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04jul13


Todos los grupos islamistas llaman al 'Viernes del rechazo' contra el golpe de Estado


El Ejército egipcio se ha lanzado a la caza de los Hermanos Musulmanes. Tras el incruento golpe de Estado que ayer derrocó al presidente islamista Mohamed Mursi, la Fiscalía egipcia ha ordenado hoy la detención de los dos máximos líderes de la organización tras acusarles de instigar al asesinato de manifestantes opositores al depuesto presidente. Según ha informado la agencia oficial Mena, el fiscal Ahmed Ezzeldin ha afirmado haber comprobado la veracidad de los testimonios que apuntan a que el guía espiritual de la Hermandad, Mohamed Badía, y su número dos, Jairat al Shater, llamaron a matar a manifestantes que protestaban ante la sede de la cofradía en El Cairo. También ha sido arrestado el antiguo guía supremo de la organización islamista, Mahdi Akef junto a cuatro de sus guardaespaldas.

En respuesta, la coalición islamista que encabezan los Hermanos Musulmanes han llamado hoy a los egipcios a que se manifiesten en todo el país en un 'Viernes del rechazo' contra el golpe de Estado militar. La Coalición Nacional en Apoyo a la Legitimidad "llama a los egipcios a echarse a las calles y movilizarse pacíficamente" tras la oración del viernes para "decir 'no' a las detenciones militares, 'no' al golpe militar".

Este mismo jueves, los Hermanos Musulmanes han advertido de que no trabajarán con "las autoridades usurpadoras", según uno de los miembros de su junta ejecutiva, después de que Badía fuese arrestado tras tratar de huir el miércoles hacia Libia pese a que se había emitido una orden que le prohibía abandonar el país. Mientras, las Fuerzas Armadas mantienen retenido a Mursi y realizan redadas contra los islamistas. Con el derrocado mandatario bajo poder de los militares, el actual presidente del Tribunal Constitucional de Egipto, Adli Mansur, ha jurado su cargo como presidente provisional del país ante la asamblea general del Constitucional Supremo, la instancia judicial que él mismo presidía hasta el día de hoy.

En la tarde del miércoles las semanas de protestas y manifestaciones en Egipto culminaron con lo que para muchos era casi inevitable: un golpe de Estado contra el Gobierno islamista elegido en las urnas. Las Fuerzas Armadas derrocaron ayer al presidente del país, Mohamed Mursi, con un fulminante golpe de fuerza poco después de que expirase el ultimátum para pactar con el resto de fuerzas una salida a la crisis política que asola al país. Poco después anunciaron su hoja de ruta, diseñada conjuntamente con figuras políticas, religiosas y de la oposición: suspensión de la polémica Constitución, disolución del Parlamento y periodo de transición que deberá finalizar en elecciones presidenciales y parlamentarias. Un movimiento que pone de nuevo a Egipto rumbo hacia lo desconocido.

Con el apoyo de un amplio sector de la población, los militares se desplegaron a media tarde por El Cairo; tomaron la televisión pública, rodearon con alambradas de espino el Palacio Presidencial y cercaron con blindados las áreas de reunión habituales de los simpatizantes de los Hermanos Musulmanes. Una vez concluida la operación, designaron como mandatario interino al presidente del Tribunal Constitucional Supremo, Adli Mansur, quien deberá convocar y supervisar los próximos comicios presidenciales.

La tensión no tardó en estallar, pese a las llamadas a la calma desde ambos bandos. Alejandría, ciudad con una fuerte presencia islamista, fue escenario de enfrentamientos con más víctimas mortales, mientras que los combates entre seguidores de Mursi y efectivos del Ejército en la urbe costera de Marsa Matruh (noroeste del país) se saldaron también anoche con cuatro muertos y quince heridos por bala cuando partidarios de los Hermanos Musulmanes atacaron a las fuerzas que custodiaban la sede del gobernador local. Los choques se reprodujeron en otras ciudades, mientras la Policía egipcia detenía durante la madrugada a destacados dirigentes islamistas sin precisar sus identidades. Por el momento, al menos se han registrado 14 personas muertas en todo el país, y los heridos ya se cuentan por decenas.

La gran incógnita que se cierne ahora sobre Egipto es cuál será la reacción de los partidarios del derrocado mandatario, dado que siempre se han manifestado en contra de que Mursi entregase el poder, obtenido hace un año en unas elecciones consideradas legítimas por la comunidad internacional. Más allá de la jornada relativamente pacífica que se vivió el El Cairo, el temor a un estallido de violencia se cierne sobre el país.

¿Por qué el golpe? "Mursi no respondió a las demandas del pueblo"

La acción del Ejército, que se consideraba inevitable tras el discurso en el que Mursi descartó dimitir la noche del martes, ha contado con el respaldo de destacados líderes políticos y religiosos, que las Fuerzas Armadas aprovecharon para propagar el apoyo popular con el que cuenta el golpe de Estado. Lo cierto es que tras el derrocamiento del presidente, la plaza Tahrir, kilómetro cero de la revolución que derrocó a Hosni Mubarak y donde se habían reunido cientos de miles de personas, estalló de júbilo.

En un discurso a la nación, el jefe del Ejército, Abdel Fatah al Sisi, anunció que el presidente interino tendrá todo el poder para hacer declaraciones constitucionales y para designar a un jefe de Gobierno con prerrogativas. Además, se formará un comité de expertos para enmendar la Constitución, según la hoja de ruta del líder militar, que estaba rodeado de líderes políticos, además del jeque de la institución islámica de Al Azhar, Ahmed Tayeb, y el papa copto, Teodoro II.

El general argumentó que Mursi "no respondió a las demandas del pueblo" después del ultimátum de 48 horas que le había dado el Ejército, por lo que las Fuerzas Armadas abrieron consultas con representantes de la sociedad egipcia para trazar su hoja de ruta. "El Ejército sintió que el pueblo egipcio le pedía ayuda. No que tomara el poder, sino que cumpliese su responsabilidad civil, y las Fuerzas Armadas entendieron la esencia del mensaje", añadió.

Cierres y detenciones en las cadenas islámicas

En su plan por evitar una escalada de la violencia, los servicios de seguridad egipcios suspendieron anoche la emisión en directo desde el país de la cadena catarí Al Yazira, tras irrumpir en sus oficinas, ubicadas en la misma plaza Tahrir. Al Yazira explicó en un comunicado que los agentes entraron en su redacción mientras cubrían en directo las manifestaciones que celebraban el derrocamiento de Mursi.

Poco antes, las fuerzas de seguridad egipcias habían detenido a responsables y presentadores de canales de televisión religiosos islámicos en El Cairo y cancelaron sus emisiones. Los arrestos se efectuaron en medio de un refuerzo del despliegue de militares y policías en la llamada Ciudad de los Medios de la zona de Seis de Octubre, próxima a la capital egipcia.

Fuentes de las televisiones religiosas, citadas por la agencia oficial Mena, señalaron que la Policía les comunicó que las detenciones son una medida de precaución para impedir que se provoque a los manifestantes islamistas y que se instigue a la violencia.

[Fuente: Por Ángel Martínez, El Confidencial, Madrid, 04jul13]

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Crisis in Egypt
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