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19ene04


El año que vivimos en medio de falsedades.
Por Naomi Klein


El 2003 ha sido un año en que se libró una decisiva batalla contra la verdad y los hechos y donde se festejaron toda clase de falsificaciones.

Fue un año en que la falsificación reinó suprema: se falsificaron las razones para ir a la guerra, un presidente falsificado vestido como un soldado falsificado declaró un falso final de los combates y luego sostuvo en sus manos una bandeja con un pavo de utilería.

Un astro de filmes de acción se convirtió en gobernador, y el gobierno comenzó a hacer sus propias películas de acción usando soldados de verdad, como Jessica Lynch, en el rol de falsos héroes, y disfrazando a periodistas de soldados falsos.

El propio Saddam Hussein desempeñó un papel en este espectáculo. Se interpretó a sí mismo cuando era capturado por tropas norteamericanas. Se trata de la falsificación del año, si se le cree a The Sunday Herald de Escocia, así como a varias agencias noticiosas, que indicaron que en realidad fue capturado por una unidad de las fuerzas especiales kurdas.

Pero fue Gran Bretaña la que elevó a nuevos niveles el gusto por la falsificación. Cuando la reina de Inglaterra viajó en diciembre a Nigeria, su secretaria de prensa, Penny Russell, dijo que el objetivo de la monarca era "reunirse con la mayor cantidad de nigerianos posible". Pero, de la misma manera en que Bush nunca salió del búnker del aeropuerto en Bagdad, los asesores de la reina decidieron que era demasiado peligroso que dialogara con nigerianos de verdad.

Por lo tanto, en vez de su proyectada visita a una aldea africana, la reina visitó el decorado de una telenovela de la BBC en New Karu, construido para lucir como un auténtico mercado africano. Durante "el falso paseo", como lo rotuló el diario The Sunday Telegraph, la reina dialogó con actores que interpretaban a aldeanos, en tanto los verdaderos aldeanos observaban el evento en una gran pantalla de televisión fuera del perímetro de seguridad.

Pero el 2003 no solamente fue el año de las falsificaciones. También fue el año en que se castigó a los que decían la verdad. El precio más alto fue pagado por David Kelly, el experto en armas del gobierno británico que se suicidó tras descubrirse que había sido la fuente de una historia de la BBC sobre la forma en que el gobierno había "embellecido" informes de seguridad.

Katharine Gun, una empleada británica de los servicios de inteligencia, enfrenta hasta dos años de cárcel por revelar planes de Estados Unidos para espiar a diplomáticos de las Naciones Unidas a fin de influir sobre el voto del Consejo de Seguridad sobre Irak.

Y en los Estados Unidos, Joseph Wilson, que dijo la verdad acerca de la falta de evidencias sobre la presunta compra de uranio en Africa por parte de Saddam, fue castigado por interpósita persona. Se reveló ilegalmente que su esposa, Valerie Plame, era agente encubierta de la CIA.

Si bien la verdad no tuvo su recompensa en el 2003, la mentira ciertamente fue premiada. Basta preguntarle a Rupert Murdoch. De acuerdo con un estudio difundido en octubre por el Programa sobre Actitudes Políticas Internacionales, cuando se trata de la guerra en Irak, quienes observan de manera regular los noticiosos de la cadena Fox, propiedad de Murdoch, son las personas más desinformadas de Estados Unidos.

Un ochenta por ciento de los televidentes de Fox creen que han sido halladas armas de destrucción masiva en Irak, o que hay evidencias de vínculos entre Saddam y la red terrorista al-Qaeda, o que la opinión pública mundial respaldó la guerra, o las tres mentiras a la vez.

Cuando Bush asumió el cargo, muchos creían que su ignorancia provocaría su caída. Algún día los norteamericanos advertirían que un presidente que alude al Africa como "una nación" no tiene capacidad para conducir al país. Ahora, tratamos de convencernos de que si los estadounidenses supiesen todas las mentiras que se les han dicho, seguramente se rebelarían.

Pero, con el mayor de los respetos por libros donde se denuncian mentiras (Lies and the Lying Liars Who Tell Them, Big Lies, The Lies of George W. Bush, The Five Biggest Lies Bush Told Us About Irak, etcétera), he perdido la confianza en que Estados Unidos obtendrá su libertad únicamente a través de la verdad.

En muchos casos, falsas versiones de eventos han triunfado inclusive cuando la verdad es fácilmente obtenible. La verdadera Jessica Lynch, que le dijo a la locutora de televisión Diane Sawyer que "nadie me golpeó, nadie me abofeteó", ha sido superada por su doble, creada por los militares y la prensa. Un "docudrama" exhibido en la cadena NBC, "Saving Jessica Lynch", la muestra cuando es golpeada por sus crueles captores.

En lugar de ser derribado por su relación de enemistad con las verdades más importantes y los datos más básicos, Bush está reformulando a Estados Unidos a imagen de su propia ignorancia y duplicidad. No sólo está bien vivir desinformado: conocer los hechos se está convirtiendo casi en un crimen.

Dicen que los españoles usan la zeta en vez de la s y la c, porque en el siglo XVII tenían un monarca ceceoso. Para halagar al monarca, se dictaminó que todos debían imitar el ceceo del rey. Todos los lingüistas de nota dicen que la leyenda es totalmente falsa. Pero, en el Estados Unidos de Bush, eso apenas si importa.

[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 19ene04]

War in Iraq

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