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07sep11


Bani Walid, un desierto sin luz ni gas


Aislados del mundo exterior, sin electricidad ni gas y con poca agua, los habitantes de Bani Walid sufren una situación dramática desde que hace más de una semana las tropas rebeldes se apostaran a las puertas de la ciudad y exigieran a los leales gadafistas que entregasen las armas.

No es posible acercarse hasta este terroso oasis situado 150 kilómetros al sureste de Trípoli. Los rebeldes detienen a todo vehículo que se acerca a la altura de la aldea de Wishtata, a unos 40 kilómetros del centro de Bani Walid. Pero tanto el relato de los pocos que consiguen escapar de las fuerzas gadafistas como el de aquellos que han contactado de alguna forma con familiares en el interior de la ciudad denota que la situación es muy difícil.

"La ciudad está desierta. No hay personas en las calles y todas las tiendas están cerradas. Sólo los soldados fieles a Muamar Gadafi patrullan las calles con sus armas", explica un hombre de 42 años que se identifica como Alí.

El nudo gordiano

"No hay electricidad ni gas, apenas quedan alimentos o agua. Muchos quieren que entremos y les liberemos, pero también temen ser tiroteados por los gadafistas", explica, por su parte, un rebelde. Según este soldado, los leales al dictador retienen y atemorizan a la población y les aseguran que más allá de sus casas no hay más que "bandidos y ratas" que pronto serán derrotados.

El asedio a Bani Walid -como el que se ha tendido también sobre Sebha y Sirte, las otras dos grandes localidades donde todavía ondea la bandera verde del antiguo régimen- se ha convertido en el nudo gordiano de la insurrección en Libia.

Situada en pleno desierto, y con algo más de 50.000 habitantes, carece de interés estratégico o económico. Sin embargo, las autoridades rebeldes creen que en esta localidad ha estado oculto el propio Gadafi y que el centenar de hombres armados que aún resisten han protegido su huida y ahora defienden a su hijo Saif al Islam, aunque no existen garantías de que éste todavía se encuentre en la ciudad.

"No lo sabemos muy bien, pero creemos que hay entre 200 o 300 gadafistas con armas. Nos preocupa sobre todo la población civil, pero estamos convencidos de que todo se solucionará antes del sábado", explicó Mohamad Hasan, oficial de las fuerzas revolucionarias en Wishtata.

Un país dividido en tribus

Las nuevas autoridades libia insisten desde hace días en que su principal ambición es culminar de forma pacífica el cerco y convertir la entrada triunfal en Bani Walid en un ejemplo para el resto de las ciudades que aún resisten. Consideran que, si la rendición se consigue sin disparar un solo tiro, eso causará un efecto dominó sobre Sebha o Sirte, localidad a la que también han dado de plazo hasta el sábado para que capitule.

En el fondo del conflicto subyace también la particular estructura social de Libia, un país en el que coexisten numerosas tribus y decenas de clanes unidos por vínculos de sangre, pero también por intereses económicos. En Bani Walid, Sirte y Sabha domina la tribu de los Warfalla, la más grande y populosa del país. Aunque no existen estadísticas precisas, se cree que cerca de una sexta parte de los habitantes de Libia pertenecen a este clan.

Varios analistas apuntan a que una entrada a sangre y fuego en Bani Walid podría indignar a los miembros de la tribu Warfalla de Sirte o Sebha y enconar los ánimos de la resistencia.

[Fuente: El Mundo, EFE, Madrid, 07sep11]

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