Agradecimiento por el

V Premio Nacional de Derechos Humanos

"Don Sergio Méndez Arceo".

Palabras del general brigadier José Francisco Gallardo Rodríguez.


Don Sergio Méndez Arceo, VII Obispo de Cuernavaca, defensor y promotor incansable de los derechos humanos en Morelos, Mexico y América Latina, asumió la responsabilidad de emitir, el 17 de abril de 1981, por primera Ocasión, un decreto de excomunión para todos aquellos involucrados en la aborrecibles ominosa e inhumana practica de la tortura.

Méndez Arceo sigue vivo en el pensamiento y testimonio de los que nos hemos comprometido en la Construcción de una sociedad, en la que se conserven inalienables e imprescriptibles los derechos y libertades fundamentales del genero humano.

Por ello, como un modesto homenaje a su memoria y para continuar en el camino que nos señalo en esta noble causa, las organizaciones no gubernamentales que integran la Fundación que lleva su nombre, como todos los aquí presentes en este acto de entrega del V Premio Nacional de Derechos Humanos, que hoy se asigna a un miembro de una institución que tiene la encomienda de la seguridad nacional, con jubilo lo recordamos y refrendamos mantener su lucha.

El tema de los derechos humanos tiene su origen en las tesis iusnaturalistasr y es recurrente en la historia de la humanidad porque esta estrechamente ligado con la dignidad humana, vértice de la constitucionalidad y fundamento del Estado liberal, de donde se desprende con claridad que en el orbe se enfrenta una disyuntiva: subsistir en regímenes salvajes donde impere la ley del mas fuerte y de la bestia, o vivir civilizadamente bajo regímenes democráticos y representativos, donde se respeten las libertades fundamentales de las personas en el marco de un Estado de derecho y de justicia social.

Esta materia tuvo un gran repunte en la declaración de independencia de Estados Unidos en 1776 y en la revolución francesa en 1789, mas tarde, en la posguerra, a consecuencia de los horrores y la barbarie del fascismo, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos promulgada por la Organización de las Naciones Unidas en 1948, pero es en estas ultimas cuatro décadas, con la aplicación de las politizas neoliberales, el desempeño autoritario del poder publico y el desenlace de los fenómenos de la globalización, que el tema se convierte en una de las grandes preocupaciones de las sociedades y logra su internacionalización.

No obstante que esta época, ha sido fructífera en el logro de importantes victorias en la tutela y promoción de los derechos humanos en el ámbito nacional e internacional, en la mayoría de los países y en el nuestro, existen todavía violaciones crueles a los derechos humanos que indignan a la conciencia mas moderada, porque practicas atroces como los secuestros, la tortura y las ejecuciones extrajudiciales ocurren cotidianamente, son toleradas y, mas grave aun, auspiciadas por quienes juraron guardar y hacer guardar el orden institucional.

La proclividad a esta praxis brutal, abominable y perversa se debe al exceso de poder, a la Corrupción y a la impunidad que padecemos en el pais, pero la movilización social y democratización promovida por los partidos politices, la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales la han acotado y puesto en Observación. Esto, da mayor vigencia al pensamiento de Don Sergio Méndez Arces.

Durante 34 años ininterrumpidos en el servicio activo en el Ejercito, he sido testigo de la practica, por parte de los mandos, de actos irracionales, crueles, degradantes e inhumanos que socavan la dignidad personal y militar de sus miembros y, por tanto, de la moral del Ejercito, poniendo en riesgo la seguridad del Estado y abriendo ventanas de vulnerabilidad a la seguridad nacional, que concretamente se tipifican en la utilización de las instituciones administrativas y, de procuración y administración de justicia para fines distintos para las cuales fueron creadas, a través de actos con apariencia de legal, que han puesto en entredicho la actuación de las Fuerzas Armadas y el prestigio de Mexico en el exterior, al ser sancionados en resoluciones constitucionales e internacionales, asé como por la Opinión publica, como violadores del orden constitucional, de los derechos humanos, de los tratados, de las convenciones y pactos sobre esta materia y como incumplidores de sus compromisos y obligaciones internacionales.

Esta situación y el juramento que desde adolescente hice a la Constitución y a mi bandera al ingresar a filas, mi estado como portador de los laureles y el escudo de la República, la inquietud y los instrumentos del conocimiento que adquirí como universitario, me llevaron a proponer como parte de la reforma de las instituciones del Estado, la modernización de las Fuerzas Armadas, partiendo de las facultades de Supervisión que tiene el Congreso de la Unión, para que a través de la Creación de un ombudsman militar, vigile muy de cerca la administración castrense y la actuación de los mandos en todos los niveles; la tutela y protección de los derechos fundamentales del personal militar, que de ninguna manera los pierden, sino que toman una mayor relevancia al reflejarse en el contacto y actuación que se tenga con la sociedad; así como los del ciudadano común que se vea afectado por actividades del Ejercito. El ombudsman militar refuerza las lineas de mandos el respeto a la norma, auspicia la disciplina y la cultura de los derechos humanos que permitirá en un futuro la plena democratización de Mexico.

Este escenario y la permanente critica que antaño he mantenido hacia la actuación despótica del alto mando y su desprecio a las personas, que ahora repunta con la utilización inconstitucional del Ejercito en la militarización de la seguridad publica, función netamente civil y administrativa, desembocó en una campaña de difamación, persecución y hostigamiento en mi contra, que ya entro al noveno ato y que en la actualidad me mantiene encarcelado desde el 9 de noviembre de 1993.

