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31jul12


Sinopsis de la audiencia del 31jul12 en el juicio "Ejército" Bahía Blanca


Audiencia del martes 31 de julio de 2012

La audiencia contó con la presencia de los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Bahía Blanca Jorge Ferro (de la Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata); José Mario Triputti (del Tribunal Oral Federal de La Pampa), Martín Bava (juez federal de Azul) y el juez sustituto Oscar Hergott (del Tribunal Oral Federal Nº5 de Capital Federal).

Además, participó el fiscal Abel Córdoba; la representante de la querella Mónica Fernández Avello. Por la defensa pública los doctores Alejandro Castelli, Leonardo Brond y Gustavo Rodríguez y los particulares Mauricio Gutiérrez, Luis De Mira y Walter Tejada. Este último sustituyendo a Vidal y San Emeterio.

Juez Jorge Ferro: Señor fiscal general puede continuar.

Fiscal Abel Córdoba: Muchas gracias, continúo con el alegato de las responsabilidades, paso ahora a desarrollar la responsabilidad de los oficiales del Ejército Argentino que están siendo acusados en este debate, ya desarrolladas la responsabilidad de los oficiales que estuvieron a cargo de la unidad 4. Hay uno de los departamentos del Estado Mayor del V Cuerpo que tuvo un mayor nexo con lo que ocurría dentro de las cárceles y no solo un nexo sino también, responsabilidad y por eso voy a comenzar con el Departamento I Personal del V Cuerpo de Ejército. Es la responsabilidad en primer término de Hugo Jorge Delme y luego de Hugo Carlos Fantoni.

Los oficiales de este departamento intervenían una vez que las personas habían sido blancos de inteligencia, luego de las operaciones. Y una vez que eso se había consumado aparecía la actividad del Departamento I Personal. Esta represión por parte del terrorismo de Estado se puede dividir en etapas. La primera es una etapa evidentemente racional, que es la actividad metódica de la inteligencia que racionalmente obtenía la información, la clasificaba y luego la diseminaba. Hay una segunda etapa que es la de operación que está signada por la violencia en apariencia desmedida, avasallante y notoriamente irracional pero que estaba dirigida hacia objetivos concretos que habían sido marcados por la inteligencia. Y una tercera etapa que vuelve a ser racional que es la del Departamento I Personal que era la faz burocrática del terrorismo de Estado.

Toda esa violencia de las operaciones que hemos escuchado por parte de los testigos y las víctimas de esos hechos, tenían luego en la actividad de este departamento una instancia de racionalización en el registro constante y el inventario continuo del resultado de esas operaciones. Cada persona que era secuestrada era registrada por personal del Departamento I, cada uno de los movimientos dentro de los centros clandestino, los traslados, sea a la cárcel, a libertad, o la muerte o desaparición era registrado por estos oficiales. Por eso digo que es la racionalización mecánica del terrorismo de Estado, el registro de cada una de las disposiciones que se habían adoptado. Y no solo el registro que pareciera ser una actividad meramente administrativa o si se quiere neutral, sino también a partir de esa posición burocrática, una capacidad de decisión acorde al nivel encumbrado que tenían estos dos oficiales concretamente.

Dentro del esquema del V Cuerpo vemos en pantalla cómo era la línea de mando que estaba sobre cada uno de estos acusados. El comandante era Azpitarte, comandante de Zona 5. El segundo comandante a la vez era comandante de Subzona Catuzzi. Debajo de él Fantoni como jefe de departamento. Esa era la cadena de mandos por donde transcurrían las órdenes y a quién les emitían las órdenes. Por debajo de Fantoni los oficiales a nivel de jefatura de división Farías Barrera y como jefe de Registro y Enlace, Hugo Delme. Esa era la cadena de mando, luego, por debajo de ellos, ya venían las instancias operativas y de ejecución concreta.

Esta faz burocrática que digo de la represión cumplió las notas de toda burocracia aplicada al terrorismo de Estado. Fue precisa, registraron cada dato, cada alias, cada fecha de secuestro, cada día que pasó en el centro clandestino, cada traslado que hubo. Fue veraz, fue producida mientras eso ocurría, no fue una actividad que se desarrollo ni antes ni después, era contemporánea a cada uno de estos hechos. Fue también como toda nota burocrática, fue regular y constante y plasmó la actividad de este departamento la división prefijada de las tareas represivas con la supervisión jerárquica, los procedimientos regulados y los enlaces ya acordados entre los propios departamentos del Estado Mayor y también con otras instituciones como el servicio penitenciario.

Es de destacar que ambos oficiales de los que estoy desarrollando las responsabilidades, tanto Delme como Fantoni, tenían por objeto de ese registro no ya cosas sino cautiverios y muertes. El registro de las existencias que estaban al lado de ellos y sobre quienes decidían. Se tuvo el correlato en la eficiencia que tuvo el terrorismo de Estado, es una maquinaria que no tuvo errores, nunca confundió personas, nunca liberó antes a quien no quería liberar y liberó en el momento en que decidió cada uno de los actos y a la vez decidió, a partir de la información que sistematizaban y enlazaban estos oficiales. Y también insisto en que hoy en los testimonios que uno puede escuchar se habla, y muchos testigos han hecho referencia a que llegaban a hablar con Delme y él consultaba un registro, hoy es un registro, un mero inventario, la referencia a un asiento, pero en ese momento cuando alguien le preguntaba a Delme por Giordano o por Romero él; consultaba ese registro y a metros de ese lugar estas personas seguían respirando, seguían cautivas. Eso da la dimensión que estos hechos tenían. Lo mismo ocurre con Carlos Sanabria o con Alicia Partnoy, cuando él decía no están acá y son montoneros peligrosos, no solo estaba mirando un cuaderno sino que estaba siendo el bloqueo y atrás de él estaban los cautiverios constantes de estas personas todavía en marcha. No solo era el registro y la manifestación burocrática de ese terrorismo, sino que también, sobre todo en el caso de Delme, acometía contra las familias, contra las personas que se animaban a ir al V Cuerpo desesperadas por sus familiares y quedaban, ante su presencia y su accionar, reducidas a seres atemorizados y que terminaban decidiendo no ir más a reclamar por sus familiares ante el temor y el espanto que le causaba la actividad de este oficial.

Veamos quién era Jorge Delme al momento de ejecutar estos hechos. Nació el 15 de noviembre del 76 en La Plata, es coronel retirado del Ejército Argentino, en los 80 fue beneficiado con la Ley de Obediencia Debida y al momento de llegar a Bahía Blanca era un oficial con aptitud de inteligencia y capacitado como auxiliar del Estado Mayor. Había hecho en el 66 el curso de inteligencia para oficiales, es decir tenía una capacitación específica en esa área central en la represión y había aprobado en el 75 el curso de auxiliar de Estado Mayor, es decir tenía la capacitación formal para desempeñar ese cargo. Por otra parte, había participado ya en la lucha contra la subversión en el Operativo Independencia en Tucumán. Era una persona que al llegar a Bahía Blanca ya era especializado en inteligencia, auxiliar de
Estado Mayor formado, con cursos aprobados y había tenido participación en lo que fue la primera avanzada del Ejército sobre la población en Tucumán. En esas condiciones llegó Delme a Bahía Blanca y obviamente cada una de estas notas características de su formación se notaron al momento de accionar desde la División Registro y Enlace.

Vemos que el legajo de servicios de Delme consta que llegó a Bahía Blanca el 15 de diciembre del 76 al Comando V Cuerpo de Ejército, pretende que se le compute el plazo del 9 de febrero del 77 pero el legajo es claro que pasa a continuar servicios el 15 de diciembre del 76 y esa es la fecha por la cual está siendo acusado.

Por otra parte tenemos sobre él la línea de mando. Es decir, a quién respondía él, de quién recibía órdenes. Vemos que fue calificado con puntaje perfecto por el jefe del Estado Mayor, el general Catuzzi, y por el jefe de departamento Hugo Carlos Fantoni. Estas eran las personas que le impartían órdenes y controlaban el cumplimiento de cada una de ellas. Luego tenemos la continuidad de sus servicios, el asiento del 16 de octubre del 77 donde dice que Delme con el grado de mayor continúa como jefe de la División Enlace y Registro. Luego debajo de esa imagen, el 15 de octubre del 78 continúa en el mismo grado y destino. Y también siguió siendo calificado con puntaje perfecto de 100 por el jefe de Personal Hugo Carlos Fantoni.

Eso nos da la ubicación de Delme dentro de la cadena de mandos. Fue siempre considerado uno de los pocos sobresalientes para su grado, no tiene sanciones en este periodo. Luego llegaría a sr en el 86 jefe de inteligencia del Estado Mayor General del Ejército antes de retirarse cuando comienzan las investigaciones por violaciones a los derechos humanos que ya lo tenían como imputado.

Al momento de prestar indagatoria en la instrucción Delme dijo "jamás en mi vida desprecié o me desempeñé con desprecio por la vida o por los derechos humanos". Negó toda participación en los hechos y describió de un modo falso cómo era su operatoria. Dijo que se enteraba de los secuestros por dichos del director de la unidad 4. Dijo "el director del penal me informaba la situación, si había habido alguna operación donde habría habido alguna detención". Delme dice que él le avisaba a Fantoni y que luego el comandante le transmitía la causa de la detención. Vamos a ver con la documentación que eso era absolutamente inverso, nada de eso es cierto. Afirmó también Delme "nadie fue privado de su libertad por las listas" que él tenía, "las que se confeccionaban después". Ahí es clara la actuación de Delme, la confección de esas listas no es después sino durante los cautiverios, esa es la nota que cambia la repercusión de sus conductas.

Hay, de todos los testimonios que hemos escuchado, hay una sola víctima que dijo haber sido secuestrada y llevada a la cárcel que es en el operativo que fue secuestrado Bohoslavsky. E;l resto de las víctimas hizo el camino inverso, pasó primero por los cuarteles, ahí era registrado por Delme y luego fue derivado a la cárcel. Con lo cual es absolutamente inverosímil que haya sido la fuente de esa información la unidad 4.

Dijo Delme en su indagatoria que Catuzzi le ordenó que dos días a la semana recibía a los familiares y que le informaba todo lo que sabía, dijo que a veces iba gente que no estaba en la lista y se lo informaba a los jefes y que nunca supo de detenidos clandestinos. Hay en la causa un recibo firmado por Delme donde entrega elementos a la familia Partnoy, elementos secuestrados en el allanamiento de ese domicilio, en la violación de ese domicilio de calle Canadá. Ante esa documentación Delme dijo que eso era la prueba de su cristalina actuación porque él suscribió ese documento y si hubiera sabido lo que le ocurrió a Partnoy sería un comportamiento absurdo. Aquí también la valoración es distinta, la Fiscalía sostiene que es un comportamiento ilícito, no absurdo, y que está probado por su propia firma que no ha desconocido. Luego dijo que como Partnoy había sido trasladada el 25 de abril a la cárcel es muy probable que el suscripto haya adoptado medidas propias de la actividad de Registro y Enlace. Allí la Fiscalía sí coincide porque Partnoy estaba en el centro clandestino La Escuelita como quedó probado y dijo no recordar el trato con los familiares de Alicia Partnoy. Los familiares sí recordaron cada una de las circunstancias que ocurrieron cuando se encontraron con él.

Mintió también Delme cuando se refirió a que los traslados fuera de la jurisdicción de los secuestrados eran autorizados por el Ministerio de Interior y ejecutados por el servicio penitenciario federal. Hay documentación y la hemos visto de que esos traslados fuera de jurisdicción, por ejemplo a Rawson, eran ordenados por Fantoni, está la documentación y la firma, e incluso el mismo Delme implementaba las fechas y le daba las circunstancias de modo y tiempo a esas órdenes que es falso que hayan sido en esferas ajenas a su propia actuación.

Dijo también en esa indagatoria que la División Registro y Enlace no tuvo incidencia en el traslado de detenidos entre unidades penales ya que insistió en que era el Ministerio del Interior. Esa documentación ya fue vista. La Fiscalía fundamente su responsabilidad en la jefatura de división que ejerció. Desde Registro y Enlace recibió y transmitió órdenes y actuó en el plano inmediatamente inferior a Fantoni y esa actuación del Departamento I Personal está claramente detallada en el Reglamento RC 330 donde dice que había una responsabilidad primeria del Departamento I en todos los aspectos relacionados con los individuos bajo control militar, tanto amigos como enemigos, militares o civiles. La tarea asignada era administrar esos detenidos, esos prisioneros. Reunirlos, clasificarlos, internarlos, separarlos, custodiarlos, castigarlos evidentemente y eventualmente liberarlos o decidir que hacían con ellos. Esto significa que ya sea cumpliendo órdenes de Fantoni o impartiendo órdenes propias de su ámbito de libertad tuvo injerencia directa en los hechos. La función era clara a partir de que ingresaba alguien en cautiverio empezaba la actuación del Departamento I.

Las condiciones de esos cautiverios ya fueron probadas en cada uno de los casos, los actos lesivos a los derechos humanos en cada uno de esos cautiverios también, y la injerencia de oficiales del Estado Mayor del v Cuerpo también en cada una de las documentaciones y como se desarrollaron los casos.

En la práctica ese reglamento que habla de que serán quienes administraran los prisioneros implicó el confinamiento en centros clandestinos con la finalidad de reducirlos y arrancarles la información que tenían y era de interés para seguir con la represión, transformando así a las víctimas en medios, simplemente en cosas que tenían información para sacarle y así se disponía.

En cuanto a su rol como oficial de Registro y Enlace el registro que hacía Delme era posterior a los secuestros pero durante la ejecución. Como oficial de registro fue indispensable porque solamente mediante su tarea constante y regular, y la administración de esa información de cada uno de los cautiverios era posible que él y el resto de los oficiales ejercieran el control y pudieran operar sobre esas personas. Saber dónde estaba, desde qué día y cuál era el motivo por el cual estaban secuestrados. Esa información también fue central obviamente en el momento del destino final de las víctimas.

