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08nov05


El inquilino japonés.


El Canciller de Chile Ignacio Walker ha informado que no habrá expulsión, léase traslado relámpago, de Alberto Fujimori al Perú. Así, el mejor escenario que se le presenta al prófugo es llegar detenido a Lima después de la inscripción y de las elecciones. Hasta ese momento la clave de su actuación estará en cuánto margen de acción le permitirá el gobierno chileno.

Las tensiones territoriales con Perú, las elecciones chilenas de diciembre, la antipatía de la actual Concertación al golpismo y algunos factores jurídicos han impedido que se le extienda a Fujimori el tipo de alfombra roja que tuvo en Tokio. Pero al mismo tiempo Santiago va a hacer lo posible por acortar la estadía de su huésped no invitado.

Las teorías sobre el origen de la movida de Fujimori van desde que Tokio lo expulsó, por el rubor ante la perspectiva de ser arrastrado a corte de La Haya, hasta que Washington ha decidido darle una segunda oportunidad. Lo concreto es que los plazos para inscribir una candidatura en el Perú se están venciendo, y los cuadros fujimoristas se impacientan.

Si Fujimori tenía el diseño estratégico infalible que algunos le atribuían el domingo por la tarde, ahora su movida se ha vuelto incomprensible. Salvo que su plan fuera simplemente meterse a una cárcel peruana, y la pascana en Chile sea una forma de levantar esa noticia. Pero ahora esa prisión heroica va a tener que esperar, probablemente hasta después de las elecciones.

Por primera vez el gobierno peruano tiene parte de la sartén por el mango, en cuanto puede influir en los tiempos de la extradición y así abortar cualquier estrategia de Fujimori vinculada a una presencia en Lima. Por su parte Fujimori obtiene un mirador más cercano a los hechos, que le permitirá coordinar con quienes tomen la ruta de Santiago.

Es probable que Nueva Mayoría y Cambio 90, los dos grupos paleofujimoristas que se sumaron a su nuevo partido Sí cumple la semana pasada, hayan puesto como condición un aterrizaje de Fujimori en Lima. Quizás una batalla legal en Santiago haya sido la manera que imaginó Fujimori de llegar y no llegar al mismo tiempo.

¿Por qué Chile? Fujimori tiene allá un pequeño equipo de operadores que no hay en otros países vecinos, y Chile ha demostrado cierta displicencia antes los reclamos de la justicia peruana. La estabilidad institucional chilena le ofrece un suelo parejo que en estos días no garantizan los demás países andinos.

Es sintomático que uno de sus dirigentes declare que con el viaje a Chile Fujimori ha cumplido con el compromiso de volver al Perú. El propio Fujimori sostiene que ha cumplido con "el compromiso de honor adquirido". Santiago no es Lima, pero extradición mediante, está claro que Fujimori va a terminar en el Perú.

[Fuente: Por Mirko Lauer, La República, Lima, 08nov05]

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