de marzo de 1978. Sobre ello, según dijo ahora, existe un documento de la Armada que ha pedido, y con lo que trata de desmentir que vio al sacerdote Gazarri (Pablo María, visto prisionero en la ESMA y "trasladado" en los primeros días de enero de 1977). "Llegué a la ESMA, al centro de operaciones más importante en la lucha antisubversiva. Llegué al centro de la guerra", relató Scilingo a Garzón en 1997, siguiendo la teoría de que la represión ilegal desatada por la dictadura se debió a una "guerra" con la guerrilla existente entonces.

"Mi idea -prosiguió- era tener participación en el grupo de tareas pero me dieron el cargo de electricista de la ESMA". El 23 de diciembre de 1976, según su relato, le dijeron que había un problema con los ventiladores -no con el ascensor, como sostiene ahora en el juicio- de la parte de la ESMA conocida como "capucha", lugar donde se encontraban los prisioneros políticos. "Al llegar allí, lo primero que ví fue una mujer embarazada. No quiero dar explicaciones", dijo, pero Garzón le pidió que entrara en detalles y describiera lo que vio. Scilingo dijo entonces que no quería ser "morboso, porque he tenido muchas críticas por ello", y relató que el estado de la mujer, "en avanzado estado de gestación, era de tristeza absoluta. Fisicamente estaba bien pero anímicamente estaba destruida". "Tal vez -prosiguió- este sea el motivo fundamental por el que estoy aquí".

Se escuchó entonces un silencio y Scilingo preguntó: "¨puedo parar?". En ese momento se produjo una pausa en el interrogatorio, referido, según dice ahora el acusado, a que los abogados de la acusación y Garzón le pidieron que contara lo que "estaba pactado".

Tras la interrupción, Scilingo afirmó, entre sollozos: "Nunca me imaginé que en la Armada argentina pudiera haber instaurado un sistema de ese tipo". Después relató que tirados en el suelo en la "capucha" había entre 40 y 50 prisioneros "encapuchados, esposados y con grilletes. Me impresionaron las llagas de sus tobillos. No eran seres humanos. No entiendo cómo podía hacer eso la Armada. Estaban flacos, sucios, había un olor nauseabundo, por eso había que arreglar el ventilador. Fue el mismo shock que sufrí cuando vi a la embarazada".

También contó que el Padre Pablo (Pablo María Gazarri) se le acercó y le preguntó si podía pedir a sus jefes "que dieran una misa para los muchachos en Navidad". "Ese fue mi primer contacto con 'capucha'. Volví 10 veces más en todo el año, por el tema del ascensor, que cada dos por tres se rompía".

A preguntas de la fiscal sobre los detalles que dio a Garzón en 1997 sobre la mujer embarazada, Scilingo respondió hoy: "Yo tenía que agrandar toda la historia porque ese era mi objetivo". El "olor nauseabundo" de la "capucha" dijo que lo sacó "de la prensa y de los libros. Yo nunca pude subir a 'capucha'. No subí ninguna vez", insistió. "Yo no invento, cuento una novela", remató Scilingo, quien a preguntas sobre cómo sabía que las personas que eran lanzadas vivas al mar eran trasladadas desde la ESMA hasta el aeropuerto de Buenos Aires en vehículos con lonetas verdes, dijo que se inspiró en películas de la Segunda Guerra Mundial. "Si se leen los relatos de los sobrevivientes no estamos muy lejos de lo que ocurría en los campos de exterminio nazi", dijo.

[Fuente: Por Monica Uriel, ANSA, Madrid, 19ene05]

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