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25abr13


El colapso en Siria pondrá al Líbano en jaque


La segunda ciudad más grande del Líbano, Trípoli, conocida también como Tarabulus, situada al norte de este país multiconfesional, a 50 kilómetros de la frontera con Siria, está dividida en dos bandos opuestos por tiroteos incesantes entre ls sunitas y alauitas. Los vecinos de Trípoli, convertidos a raíz de los acontecimientos en Siria en adversarios y partidarios del presidente sirio Bashar Asad, abandonan los barrios con mayor tensión de la ciudad.

Una ciudad con dos bandos

Los algo más de 800 días transcurridos desde el inicio del largo conflicto en Siria, donde los alauitas son la minoría gobernante y los sunitas constituyen la mayoría afectada por la crisis, influyeron también en la situación en Líbano, sobre todo en su seguridad.

Pasamos a lo largo de la costa del Mediterráneo, al norte del país, a la ciudad de Trípoli, el foco de conflictos libaneses actuales.

Los extremistas armados que penetran en Líbano a través de Siria provocan colisiones interconfesionales, lo que, sumado a las controversias en política interna en vísperas de elecciones presidenciales en la República Libanesa, amenaza con agravar la situación en el país.

En Trípoli son frecuentes los tiroteos, ante todo entre los dos distritos opuestos de la ciudad, Bab el-Tebbaneh y Jabal Mohsen, divididos, simbólicamente, por la calle Siria. Cuando anochece es mejor abstenerse de salir a las calles para no verse involucrado en nuevos enfrentamientos.

"La gente pobre, que no tiene nada que ver con la política, sufre más que nadie… Todo lo que ocurre en Siria nos afecta a nosotros", dice un farmacéutico local de 29 años, Zein M. Trabaja al lado en una peluquería de un alauita local quemada recientemente, considera que lo que está ocurriendo es la herencia de la guerra civil en Líbano y consecuencia de la crisis duradera en Siria: "Esto no tiene nada que ver con la religión, son cuestiones políticas. Sí, existe una coincidencia de que los alauitas se pronuncian por Siria y los sunitas en contra; pero independientemente de la religión, una mitad de Líbano, y por consiguiente de Trípoli, está con Siria y la otra en contra", continúa Zein M.

El dueño de la peluquería quemada, un alauita de 40 años llamado Rabia Salmen, comparte esta opinión. No fue fácil localizarle debido a la situación tensa, se negó a salir y tuve que hablar con él por teléfono: "No se puede decir que la peluquería haya sido quemada por venganza. Parece más bien un acto de gamberrismo. Aunque también es cierto que a raíz de la situación en Siria se mantienen relaciones tensas y hay cierta hostilidad entre los vecinos. La gente es agitada por los extremistas, que aprovechan esto en sus propios intereses".

Un desafecto personal

Los refugiados de Siria, cuyo número está creciendo en los últimos meses, contribuyen a que los enfrentamientos no paren. Según los últimos datos, en el territorio de Líbano hay alrededor de 416.000 ciudadanos sirios que abandonaron su país.

Según las estadísticas, casi todos los refugiados de Siria son sunitas. En el norte de Líbano se asentaron tanto en Trípoli como en otras ciudades situadas cerca de la frontera con Siria, como la ciudad de Halba.

La mayoría de refugiados que viven aquí ahora son de la aldea fronteriza siria de Talkalaj. No paran de contar las atrocidades del régimen alauita de Asad y los crímenes del ejército sirio. "Él [Bashar Asad] mata a la gente. ˇEstos alauitas matan a la gente!", grita emocionada una refugiada.

No dice cómo se llama, porque de vez en cuando visita a su familia que no pudo salir de Siria. Teme que si la reconocen, pueda tener problemas debido a la entrevista. "Nos dan cupones. Los vendemos a la gente para sobrevivir con lo que ganamos", continúa.

Una vez al mes los refugiados reciben cupones para cada miembro de la familia, cada cupón equivale a 31 dólares estadounidenses. Además, les suministran productos alimenticios y a veces incluso se les paga el alquiler. Un piso en un distrito del norte, como en Halba, cuesta 200 dólares al mes.