En cuando a su función como oficial de Enlace, la otra función de Delme, el art. 30/46 del reglamento 330 le asigna al oficial de enlace, es decir a Delme, la misión de mantener un intercambio de información continuo y promover la cooperación y coordinar el esfuerzo entre dos o más comandos mediante el contacto personal. Es decir, tiene un rol operativo dentro del mismo funcionamiento de las órdenes que circulaban en el Estado Mayor. Y el art. 10/030 puntualiza que la actuación del oficial de enlace en la unidad de propósitos y acción entre elementos de fuerzas armadas y entre elementos inferiores y superiores y entre fuerzas de apoyo. El ámbito no solo incluía el Ejército sino también se transmitía hacia otras fuerzas lo cual explica su presencia en la cárcel y su continuo nexo con el servicio penitenciario.

a su vez el reglamento 8/3 de operaciones contra la subversión urbana en materia de comunicación exige el mantenimiento de enlaces entre comandante y los elementos dependientes, entre los elementos de seguridad y las funciones más próximas, entre los oficiales de operaciones y los de inteligencia en sus diferentes escalones, entre los oficiales de logística también en sus diferentes estratos y entre las autoridades militares y civiles del ámbito de enlace de Delme. Es un punto, surge de los reglamentos un punto de articulación central en lo que fue el funcionamiento del aparato represivo sin descartar obviamente las relaciones horizontales que existen en todo Estado Mayor. Porque esa línea de mando que vimos que iba desde los comandantes, pasando por Fantoni y Delme, admitía y eran necesarias las relaciones de horizontalidad dentro del Estado Mayor con lo cual no hay posibilidades de que la jefatura de Delme haya sido un compartimiento estanco respecto de operaciones a nivel de Páez o Bayón o de inteligencia a nivel de Tejada o Álvarez.

El mismo reglamento 330 habla de que el comandante y su Estado Mayor, del cual Delme era uno de sus oficiales, son una sola entidad militar que tendrá un único propósito, el cumplimiento de la misión. Y la misión acá era lo que llamaban lucha contra la subversión.

Otro de los aspectos centrales de la actividad de Delme, era el nexo y el bloqueo de la información desde el aparato criminal que integraba con los familiares de las víctimas. En esta tarea es donde más ha sido mencionado, más allá de esta responsabilidad por autoría mediata que le corresponde, y fue esencial para el éxito de la misión criminal en el plano clandestino. Es decir, las operaciones y los resultados de esas operaciones debían ser clandestinos, debía ser dosificada la información y en eso es donde la actuación de Delme es absolutamente clara.

Los propósitos de eso fueron el desgaste, el bloqueo y la obturación del esfuerzo de todos los familiares en la búsqueda de las víctimas de las operaciones y estuvo dirigida directamente contra los familiares que se animaban a llegar al V cuerpo. Esto aseguraba la clandestinidad y el status de desaparecido. El bloqueo de la información es un dispositivo esencial del terrorismo de Estado porque por un lado había un despliegue descomunal en las calles de Bahía Blanca con bloqueos de cuadras enteras, una decidida publicación de cada una de las operaciones y una amplificación incluso, y a esa instancia absolutamente publica seguía la negación. Había una manifestación absoluta en las calles, una toma de la ciudad, y a la vez la negación de ese hecho. Ese es el dispositivo central del terrorismo de Estado: primero iban, buscaban, se desplegaban, se mostraban abiertamente a cualquier hora del día, torturaban en las casas y luego, cuando los familiares tenían que acudir a algún lado aparecía Delme quien bloqueaba la información diciendo todo eso no ocurrió. No tenemos a las víctimas, no secuestramos gente, acá no hay ningún detenido, acá no hay nada, no nos dedicamos a eso. Ese es un elemento central de la faz clandestina del terrorismo de Estado y fueron conductas concretas de este oficial del Departamento Personal.

Y también fue central, a partir de esta misma actuación, en la extensión del tormento que en principio iba destinado a las víctimas, lo extendía al medio familiar mediante esa mortificación, esa denigración a la que sometía a las personas y el amedrentamiento cuando perdía la calma y atemorizaba a quienes iban a reclamar. Obviamente las instancias judiciales no funcionaban y estaban sometidas a su propio funcionamiento.

Así vemos, por ejemplo en el caso Bossi, hubo referencias a que en una segunda reunión ya luego de haber tomado contacto con Delme, Delme les informó que Bossi era un cabecilla montonero muy buscado en Mar del Plata, y que por carácter transitivo también la esposa era montonera; y que los montoneros eran grandes simuladores que Delme decía que los conocía porque había estado metido en las celdas con ellos y les había visto la verdadera cara. En una tercera entrevista Delme dijo que conocía a los montoneros porque había luchado contra ellos en Tucumán, y vemos que eso está en el plano de donde había actuado Delme en Tucumán. La testigo María Susana Bossi declaró que las referencias que tenía era que Delme mostraba continuamente un odio furioso a los montoneros y no había forma de sacarlo de esa posición y que, ante eso, no pudieron hacer más que dejar de ir a preguntarle qué había pasado con esas víctimas. Eso fue también avalado por Laurito y por Luis Traverso.

Cuando se refirió a esta actividad Delme, en el 86, tuvo otra valoración. Dijo que él mantenía informado a los familiares que se interesaban por los detenidos, los orientaba en las gestiones que debían hacer, concertaba entrevistas, y-esto es textual- dijo "trataba de comprender la zozobra y el desaliento por la sorpresa que esos familiares recibían al tomar conocimiento en ese momento de las actividades que se le atribuían a sus parientes". Es decir, asumió que la información sobre qué acusaba el ejército a las víctimas la tenía él y se encargaba de comunicársela a los familiares. Obviamente que los testimonios de los familiares hablan de que el desaliento y la zozobra no eran por las acusaciones que Delme decía tener sobre las víctimas sino por la propia actuación de Delme y esa era la cara más amable que este oficial tenía, de haber sabido los familiares quién era y en el ámbito clandestino en el que actuaba su temor hubiera aumentado sin duda.

En el caso Chabat también es conocida y ha sido muy clara la testigo cuando dijo que cuando Delme la vio en la cárcel dijo "como cambio esta chica". Chabat no lo conocía a Delme, nunca lo vio, y la única situación donde Chabat pudo haber sido vista por Delme sin Delme haber sido visto es cuando ella estaba con los ojos vendados. La única posibilidad a esa referencia que fue concreta y clara y que ha sido reiterada varias veces por la testigo. A la madre de Patricia Chabat Delme le exhibía una carpeta con folios con información de inteligencia donde Delme le decía que había participado en distintas reuniones, en atentados. Tenía un acceso a nivel de la información secreta y clandestina de inteligencia que usaba contra las víctimas.

En el caso Cereijo, Elvira Cereijo dijo que Delme en esas entrevistas que tenían los padres con Delme, Delme vinculaba a Lofvall con determinados hechos de la lucha contra la subversión, y dijo que en esas entrevistas Delme permanecía inmutable. Hemos leído al momento de desarrollar los casos ese documento donde está toda la acción del Ejército basado en la información del departamento II que es idéntico al relato que se le escuchaba a Delme ese día. Es decir, también accedía a esa información secreta. También Elvira Cereijo dijo que a raíz del comentario de los familiares de que los desaparecidos estaban en La Escuelita, había gente que se animaba a decirle eso. Delme fue consultado por eso lo que le produjo un gran enojo, le molestaba incluso que dijeran la verdad que él sabía y dominaba.

Aloisi dijo que Delme los trataba como si no fueran humanos. Finalmente luego de haber hecho más de cien consultas dejaron de ir ante Delme. En el caso Sampini Delme sostenía la clandestinidad de esa desaparición que todavía persiste diciéndole a los familiares que los había liberado y mostraba un supuesto documento donde había una firma que él atribuía a Sampini donde decía que lo habían dejado libre. Lo mismo hacían en el caso Partnoy, la madre de Alicia Partnoy dijo que Delme le entregó la cartera de su hija, un soquete de su nieta y una lista de pertenencias secuestradas. Esa era la actividad de este oficial del Departamento I, estar con las carteras, la lista de pertenencias, ropa de un chico. Ese era un oficial, mayor por entonces, del Departamento I Personal del Comando V Cuerpo de Ejército. A eso habían reducido su actividad.

Esa entrevista que tuvo la madre de Partnoy con Delme, Delme le adelantó que iban a ser trasladados pero pasaron dos meses hasta que pudieron saber dónde era. Es decir, tenía tal dominio del hecho que podía adelantar los pasos siguientes de esas decisiones ilícitas sin que se alteraran en nada y sin que los familiares pudieran influir en el curso, de algún modo, eso que estaba decidido y era ejecutado más allá del conocimiento que él pudiera llegar a transmitir. Eso también fue corroborado por la propia Alicia Mabel Partnoy. Y también la madre de Partnoy dio cuenta de la actuación de otro de los oficiales del Departamento I, Farías, que ha sido condenado por esta misma función en la cual acá está acusado Delme, fue condenado por haberla cumplido en el ámbito de la Brigada de Montaña en Neuquén. Y en esa condena que ya ha sido confirmada por la Cámara de Casación, insisto en que el rol es idéntico al que tienen Delme acá, la Cámara de Casación Penal destacó la posición de privilegio que ocupaba en la cadena de mandos, de cara visible del plan del Ejército frente a la comunidad, concretamente ante los familiares y haber sido un eslabón fundamental en la ejecución de ese plan desde esa función. A la vez la Cámara de Casación Penal tuvo en cuenta la declaración de Sexton, el general que revistara en Neuquén, quien dijo que en principio -en cuanto a la información de los secuestros y el traslado de personas- en principio dijo Sexton, el comandante, el segundo comandante y el jefe de Registro y Enlace, el jefe de División Personal, eran los que podían tener acceso a esa información. Esto es relevante al momento de evaluar la incidencia de estas conductas de Delme en términos de responsabilidad criminal. Esto llevó a concluir que el conocimiento que el oficial de Registro y Enlace tenía de todo cuanto aconteció en su jurisdicción implica una participación activa en los hechos en materia de juzgamiento que son equivalentes.

Otro de los casos donde queda claro el acceso a la información y la decisión que tenía Hugo Jorge Delme es el caso que fue referido por la testigo Nélida Isabel Tripodi. Ella dijo que tras haber sido liberada del centro clandestino concurrió a preguntar por José Luis Gon, y una vez frente a Delme le preguntó además por Raúl Ferreri, un desaparecido. Señaló que Delme abrió un libro, hizo un gesto y lo cerró. Tripodi dijo que ese gesto le dio a ella la impresión clara de que Ferreri estaba muerto. Al día de hoy sigue desaparecido, es decir, el registro que tenía Delme era abarcativo no solo de quienes pasaban a la cárcel sino de quienes disponían de modo final en la forma de la desaparición.

Marta Cagossi también estuvo ante Delme, fue a averiguar por la situación de Eduardo Hidalgo y dijo que lo único que le informó Delme es que estaba investigando a su marido, a Hidalgo. Sobre qué investigaban le preguntó Cagossi, dijo que era la relación con el hermano de Hidalgo que ya para entonces había sido ultimado en la calle Fitz Roy. Delme también le hizo referencia a que habían encontrado una carta en la casa del cuñado. Tenía conocimiento de cada una de las circunstancias de estos hechos.

También intervino como parte de ese entramado criminal en referencias que fueron dadas en el caso Sfascia, Rial, Meilán, Bermúdez, crespo, Miramonte a quien Delme citaba en el comando y le decía "olvide lo que ha pasado". Coloma, Pereira, en el caso Yotti, Korsunsky. La lista es interminable de los casos en que ha intervenido este oficial.

Yendo a la documentación ejemplificativa de su actuación que abarcó la transmisión y emisión de órdenes, las órdenes fundamentalmente referidas al paso del cautiverio en centros clandestinos y su continuidad en la unidad 4 del SPB y estaba dada, Delme era quien tenía que firmar como oficial del Departamento I Personal las órdenes de que esos cautiverios continuaran en ese lugar. Era él quien tenía que autorizar quién visitaba a cada una de estas víctimas, comunicaba las puestas a disposición del PEN, ordenaba los traslados, incluso las expulsiones del país.

Las constancia que hay de esta actuación van desde las órdenes de que las detenciones continúen en la U4, lo vemos en una de esas órdenes. En esa orden tiene por objeto ordenar la internación y está dirigida al director de la unidad 4 de Bahía Blanca el 16 de febrero del 77. Ese documento solo refuta todo lo dicho por Delme en cuanto a que él se enteraba por el jefe de la cárcel de que había secuestros y que tenía que averiguar la causa. Hay tenemos un ejemplo de cómo mintió esa vez y que la realidad es la inversa: era él quien como mayor y jefe de la División Enlace y Registro comunicaba al director de la unidad 4 que había, como él firmaba, delincuentes subversivos que tenían que seguir detenidos en la unidad 4. En este caso Eduardo Madina que declaró ante el tribunal.

Luego tenemos lo propio con un documento del 14 de abril del 77 donde están, ordena que sigan privados de la libertad en la unidad 4 diferentes víctimas que están vinculadas con el caso Mussi que comenzó en Comodoro Rivadavia. Allí también lo ordena Delme en su carácter de mayor y jefe de la División Enlace y Registro del Comando V Cuerpo de Ejército. Hay también otro documento similar del 21 de abril que da cuenta de otra de las injerencias que tenía Delme, remarcado en rojo está lo que Delme le ordenaba al jefe de la unidad 4. Comunico, decía Delme, que los mencionados detenidos pueden ser retirados por la Brigada de Investigaciones para cuando sean requeridos. Era la vía libre para las torturas, para los interrogatorios. La habilitaba Delme expresamente y por escrito.

Luego hay un documento similar del 21 de octubre del 77 donde ordena la internación de dos detenidos que provenían del centro clandestino. Se trata de Horacio Gaitán y Susana Margarita Martínez de Gaitán. Decía Delme: "que sean internados en la unidad carcelaria a su cargo a disposición de la autoridad militar". También firmado por él.

Comunicaba números de decreto de internos. Acá tenemos la fase más burocrática de esta actuación. Obviamente que si comunicaba el numero de decreto había realizado todo el procedimiento anterior y tenía conocimiento de las circunstancia de cada uno de estos hechos. Nuevamente se refiere a Madina a quien consideraba un interno subversivo en marzo del 77. En mayo del 77 seguía con la misma actividad como mayor, comunicaba las puestas a disposición y los números de decreto. Autorizaba que alguno de los secuestrados en la unidad 4 pueda realizar alguna gestión. Todo debía pasar por su control o su autorización en este caso. La autorización a que un escribano se presente ante Oscar Meilán. Establecía también las condiciones, esto en febrero del 77.

Aquí está una orden de traslado que emite Delme. Dice, ordena Delme y es importante aquí lo que está resaltado en verde en la pantalla que es "de orden del comandante de Zona 5". No es ya una orden del comandante del V Cuerpo sino de lo que llamaban la lucha contra la subversión de zona y subzona, en este caso zona, de orden y en actuación en esa zona de seguridad organizada para la lucha contra la subversión Delme ordenaba "transferir al delincuente subversivo José Daniel Jaime, quien está en la unidad 9, a la unidad 4". Lo cual también da cuenta del despliegue más allá de esta jurisdicción. Él decía que era materia del Ministerio del Interior, ahí tenemos una firma suya disponiéndolo por orden del comandante. En este documento también, el 13 de octubre del 77 ordena un traslado, en este caso es Ana María Damiani, a la unidad 2 de Villa Devoto, también lo hace firmando ese documento. Lo propio hace con quienes habían estado secuestrados en La Escuelita, Elmo Sierra y Alberto Villanueva. Ahí comunica la autorización solicitada y dice "comunico al director de la cárcel que se autoriza el traslado de los detenidos ante el juez federal Guillermo Madueño". Es decir, se atribuía más autoridad que el propio juez federal, él era quien autorizaba los traslados o la presencia del juez ante las víctimas. Decía "oportunamente se solicitará la puesta a disposición del Poder Ejecutivo". Mientras tanto no dicen en qué estado están privados de la libertad.

