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02abr07


Fallece María Julia Hernández, incansable defensora de los derechos humanos.


30 de marzo de 1980. María Julia Hernández se abalanza sobre el cuerpo del arzobispo asesinado al escuchar los primeros disparos de soldados que provienen desde la azoteas de los edificios y se dirigen a la multitud concentrada frente a Catedral Metropolitana para despedir a su mártir. Se avienta para proteger el cadáver de su guía, su maestro, su amigo personal. Ha vivido, junto a él, las amenazas, las demandas de justicia, los ataques de radicales. Monseñor Romero ha sido asesinado, pero ella aún intenta protegerlo.

Exactamente treinta años después, el 30 de marzo de 2007, en San Salvador, un ataque cardiaco ha terminado con la vida de María Julia Hernández. La incansable luchadora por los derechos humanos y una de las principales promotoras de justicia social en El Salvador deja tras de sí un impresionante trabajo al frente de Tutela Legal del Arzobispado de San Salvador.

A las denuncias por discriminación y maltrato laboral, y a la lucha de Monseñor Romero -ahora en proceso de beatificación- por los derechos humanos de víctimas se unió María Julia en 1977.

Desde mayo de 1982 fue directora de Tutela Legal del Arzobispado de San Salvador, y desde ahí investigó incansablemente violaciones a los derechos humanos durante la guerra civil. Junto a Monseñor Arturo Rivera Damas y a Monseñor Gregorio Rosa Chávez, trabajó desde el Arzobispado para sentar a la guerrilla y el gobierno salvadoreño durante las primeras rondas de diálogo de paz, con el objetivo de evitar más muertes de civiles, siguiendo el ejemplo de Romero.

Entre 1980 y 1992, su oficina presentó más de 24 mil denuncias de violaciones a los derechos humanos, incluyendo denuncias contra el ejército y contra el FMLN. La única de ellas que alguna vez fue investigada –según ella misma declaró alguna vez- fue el asesinato de los sacerdotes jesuitas. Hernández sostenía que el número de muertos en la guerra civil (usualmente considerados entre 70 mil y 85 mil) probablemente era el doble, ya que la mayoría de las muertes no eran registradas.

Hernández fue una de las principales organizadoras del monumento a las víctimas de la guerra en el Parque Cuscatlán, en el que sólo hay 23 mil nombres, según dijo ella, porque eran los que pudieron reconocer en su oficina. "Encontramos muchos, muchos cuerpos que nadie reconoció. Estos cuerpos no tienen nombre. No sabemos quiénes son. Sólo sabemos que fueron torturados, ejecutados, por los estudios forenses, si son masculinos o femeninos, más o menos la edad, pero no sabemos nada más de ellos", explicaba en 2004 en Fresno, California.

Nació el 30 de enero de 1939 en Francisco Morazán, Honduras, de padres salvadoreños. Era Doctora en Derechos Humanos y Licenciada en Filosofía.

Su trayectoria la llevó a recibir reconocimientos por la reivindicación de los derechos humanos, entre ellos el Oscar Romero Award en 1988, dado por Americas Watch New York; el Award of Honor en 1990, que se lo entregó la Ciudad y Condado de San Francisco, en Estados Unidos. También fue galardonada con el Premio Yoko Tada en 1990, de la Fundación de Derechos Humanos Yoko Tada, en Japón; el Share Award en 1991, de la Fundación SHARE; y el Primer Premio Jan Deplancke en 1993, dado por la Fundación Jan Deplancke, Bruselas. Obtuvo el título de "Hermana de la Compañía de Jesús" en 1990, y el Papa Juan Pablo II le entregó la "Medalla de Plata del Pontificado de Juan Pablo II", por Servicio Eclesial en 1992.

También recibió en 1992 el Doctorado Honoris Causa en Servicio Público de la Saint Josephs University, en Filadelfia; y en 2004 el Doctorado Honoris Causa en Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA). En 2005 estuvo nominada al premio Nobel de la Paz, en conjunto con un grupo de mujeres salvadoreñas.

María Julia Hernández también denunció la impunidad en el asesinato del sacerdote jesuita Ignacio Ellacuría y sus compañeros mártires de la UCA; las Masacres de El Mozote, Río Sumpul, La Quesera y El Barrío. Su testimonio sirvió para impulsar la investigación del magnicidio de Monseñor Romero ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y ante la Corte Federal de Fresno, done Álvaro Saravia, el lugarteniente del mayor Roberto D'Abuisson, fue encontrado culpable del asesinato de Romero.

30 años de lucha por hacer cumplir los derechos humanos en El Salvador no pasaron en vano. María Julia Hernández estableció un modelo de trabajo al servicio de los menos protegidos con una extraordinaria vocación de servicio. Falleció de un ataque cardiaco el pasado 30 de marzo.

[Fuente: El Faro, El Salvador, 02 a 08abr07]

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