Entre el gran número de familias sunitas que viven en Halba encontré una con un alauita entre sus miembros. La familia vive en una casa semiconstruída, o eso parece a primer golpe de vista. Subimos la escalera al tercer pis, y vemos un apartamento bastante acogedor de cuatro habitaciones: una habitación para cada familia siria. El piso está totalmente reformado y hasta amueblado y equipado con electrodomésticos.

Sale una mujer joven con niqab cubriendo su cabeza y rostro, dejando visibles solo los ojos. Se llama Suad, es madre de cuatro hijos y es alauita. Su esposo es sunita, son refugiados de Siria.

Su suegra con un bebé en los brazos está vigilándola para que no hable de más. "No nos caen bien los alauitas", dice, "pero nuestra nuera es diferente, es buena, no como los demás alauitas". Suad, con ojos tristes, suspira y empieza a hablar, no sin dificultad. Cuenta que su familia estaba en contra de este matrimonio, pero "así salió".

"La situación no es buena, ahora estamos aquí, pero nos gustaría volver cuando se vaya nuestro presidente", dice de manera respetuosa, con los ojos clavados en el suelo. Expresó esta idea de manera muy sutil y delicada, mostrando que pese a lo que está ocurriendo en Siria respeta a Asad, llamándole "nuestro presidente" en vez de insultarle, como hacen los demás refugiados.

Los refugiados sirios son una amenaza para la seguridad del Líbano

La mayoría de los libaneses cree que, independientemente de su confesión, el éxodo de refugiados de Siria hace peligrosa la situación en Líbano.

"Según los datos estadísticos, el 70% de ellos son mujeres con niños, y el 30% son hombres, que hicieron el servicio militar y saben manejar un arma. Muchos refugiados se ven bajo la influencia de los extremistas", comenta el general Michel Aoun.

Cuando volvimos al más o menos seguro Beirut nos acogió en su residencia, situada en la parte oriental de la capital del Líbano, el excomandante en jefe de las Fuerzas Armadas, el cristiano-maronita Michel Aoun, quien considera que los refugiados sirios pueden ser una amenaza para la seguridad del país.

Dice que actualmente la cuestión del control de las fronteras es muy complicada y, al mismo tiempo, política.

"Desde el principio esta cuestión (protección de fronteras libanesas del norte) estaba bajo control. Sin embargo, a medida que crezca la tensión en Siria y el número de refugiados en Líbano, el control de fronteras se hace una tarea más complicada aun. Además, da la impresión de que en los círculos políticos de Líbano hay alguna oposición que no permite adoptar una resolución conjunta respecto al problema".

Desde el inicio de la crisis en Siria, Líbano optó por la posición política neutral. Pero la aparición de movimientos como el Ejército Libre Sirio y otros grupos extremistas en las zonas fronterizas y las operaciones de respuesta contra ellos por parte del ejército regular hacen que Líbano se ve involucrado en el conflicto.

"Ahora en Siria actúan terroristas de Al Qaeda y de otras organizaciones terroristas. Allí, la revolución destinada a lograr algunos cambios políticos en el país desembocó en caos", comenta Aoun.

El general, quien muchas veces estuvo en el epicentro de los conflictos, sobre todo durante la guerra civil en Líbano (1975-1990), vio con sus propios ojos qué consecuencias puede tener una situación como la de Siria y las provocaciones por parte de extremistas que se dan por luchadores por libertad. Por eso cree que Líbano se encuentra en una "situación delicada".

"Bastará con una conmoción no muy grande en Líbano para que la situación empeore. Cambiará la posición de piezas de ajedrez", dice el general. "Si en Siria tiene lugar un colapso total y el poder cambia, Líbano se verá en una posición de jaque mate", resume. Lo único que queda es esperar que la solución al problema sirio se encuentre antes de que vuelva a colapsarse la frágil paz libanesa.

[Fuente: Por Mijaíl Gúsev, RIA Novosti, Moscú, 25abr13]

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