También otro de los aspectos importantes de la conducta de Delme es que ordenaba las liberaciones. Nada menos que lo que implicaba el fin de los cautiverios. La disposición sobre ese aspecto que implicaba para algunas personas salvarse de la muerte.

El 16 de febrero del 77 vemos ese documento que tiene por objeto, firmado por Delme, disponer la libertad. Esta vez la orden la transmite de parte del comandante de Subzona 551. Ese es el ámbito clandestino en el cual actuaba Delme y ordena que se libere a una persona. Lo propio hacía en junio del 77 en el caso de Braco, ordenaba y suscribía las órdenes de libertad. Tenemos otro documento de diciembre del 77, el 30 de diciembre, en el cual Delme ordena la libertad, en este caso de Susana Margarita Martínez a quien antes había ordenado retener en la unidad 4 y continuaba con su registro, en este caso comunicaba que podía ser liberado. Lo propio hace con Juan Antonio Larrea en noviembre del 77 y nos sigue dando cuenta de cuál era la actuación de él.

El documento referido a María Eugenia Flores Riquelme, allí Hugo Jorge Delme comunica la expulsión de una detenida, de orden del comando en jefe del Ejército en cumplimiento de un decreto dispónese la expulsión de la República Argentina de la detenida a disposición del PEN María Eugenia Flores Riquelme que había estado también secuestrada en La Escuelita.

Queda demostrado entonces que el poder de Delme excedía, en el contexto del terrorismo de Estado y que incluso puede tener en democracia un juez. Era él quien ordenaba cada uno de esos aspectos que hemos visto, de modo ejemplificativo porque la documentación sería copiosa, y no solo era entonces el instrumentador de esas órdenes sino que era quien las emitía o las comunicaba pero obviamente en su ámbito de libertad haciéndolas propias.

También tuvo participación en los conclaves que eran las reuniones de la jerarquía militar en las cuales se decidía qué hacer con cada uno de los privados de la libertad a disposición del V Cuerpo de Ejército. Allí participaba también Hugo Delme que es una forma de disponer de esos cautiverios. Y de esos cautiverios obviamente que nunca está mencionado en sus documentos pero que tenían su paso por el centro clandestino como condición constante de cada uno de estos hechos.

Es claro que esta relación con el centro clandestino va más allá de la comprobación documental sino que el funcionamiento de un centro clandestino es imprescindible que haya alguien que registre la actividad de ese lugar. Si no habría una disociación entre la actividad constante y caótica y las órdenes que después vemos ordenadas y precisas en cada uno de esos hechos. Eso era parte de lo que aseguró Hugo Jorge Delme y, a la vez, las calificaciones que en los conclaves donde él participaba surgían, por ejemplo, en el caso de Meilán y Crespo se los calificaba como de muy alta peligrosidad y ese criterio que él integraba y luego comunicaba implicaba la privación de la libertad por años de cada una de estas personas. Él mismo ha corroborado y admitido que participaba en esos conclaves si bien pretendió que se lo tome como alguien que simplemente informaba de modo neutra, suministraba información que tampoco puede decir de dónde la sacaba porque obviamente era la inteligencia y la presencia en el centro clandestino.

El propio Catuzzi fue quien en su declaración indagatoria dijo: "Delme era el encargado de pedir los vehículos a la cárcel para el traslado de los detenidos, para lo cual se enviaba a la sede militar un oficial del servicio penitenciario". Ahí tenemos otra referencia a la actuación cercana al centro clandestino. Y cada una de esas circunstancias son las que integran los fundamentos por los cuales la Fiscalía solicita que se condene, concretaremos al final del alegato el pedido de pena.

Esa documentación que hemos visto está referida al paso de secuestrados hacia la cárcel, que es nada menos que la continuidad de esas privaciones de libertad pero Delme con su actividad y el Departamento I en concreto, tenían la relevante llave de salida del centro clandestino. Esa llave pasaba por la decisión también del Departamento I Operaciones y hay constancias, las que vimos en pantalla son algunas de ellas, de quienes pasaron al sistema carcelario. Lo que no está documentado, pero también integra el ámbito de actuación, son las disposiciones y el registro de las muertes y desapariciones que también fueron la materia por las cuales debe ser condenado Hugo Jorge Delme. No solo como el enlace más visible sino también como el enlace que implica la desaparición y la muerte o el fusilamiento de las víctimas.

Pasaré ahora a desarrollar la responsabilidad del jefe de Hugo Delme que fue Hugo Carlos Fantoni. Nació el 13 de febrero del 29 en La Plata, es coronel retirado del Ejército Argentino y fue jefe del Departamento I Personal desde el 1 de enero del 77 hasta el 9 de enero del 81.

Al ser indagado en primera instancia se negó a declarar y lo propio ha hecho ante el tribunal. Voy a hacer referencia a la trayectoria militar de Fantoni al momento de llegar a ser jefe de un Departamento del Estado Mayor del V Cuerpo. Al llegar ya había tenido varios años como oficial de Estado Mayor, desde el 70 ya había sido auxiliar de una división del Departamento III Operaciones en la sexta Brigada de Montaña en Neuquén, había sido jefe de inteligencia de ese comando de brigada, integrado por entonces por Azpitarte y Otto Carlos Paladino, que luego sería jefe de la Side y responsable del centro clandestino Automotores Orletti. En el 73, Fantoni pasó al comando V Cuerpo de Ejército, fue jefe de la División Marco Regional del Departamento II, integró ese departamento junto a Aldo Mario Álvarez. Y hemos visto durante el desarrollo de los hechos la documentación que se producía en ese departamento en ese período donde estuvo integrado por Fantoni. En el 75 pasa desde inteligencia hacia el Departamento I. el 19 de febrero del 75 pasa a ser jefe de la División Potencial Humano y Personal Civil, está el asiento en su legajo. Y en el 76, tras haber estado destinado a la Escuela de Guerra, regresa al comando V Cuerpo de Ejército y allí es donde desempeña primero la jefatura de la División Arsenales y finalmente la jefatura del Departamento I Personal.

Tenemos, dentro del V Cuerpo una carrera ascendente y continua y la asignación de responsabilidades cada vez, más encumbradas una vez que ya estaba desplegada la lucha contra la subversión. Por este desempeño como jefe del Departamento I Operaciones, Hugo Fantoni fue calificado por quienes eran quienes le transmitían las órdenes, la cadena de mando que tenía como eslabón intermedio a Fantoni, por encima de él tenía a Adel Vilas, a Catuzzi y a Azpitarte. Al segundo comandante, luego al jefe de Estado Mayor y al comandante de cuerpo. Esa era la cadena de mandos y cada uno de ellos, tanto Vilas, como Catuzzi, como Azpitarte consideraron que su comportamiento fue perfecto y lo calificaron con el máximo puntaje.

La responsabilidad fundamental de Fantoni viene a partir de su lugar expectante dentro de la cadena de mandos, al más alto nivel el comando y esta responsabilidad de los oficiales del Estado Mayor surge en principio del Consejo de Defensa 1/75 que ya fue desarrollado donde el Ejército asume la responsabilidad primeria en la ofensiva contra la población con motivo de la lucha contra la subversión de la Directiva 404 y, además de ese marco general que ya ubica a toda la estructura del Ejército abocada a lo que llamaban marco interno que incluía a Bahía blanca obviamente, hay disposiciones concretas sobre el rol del GI, tal la denominación del puesto de Fantoni, en lo que llamaban la lucha contra la subversión.

Tenemos así el reglamento RC330 de Organización y funcionamiento de los Estados Mayores, que disponía que el Estado Mayor será quien asista al comandante y al segundo comandante; y en su sección tres denomina que el jefe de Personal sería el principal miembro del Estado Mayor con responsabilidad primeria sobre todos los aspectos relacionados con los individuos bajo control militar directo tanto amigos, como enemigos, militares y civiles. Es la responsabilidad primeria reglamentariamente que le incumbía a Fantoni. También dentro de su ámbito estaba lo que era atinente a los consejos de guerra.

El PON 24/75, el plan de operaciones normales, que estaba también referido a la detención, el registro y la administración de delincuentes subversivos, como dice su título, facultaba a Fantoni como jefe de Personal a intervenir en ese ámbito. Específicamente disponía que GI, Fantoni, dispusiera el lugar de detención provisoria de las víctimas. Tenemos ahí la injerencia directa, la decisión, designada reglamentariamente que era quien determinaba donde iba a estar alojada cada una de las víctimas, y definía en caso de que el primer lugar de detención esté colapsado lugar alternativa. Sus víctimas, hemos visto cuál fue el lugar que Fantoni dispuso que estuvieran en cautiverio. Asimismo, continua este plan de operaciones normales, Fantoni recibiría del jefe de fracción que habría efectuado el operativo de secuestro un informe de lo practicado y debería el jefe de Personal autorizar los traslados de las víctimas ya puestas a disposición del Poder Ejecutivo en instalaciones de la misma jurisdicción. Es por eso que aparecen sus firmas organizando los traslados aun cuando sean en el ámbito del servicio penitenciario.

Ese mismo plan de operaciones disponía que si el jefe del Destacamento de Inteligencia consideraba pertinente cambiar el lugar de cautiverio, dice lugar de detención, Fantoni debía designar el nuevo lugar. Era el jefe de Personal quien debía designar y el jefe del Destacamento de Inteligencia le transmitía simplemente la consideración que estimara, pero la decisión pasaba por el jefe de Personal. También con los objetos que eran incautados, que eran robados en los domicilios ese plan de operaciones normales disponía que en un primer momento los tendría el establecimiento policial que habría intervenido y luego, cuando se efectivizaba el traslado de la víctima, pasaba a estar a disposición del Departamento I.

La libertad, como hemos visto que instrumentaba Delme, también era de incumbencia del área de Fantoni, decía ese plan de operaciones que la libertad de las víctimas tenía que pasar por la consideración de que no habría ya causa que justificara la continuación de la detención. La evaluación de esa causa para continuar o no, el merito de esa continuidad de cautiverio también pasaba por Fantoni. y le ordenaba ese plan de operaciones al Destacamento de Inteligencia que tenía que informar diariamente al jefe de Personal acerca de los detenidos que tuviera en la jurisdicción. A partir de allí se daba el registro, el enlace concreto, esta disposición que vamos a ver luego en cada uno de los hechos, cuando la inteligencia está en el centro clandestino y luego Delme, como integrante del Departamento, cuenta ya con cada uno de los detalles registrados de esos hechos.

También referido a Fantoni el reglamento de prisioneros de guerra, ex RC15/8, en el punto 2.005 dice que el jefe de Personal del respectivo Estado Mayor o plana mayor, tendrá la responsabilidad de coordinar y supervisar las actividades referidas al manejo de prisioneros de guerra y civiles internados. En la consideración del Ejército los delincuentes subversivos que ellos llamaban, las víctimas de autos, eran quienes caían ante la decisión de Fantoni en este caso quien tuvo a partir de esa reglamentación y ejerció la facultad de disponer de cada uno de ellos, lo que importa también la responsabilidad por las condiciones de ese cautiverio. Designar el lugar donde las víctimas iban a estar secuestradas importa obviamente la decisión de las condiciones en que iban a estar, que no pueden ser desconocidas y no solo eso sino que eran determinadas por estos oficiales.

Además de esa responsabilidad propia, jerárquica que tenía, por su propio espacio a nivel de jefatura de Estado Mayor de Zona 5 y Subzona 51, Fantoni tenía responsabilidad jerárquica por los hechos de sus subordinados, cada uno de los aspectos que fueron desarrollados para Delme, haber estado calificado y haber sido el subordinado directo de Fantoni, importa la responsabilidad mediata de este oficial de Personal quien tuvo, a partir de esta facultad de calificar, la facultad de supervisar, corregir e impartir las órdenes a sus subordinados, que vimos cuál era el ámbito en que se desempeñaba.

Lo propio ocurre no solo con Delme, de quien ya hemos desarrollado los aspectos centrales de su responsabilidad, sino también con el otro oficial del Departamento I Personal, Farías Barrera, quien el 15 de diciembre del 76 pasó a revistar en el Departamento I Personal, y vemos que en esa nota firmada por un subordinado directo de Fantoni, se ordena la entrega de un detenido. La orden la da un subordinado de Fantoni, está dirigida al director de la cárcel y dice "el director se servirá ordenar a quien corresponda se entregue al detenido Mario Rodolfo Crespo al comisario inspector Jorge Atilio Rosas". Eso también era incumbencia de Hugo Carlos Fantoni a partir de ser un hecho de su subordinado. Farías Barrera como quedó dicho fue mencionado en el caso Partnoy. Y también quiero destacar que la actuación de cada uno de estos oficiales del Departamento I Personal es idéntica en todo el país, en todo el país cumplieron la función relacionada esencialmente con la disposición de las víctimas a partir de la información de inteligencia y de la integración de los conclaves de decisión, no solo de la continuidad de los cautiverios sino también de las disposiciones finales. Lo cual también importa descartar absolutamente que el Estado Mayor del V Cuerpo pudo haber sido un órgano meramente consultivo sino que era un órgano operativo, un órgano que actuaba y tenía injerencia y participación cada uno de sus oficiales en cada uno de los hechos. La documentación que hemos ido desarrollando en cada uno de los casos muestra esto y también la documentación, no solo la que ha aparecido en los archivos secretos de inteligencia de Prefectura o de la Policía Bonaerense, sino también que la información que aportó el propio Vilas da cuenta de que el Estado Mayor del V Cuerpo no fue desplazado por otro Estado Mayor especial sino que continuó con tareas determinantes, relevantes en lo que llamaban la lucha contra la subversión. No hay absolutamente ninguna prueba del desplazamiento de estos oficiales encumbrados de la estructura militar hacia otras funciones irrelevantes o funciones que intentan deslindar responsabilidad atribuyéndose participación en planificaciones de posibles conflictos internacionales. Toda la documentación, las referencias, los testimonios dan cuenta que ese Estado Mayor intervino en cada uno de los hechos para emitir órdenes o darles cada una de las circunstancias a los hechos en juzgamiento.

