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04nov18


Arabia Saudí libera, tras once meses entre rejas, a un príncipe que criticó a Mohamed bin Salman


El régimen saudí ha liberado a Jalid bin Talal, hermano de un conocido y excéntrico multimillonario, que había permanecido once meses en prisión por criticar la supuesta purga anticorrupción lanzada el pasado año por el príncipe heredero Mohamed bin Salman en un gesto que busca rebajar el descrédito internacional que padece la monarquía saudí tras el asesinato del periodista Yamal Khashoggi.

Su puesta en libertad ha sido confirmada por tres parientes en sus cuentas de Twitter. "Gracias a dios", ha celebrado su sobrina, la princesa Rim bint Alwaleed, en un mensaje acompañado de instantáneas del príncipe con otros familiares. Otras imágenes le muestran junto a su hijo, que lleva años en coma. Jalid, sobrino del actual rey Salman, fue detenido en diciembre de 2017 tras censurar la campaña de arrestos que confinó a decenas de príncipes, funcionarios y empresarios en el hotel Ritz-Carlton de Riad.

Para la disidencia, la operación buscó consolidar el poder del heredero. La presunta ofensiva contra la corrupción, ejecutada por el heredero al trono, alcanzó al hermano de Jalid, el multimillonario Alwaleed bin Talal, uno de los príncipes más atípicos de la corte cuyo conglomerado mantiene participaciones en empresas estadounidenses como Apple, Twitter, Citigroup, Four Seasons o Disney. Según la revista Forbes, su fortuna supera los 17.000 millones de dólares (unos 14.000 millones de euros).

Al Waleed abandonó el establecimiento hotelero el pasado enero, tras casi meses de reclusión, después de conceder una entrevista a Reuters y en virtud de un acuerdo con Bin Salman que no ha trascendido. Las razones del arresto y la excarcelación de su hermano tampoco se han divulgado. El mes pasado, Alwaleed bin Talal volvió a tomar distancia con el príncipe heredero al jurar lealtad "a su país y su rey" sin citar al treintañero en un tuit publicado en pleno escándalo por el crimen de Khashoggi en el consulado saudí en Estambul.

El fin del cautiverio de un príncipe conocido por sus críticas contra el joven que aspira a gobernar Arabia Saudí persigue rebajar las llamadas internacionales para esclarecer la muerte del columnista del Washington Post, asesinado por un comando de quince personas enviadas desde Riad. La monarquía saudí no ha proporcionado aún información sobre el paradero exacto del cadáver del reportero, que -según las pesquisas del equipo de investigación turco- fue descuartizado. Un asesor presidencial turco sugirió el viernes que sus restos fueron disueltos en ácido.

El reino ha tratado de desvincular a Bin Salman del homicidio desviando su responsabilidad a algunos de sus más estrechos colaboradores como Saud al Qahtani y el general Ahmed al Asiri, número dos de la inteligencia saudí y ex portavoz de la coalición árabe que bombardea Yemen desde marzo de 2015. La comunidad internacional, sin embargo, ha incrementado su presión sobre la corte. El viernes el presidente turco Recep Tayyip Erdogan declaró que la orden de asesinar a Khashoggi procedió de "los niveles más altos del Gobierno saudí".

"Arabia Saudí irá de mal en peor si no se mantiene la presión sobre Mohamed bin Salman. La prisión exterior podría conducir a reformas y estabilidad. La interior es casi imposible porque todos aquellos que abogaron por las reformas se hallan entre rejas", señala desde Londres a EL MUNDO Yahia Asiri, un ex oficial del ejército del aire saudí que desertó para convertirse en activista de derechos humanos.

A su juicio, "Mohamed bin Salman es más débil de lo que se piensa". "Esta crisis ha reducido sus posibilidades. Nadie cree ya que sea la persona adecuada. Los que le rodean mantienen la ficción porque buscan sus propios beneficios o le temen", apunta Asiri a propósito de una tragedia que ha disparado los rumores de un cambio en la sucesión. En el ojo del huracán, la fiscalía saudí ha ido modificando su versión del crimen. La semana pasada admitió por primera vez que su asesinato fue "premeditado" sumándose a las hipótesis divulgadas por los investigadores turcos.

Señales de cambio

La puesta en libertad de Jalid podría ser solo la primera en un momento en el que la Casa de Saud necesita ofrecer señales de cambio y hacer concesiones a sus aliados en Occidente. En su camino hacia palacio, Bin Salman ha aplicado la mano dura contra todos aquellos clérigos que cuestionaron su creciente acumulación de poder o rehusaron respaldar en sus sermones sus agresivas decisiones, como el bloqueo a Qatar o la campaña de bombardeos en el vecino Yemen.

Decenas de disidentes, entre ellos veteranas activistas que reclamaron el derecho a conducir de las féminas, permanecen entre rejas y se enfrentan a posibles condenas a muerte o cadena perpetua. También se encuentran detenidos el ex gobernador de Riad, el príncipe Turki bin Abdalá, y el empresario Mohamed al Amudi así como tres príncipes que fueron secuestrados en suelo europeo desde 2015 y obligados a regresar a Riad, donde se perdió su rastro.

[Fuente: Por Francisco Carrión, El Mundo, Madrid, Esp, 04nov18]

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