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04mar19


El péndulo brasileño


Brasil tantea con el máximo equilibrio la situación venezolana y ha activado sus contrapesos. Por un lado, y en una decisión repentina, el presidente brasileño Jair Bolsonaro concedió la semana pasada a Juan Guaidó el trato protocolario de jefe de Estado durante la visita a Brasil del joven líder de la oposición venezolana, autoproclamado presidente. Por otro, el ejército ha fruncido el ceño a ese gesto. Según asegura el diario Folha de São Paulo , la decisión de Bolsonaro incomodó a la cúpula militar brasileña, lo que habría provocado que, horas después, el vicepresidente Hamilton Mourão, exgeneral del ejército, propusiera una reunión en territorio neutro con Nicolás Maduro. La propuesta fue rechazada tajantemente por Guaidó y por la Casa Blanca.

Mourão lamentó la "falta de canales de diálogo con el ejército venezolano", una crítica implícita a la operación de cambio de régimen diseñada por la Administración Trump, que daba por sentada una rebelión militar en cuestión de horas o días. En paralelo, Bolsonaro se prepara para un viaje a Washington este mes en el que Brasil podría conseguir el estatus de aliado estratégico de EE.UU., lo que supondría -crear una representación brasileña en el Comando Sur, la fuerza militar estadounidense en América Latina.

Los dimes y diretes, las acciones y reacciones son el espejo de la crisis venezolana en el que se mira el Gobierno brasileño, que está controlado por dos grupos diferenciados. En una esquina del cuadrilátero, las fuerzas armadas -que muestran un grado elevado de pragmatismo- en un Gobierno con siete carteras ministeriales correspondientes a militares, más de las que tuvo el primer gobierno de la dictadura militar, que duró de 1964 a 1984. Por el otro lado, una derecha neoconservadora y evangélica estrechamente identificada con Donald Trump. Dado el enorme peso diplomático de Brasil en la región, quien tenga la última palabra en este pulso puede decidir si habrá guerra o no en Venezuela.

Para descifrar las confusas señales que se desprenden desde Brasilia, procede hablar con Celso Amorim, de 76 años, el respetado diplomático, canciller en dos gobiernos de Luiz Inácio Lula Da Silva y ministro de Defensa en uno. Amorim habla en su apartamento con vistas a la playa de Copacabana, mientras los primeros blocos del carnaval salen a ritmo de samba a las calles de Río.

"Estamos en el momento de mayor tensión en América Latina desde la crisis de los misiles en Cuba, en 1963", explica. "Hace años que el Estado profundo norteamericano intenta hacer retroceder el socialismo en América Latina pero el método aquí es típico de Trump; impulsivo y sin tener en cuenta las consecuencias".

Para Amorim -con larga experiencia en la cúpula militar brasileña-, existe una tensión entre el núcleo duro bolsonarista y los militares. "Este gobierno es complejo; la parte militar es mucho más cautelosa respecto a una intervención. Había gente próxima a Bolsonaro que quería forzar la entrada de la ayuda humanitaria. Los militares respondieron que no. Esto creo que no le ha gustado a la gente más próxima a Bolsonaro, entre ellos su familia; estos han compensado forzando el trato de jefe de Estado en la visita de Guaidó", ilustra.

La cabeza más visible del sector neoconservador en el Gobierno de Bolsonaro es Ernesto Araujo, ministro de Exteriores. "Es una especie de Don Quijote, que cree que debe salvar la civilización occidental de la amenaza del marxismo cultural y del maoísmo capitalista (China)", afirma Amorim.

Los recelos de los militares tienen lógica. Guaidó sale "muy debilitado" después de la fracasada operación humanitaria y la decisión del grupo de Lima de no apoyar una opción militar. "No ha sido buena idea asociarse con Guaidó de esa manera; Guaidó no es nadie, se autoproclamó presidente, todo estaba planificado previamente", comenta el diplomático. La decisión de recibir a Guaidó con el protocolo de jefe de Estado ha sido un balón de oxígeno para el joven líder, pero Maduro sigue contando con el apoyo militar.

"El plan de cambio del régimen rápido jamás ha tenido sentido -aclara-. Aunque existiera una división en el ejército venezolano, y parece que no la hay, el resultado habría sido una guerra civil; o sea, esta era la mejor hipótesis para Trump". Pasa lo mismo con las sanciones, que "sí van a provocar un catástrofe humanitaria. Si hay algo que haya legitimado el régimen en Cuba es el bloqueo; y pasará lo mismo con este embargo contra Maduro", vaticina Amorim.

En el pasado, Brasil ha sido un mediador clave entre la oposición y los gobiernos chavistas. "En el 2003 tuvimos una situación muy similar, no tan grave: después del intento de golpe contra Chávez, la oposición organizó un paro petrolero. Con Lula, propusimos un diálogo que se hizo, y el resultado fue el referéndum sobre el futuro de Chávez", recuerda Amorim. Se celebró en el 2004 con varios observadores, entre ellos del Centro Carter. Chávez ganó el referéndum de calle.

żEs posible que el ejército brasileño apoye la iniciativa de México y Uruguay por el diálogo? "No con este Gobierno", responde Amorim. Ausente Brasil, hace falta más apoyo europeo al diálogo, añade. "Los europeos han sido engañados por Trump. Que no les guste Maduro me parece muy bien -concluye-, pero żapostar por algo tan artificial como Guaidó? Resulta chocante".

[Fuente: Por Andy Robinson, La Vanguardia, Barcelona, 04mar19]

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small logoThis document has been published on 17Mar19 by the Equipo Nizkor and Derechos Human Rights. In accordance with Title 17 U.S.C. Section 107, this material is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving the included information for research and educational purposes.