Y hay un acontecimiento que también pone de relieve cuál era el ámbito de actuación de Fantoni. hay una reunión que fue desarrollada por la jerarquía militar entre el comandante Azpitarte y el Estado Mayor, que incluía a Álvarez y a De Piano, por ejemplo y también a Fantoni, donde se trató el caso del falso enfrentamiento del 13 de abril del 77 donde fueron ultimados Izurieta, Giordano, Romero y Yotti. Ese era el ámbito de actuación además de los consejos de guerra especiales.

El Departamento I Personal otra de las facetas relevantes que tenía. Vamos a ver en la documentación en pantalla. Era la disposición de los cadáveres que eran previamente llevados a los lugares donde aparecerían. Ahí tenemos un ejemplo donde hay una constancia que el Departamento I Personal dispone del cadáver de Cristina Elisa Coussement y otro de sexo masculino, dice. Se procede a dejar constancia de la entrega y recepción que efectúa el Departamento I Personal de dicho cuerpo al citado nosocomio. Es decir, la persona privada de la libertad, cautiva en el centro clandestino era fusilada y eso después era entregado, el cadáver, por el Departamento I Personal del V Cuerpo de Ejército al Hospital en este caso. Ocurre lo mismo en un segundo documento con el cadáver de José Luis Peralta y Ricardo Garralda. Se procede a dejar constancia de la entrega y recepción que efectúa el Departamento I Personal del comando V Cuerpo de Ejército al citado nosocomio de dos cadáveres identificados como José Luis Peralta y otro de igual sexo sin identificación. Esas disposiciones son durante el periodo inmediatamente anterior al de Fantoni pero la continuidad de cargo y la continuidad de actuación, esos dos principios disponen que al asumir la jefatura Fantoni obviamente asumió la jefatura sin funciones sino el ámbito de incumbencia de cada una de esas facultades que implicaban, abarcaban también la disposición de esos cadáveres.

Referido nuevamente a los conclaves, eran integrados por, como fue dicho tanto por Mansueto como por Tejada en sus declaraciones, por los miembros del Estado Mayor, es decir Fantoni formaba parte de los mismos en tanto miembro del Estado Mayor. Y hay documentación que da cuenta de desarrollo de conclaves durante la jefatura de Fantoni. Hemos visto ya en el caso de Meilán y otros, sobre todo los secuestrados en Viedma, que hay conclaves continuos desde el 4 más o menos estuvimos exhibiendo información, el 16, y ahí damos cuenta del 22 que no habíamos referido en su momento que está referido a Elmo Sierra pero también da cuenta del desarrollo de conclaves más allá de lo que ya hemos probado. Esto da por resultado la presencia de Fantoni en cada una de las etapas de las secuencias criminales, desde la orden de actuar como parte del Estado Mayor de los puestos de más jerarquía dentro de la oficialidad del Ejército hasta la disposición final de los restos de las víctimas, de los cadáveres. El Departamento I se encargó de todo lo concerniente del traslado de las víctimas como continuidad de los cautiverios y la privación de la libertad, y era quien comunicaba esos ingresos a la unidad penal y no como pretendió Delme de hacer el camino inverso.

Lo propio ocurría, vamos a ver otra documentación, donde no ya era firmada por los subordinados de Fantoni sino por el propio Fantoni. El 25 de abril del 77 comunica que se ordena la internación al director de la unidad 4, dice Fantoni "el director recibirá en calidad de detenido a disposición de autoridad militar a Carlos Sanabria y a Alicia Partnoy". Y le comunica Fantoni la orden de que los causantes deberán encontrarse incomunicados no pudiendo recibir visitas hasta nueva orden. La disposición se produce con personas reducidas a cautiverio que continuaron en esa situación durante dos meses, según fue expresado por cada uno de los testigos, y está el documento firmado por el propio responsable de esa orden concreta de que continúe el cautiverio y que las condiciones de tormentos que había en el centro clandestino continúen aun fuera de los cuarteles.

Tenemos luego el documento que ya ha sido exhibido donde se remite la lista de detenidos a ser trasladados, firmada también por Hugo Carlos Fantoni, donde dice que se adjunta la lista de detenidos a ser trasladadas hacia Rawson de acuerdo a las órdenes impartidas por el Comando en Jefe del Ejército, allí está la dependencia que él tenía y se expresa también la cadena de mando inmediatamente inferior cuando dice que la oportunidad y cumplimiento de esa orden será impartida verbalmente por el mayor Hugo Jorge Delme que era jefe de la División Registro y Enlace. Ahí queda claro cuál era el camino de cada una de esas órdenes y cuál era el ámbito que él mismo, que Fantoni, permitía en Delme en el cual luego actuaba el oficial de quien fue desarrollada la responsabilidad anteriormente.

Esos son sucintamente los fundamentos de la acusación contra Fantoni. Es responsable desde esa función de la totalidad de los tormentos a los que fueron sometidos las víctimas en centros clandestinos, que él definió que tenían que estar allí, que hizo ejecutar y que controló cada una de esas circunstancias a través de su personal subalterno, directa o indirectamente, sea en su departamento o en el resto.

Hago una aclaración antes de terminar con la responsabilidad de Fantoni que es también válida para Bayón. Tanto él como Bayón, por su rol de jefes de departamento del Estado Mayor, son responsables a nivel zona de seguridad, no ya de subzona 51. Su responsabilidad abarcaba no solo la 51 sino también las subzonas 52 y 53, por lo tanto son responsables de todas las operaciones y todas las actividades del Ejército no solo en el territorio de Bahía Blanca sino también en Neuquén, en Comodoro Rivadavia, en todo el territorio del V Cuerpo de Ejército. Ellos tenían injerencia desde ese rol encumbrado en cada rincón cuadriculado de zonas y subzonas que obviamente excedía la 51 sino que abarcaba hasta la 53.

Ese ámbito de injerencia da cuenta de la responsabilidad que tenían estos dos oficiales, por ejemplo uno de los cuales ha quedado ya desarrollada en los fundamentos de la acusación.

Voy a pasar ahora a los oficiales de inteligencia y le solicito señor presidente cinco minutos de cuarto intermedio para acomodar la documentación a ser exhibida.

Juez Jorge Ferro: Sí, se concede el cuarto intermedio.

(Cuarto intermedio).

Juez Jorge Ferro: Señor fiscal, puede continuar.

Fiscal Abel Córdoba: Continúo entonces con los oficiales de la especialidad de inteligencia. Me refiero a Carlos Alberto Taffarel, Norberto Condal, Jorge Granada y Walter Bartolomé Tejada. Previo a enumerar los fundamentos concretamente de cada una de esas acusaciones, voy a definir qué es la inteligencia en el contexto del terrorismo de Estado.

Si uno intenta definir esta inteligencia necesariamente en el terrorismo de Estado tiene una inescindible relación con la tortura. Cualquier definición de inteligencia en el terrorismo de Estado y en la lucha contra la subversión implica mencionar la tortura. Quizás la definición más precisa de la inteligencia la dio un oficial del Ejército D 'Andrea Mor quien dijo que la inteligencia fue el sistema nervioso del terrorismo de Estado que conectó a las máximas autoridades con los centros de tortura y desaparición de personas operados por personal de inteligencia. Como se ha afirmado antes el despliegue del terrorismo de Estado tuvo dos ejes centrales, en primer término la zonificación del territorio, la cuadricula en zona de ese territorio y al mismo tiempo la tortura como el método de obtención de la inteligencia. Cuando se habla de obtención de la inteligencia o de inteligencia se habla de torturas y cada vez que hay una referencia a un hecho de torturas en el marco del terrorismo de Estado estamos hablando que era el método por el cual se obtenía.

Al mismo tiempo Reynaldo Bignone ante la periodista francesa Marie Monique Robin definió que todo lo aprendimos de los franceses. Tanto la división del territorio como la importancia de la inteligencia en este tipo de guerra. Se refería obviamente a la represión. Con la salvedad acoto que en los episodios de Argelia, en Argentina fue el propio Ejército Argentino que ocupó el propio territorio.

El mismo Bignone, que está ahora condenado a prisión perpetua por sus crimines de lesa humanidad calificó la inteligencia militar como la piedra angular de la lucha antisubversivo. Y Díaz Bessone también dijo que lo principal que nos enseñaron los franceses es que para luchar contra una agresión revolucionaria o subversiva hay que tener un buen aparato de inteligencia, de lo contrario no se puede hacer nada contra un enemigo que no lleva uniforme y que por lo tanto es imposible de identificar.

El método francés de tortura y zonificación fue aplicado, fue transmitido por la escuela francesa pero obviamente esa instrucción proveniente de Francia fue para los oficiales de inteligencia del Ejército Argentino una especia de sobre aprendizaje, ya eran por mucho eximios torturadores autóctonos y no dependían de esa instrucción o sobre aprendizaje que de todos modos adoptaron como método en la avanzada contra la población.

Otro de los que definió la importancia de la inteligencia fue Albano Harguindeguy quien dijo que los franceses nos enseñaron todo, comenzando por los métodos de interrogatorio, o sea la aplicación de los roles del bueno y el malo; los interrogatorios son la parte esencial de la guerra antisubversiva. Este juego de roles entre el supuestamente bueno y el torturador supuestamente malo lo vimos por ejemplo en el caso de Benamo y Sotuyo que lo practicaban Cruciani y Osvaldo Páez, lejos de ser una improvisación era la demostración de la aplicación de un método preciso. Además de ser la transmisión de una perversión bastante especial, de un sadismo bien especifico dirigido hacia la tortura de las víctimas.

Respecto a la actividad de inteligencia todas las fuerzas armadas cuentas en su orgánica con órganos de inteligencia y confluyen en modos de comunidad informativa. Funcionan en modo de comunidad porque esta actuación de diferentes órganos, de diferentes fuerzas e inclusive diferentes estamentos dentro de la propia fuerza exigen un funcionamiento coordinado y planificado. Esta coordinación del espionaje y de la inteligencia está reflejada en primer término en la directiva 1/75 del Consejo de Defensa que dice que la responsabilidad primaria del esfuerzo de inteligencia de la comunidad informativa la conducirá el Ejército Argentino. Se definía también que la tarea sería realizada en total secreto, ejecutando operaciones encubiertas y por agentes -oficiales, suboficiales, personal civil de inteligencia- que actuarían en forma encubierta con falsas identidades para no ser descubiertos ni reconocidos, y esto primero con la clara intención de ejecutar su tarea de espionaje y luego de lograr la impunidad y no ser juzgados. Lo cual les ha dado durante décadas el resultado que buscaban con ese modo de actuación propio de la inteligencia.

No solo en esta directiva sino en toda la reglamentación castrense referida al plano interno la actividad de inteligencia siempre aparece como la prioritaria para accionar sobre la población y luego operar.

Cada uno de los destacamentos de inteligencia que confluyen en el Batallón 601 de Inteligencia son unidades operativas, cada una en su jurisdicción, y eso obviamente incluyó tanto al Destacamento 181 de Bahía Blanca como al resto de los destacamentos del país. Tanto las jefaturas máximas como las intermedias del Departamento de Inteligencia del Estado Mayor como del Destacamento 181 estuvo a cargo en todos los casos de personal especialmente formado en esta especialidad para lo cual habían sido adiestrados en diferentes cursos.

Voy a hacer referencia también al intento de desvincular la inteligencia militar en estos hechos de la actividad regular tanto del Departamento como del Destacamento de Inteligencia., a sido un esfuerzo constante de los acusados en este juicio, en sus indagatorias en la instrucción, si uno le preguntaba a Tejada cuál era el órgano de inteligencia que actuaba en la lucha contra la subversión él decía que era el destacamento, si uno le preguntaba a un oficial del Destacamento -Granada por ejemplo- decían fue el Departamento. Hay referencias cruzadas, siempre es el otro órgano y el único de los acusados de inteligencia que no pudo decir eso fue Condal que estuvo en los dos lados, no pudo decir que era el otro porque había estado en los dos.

Me refería a este intento de desvincular la inteligencia militar en el plano de la lucha contra la subversión y ha sido claro en este sentido Santiago Omar Riveros quien ante la Junta Interamericana de Defensa donde Juan Bayón fue auxiliar del Estado Mayor con responsabilidad continental en lo que fue la represión en el cono sur, Riveros dijo "esta guerra -en referencia a los hechos que se están juzgando- fue llevada adelante por generales, almirantes y brigadieres. La guerra fue llevada adelante por la junta militar de mi país a través de su Estado Mayor". Es decir, definió a nivel continental cuál fue la orgánica que se aplicó no solo a nivel de Bahía Blanca sino que fue la matriz de toda la represión en el país.

Por otra parte tenemos la directiva 404 que en el capítulo de "ideas rectoras" habla de que la actitud que las fuerzas tenían que asumir en la inteligencia era una actitud ofensiva a través de operaciones que permitan ejercer una presión constante en tiempo y espacio contra las organizaciones subversivas. Esa actitud constante comenzaba con la inteligencia y continuaba luego en los interrogatorios y las acciones psicológicas secretas que luego veremos. Esa misma directiva establecía que las operaciones serían ejecutadas en todo el ámbito de jurisdicción de la fuerza, lo cual obviamente abarcaba el V Cuerpo de Ejército.

Esa directiva 404 que se enmarca en el Plan del Ejército da cuenta de la planificación que existió ya antes del golpe de Estado del 24 de marzo y de la continua supervisión y readecuación de la reglamentación represiva, por ejemplo da cuenta la orden de operaciones 977 firmada por Suarez Mason que distribuyó hacia la Zona 5 con las misiones operativas vigentes, la ratificación de la ofensiva sobre la población aun en el 77 lo que abarca algunos de los hechos que están en juzgamiento.

Esas operaciones, aquí la constante es al analizar la reglamentación uno habla inmediatamente de operaciones o de ámbitos o diferentes estamentos y son todos eufemismos porque siempre la inteligencia está plasmada en interrogatorios, en torturas y en las operaciones que seguirían. Esa es la actividad constante de la inteligencia.

En Bahía Blanca tanto el Destacamento de Inteligencia 181 como el Departamento II eran quienes mantenían la responsabilidad primaria en la dirección de la inteligencia que implica fijar los blancos de actuación. La responsabilidad de estos oficiales de inteligencia es por haber suministrado la información, haber elaborado desde su función pública, haber fijado el blanco contra los cuales luego operarían las operaciones a cargo como responsable máximo de Juan Bayón. También tanto el Destacamento como el Departamento II eran quienes conducían el esfuerzo de la comunidad informativa. Ellos tienen responsabilidad primaria también por lo desplegado por otras fuerzas porque lo hacían en forma coordinada en la comunidad que era convocada por el jefe de inteligencia y que a la vez tenía supremacía el Departamento II Inteligencia por sobre la policía Bonaerense, por ejemplo. Con lo cual son responsables de la conducción de toda la inteligencia. Vamos a ver en la causa mucha documentación que está suscripta por oficiales por ejemplo del servicio Dipba, eso también es responsabilidad porque eran quienes direccionaban de modo primario los oficiales del Ejército de inteligencia.

