EQUIPO NIZKOR |
|
03abr05
¿Ha tenido razón Bush?
En las últimas semanas, desde las elecciones legislativas del pasado 30 de enero en Bagdad -subrayemos que han sido unas elecciones, por lo demás, notablemente singulares donde las haya-, la prensa internacional se ha hecho eco de lo que no puede ser más que una campaña organizada, inspirada por los servicios de inteligencia, que ha insinuado esta idea ante la opinión pública: al final, Bush quizás habría tenido razón al atacar Iraq y destruir el régimen del dictador Saddam Hussein...
¿Por qué?, se pregunta la opinión pública. Respuesta: la vía a la democracia comienza a mostrar indicios de progreso en Iraq y en otros países árabes, como ahora en Líbano, para no hablar del acuerdo incipiente que parece haber empezado a esbozarse entre Israel y Palestina, problema clave de Oriente Medio. Por otra parte, las antiguas autocracias como Arabia Saudí, Siria y el propio Egipto parecen haber empezado a temblar en sus cimientos. ¿Será tal como queda aquí expresado? Sólo una visión muy superficial e interesada, empeñada en la propagación de esta idea, podría pintar con tal color de rosa la realidad que se está desarrollando en Iraq y en todo Oriente Medio así como las nefastas -y gravísimas- consecuencias de la guerra "ilegal" de Iraq, como la calificó Kofi Annan. Veamos...
Para empezar, se hace tabla rasa pasando por alto las mentiras que justificaron el ataque contra Iraq: la existencia -que se reveló falsa- de armas de destrucción masiva en poder de Saddam Hussein y el pseudoapoyo del dictador iraquí al terrorismo islámico o global.Acontinuación, se simula desconocer los estragos provocados por la guerra de Iraq -en el plano humano y en términos de civilización y de índole material- y sus funestas consecuencias en lo concerniente a Oriente Medio, el llamado Occidente y el mundo en general. Porque la guerra preventiva y unilateral contra Iraq -no lo olvidemos- trazó una verdadera línea divisoria de aguas en el mundo, dado que vino a cuestionar valores esenciales, que juzgábamos alcanzados ya para siempre como son el respeto por el derecho internacional, los derechos humanos, las convenciones de Ginebra, el plurilateralismo de la ONU y el diálogo ecuménico entre civilizaciones y religiones, excluyendo totalmente el recurso a la fuerza.
Además de las muertes provocadas por la guerra de Iraq -tanto de parte musulmana (mucho más elevadas) como anglo-norteamericana (cifra tampoco despreciable)-, de los daños en bienes patrimonio de la civilización (con la destrucción de una de las cunas de la civilización) así como los daños materiales, el hecho es que la guerra no sólo no ha acabado con el terrorismo global sino que, por el contrario, convirtió Iraq en un campo de reclutamiento e instrucción de terroristas.
Pero lo más grave ha sido el profundo daño en materia de valores occidentales, que juzgábamos universales. La manifestación de un choque de fanatismos de signo contrario: el islámico y el evangélico, el ortodoxo judío y la intifada palestina. Ahora, cuando se pasan por alto o menosprecian los valores -invocados tantas veces-, se aprecia que las causas pierden crédito y se pierde la autoridad moral, lo peor que puede suceder en un enfrentamiento. Es inconcebible -y carece de realismo- pretender imponer la democracia de arriba abajo y, sobre todo, por la fuerza de las armas, lo que ha dejado Iraq en estado ruinoso y aún peor: ha suscitado profundos resentimientos entre las comunidades que lo han padecido en su propia carne.