Violaciones a los derechos humanos las habrá mientras el hombre viva sobre la Tierra, porque es un ser complejo, capaz y con potencialidad; por una parte, de realizar actos heroicos y de bondad infinita, por la otra, de cometer grandes atrocidades, alimentadas por pasiones incomprensibles y abismos internos. Lo importante es, que si alguien que detenta el poder viola los derechos humanos de un gobernado, a aquel se le aplique la ley, y que de acuerdo con el derecho esa violación no quede sin castigo, porque si por desgracia la impunidad triunfa, las autoridades sentirán que tienen las manos libres para cometer arbitrariedades; es la forma de mantener el orden constitucional y el Estado de derecho.

El V Premio Nacional de Derechos Humanos que me otorga la Fundación Don Sergio Méndez Arceo me enorgullece, fortalece y alienta, para seguir en la ardua lucha por la defensa y promoción de las garantías individuales en las Fuerzas Armadas y en el país. Por tanto, agradecido y en honor a la memoria y gran causa humanística del ejemplar mexicano que hoy rememoramos, mi esposa Leticia, mis hijos José Francisco, Marco Vinicio, Alejandro Enrique y Jessica Leticia, sin quienes no hubiera sido posible mi defensa ni mi razón de ser, hemos decidido que con la documental que ampara la cantidad que se anexa al diploma de nombramiento, mas lo que se pueda recaudar publica e incondicionalmente a través de Colocación de bonos, donativos, aportaciones y cualquier otro medio licito, se constituya una fundación con carácter de asociación civil, cuyo objetivo sea: primero, ayudar a las victimas de violaciones a derechos humanos cometidos por parte del personal militar; segundo, apoyar a los dependientes económicos de los miembros del Ejercito que sean inJustamente encarcelados, asá como a las viudas y huertanos de militares; tercero, auspiciar la Creación de un ombudsman militar que defienda y proteja los derechos y garantías constitucionales del personal militar y sus familias.

Mi caso dentro del Ejercito marca un hito en la historia de Mexico y de la Institución Armada, porque con mi propuesta de la Creación de un ombudsman militar se tocan las estructuras de una institución, que durante la vida independiente de nuestro pais ha sido intocada, pero como la sociedad de los hombres de uniforme es parte del Estado, su actuación y administración debe ser observada, supervisada, criticada, modelada y su poder limitado. Se debe fomentar la cultura del derecho y la justicia, para que se respete la ley por la institución que ha sido asignada constitucionalmente para tutelar el orden jurídico-político, y que esta la proyecte a la sociedad, y aliente el libre juego de las fuerzas sociales para que se forme un tejido institucional, que promueva la democratización y el bienestar social.

Les agradezco su confianza y no los defraudares porque para mí la dignidad y honra es lo más sagrado a lo que puede aspirar un individuo; no he renunciado y nunca renunciare a mis principios y derechos fundamentales, ya que estos son intocables, inalienables e innegociables, me pregunto: Cómo puede defender un militar a su pais, si no es capaz de defender su dignidad, cuando la dignidad es al hombre, lo que la soberanía es a los pueblos?.

Finalmente, hago un reconocimiento a las organizaciones no gubernamentales y personas en particular que han hecho posible este premio, mi defensa y la promoción del caso Gallardo; en especial a la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, que preside la maestra Mariclaire Acosta Urquidi; al Centro para la Justicia y el Derecho Internacional y sus directivos Ariel Dulitzky y Francisco Cox; a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos que preside el decano Claudio Grossman y a sus comisionados; a Amnistía Internacional y en particular a Morris Tidbal; a Abogados de Minnessota; a PEN International y en especial a PEN Center USA West que preside Eric Lax y su director Larry Siems; a la Academia Mexicana de Derechos Humanos; a la Red Nacional de Organismos de Derechos Humanos "Todos los derechos para todos"; a los medios de Comunicación social, reporteros, articulistas y columnistas, en particular a Don Julio Scherer Garciat la revista Proceso y su Coordinación general; al periódico La Jornada, a su director fundador Carlos Payan Velver y su directora Carmen Lira Saade; al periódico Reforma y En Norte de Monterrey, Nuevo León; efusivamente a la revista Forum y su director Eduardo Ibarra Aguirre quien también fue víctima dentro del caso, de una acusación penal injusta promovida por el alto mando de la Secretaría de la Defensa Nacional y despedido de su trabajo como editor de Diconsa; a mis maestros que me señalaron el camino, en especial al doctor Omar Guerrero; a la comunidad universitaria, a los miembros del Consejo Técnico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, y en especial a la maestra Esther Navarro Lara; a mi defensor y maestro el licenciado Félix Francisco Garza Martínez quien se ha interpuesto a la prepotencia del alto mando y de los juzgados del fuero militar, y ha roto la impunidad y mantenido una y otra vez el respeto a la Constitución y a la ley; a Don Emilio Krieger, destacado jurista, patentandole mi respeto; a Margarita Espino del Castillo Barrón quien ha estado en primera linea en esta lucha; a los integrantes del Comite Pro Liberación del General Gallardo; a mi esposa e hijos con mucho amor.

Muchas gracias, Dios los bendiga.

Cuernava Morelos, 19 de abril de 1997.


Editado en Madrid a 12 de mayo de 1997 por el Equipo Nizkor

Derechos Humanos en México

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