Por otra parte el reglamento RC 91 recuerda cuales son las finalidades de toda operación de inteligencia que es en definitiva el aniquilamiento del enemigo. Y en el punto 5.007 se reconocía que las acciones estarían a cargo de fracciones menores y que las órdenes de operaciones, esto en el plano de inteligencia -ahí se habla de cómo la fijación de blanco es específica- esas órdenes debían tener la aclaración de si había que detener a la totalidad de personas que se encontraban en el operativo o si solo serían detenidas algunas, si ante la resistencia se los aniquilaría o si les serían destruidos los bienes o no. Hay una reglamentación clara de cuáles eran las órdenes de operaciones lo cual desmiente absolutamente las declaraciones por ejemplo de Mario Méndez quien ante el tribunal intentó esbozar la justificación de que actuaba a ciegas, iba a operaciones nocturnas en la ciudad sin saber para qué, con quién iba ni cómo tenía que proceder ni contra quién, y al mismo tiempo obtenía condecoraciones de esa actuación absolutamente ciega. La afirmación de Méndez de que iba en esas condiciones está no solo desmentida por cada uno de los testimonios sino también por el reglamento.

Otro de los aspectos que voy a desarrollar va a ser la acción psicológica que estaba determinada en su accionar hacia la población y también la responsabilidad que le cupo a la inteligencia en el montaje de los falsos enfrentamientos armados, esos simulacros de supuestos combates que armaban para luego difundir con víctimas que estaban bajo el dominio absoluto de ellos. Recuerdo una vez más que los verdugos del centro clandestino, obviamente de responsabilidad de inteligencia, les recordaban a las víctimas que ahí estaban con carácter de muertos. Luego, la pretensión de los acusados es que se tome como a combatientes a esas personas.

Tampoco fue ajeno el despliegue de inteligencia a los períodos posteriores de las víctimas, una vez salidos del centro clandestinos, quienes fueron torturados en la cárcel por los propios oficiales de inteligencia y también la persecución sobre organismos de derechos humanos que ha sido ejemplificada al inicio del alegato. En cada una de estas actuaciones siempre es ocultando su condición de militar, utilizando incluso identidades múltiples, lo que ha tenido al cabo del juicio uno de los aspectos más dramáticos o inimaginables en alguna persona que decide de modo racional sus actuaciones con el testimonio de Mercedes Orlando quien relató haberse relacionado con alguien de apellido Mancini con quien tuvo una hija y resulta que ese apellido es una alias del Destacamento de Inteligencia y la verdadera identidad de esa persona es otra, es Cruciani.

Esta actuación continua en esa condición, luego será valorada al momento de analizar los testimonios en concreto.

Los órganos de inteligencia de Bahía Blanca abarcan la Dipba, la Side, cada una de las unidades de la Armada Argentina tiene su especialidad de inteligencia, tanto la naval, de infantería, la aeronaval, el comando de operaciones navales, la sección de operaciones de Prefectura Naval, la Gendarmería Nacional, el Servicio Penitenciario, el Batallón de Comunicaciones tenía su especialidad en la plana mayor el oficial de inteligencia y obviamente el Destacamento 181. Es ahí donde esa proliferación de organismos de inteligencia debe ser coordinada en la central de reunión de información, toda la actividad de las comunidades locales se ordinan hacia la central de reunión de información del Batallón 601, donde luego de salir de Bahía Blanca revistaría por ejemplo Jorge Granada. Y que en el caso de Bahía Blanca esa comunidad está contemplada en su funcionamiento en la orden especial 1/72 que contempla esa orden un gráfico donde se ve cómo se canaliza la información dentro de la comunidad de la subzona 51. Esto ya en el 72 era así.

Allí vemos en el cuadro superior el Comando de Subzona 51, el segundo cuadro de jerarquía es el GII, es decir el Departamento II Inteligencia, y debajo el Destacamento de Inteligencia 181, por debajo de ellos la Gendarmería, la Prefectura, la Policía Federal y la Unidad Regional Quinta. Cada uno de los gráficos que se ve vincula un órgano con el otro, por ejemplo el Departamento de Inteligencia con el Destacamento de Inteligencia que es lo que aquí interesa, implican que el flujo de información sea en horarios de trabajo como fuera del horario de trabajo o feriados. Estaba contemplado desde el inicio cuál sería la vinculación de estos órganos dentro de la Subzona 51, por lo tanto, tienen ningún valor las afirmaciones de los acusados de que alguno de esos órganos era ajeno a la lucha contra la subversión. Estaba contemplado desde el 72 la organización y cómo eran los canales por los cuales fluían la información de inteligencia, de las torturas e incluso contemplado cómo sería según el horario en que esta información se producía, lo que da también cuenta la relevancia que tenía la instantaneidad y la utilización inmediata de cada uno de esos datos arrancados en la tortura.

Esa misma orden especial 1/72 habla de que se tenían que efectuar actividades del área de inteligencia en forma ofensiva en el ámbito de la Subzona 51 mediante la acción conjunta y coordinada con el máximo empleo de los medios disponibles para afrontar con máxima eficiencia las próximas tareas. Se está refiriendo siempre a secuestros y posteriores torturas.

En cuanto al capítulo de ejecución esta orden dice que las operaciones a realizar por cualquiera de los organismos que conforman la comunidad de inteligencia y que no hayan sido ordenadas, esto implica que había margen en cada uno de esos órganos para actuar son coordinación pero luego se tenía que compartir la información, deben ser puestas en conocimiento del jefe del Destacamento de Inteligencia 181 que era quien reunía la información como cúspide de ese sistema de información. También decía que la comunidad informativa prescribía que igual procedimiento se debe adoptar cuando intervengan dos o más organismos y cuando la urgencia lo requiera. Esto está lejos de ser el rol pasivo que los acusados intentan transmitir de un órgano de inteligencia en el 76 y 77.

Luego también esa orden establece que finalizada la operación se debe realizar un cuidadoso estudio del resultado que debe ser puesto en conocimiento del jefe del Destacamento de Inteligencia 181.

Y en cuanto a la coordinación entre Destacamento y Departamento la orden dice que el jefe del Destacamento de Inteligencia donde revistaba Granada, Condal y Taffarel, será quien mantenga informado al Departamento II Inteligencia donde revistaba Tejada sobre las diversas actividades que cumplan los miembros de la comunidad informativa. Luego dice que la difusión de inteligencia, es decir la transmisión al área de operaciones, será responsabilidad del órgano que la hubiera producido. Esa orden está firmada por el comandante de Subzona 51, lo cual habla de que fue planificada teniendo en cuenta la existencia tanto del Destacamento como del Departamento. Esa orden está concretada en diferentes reuniones que ya han sido mostradas durante el desarrollo de los hechos, las reuniones de comunidad informativa por ejemplo de septiembre del 75 donde según el documento eran convocados por el jefe del Destacamento 181 Scarnatti Almada, y en esa reunión los temas tratados, descriptos por el entonces comisario Trujillo reportaba que trataban sobre el accionar subversivo y la posible incidencia en el ámbito local, que analizaban la actuación de activistas en la ENET 1 y la convocatoria siempre correspondía según esa documentación al Destacamento de Inteligencia 181.

Tiempo después hay otra reunión convocada por el Destacamento y ahí involucran la actividad constante que iban a desarrollar en los años siguientes y cada uno de los parámetros. Insisten en el caso ENET y en el estudio de la actividad de indicios a partir de la actividad del PRT ERP en esta zona. Luego cada uno de estos lineamientos se traduciría en los hechos.

En todos estos documentos en que hay descripciones de sobre qué trataban las reuniones de comunidad informativa no hay ninguna referencia a conflictos limítrofes con Chile, donde cada uno de los acusados añora ser considerado como centro de sus actividades. En ninguna de estas actividades hay referencia alguna al conflicto con Chile. El Destacamento de Inteligencia y el Departamento de Inteligencia estaban abocados plenamente a lo que llamaban la lucha contra la subversión, era el factor preponderante de toda la actividad desde el año 72, pasando el 75 y luego 76 y 77.

Esta coordinación de la que estoy hablando entre los dos órganos principales del Ejército tiene, más allá de los aspectos reglamentarios, su graficación o concreción más clara en el centro clandestino: los principales torturadores de La Escuelita eran Cruciani, del Destacamento de Inteligencia 181, y Corres del Departamento de Inteligencia. La coordinación era absolutamente aceitada entre ellos dos y simplemente se distribuían quien preguntaba, generalmente Cruciani y quien picaneaba que era Corres. Esa coordinación reglamentaria se traducía finalmente en una división de funciones sobre el cuerpo de las personas que era indistinta. Al compartir la misión y el objetivo, los medios y la información eso confluía en las torturas conjuntas de ambos órganos de inteligencia.

Aun así es posible deslindar alguna de las actividades de cada uno de estos órganos. Se podría decir que la actividad de la inteligencia engloba cuatro actividades. Primero es la búsqueda de la información, luego colectarla, procesarla y diseminarla. Hay un documento de inteligencia firmado por Félix Cornelli prefecto de zona, quien cuando se estaban reorganizando los servicios de inteligencia de Prefectura Naval, en un documento secreto explica que emite la opinión sobre la creación de regiones informativas. Allí Cornelli, de modo secreto, propone que se adopte en Prefectura la misma orgánica que en Ejército, y explica: el destacamento de inteligencia es el órgano que busca y colecta la información, en tanto el Departamento procesa y disemina. Ahí tenemos una definición esquemática de lo que fueron las actividades de cada uno de ellos.

En cuanto, específicamente al Departamento II de Inteligencia, tenemos un cuadro de organigrama del V Cuerpo donde va desde el comandante que era Azpitarte, el segundo comandante que era Vilas y los cuatro gráficos que están al mismo nivel son los cuatro jefes de Departamento, el primero era Suaiter, luego Álvarez, Bayón y Cobos. Debajo de Azpitarte y Vilas viene el nivel de Álvarez, Tejada, al mismo nivel que Delme, Páez y en ese momento Fantoni que luego ascendería. Y la línea de inteligencia que empieza por Álvarez, sigue por Tejada, González Chipont y así hasta ir a los suboficiales que no tenían mando sino que cumplían las órdenes que esta cadena les transmitía.

Cuando el jefe del Departamento de Inteligencia Aldo Álvarez se le preguntó quién era el segundo suyo en inteligencia dijo "el coronel Tejada porque era el oficial más antiguo" y cuando Álvarez no estaba quedaba a cargo del Departamento. Ahí vemos la línea específica de inteligencia que era la cadena de mandos que iba desde Azpitarte, Vilas, Álvarez, Tejada y bajaba hasta Condal, Corres, Osvaldo Sierra y Roberto Sosa, por ejemplo, quienes fueron revistado en diferentes períodos en inteligencia. Producto de eso luego desarrollaremos la dependencia directa de Tejada de la actividad de Condal, Corres y Roberto Sosa quienes se desempeñaban en el centro clandestino La Escuelita.

En el 77, el gráfico anterior era del 76, la estructura se mantiene solo que avanzado el año Corres ya no estaba. Se mantiene entre Catuzzi, Álvarez, Tejada y de allí a Condal y González Chipont por ejemplo. Otra de las autoridades además de Tejada y Álvarez que eran los máximos jefes de ese Departamento eran Mendías quien estaba a cargo de una de las divisiones -Interior o Contrainteligencia- y otro de los oficiales era Osvaldo Sierra quien ha sido referido con poder de decisión tanto en el caso Mussi como el de Eliseo Pérez quien manifestó que Sierra influyó para que él pudiera salir con vida del centro clandestino. Esto lleva a la conclusión de que si un subalterno de Tejada tenía ese poder, el de Tejada excedía el marco de actuación y tiene responsabilidad sobre los cautiverios y las duraciones y circunstancias de esos hechos.

La regulación de lo que es la actividad del Departamento II Inteligencia también está regulada por el reglamento RC 330. Voy a nombrar simplemente algunos artículos que son específicos. El 3.005 establece que el GII es el principal miembro que tendrá responsabilidad primaria en los aspectos relacionados con el enemigo. Y el 3.006 que dice que la función del Departamento de Inteligencia es la producción de inteligencia y la utilización de esa información. Luego, el PON 24/75 que ya ha sido mencionado establece que en su punto 4, efectuados los secuestros, el jefe de la fracción debe dar inmediata entrega del informe y acto del material secuestrado al Departamento II y sigue estableciendo cuál es el ámbito de actuación de este departamento.

Todos los reglamentos referidos a la lucha contra la subversión local hablan del rol preponderante del Departamento II Inteligencia en este plano.

Paso entonces a desarrollar los fundamentos específicos de la responsabilidad de Walter Bartolomé Tejada en estos hechos, es un coronel retirado del Ejército Argentino que estuvo destinado en el V Cuerpo de Ejército desde diciembre del 72. Cuando arriba al Comando V Cuerpo ya tenía el curso básico de comando, el curso de auxiliar de Estado Mayor y había estado en el comando en jefe del Ejército en la jefatura II de Inteligencia. Era ya un oficial experimentado que a partir de su desempeño continuo en inteligencia era un especializado en estas tareas.

Vemos en uno de los cuadros de su legajo remitido por el propio Ejército, donde está la fecha de inicio y su continuo destino, como mayor y luego como teniente coronel, en el Departamento II Inteligencia lo cual da cuenta que al cabo de estos años, toda la información que se produjo en ese lugar era muy conocida por él y dependió de sus lineamientos, de Álvarez y Tejada. Por estos períodos fue calificado por Aldo Mario Álvarez y por Vilas, de quienes recibía las órdenes y cuyas órdenes transmitía. Eso es del año 76 y luego veremos que hasta el 78 continuaba como segundo jefe del Departamento de Inteligencia. En los asientos anteriores se lo mencionaba como miembro del Departamento de Inteligencia y ahí dice "continua como segundo jefe "lo cual confirma la hipótesis de que era la segunda autoridad de ese Departamento.

Allí está el destino hasta diciembre del 81 que es cuando salió en comisión hacia Comodoro Rivadavia, continuó hasta el 82 y a partir de allí pasó a prestar servicio en el Estado Mayor General del Ejército que ya es noviembre del 82 y antes de que asumiera un presidente democrático pasó a retiro y desde entonces es un oficial retirado.