Condoleezza Rice, al comienzo del segundo mandato de Bush, afirmó que había llegado la hora de la diplomacia. Se trataba de preparar el viaje de Bush a Europa, no para visitar a los amigos -Blair, Berlusconi, Aznar, Barroso- que ya están ganados y, por tanto, cuentan poco, sino únicamente para hacer una amende honorable (retractación y confesión de error; en definitiva, pedir perdón) y repartir sonrisas. Traduzco: en el atolladero en que se metió Estados Unidos interesa tranquilizar a la vieja Europa; a Chirac, Schröder y, curiosamente, a Putin. Sin embargo, la gira de George W. Bush no ha modificado ningún elemento sustancial, no ha anulado las divergencias de fondo a propósito de los principios y los valores.Alo sumo parece haber permitido que la UE se trague la propuesta estadounidense de nombramiento de Paul Wolfowitz como presidente del Banco Mundial, un archiconocido halcón que ahora emplea palabras suaves y sosegadas. ¡Una vergüenza! Como asimismo resulta extremadamente negativo el nombramiento de John Bolton en calidad de embajador en la ONU, cuando es bien sabido que se trata de un ultra que juzga que las Naciones Unidas son una institución inútil e inservible que representa un impedimento para la política norteamericana.
¿Alteraron las elecciones alguna cuestión de fondo en Iraq? Son patentes los siguientes factores: una asamblea electa -compuesta por una gran mayoría chií-, una razonable representación kurda y la constatación de la práctica extinción suní. ¿Llegará a funcionar? Ya se verá. De momento, puede constatarse la ironía de la historia: los chiíes victoriosos, tradicionalmente muy próximos a los chiíes de Irán, ciertamente no estarán de acuerdo en que Irán siga siendo un país incluido en el grupo de países calificado como eje del mal.Es cierto que los chiíes iraquíes ya pidieron, a través de su más alto representante, "la retirada de los norteamericanos de Iraq". Pero ¿cómo y cuándo? ¿Ahora que los países que enviaron tropas a Iraq, aceptando la presión norteamericana, empiezan a retirarse discretamente, de los italianos a los rumanos y los polacos? Obsérvese que la retirada de los norteamericanos ahora sería provocar nuevamente el caos, con una probable secesión kurda y la extinción de la comunidad suní -inclinada a una cierta laicidad- y, por tanto, de los musulmanes más próximos a Occidente. Por el contrario, el dominio chií en Iraq ensayará, a la larga, una aproximación a Irán. Otra gran ironía de la historia...
En Palestina, la situación dista de marchar viento en popa aunque se han dado algunos pasos en la buena dirección tras la muerte de Arafat y el encuentro entre Sharon y Abu Mazen. Están previstas elecciones en Palestina el 17 de julio. Sin embargo, según todos los observadores, las tensiones internas se hallan lejos de disminuir. El muro es una vergüenza inadmisible. ¡Más de quince años después de la caída del muro de Berlín! Sharon se ve atacado por las facciones conservadoras (ultras) de su partido y por los ortodoxos a propósito del traslado o desmantelamiento de asentamientos. De lado palestino, se cree que Hamas o elementos más radicales ganarán las elecciones. De lo que resulta un refuerzo de las posiciones extremistas y un retroceso de las moderadas. En consecuencia, la partida dista de haber concluido...
Por lo que se refiere a Líbano, tras el asesinato del ex primer ministro Rafiq Al Hariri, el pueblo, harto de conflictos, salió a la calle a reclamar paz y democracia. ¡Una buena señal! Pero, también en este caso, pese a la retirada parcial de las tropas sirias la incertidumbre respecto al futuro parece seguir siendo la norma. Hezbollah sigue inf luyendo y los drusos de Walid Jumblat volverán a reivindicar su lugar. Factor precursor de nuevas complicaciones.
En conclusión, Bush no está en lo cierto por lo que se refiere a cantar victoria ni a intentar hacer creer que ha hecho progresar la democracia -mucho menos la paz- en Oriente Medio. Para no hablar de los problemas económicos internos que la guerra ha agravado y del desprestigio que sigue suscitando su Administración con las desdichadas, unilateralistas y agresivas políticas que no deja de promover.
[Fuente: Por Mario Soares, La Vanguardia, Barcelona, Esp, 03abr05]
This document has been published on 09Apr05 by the Equipo Nizkor and Derechos Human Rights. In accordance with Title 17 U.S.C. Section 107, this material is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving the included information for research and educational purposes. |