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15abr18


Asad, Putin y Jamenei pueden dormir tranquilos


Habiendo perdido la iniciativa en Siria en 2015, si es que alguna vez la tuvieron, EEUU y sus aliados se encuentran entre la espada y la pared.

Ante un nuevo ataque con armas químicas, todavía de origen desconocido, esta vez tenían tres opciones: ignorarlo, responder con otra acción limitada como la de hace un año sin impacto militar alguno o subir la apuesta y aprovechar la ocasión para cambiar el rumbo del conflicto. La elegida ni castiga ni disuade en serio a nadie.

La primera se desechó por miedo a la presión de la opinión pública y al mensaje que habrían recibido todos los actores, estatales y no estatales, sin escrúpulos si se sigue violando con impunidad el tabú del uso de armas químicas.

La tercera hubiera aumentado peligrosamente el riesgo de un enfrentamiento directo con Irán y, sobre todo, con Rusia, un precio demasiado alto que, por ahora, ni Moscú ni Washington están dispuestos a pagar.

En el descarte de esta tercera opción pueden haber influido las amenazas rusas de responder militarmente -directamente o entregando a Siria las armas para hacerlo-, el temor a ciberataques y acciones de fuerza en otros escenarios como el de Ucrania o el Báltico, y la interceptación desde hace tiempo de las señales GPS de los EEUU en varios escenarios, complicando las operaciones de sus drones y aviones.

El lanzamiento de 103 misiles, según el ejército sirio, contra tres objetivos de importancia estratégica menor apenas tendrá impacto militar alguno. Avisados con antelación para reducir sus bajas y reducir daños, Asad, Putin y Jamenei tienen poco que temer.

Es una acción dirigida más a la opinión pública occidental que a quien haya usado de nuevo, si se confirma, las armas químicas, otro pie de página inútil en una guerra de siete años que se ha cobrado ya más de medio millón de muertos. Hace tiempo que se dejaron de contar.

El derecho internacional y los derechos nacionales son universos distintos y, desgraciadamente, cada vez más distantes, pero atacar antes de investigar -lo que hicieron ayer los aliados occidentales horas ante de que iniciaran sus trabajos sobre el terreno, en Duma, los inspectores de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas- es condenar y ejecutar antes de juzgar.

Aunque la pena siga siendo muy leve, un ataque sin el respaldo del Congreso y de muchos demócratas, ni del Consejo de Seguridad, no sirve de nada si no se acompaña de los contactos diplomáticos necesarios para avanzar hacia una solución del conflicto.

¿Qué se sabe del ataque del 7 de abril con el que se justificó la respuesta de ayer? El régimen sirio y Rusia siempre han negado que se utilizaran gases químicos. Lo más probable, si se utilizaron, es que lo hicieran militares sirios, pero hasta hoy no hay datos concluyentes.

"Nuestros socios sanitarios en la zona aseguran que recibieron en las clínicas a más de 500 personas con síntomas propios de víctimas de gases tóxicos", dijo el portavoz de la Organización Mundial de la Salud, Tarik Jasarevic. "Según esas fuentes, más de 70 personas murieron en el bombardeo del 7 de abril y unas 40 de ellas presentaban esos síntomas".

El presidente francés, Emmanuel Macron, mantiene sus planes de visitar Rusia en mayo y justificó ayer por escrito la participación francesa en la represalia con 13 misiles -9 desde aviones Rafale y 3 desde una fragata en el Mediterráneo- como "un ataque limitado a instalaciones químicas de Siria tras comprobar fuera de toda duda" la responsabilidad del régimen sirio en el ataque del 7 de abril.

Desde que se unió a la coalición contra el Estado Islámico en Siria, en 2015, es la primera vez que Francia ataca objetivos del régimen.

Las diferencias entre su ministra de Defensa y su ministro de Exteriores, y entre el presidente estadounidense y el jefe del Pentágono reflejan el principal talón de Aquiles de la respuesta aliada: la división de criterios dentro de cada país y entre las principales potencias occidentales, y, lo más grave, la falta de una estrategia clara en la que se pueda encajar este tipo de respuestas a medio y largo plazo para que sirvan de algo.

Para el ministro francés de Exteriores, Jean-Yves le Drian, "hemos cumplido los objetivos" y, si se vuelven a traspasar las líneas rojas, habrá más intervenciones. "Espero que hayan aprendido la lección", agregó.

Nadie ha tenido claras nunca esas líneas rojas ni los objetivos a los que se refiere Le Drian, pues han ido cambiando, casi siempre a favor del régimen de Asad y sus protectores.

La ministra de Defensa, Florence Parly, descartaba nuevos ataques inmediatos. "Rusia fue advertida con antelación para evitar una escalada y un posible enfrentamiento", afirmó.

"Estamos preparados para una respuesta sostenida hasta que el régimen sirio deje de utilizar las armas químicas prohibidas", comentó Donald Trump en su primera explicación del ataque de ayer.

"No queremos expandir esto, hemos sido muy proporcionados y precisos", señaló su secretario de Defensa, James Mattis, uno de los más reacios a la operación en el gabinete estadounidense, al que se incorporaba el pasado lunes, como nuevo responsable de Seguridad Nacional, John Bolton, uno de los halcones más partidarios del uso de la fuerza en las últimas administraciones republicanas.

Ha sido "un golpe único" para enviar a Asad "un mensaje claro", añadió.

[Fuente: Por Felipe Sahagún, El Mundo, Madrid, 15abr18]

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