Al ser indagado en primera instancia, Tejada dijo que revistó en el Departamento II Inteligencia, que no había segundo jefe, que no había coordinación alguna entre el Destacamento 181 y el GII lo cual ya ha sido refutado. Que la inteligencia de la lucha contra la subversión estaba a cargo del jefe del Destacamento de Inteligencia 181, lo cual es parcialmente cierto pero no lo exime de responsabilidad a él. Y sobre las tareas de inteligencia sobre la población dijo que no era su especialidad, hemos visto que sí, en su propio legajo consta eso. Aunque admitió que realizaba algunas tareas de inteligencia dijo que no en el ámbito de la lucha contra la subversión. Dijo que no tenía personal a cargo y ningún suboficial que siquiera lo asista en sus tareas.

Una vez que Tejada manifestó que no tenía ningún personal a cargo se le preguntó por Corres, el más destacado de la lucha contra la subversión de sus subalternos, dijo que Corres no cumplía funciones en el Departamento: "Lo vi dos o tres veces y dependía directamente de Álvarez". Cuando se le preguntó entonces por qué en el legajo de Corres está la calificación que Tejada hace de Corres dijo que creía que era su firma pero que para calificar hay varias formalidades… en fin, no pudo explicar de qué modo podía compatibilizar que Corres sea su dependiente y a la vez no lo sea. También se le preguntó por Roberto Sosa, otro de los que actuaban en La Escuelita, y también reconoció, en ese caso dijo que la firma era de él, lo cual fue considerado por la Cámara de Apelaciones como determinante al momento de evaluar su responsabilidad que los dos oficiales a cargo de La Escuelita, Corres y Sosa, dependían directamente de Tejada.

Siguiendo con su indagatoria admitió que había misiones vinculadas con la lucha contra la subversión pero que él era ajeno a eso. Admitió que existió un centro clandestino, que había conclaves y que había grupos operativos. Respecto a haberse constituido en Fitz Roy 137 por orden del comandante dijo que eso era posible. Ese fue el contenido de la indagatoria.

Su responsabilidad surge por su ubicación dentro de la cadena de mandos dentro del Estado Mayor del V Cuerpo y como segunda autoridad del Departamento de Inteligencia y como un eslabón intermedio entre las comandancias y las jefaturas de ese Departamento y los ejecutores directos, por ejemplo, Corres. El modo de determinar cuáles eran las órdenes que él transmitía a sus subordinados, se deduce de la actuación de sus propios subordinados. Por ejemplo, Roberto Remi Sosa, subteniente que revistó en este periodo que estamos evaluando a órdenes de Tejada, era uno de los jefes de La Escuelita - eso lo corroboró el propio Corres- y tras estar en el Equipo de Lucha contra la subversión pasó al Departamento de Inteligencia y cada una de sus características personales coincide con el alias Bruja que las víctimas identifican como Roberto, mendocino y de veinte años que además lo califican como un neurótico y mesiánico que tenía una particular perversión sobre las víctimas y una particular saña con María Elena Romero. Walter Bartolomé Tejada calificó a Sosa, con lo cual cada una de las conductas que Sosa ejecutó en el centro clandestino grafican cuál fue la orden o el ámbito de libertad que Tejada le permitía en el ejercicio de una función militar estrictamente regulada que no admite vacíos de orden. Si Sosa tenía un ámbito de libertad era porque su jefe se le había determinado de ese modo y si no era el ejercicio directo de cada una de las órdenes de Tejada. Esas conductas que por orden de Tejada cumplió Sosa fueron secuestros, torturas, abusos sexuales, fusilamientos y también participación en las desapariciones.

Quizás el ejecutor más preponderante en cuanto a las referencias de las víctimas sea Corres. Y así como Hugo Delme es continuamente mencionado por los familiares que iban a reclamar, Corres fue contiguamente mencionado por las víctimas del centro clandestino de detención y en esto la Fiscalía sostiene que las conductas que consumó Corres, todas ilícitas, eran la expresión real en tiempo y espacio de las órdenes que le daba Tejada, que luego supervisaba y evaluaba su cumplimiento y ejecución en cada una de ellas.

Corres llegó al V Cuerpo de Ejército en el año 75 en comisión y fue calificado, allí tenemos el asiento donde se lo ubica en el Departamento II Inteligencia donde revistaba Tejada, y por el período 75 y 76 que donde ya se organiza el v Cuerpo de Ejército, vemos en el legajo de Corres que calificado por sus jefes Walter Tejada, jefe de división y Aldo Mario Álvarez. Para Álvarez la actuación de Corres mereció cien puntos sobre cien y para Tejada 98 sobre cien, le bajó puntaje en capacidad intelectual. Esto habla claramente de cuál era la cadena de mandos de la orden que recibía y luego ejecutaba Corres, quien estuvo hasta febrero del 77 en Bahía Blanca, abarca un buen periodo de los hechos que estamos juzgando, cuando pasa a revistas a Tucumán como parte de una fuerza de tareas como parte del Operativo Independencia. Por ese período también fue calificado por Tejada, esta vez con cien puntos, y por Álvarez. Es decir, la cadena de mandos durante la permanencia de Corres en Bahía Blanca fue permanente, no hay un solo día en el cual Corres no haya estado bajo las órdenes de Tejada o cumpliendo las órdenes que él le impartía.

Durante este periodo en que estuvo continuamente Corres bajo órdenes de Tejada también fue condecorado por su actuación al heroico valor en combate por el hecho de Daniel Hidalgo y Olga Silvia Souto Castillo.

La presencia de Corres en el centro clandestino como graficación de las conductas y las órdenes de Tejada serían interminables de enumerar. Fue reconocido torturando, interrogando, imponiendo condiciones de cautiverio por García Sierra, Meilán, Ayala, Bermúdez, Flores Riquelme, Gon. También esto fue confirmado por Lescano, Taranto y Fonti en otro plano, ya como testigos no solo como víctimas. En tareas de infiltración, operativos y también en la ejecución de víctimas. Hubo testigos que confirmaron que Corres era uno de los encargados de ejecutar la tortura en la Escuelita. Que era uno de los jefes del centro clandestino también lo dijeron Ayala, Tripodi, Juan Carlos Monje, Robinson. La participación de Corres como dependiente de Tejada en operativos de la Agrupación Tropa, del Equipo de Combate que integraban Ibarra, Masson y compañía fue avalado también por Taranto y Fonti, corroborado por la condecoración que el propio Ejército le dio por los casos de Souto e Hidalgo que mencionamos recién. Y también la utilización de bienes de las personas secuestradas y luego desaparecidas como ocurre con la camioneta propiedad de Castillo y Sampini.

Voy a hacer referencia a un aspecto especifico de este despliegue delictivo del dependiente de Tejada en el caso de Fernando Jara. Isabel Tripodi describió que al momento de que Jara fue retirado del centro clandestino, Tripodi contó el dialogo que Jara tuvo con Corres, quien conocía que iba a ser fusilado Jara, cuando Jara le pide que le entregue las pertenencias a su familia. De lo cual también se deduce que si Corres conocía las disposiciones que se tomaban de fusilar a las víctimas, también Tejada obviamente desde un estamento superior tenía pleno conocimiento y decisión sobre estos aspectos.

En su indagatoria Corres dijo que en cuanto a la recepción de órdenes que él ejecutaba, dijo haber recibido del GII, o sea del jefe del Departamento y que su superior inmediato era el teniente coronel Tejada. No es desencriminante para Corres, es indiferente en cuanto en ese momento se valoraba su responsabilidad, debe ser valorada como una afirmación que no tiene por sustento la intención de sustraerse responsabilidad. Por lo tanto es avalada también por documentación indica una nueva ratificación de ese ámbito.

Otro de los subordinados de Tejada fue Norberto Condal que al igual que ocurrió con el resto de los oficiales de ese Departamento tuvo plena dedicación a la lucha contra la subversión, luego desarrollaremos la responsabilidad de él, se desempeñó Condal en comisión en el Departamento II Inteligencia a órdenes también de su superior inmediato, Walter Tejada.

También desmiente cada una de estas afirmaciones que no tenía personal a cargo, tenía hasta oficiales que dependían directamente de él. Y fue el propio Tejada quien calificó también, pese a afirmar que no tenía oficiales ni suboficiales a cargo, a Juan Cordines y a Saúl Iriarte, dos suboficiales especialistas en inteligencia, también fueron calificados por el propio Tejada luego de que pasaran desde el Destacamento al Departamento de Inteligencia.

Eso en cuanto a lo que hace a su responsabilidad jerárquica. Luego Tejada fue mencionado en diversos casos concretamente en el caso Crespo. El ingreso de Crespo al circuito clandestino fue en presencia de Álvarez y Tejada. También en el momento en que Crespo debe presentarse ante el Comando V Cuerpo fue ante esas dos personas y obviamente a las pocas horas ya es visto en el centro clandestino de detención La Escuelita. Y el propio Rosas, quien testimonió ubicó a Tejada como la segunda autoridad del Departamento.

En el caso Chabat, el testimonio de la madre de la víctima fue claro de que tenía información de las propias fuerzas armadas que era Tejada quien se oponía a las liberaciones. De ahí se puede deducir que no solo participaba sino que también tenía capacidad como para imponer sus propios criterios, en este caso negando el cese de esa privación de la libertad.

Por último también destaco que Tejada integra la nómina del Personal Civil de Inteligencia que actuó en Bahía Blanca en el ámbito del Destacamento de Inteligencia 181 que él decía que era absolutamente ajeno y del que no sabía ningún tipo de funcionamiento. Fue en el cuadro C1, dentro de la especialidad de conducción de inteligencia, luego de desempeñarse como oficial de inteligencia pasó a desempeñarse como personal civil de inteligencia y llegó a tener esa actividad de conducción de inteligencia. Lo cual también desvirtúa todas las afirmaciones que intentó se tengan por ciertas. No solo conocía el funcionamiento del Destacamento sino que lo integró como personal civil, estimamos que luego de haber pasado a retiro porque no está en el legajo su período.

Además de esos aspectos expuestos hay documentación concreta que vuelve a refutar las afirmaciones de Tejada en la indagatoria y a confirmar los fundamentos del pedido de condena que la Fiscalía hará.

En el documento que está en pantalla hay un pedido del jefe de la Prefectura de zona, sección informaciones que pide antecedentes de una serie de personas. Quien lo responde es Walter Bartolomé Tejada y les informa que no registran antecedentes en el Comando de Cuerpo, es decir, la respuesta que da Tejada abarca toda la responsabilidad del Comando de Cuerpo con lo cual tenía acceso a toda la información de inteligencia que había archivada en el comando, lo cual es conteste con su grado. También señaló que la respuesta de Tejada no dijo que, informarle al jefe de la Prefectura que el ámbito de los civiles que eran perseguidos era algo ajeno a su ámbito, como le dice a los jueces cuando lo indagan, en el 76 Tejada no dijo que era ajeno y que lo iba a pasar a otro oficial: lo responde con el ámbito de todos los archivos del comando de cuerpo.

También en el consejo de guerra que ha sido analizado de Pablo Bohoslavsky, Rubén Ruiz y Julio Alberto Ruiz, se desprende que el material a secuestrar tenía que ser entregado, conservado y analizado por personal del Departamento II donde Tejada revistaba como segunda actividad y en esas especies de actas de allanamiento aluden a que el supuesto material secuestrado fue archivado en el Departamento II Inteligencia para su inteligencia técnica por personal especializado. Lo cual también desmiente que Tejada haya sido ajeno a estos ámbitos.

Esto es confirmado cuando luego Páez remite una denuncia al juez federal Madueño para que procese a las víctimas por infracción a la ley 20840, le dice textualmente "las pruebas pertinentes obran en el Departamento II Inteligencia" de ese comando de cuerpo donde Tejada era una de las autoridades. Lo cual vuelve a confirmar que el ámbito de Tejada eran los cautiverios, las torturas y la persecución de las víctimas por motivos políticos.

Esta enumeración de documentos la cierro con un documento en el cual -también está suscripto por Tejada- donde envía al jefe de Prefectura de la Sección Informaciones de Zona, adjunto envío al jefe la orden de reunión 121/76, ahí hago una aclaración que es la orden 121 de reunión de inteligencia lo cual habla de la hiperactividad de esos momentos, a efectos de que ordene a quien corresponda se dé curso a la misma. Esto también da cuenta de que Tejada tenía la capacidad para disponer esa orden de reuniones. Si vamos a la orden en concreto, es la 121/76 y tiene por asunto el tratamiento de cuatro personas y -esto es lo que suscribe Tejada- los involucrados serían politiqueros universitarios profesionales convencidos de que va a llamarse a elecciones en la UNS. Con una burla incluso hasta al sistema de votación. Estarían actuando en función de ello para captar adeptos. Y se requiera, esto es lo que suscribe Tejada en ese momento, antecedentes de toda índole que registren los causantes, datos de identificación. Y requiere Tejada, no ya recomiendo sino ordena, efectuar una discreta vigilancia y seguimiento para determinar actividades actuales y las vinculaciones. Esto a partir de que había personas que estaban convencidas que iba a haber elecciones en la Universidad del Sur. Ese dato en conocimiento de Tejada determinaba que ordenara en pleno 76 que se comiencen las vigilancias y el seguimiento para ver qué actividades y vinculaciones tenían esas personas. Lejos está de ser cierto lo dicho en indagatoria y nos confirma que era un activo oficial en el plano de lo que ellos llamaban el marco interno, obviamente Tejada al decir eso supo que lo había firmado y pese a eso no tuvo más que negar o afirmar versiones absurdas de su propia actividad que ahora integrará seguramente debe integrar el contenido de su condena.

Luego hay documentación también referida a Tejada donde se establece en mayo del 76, firmado por Tejada, que el ciudadano Palma Luis Alberto no registra antecedentes, seguía contestando los oficios, dice no registra antecedentes en este comando de cuerpo ni en la comunidad informativa, esto está respondido en función de toda la comunidad informativa lo cual habla del ámbito en el cual podía tener injerencia.

Un segundo documento e mayo del 77 habla de otras respuestas que da dentro del Departamento II Inteligencia donde dice que determinadas personas no registran antecedentes en el comando de cuerpo y manda las copias al propio Departamento. En el caso de que pretenda que él lo hacía simplemente comunicando, luego remite copia a su propio departamento lo cual habla de que a partir de ese registro y archivo vuelve a ser de su injerencia.

Un tercer documento habla también de que remito al jefe de la Prefectura copia de la documentación secuestrada a la OPM Montoneros. Ahí tenemos una utilización concreta del resultado de secuestros y de violación de domicilios en el ámbito local. Y también esta documentación que ha sido analizada en el caso de Ilacqua Lofvall, Iannarelli, y Cereijo, está basada en información suministrada por el Departamento II Inteligencia el 3 de febrero del 77, está referida a Carlos Mario Ilacqua, a su secuestro, a Lofvall y a Nancy Cereijo, luego es seguido por otro informe del 4 de febrero del 77 referido a Iannarelli y otro el 5 trasferido a Ricardo Cuesta. Esta también ha sido la actividad constante de Tejada en ese Departamento.

