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23ago07


El gran poder de un represor chileno en Argentina


La periodista Laura Elgueta sintió que su cuerpo se estremecía. Escuchó la noticia y el efecto fue instantáneo. Enrique Arancibia Clavel había sido liberado en Buenos Aires y la que fuera hasta hace muy poco jefa de prensa del Ministerio de Defensa de Chile, volvió a revivir la pesadilla: el tono amenazador de la voz de Arancibia y el peso de sus manos torturando su cuerpo en una de las tantas cárceles secretas bonaerenses de la dictadura. Ella pudo sobrevivir. Su hermano sigue siendo un desaparecido más. Su consuelo: la condena a 12 años que su verdugo debía pagar por ello.

Hoy, Laura no logra entender cómo el ex jefe de la policía secreta de Augusto Pinochet en Buenos Aires pudo salir libre.

Arancibia demostró una vez más que tiene poder en Argentina. Lo hizo en 1978, cuando fue detenido como espía en momentos de la cuasi guerra con Argentina, y salió libre al poco tiempo.

En ese momento, su pase a la libertad fue un dossier de los asesinatos y torturas que cometió junto a sus amigos del Batallón 601 y de los temibles Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE) argentino y de la DINA chilena en territorio argentino.

En otro rincón secreto del aparador que estaba en el comedor de su casa, Arancibia guardaba otros documentos aún más secretos. Era el listado (con nombres y apellidos) de los 22 mil hombres y mujeres que el Batallón 601 reconocía haber asesinado "por izquierda".

Un documento inédito y que los jefes de la dictadura argentina han negado siempre que existiera. Pero esa huella existe y no pudo ser borrada. Años después el informe original que Arancibia envió a Santiago con el anexo de las víctimas fue encontrado en un archivo judicial de Buenos Aires y hoy sigue allí.

¿Qué fue lo que Arancibia mostró ahora para que lo dejaran libre? ¿Los nombres de los integrantes del escuadrón secreto que secuestró empresarios en plena dictadura para incrementar sus abultados bolsillos? Allí figuran el italiano Stephano Delle Chiaie, del Grupo Avanguardia Nacional, los hermanos Novo del Grupo Cero (anticastrista de Miami) y por supuesto varios argentinos, militares y civiles. Mar tin Ciga Correa era uno de ellos. Nunca ha sido detenido.

Arancibia ha vuelto a la libertad.

Ya no puede recorrer el país como lo hizo tantas veces, reclutando asesinos para la Operación Cóndor. Su descripción de los jefes militares de Mendoza y Córdoba de los años 70 es estremecedora. Los mejores son los que él llama "carniceros", los que no dejan rastro porque queman los huesos.

Enrique Arancibia Clavel siempre ha tenido poder en Argentina. Desde que en 1970 huyó de Chile después de haber participado en el complot que asesinó al jefe del ejército René Schneider y fue recibido en la frontera por el yerno del general Onganía. Han pasado 37 años y muchos muertos pero ese grupo parece seguir intacto.

Polémica por el fallo en Buenos Aires

El Gobierno de Chile pidió al abogado argentino Alejandro Carrió estudiar "si hay algún remedio legal" que revierta la libertad conseguida en Buenos Aires por el ex agente de la DINA Enrique Arancibia Clavel, condenado por el doble crimen del ex general Carlos Prats y su esposa, en el barrio porteño de Palermo, el 30 de septiembre de 1974.

Carrió evitó pronunciarse sobre si "técnicamente" se puede apelar la decisión. "No quiero apresurarme, porque todavía no lo decido. No sé si es abiertamente una apelación o planteo una nulidad. Hay que ver qué es lo más adecuado para solucionar esta situación que es muy injusta", afirmó al diario chileno La Segunda y lo reprodujo la agencia de noticias ANSA en Santiago.

A su vez, fuentes judiciales consultadas por Clarín afirmaron que "es muy difícil" revertir el fallo porque el cálculo del tiempo de la pena (comúnmente llamado "dos por uno" en tratados internacionales de derechos humanos) habría sido bien hecho. Pero Carrió dijo que hubo un error al "otorgar la libertad" pues computó como prisión preventiva los años en que Arancibia ya cumplía la sentencia a cadena perpetua por la muerte de Prats y su esposa, Sofía Cuthbert.

"Se benefició con una ley que luego se derogó, que no fue muy sabia y trajo muchos problemas", indicó quien fuera el representante legal del Estado chileno durante el juicio por el crimen de Prats.

[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 23ago07]

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