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08sep14


Turquía, de alfombra roja a muro de contención de los integristas islámicos


Los silencios de Sakir Altas dicen más que sus palabras. "En Turquía, contar aquello de lo que hemos sido testigos tiene un precio. Por haberlo hecho me investigan", firma, en el mismo impasse en el que aspira de un trago, inquieto, su vaso de ayran. Observa desde su terraza camionetas cargadas de soldados turcos yendo y viniendo por la calle. Çandir, la aldea de la que Altas es edil desde hace seis meses, está en lo alto de una loma tan rocosa en la que sólo plantas de tabaco y un puñado de cabras aceptan malvivir. Desde esta atalaya fronteriza con Siria, los vecinos dicen haber oteado ciertos tejemanejes cuyas consecuencias, ahora, amenazan a Turquía.

Sakir Altas y todo Çandir dieron cuenta de ellos al periódico local Cumhuriet: gendarmes turcos, en marzo pasado, permitiendo a «milicianos barbudos» -a los que identificaron como islamistas- entrar en Siria. Su objetivo, arrebatar al Gobierno de Bashar Asad el cercano pueblo sirio armenio de Kesab; y permitir la huida de docenas de cristianos armenios al ocupar la localidad el Frente al Nusra -brazo de Al Qaeda en Siria-. En verano, los rebeldes perdieron Kesab, hoy en manos de los damascenos. "El ejército nos prohíbe explicar lo que vimos", insiste Altas.

Condescendencia de los uniformados turcos

EL MUNDO preguntó por esta cuestión a una oficial de Inteligencia y Seguridad del Gobierno turco. Bajo anonimato, responde: "Este tipo de casos se investigan". Al cuestionarle el porqué de las reticencias turcas cuando, a finales de 2012, Estados Unidos puso al Frente al Nusra en su lista de grupos terroristas, contesta: "Sólo dijimos que eso no solucionaba el problema". Ankara, cuyo país ha sido vía de entrada de armas -según prensa de EEUU- y combatientes de todo pelaje, no lo añadió hasta junio de 2013.

Alí -nombre ficticio-, vecino de la zona, matiza que, si bien antes hubo condescendencia de los uniformados turcos con los movimientos entre fronteras de "barbudos", hoy el control militar es más estricto. El cambio se evidencia con datos estatales. Turquía ya ha deportado a alrededor de 1.000 presuntos combatientes extremistas extranjeros: 453 de ellos este 2014. Las cifras prueban actividad de control notablemente inferior en los tres años anteriores de guerra en Siria.

Cuando Turquía los paró con más ahínco, el Estado Islámico amenazó al país. En un documental emitido el mes pasado por el medio Vice sobre el IS, un yihadista advierte de que liberarán Estambul si Turquía no restablece el flujo del agua del Éufrates que llega a la localidad siria de Raqqa. Hace dos meses y medio, el IS entró en Mosul y secuestró a medio centenar de diplomáticos, incluido el cónsul general turco en la ciudad. Siguen en cautividad.

La periodista turca Amberin Zaman escribió en Al Monitor que el Ministerio de Exteriores de Turquía pudo saber, de antemano, que el IS entraría en Mosul. Por razones que todavía no se han publicado obvió la información y mantuvo el personal diplomático en la urbe. A petición del Gobierno, un juez ha dictaminado informar en profundidad sobre el secuestro.

'Operación armada'

El 28 de julio pasado, coincidiendo con el fin del ayuno del Ramadán, docenas de islamistas organizaron un rezo conjunto a las afueras de Estambul en el que llamaron a hacer la yihad en Siria. Militantes próximos al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) anunciaron, la semana pasada, haber matado a un miembro del IS y haber herido a otros dos en una "operación armada" contra una "célula de reclutamiento" con un piso franco en el extrarradio de esa ciudad. Las autoridades no se pronunciaron al respecto.

Sentado en su mezquita del distrito estambulita de Esenyurt, el imam chií Hamza Aydin, cree que los salafistas ya están «envenenando el cerebro de los jóvenes en el barrio». Aydin relata a este diario cómo, hace dos meses, un forastero que hablaba turco, junto a dos chavales del vecindario, vinieron a amenazarnos. "Nos amenazaron con destruir nuestros sitios de culto e imponer la sharia [ley islámica] en Turquía. Los expulsamos".

Diez días después de aquel encontronazo, desconocidos tiraron cócteles molotov contra su templo y provocaron un incendio. El muecín se salvó por los pelos. La Asociación turca para los Derechos Humanos (IHD) culpó al entorno del IS, en un informe, de ser los autores del fuego. En los últimos tres meses ha habido cuatro ataques contra mezquitas chiíes de Estambul. No han trascendido detenidos por ninguno de ellos.

La oficial critica la falta de apoyo de la UE a la hora de facilitar datos de sus nacionales susceptibles de acabar apoyando al IS: "No hay un registro unificado de la Interpol que nos sirva para evitar en la aduana su entrada en Turquía". La misma fuente elogia los esfuerzos de España, que a mediados del pasado agosto desarticuló una red de envío de combatientes yihadistas a Oriente Próximo.

No muestra, sin embargo, la misma sintonía con Alemania, cuyos problemas de cooperación en esta materia lamenta y ejemplifica: "Detuvimos en el aeropuerto de Gaziantep [localidad turca sureña] a dos alemanes con artefactos explosivos. Volvían de Siria. No supimos hasta después que ambos tenían numerosos antecedentes penales en su país".

Según las cifras publicadas por dos centros de estudios, hay al menos 3.000 combatientes occidentales en las filas del IS actualmente en un momento en que Estados Unidos pergueña una coalición internacional para responderles por la vía armada. Turquía también se ha unido. Lo que suceda en el futuro en Irak y Siria es una incógnita para Sakir Altas, que afirma titubeante en su terraza con vistas al país vecino: "Últimamente se habla de un nuevo ataque opositor a Kesab...".

[Fuente: Por Lluís Miquel Hurtado, El Mundo, Madrid, 08sep14]

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