La responsabilidad entonces que le cabe a este oficial fue en primer término por su ubicación en la cadena de mandos, como ha sido explicada, y por haberse constituido en un eslabón imprescindible como segunda autoridad de ese Departamento. Entre Álvarez y Tejada, esto también es relevante, entre los dos cubren una década de jefatura de inteligencia en el Estado Mayor del v Cuerpo, desde el 72 en adelante. Y es el período donde la inteligencia militar del comando V Cuerpo de Ejército estuvo obsesionada obviamente con el enemigo interno. Todo el diseño de inteligencia del Comando V Cuerpo dependió fundamentalmente de Álvarez y Tejada. Y es responsable también de haber diseñado y ordenado el funcionamiento de los centros clandestinos. Porque es también relevante que los centros clandestinos no fueron una creación espontaneo sino que hubo que planificarlos, determinar los lugares, calcular quiénes irían a ese lugar, destinar personas y establecer que ese sería el lugar a partir de las condiciones de contrainteligencia que evaluarían y en eso también tuvo injerencia este oficial de inteligencia.

Es responsable del diseño y la planificación y ejecución de tareas tanto para la creación del centro clandestino como para su funcionamiento posterior. La responsabilidad jerárquica por las órdenes ya quedó establecida y cada una de sus actuaciones dentro del plan criminal como uno de los oficiales determinantes de cada uno de los aspectos de los hechos que hemos escuchado al cabo de una año ante este tribunal. Esos son los fundamentos por los cuales la Fiscalía al final del alegato pedirá la condena de Walter Bartolomé Tejada.

En cuanto al resto de los oficiales de inteligencia, los que revistaban en el Destacamento de Inteligencia que en esa división ideal y estructurada, hablaban de que era el órgano encargado de la búsqueda y colección de información. El Destacamento de Inteligencia en ese momento tenía ubicación en calle San Martín o Chiclana según el periodo, está eso en el libro histórico, el cambio de dirección y el momento en que eso se produce. Y el personal que revistaba en este destacamento se caracterizaba por haber sido especializado previamente y contaban varios de ellos con la aptitud especial de inteligencia que es ya la orientación de la carrera militar hacia la actividad específica de inteligencia.

Del personal que es relevante de estos fines Jorge Horacio Granada tenía aptitud especial de inteligencia y también el segundo jefe que era Luis Alberto González. Habían hecho en el caso de Granda el curso de aptitud especial y González el curso de seguridad para oficiales de inteligencia de la plana mayor de unidades y organismos del Ejército.

También suboficiales con destino en ese destacamento tenían hechos los cursos de la especialidad tanto técnicos de inteligencia como los de interrogadores. La estructura orgánica del Destacamento incluía, vemos en el año 76 un jefe, un segundo jefe, un jefe de sección Ejecución, uno de Comando y Servicio, y otro de Actividades Psicológicas Secretas. Los sucesivos jefes han sido Scarnatti Almada de los año 76-77, luego Antonio Losardo quien ha sido mencionado en numerosas oportunidades y Jorge Otto Koch. Los segundo jefes del 77 uno de ellos fue Luis Alberto González hasta el diciembre del 76 y a partir de ahí Neil Lorenzo Blázquez.

Las jefaturas de secciones, que esos dos son los puestos jerárquicos máximos de ese Destacamento, luego las jefaturas intermedias, vemos en la primer sección Ejecución en jefe era Jorge Horacio Granada y dentro de esa sección estaban Norberto Condal, Santiago Cruciani, Saúl Iriarte, Máximo Ojeda, Juan Cortiñas, Jorge Regalado por ejemplo. En la sección Actividad Psicológica Secreta estaba Carlos Alberto Taffarel también con personal a su cargo, entre ellos Víctor Aguirre y Antonio Cuello como jefe de Comando y Servicio.

Esto es la orgánica de la cadena de mandos del año 76. En el 77 esto se mantiene prácticamente. Granada siguió siendo el jefe de Actividades Psicológicas y Cuello el de Comando y Servicio además de tener cada uno de ellos sus oficiales y suboficiales a cargo.

Tanto los jefes como segundos jefes han muerto durante, antes del inicio o durante el desarrollo del juicio por lo cual los máximos responsables que están siendo juzgados de este Destacamento, los que siguen en responsabilidad son los jefes de sección y paso a desarrollar la primera de estas responsabilidades que es la de Jorge Horacio Granada.

Antes de desarrollar la de Granada voy a hacer una exposición de documentación en la cual queda claro la injerencia de estos oficiales, por ejemplo de Losardo en mayo del 77 en la que dispone el alojamiento en la unidad 4 de uno de los detenidos. Es la misma persona que luego Fantoni ordenaría liberar.

Otro de los documentos de junio del 76, es indistinta la actividad en uno u otro año, también envían un informe relacionado con las nuevas formas de operar de los grupos subversivos. Aquí en indagatoria Jorge Mansueto se sorprendía de que se difame a Losardo por habérselo considerado como uno de los oficiales activos de la lucha contra la subversión, más allá de lo que haya dicho Vilas en el mismo sentido donde informa sobre su actuación en el plano interno e incluso lo distribuye a otra unidades.

Otro de los gráficos que también da cuenta de la actividad de estos jefes está referida hacia donde estaban, esta documentación es de junio del 77 está originada en el Destacamento 181 donde se remiten sesenta fotografías de delincuentes subversivos con orden de captura pertenecientes a Montoneros, ERP y diferentes organizaciones. Es emitida por el Destacamento 181 al Departamento II Inteligencia y al Departamento III Operaciones, ahí tenemos ese nexo que era negado o decía ser desconocido por Tejada por ejemplo, como cada uno de los oficiales de esos órganos de inteligencia estaban abocados a la misma actividad. Eso como aclaración previa, ya que no van a ser desarrolladas las responsabilidades concretas de los jefes, queda claro con esos documentos cual era el ámbito en el cual operaban, específicamente la lucha contra la subversión.

Paso ahora sí a Jorge Horacio Granada. Teniente coronel retirado del Ejército, luego de haber sido imputado estuvo prófugo en la instrucción durante varios meses, al momento de ser detenido se resistió, intentó arrastrar con un vehículo al personal de la policía de Seguridad aeroportuaria que intentó detenerlo en ese momento.

De su legajo de servicio surge que nació en el Hospital Militar Central el 21 de octubre del 45, hijo de un coronel de Caballería también llamado Jorge Horacio Granada. Ingresó al Colegio Militar de la Nación a los 16 años en el 62. Revistó ya como jefe de sección en el 66, es decir, diez años antes de asumir las jefaturas de sección del Destacamento de Inteligencia ya estaba en ese cargo lo cual lo convierte en un oficial especializado en la tarea que luego iría a desarrollar acá y es un oficial que si uno revisa su legajo es sobresaliente durante toda su carrera en la especialidad de tiro, ha integrado selecciones incluso de las unidades donde revistaba.

En el año 74 una vez que tuvo el grado suficiente para entrar a la Escuela de Inteligencia se incorporó inmediatamente a realizar el curso de técnico en inteligencia. Las materias que curso en el Curso Nº10 que tiene como egreso el título de Técnico en Inteligencia es contrainteligencia, actividades especial de inteligencia, actividades psicológicas, información político social, infiltración ideológica totalitaria, técnicas especiales, criptografía y defensa personal. Esa es la especialización inicial de Granada en inteligencia. El curso lo aprobó con concepto de distinguido con 86 puntos sobre 100 y lo impartió Eusebio González Brea quien fue luego jefe de inteligencia del Operativo Independencia en Tucumán. Luego de egresar de ese curso en el 74 Granada tuvo primer destino en el Destacamento 181, como especialista de inteligencia fue su primer destino.

Luego el asiento del 15 de octubre del 75 dice que como teniente primero del Destacamento de Inteligencia, jefe de la Sección Actividades Psicológicas Secretas y ya figura en la parte superior de esa ficha de calificación que es teniente primero de Caballería con aptitud especial de inteligencia, ahí se incorporó el resultado de la capacitación específica en inteligencia.

Luego en el asiento que sigue el 1 de enero del 76 pasa a ser jefe de la Primera Sección Ejecución, siempre en el Destacamento de Inteligencia y continúo en el asiento de octubre del 76. Por ese período fue calificado como uno de los pocos sobresalientes para su grado por González, segundo jefe del destacamento y por el jefe de la unidad, Antonio Losardo, que vimos cuál era el ámbito de injerencia. Ellos eran los que emitían las órdenes que cumplía Jorge Granada.

Por el período que sigue los asientos dicen que como teniente primero siguió en octubre del 76 en esa sección, ascendió en diciembre del 76 al grado de capitán y continuaba en octubre del 77 como jefe de la Sección Ejecución. Por este período que ya abarca el 77 fue calificado por el segundo jefe de la unidad de inteligencia, Neil Blázquez y por el jefe de unidad Antonio Losardo que siguió siendo su jefe inmediato.

Luego, los asientos posteriores de sus destinos van en 77 continúa en el Destacamento de Inteligencia y continua su servicio en el destacamento de Inteligencia 201 en diciembre del 77 y pasa a Campo de Mayo ya a finales del 77. Pasó a revistar después de haber estado en Bahía Blanca al Batallón de Inteligencia 601 destinado a la central de reunión contrasubversiva y allí obviamente con comisiones en Guatemala, en Estados Unidos, obviamente no iba a ser quien ascendiera a un puesto de esa índole y con ese despliegue no iba a ser alguien improvisado y la única experiencia posible que pudiera haber tenido Granada en el ámbito de la lucha contra la subversión había sido en Bahía Blanca que había sido su único destino previo. Es decir, no hay modo de que un oficial que no haya tenido participación y actuación en la lucha contra la subversión llegue a la central contrasubversiva sin haber antes tenido experiencia y la única era la que había hecho en Bahía Blanca. Incluso en el 84 pasa a ser profesor militar en la escuela de inteligencia y la materia que impartía Granada era Ejercicio Destacamento que es justamente lo que se le imputa en este juicio.

Al ser indagado Granada dijo que realizaba tareas de reunión de información, que dedicaba sus jornadas laborales a leer diarios de Bahía Blanca de la región y también nacionales. Que recortaba noticias y esos recortes se los pasaba a la gente que trabajaba esas cosas, es decir, se perfiló como un oficial de manualidades prácticamente y hemos visto cual era su capacitación como su ámbito específico directamente abocado a la persecución, la tortura y la sistematización de la información arrancada en la tortura. Y admitió en la indagatoria haber hecho acción psicológica pero que solo llevaba al día los archivos y la documentación.

Luego dijo que él era consciente que todos los acusados de crímenes de lesa humanidad se refieren a la hipótesis de conflicto con Chile como centro de sus tareas y que eso puede dar la idea de que no había nadie en la lucha contra la subversión y luego de eso dijo que él se dedicaba al conflicto con chile y estableció toda una red de supuesto espionaje que él organizaba.

También evaluó que el Destacamento de Inteligencia no tenía medios para trabajar contra la subversión, hemos visto copiosa documentación que desmiente eso, y dice 'porque éramos tres oficiales Condal, Taffarel y yo'. Ahí establece, sin querer pero es valorable, la relevancia de los oficiales de ese destacamento que eran solamente tres.

También dijo Granada que las actividad contra la subversión la hacía el Comando V Cuerpo de Ejército y que el centro clandestino de detención era inaccesible para el personal del destacamento. Obviamente ahí se le preguntó sobre Cruciani quien era su subordinado y es referido continuamente en las torturas. Allí Granada dijo que Cruciani dependía de Losardo exclusivamente, que no ejerció nunca el cargo de encargado de la sección -la sección que estaba a cargo de Granada como jefe tenía como encargado a Cruciani pero Granada sostiene que eso nunca fue llevado a la práctica, obviamente no está comprobado más allá del intento de desincriminarse y consta en el legajo de Cruciani la calificación por el período en el cual coincidieron Cruciani como subalterno de Granada que era su jefe. Cuando se le preguntó por esa calificación dijo que si bien la suscribió, reconoció que lo calificó con la máxima puntuación, no tuvo posibilidad de evaluar esa calificación porque se le impuso, no dijo por quién ni con qué medios ni dio más explicaciones que esa que es absolutamente inverosímil. Y dijo que tuvo que aceptarla por tener baja jerarquía, lo cual no es cierto, y por no tener ningún elemento negativo de Cruciani.

Además ratificó en indagatoria su inocencia y que no le tocó luchar contra la subversión pero que dentro de sus límites éticos y morales no hubiera rehuido esa actividad. Ninguna de las afirmaciones que hizo en indagatoria son ciertas ya que quedó demostrado que el Destacamento de Inteligencia 181 tenía como misión primordial la lucha contra la subversión.

En primer término Granada tiene responsabilidad jerárquica propia porque era uno de los oficiales jefes del Destacamento de Inteligencia y tenía a cargo en ese entonces una de las jefaturas intermedias de esa cadena de mandos, específicamente la Sección ejecución y como tal fue uno de los eslabones imprescindibles para que la unidad que él integraba llevara a cabo su misión en lo que hace a la lucha contra la subversión. Y en esto, esa jefatura, el contenido que eso tiene surge del reglamento 16/5 llamado La Unidad de Inteligencia donde se establece cual es la misión de la sección que tenía Granada a cargo, y la misión de Sección Ejecución interior es desplegar actividades de contrainteligencia, censura militar y reunión de información. Y la reunión de información sabemos que en este ámbito implica la tortura y el espionaje sobre las víctimas. Entonces, a partir de esa reglamentación, como jefe de sección que ya implica su responsabilidad, fue además el conductor de la contrainteligencia y quien conducía desde el Destacamento de Inteligencia la reunión de información. Y ese aspecto de ser oficial jefe responsable de la reunión de información explica por qué Cruciani estaba destinado a la sección que él tenía a su cargo, la principal labor del interrogador, del torturador, es obtener la información y eso obviamente tenía que ser injerencia de quien tenía la responsabilidad de conducir los lineamientos esos que era obviamente su jefe, lo cual deja de ser una circunstancia ya relevante pero casual el destino de Cruciani a cargo del principal jefe de reunión de información. Es un hecho que se sigue de un modo reglamentario de organizar el destacamento de inteligencia en función de su principal misión que es la lucha contra la subversión.

También el reglamento 16/1 establece que esa reunión de información tendrá que desarrollarse sobre las personas privadas de libertad -sobre los secuestrados- que serán portadores de información que divulgarán en forma consciente o inconsciente a través de la interrogación. También establece en términos eufemísticos que la actividad principal será la tortura.

La integración de Granada dentro del Destacamento de Inteligencia quedó graficada que dependía de Losardo, de González y luego de Blázquez. Eso surge de su legajo y también fue notorio durante la indagatoria que Jorge Granada intentó responsabilizar a Adel Vilas como un descastado, como alguien que era alguien absolutamente fuera de sus cabales que tenía su propia ley dentro del Ejército y que llevaba a cabo Vilas la lucha contra la subversión. Esa afirmación ya fue refutada al inicio del alegato pero no solamente eso sino que hay documentación en la causa que documenta la estrecha relación de las órdenes de Vilas, las órdenes que emitía Vilas y cumplía Granada.

Hay un documento del 15 de marzo del 76 donde se grafica que Vilas había dado la orden de que toda la información de la lucha contra la subversión tenía que, en algún momento, llegar a su conocimiento. Y esta orden de centralizar la información la emitió también y abarcó a la policía que tenía jurisdicción sobre los terrenos ferroviarios o lo que se puede llegar a conocer como policía ferroviaria. Hubo a partir de eso un episodio en marzo del 76 donde uno de los agentes de esta policía con jurisdicción ferroviaria detecta el robo de armas y cumpliendo esa orden de Vilas, da aviso al Destacamento de Inteligencia por la razón de que ese hecho podría ser del ámbito subversivo.

Ahí tenemos en primer término que la orden que había dado Vilas implicaba que lo concerniente a los posibles hechos del ámbito subversivo eran comunicados en primer término al Destacamento de Inteligencia y esta vinculación entre las órdenes de Vilas y el cumplimiento de Granada queda graficado cuando, al recibir esa noticia, insisto que esta documentación está en la causa, se hacen presentes en los terrenos ferroviarios González - el segundo jefe del Destacamento de Inteligencia- y Granada. Cumpliendo entonces la orden que le había dado Vilas tanto al Destacamento de Inteligencia como a esa policía ferroviaria. Granada y González luego de intervenir ordenaron, consta en el acta, que se los mantenga informado sobre la investigación y que ellos se ocuparían de la comunicación o difusión de esa información en el plano militar. Esta afirmación desmiente la afirmación ya inverosímil que había hecho Granada no solamente de que el destacamento era ajeno sino que solo era responsabilidad de Vilas. La realidad documentada es que Vilas obviamente operaba en el plano de la lucha contra la subversión pero incluso el propio Granada cumplía esas órdenes de modo personal.

Paso ahora a documentación que grafica no solo la falta de ajenidad del destacamento sino la plena injerencia de Granada en la lucha contra la subversión. Este es un documento de febrero del 76 donde se comunica sobre pedidos de antecedentes, está dirigido a la sección información o sea dentro de la comunidad informativa y se le comunica al jefe de la sección inteligencia de información que las personas citadas en la misma no registran antecedentes. Es decir, Granada seguía con acceso a antecedentes ideológicos, judiciales o penales y respondía luego de haber accedido a los archivos de inteligencia. La firma de ese documento es de Jorge Horacio Granada teniente primero del Destacamento de Inteligencia 181.

Otro de los documentos estrictamente secretos, firmado por Jorge Horacio Granada, adjunta un informe relacionado con el posible accionar de la OPM Montoneros. Eso también es la prueba concluyente de que el ámbito en el cual se ocupaba la función pública Granada era el de la lucha contra la subversión y no Chile como él intentó decir en la declaración indagatoria. En el asunto de ese documento firmado por Granada está el desarrollo propio que hace él sobre el posible accionar de la OPM Montoneros. Y suscribe Granada: "Existen indicios de la realización dentro del corto plazo por parte de un operativo de esta OPM que pretende tener carácter de espectacular". Evalúa el blanco elegido que pertenecería a las fuerzas armadas y recomiendo Granada que se adopten las máximas medidas de seguridad. Luego requiere que de obtenerse información se ponga en conocimiento del Destacamento de Inteligencia como así también del desplazamiento de personal subversivo en la jurisdicción, entrada o salida de material explosivo. Y el origen de esa información que Granada luego distribuye como parte de su función en la Jefatura II de Inteligencia del Comando General del Ejército. Ahí tenemos su ubicación dentro del esquema de la lucha contra la subversión y no solo en acciones ya ocurridas sino planificando la prevención o captación de información de acciones que podrían llegar a ocurrir. Eso evidencia un manejo de información, la capacidad de coordinación con otras fuerzas, la circulación de información, la recepción por parte del comando General del Ejército de esas órdenes y todo en el marco de la lucha contra la subversión.

Además de esa responsabilidad directa, obviamente el principal subalterno de Granada fue Santiago Cruciani, quien se desempeñó como uno de los jefes del centro clandestino de detención con el alias de "el Tío". No solo fue el subalterno sino que fue el encargado de la sección y fue calificado por Granada.

Vemos en imagen que el legajo de Cruciani, sargento ayudante baqueano auxiliar de inteligencia. En comisión en primer término en el Operativo Independencia en octubre del 75, luego destinado al Destacamento de Inteligencia 181 encargado de la primera sección Ejecución que estaba a cargo por entonces de Jorge Granada. Y esto está confirmado con el asiento de la calificación en el cual Granada como jefe de la primera sección Ejecución lo califica por el desempeño de Cruciani durante diez meses en el destacamento con el puntaje de 100. Nuevamente al igual que ocurre con Tejada respecto de las conductas de Corres, lo propio ocurre con Granada respecto de Cruciani, fue mencionado por innumerable cantidad de víctimas con su alias, intervino en casos de ejecución de operativos directamente como el caso del traslado de José Luis Gon desde Misiones hacia el centro clandestino de Bahía Blanca y luego, los asiento posteriores del legajo de Cruciani, incluso hasta octubre del 77 continuaba en la Sección Comando y Servicio como encargado de destacamento y fue por ese asiento calificado por el jefe de la primera Sección Ejecución por otros dos meses, por Jorge Horacio Granada, capitán por entonces, con la máxima puntuación.

A partir de esta documentación, la pretensión de Granada de que Cruciani no integraba la cadena de mandos queda desvirtuada y documentado lo contrario que integró la cadena de mandos, que él tenía una superioridad típicamente militar que importa la capacidad de impartir órdenes y que también tiene correlato en la capacidad de Granada, el grado y la capacitación que tenía, que obviamente excedía la del suboficial Cruciani.

En cuanto a la supuesta imposición de la calificación es considerada absurda directamente, es un intento de coartada que no va a tener ningún efecto y hay un detalle en su legajo. Granada en el año 69 tiene sanciones por no entregar las calificaciones de sus subordinados, es decir, la irregularidad en las calificaciones es sancionada por el propio Ejército y Granada específicamente había sido sancionado años antes por eso. Ahora en el año 76 ni en el 77 tiene ninguna sanción por haber calificado a quien no tenía a cargo según sus palabras. Esto es el correlato de que sí estaba a su cargo y que si lo consideró el más sobresaliente de su grado por las condiciones personales y profesionales fue porque consideraba que esa función ilegal que cumplía permanentemente eran parte del cumplimiento de sus órdenes.

Es relevante también la aptitud general de inteligencia como fue dicho y no solo fue uno de los tres oficiales a cargo de las secciones sino que también es el único oficial que tenía otros oficiales a cargo, entre ellos, Norberto Condal que también tenía aptitud general de inteligencia y que se desempeñó en la misma sección entre diciembre del 75 hasta octubre del 76. También es relevante los destinos posteriores de Granada: estuvo en la central de reuniones del Batallón 601. Y luego también es relevante su actuación en la causa de Contraofensiva en el año 1980. Granada volvió a Bahía Blanca a mediados de los ochenta ya en el Departamento II de Inteligencia. Tiene sanciones por sus relaciones personales de amistad y económico financieras con un procesado por la importación y exportación a Tierra del Fuego en lo que se conoce como Ilícitos del Sur. Y Granada también estuvo con posterioridad entre los complotados contra el gobierno democrático de Raúl Alfonsín, al punto que su actuación determinó la imposición de un estado de sitio en todo el país, al tiempo que años después el auxilio que le dio Patti para mantenerse prófugo de la justicia le valió a este un procesamiento. Ese es el ámbito en el cual se ha comportado continuamente como oficial de inteligencia Jorge Horacio Granada. Es uno de los oficiales especialista en prácticas del Terrorismo de Estado que no ha dudado, luego de consumar estos hechos, en hacer temblar el sistema democrático determinando remedios excepcionales de la Constitución para encauzar los descalabros institucionales que él y el resto de complotados había determinado y conforma obviamente ahora en juzgamiento tras tantos años de impunidad una de las rémoras dictatoriales de la democracia. Por eso y por todos los fundamentos ya expresados se pedirá su condena tanto por la coautoría criminal desde su jefatura como por la autoría mediata y directa por la responsabilidad que tuvo desde su actividad de inteligencia desplegada en el marco del plan criminal por el cual está acusado en los secuestros, cautiverios, torturas, muertes, desapariciones, también en la sustracción y ocultamiento de menores, todo ocurrido en el centro clandestino del cual era responsable directo.

Paso a desarrollar ahora la responsabilidad de Carlos Alberto Taffarel, coronel retirado del Ejército Argentino, su detención fue solicitada en 2008 por la Fiscalía, luego permaneció prófugo cinco meses y fue hallado por Interpol en abril del 2009. Su trayectoria militar, lo que es relevante a estos fines, ingresó en la Escuela de Inteligencia en el 74 como teniente primero. En diciembre del 75 aprobó el curso 5 de técnico en inteligencia con un concepto final de sobresaliente. Ahí vemos el asiento de su legajo donde tiene el curso de técnico en inteligencia con un merito de cinco entre dieciocho. Y el 26 de diciembre del 75 es dado de alta en su nuevo destino el Destacamento de Inteligencia 181. Fue, desde el 27 de diciembre del 75 jefe de la sección Actividades Psicológicas Secretas y calificado por ese periodo también por los jefes Scarnatti Almada, González y Losardo, siempre con calificación perfecta de cien puntos.

Allí vemos que en el 76 seguía siendo el jefe de Actividades Psicológicas secretas, ascendió a capitán en diciembre del 76 y en el 77 sigue ejerciendo la misma jefatura. Esto continuó durante varios años así, incluso hasta fines del 78.

Las calificaciones siempre son por su desempeño en el Destacamento de Inteligencia, es considerado uno de los pocos sobresalientes para su grado y terminó su carrera en el 98 como subjefe de Inteligencia del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.

En su indagatoria dijo que el organigrama del Destacamento que es uno de los elementos que determina su responsabilidad jerárquica plena se armaba en casos de operaciones militares. Es decir, planteó que el Destacamento tenía una actuación inorgánica si no había operaciones. Y como no había operaciones, él se ocupada de registro y archivo. Cabe también preguntarse por qué esa actividad se llama inteligencia dado que los pretextos que dan son absolutamente absurdos. Tanto Granada que decía que hacía manualidades como este oficial Taffarel que dice que llevaba un registro ordenado porque no había nada que hacer en el Destacamento de Inteligencia.

Dijo que hacía registro, archivo y microfilmación y que el encargado de su sección era Aguirre lo cual es relevante dado que Aguirre durante el periodo que estuvo a su cargo consumó secuestros y tormentos sobre Isabel Tripodi y José Luis Gon, que archivaba información como siempre es dicho por los oficiales de inteligencia sobre el marco regional de Chile. No hay documentación sobre eso, incluso en la que fue secuestrada hay una actuación constante en la lucha contra la subversión, y que sus superiores eran González y Losardo.

Después dijo que se abocó seis meses a estudiar la seguridad de la nueva propiedad donde funcionó el Destacamento. Eso no solo es absurdo sino que hay documentación que dan cuenta de que la nueva sede del Destacamento de Inteligencia fue comprada a una empresa en condiciones favorables y que provenía de un reconocido abogado local que a partir de 1976 había colaborado con la misión del Ejército. Ese documento de inteligencia se refiere al abogado Perramón Pierson. Esta documentación habla de que era innecesario estudiar seis meses la seguridad posible de este Destacamento cuando esta la documentación que habla de que fue una operación hecha en condiciones favorables y que en ese destacamento había funcionado el estudio de Perramón Pierson.

Después dijo Taffarel que durante 33 años no había sido acusado por estos temas ni figuraba en una lista de represores en el país ni en el extranjero. Eso obviamente lejos de ser una descripción es producto de la impunidad de estos autores. Por eso lo que fue ya indicado de que estos juicios restituyen no solo la dignidad de las víctimas y los testigos sino que restituyen la verdad a las biografías de estas personas.

Respecto de la actuación del Destacamento dijo que no conocía que el Destacamento de Inteligencia participara en la lucha contra la subversión, hemos visto que sí. Respecto a Cruciani dijo que lo conoció pero que estaba en comisión en el V Cuerpo de Ejército. No hay ninguna prueba documentada de esa supuesta comisión.

Sobre La Escuelita, sobre el centro clandestino, Taffarel dijo "se comentaba la existencia de ese lugar". Nada más que eso. E insistió en que el Destacamento se ocupaba de la cuestión limítrofe con Chile.

Las referencias que ha dado Taffarel deben ser tratadas, se trata de su versión de los hechos ante la imputación del contenido de este juicio y veremos documentación, por ejemplo, el primer documento de febrero del 77 que tenía por objeto solicitar antecedentes, está dirigido a una sección de inteligencia donde se solicita se remitan al Destacamento de Inteligencia antecedentes de personas que él adjuntaba en una nómina adjunta. Estos antecedentes eran solicitados por Carlos Alberto Taffarel capitán del Destacamento de Inteligencia. Y abarcaba no solo el pedido hacia la Prefectura sino también a la Base Naval Puerto Belgrano, a la policía, a la Dipba y se archivaba también en el propio Destacamento de Inteligencia.

Otro de los pedidos que formulaba Taffarel desde su función inteligencia era solicitar los antecedentes que se posean de las personas que él incluía en una lista. Esto es del 28 de febrero del 77 y en esa lista es posible ver, Taffarel pide antecedentes sobre Bachini, uno de los profesores de la Universidad Nacional del Sur, entre otros sobre Daniel Mara, actual camarista de Mar del Plata en la materia administrativa. Y lo que resulta más relevante a los fines de esta causa sobre Bonfiglio, hijo de un suboficial del Hospital Militar muerto en un falso enfrentamiento, desaparecido un tiempo y luego presentado como parte de una acción psicológica.

La presencia de Bonfiglio en este pedido de antecedentes que hace Taffarel es relevante porque Bonfiglio era compañero de militancia de Héctor González y ya desde 1975 la inteligencia lo ubica en militancia junto con María Angélica Ferrari, Mabel Tejerina, la mujer que fue secuestrada junto con Sotuyo y luego torturada por Páez, y la valoración de ese pedido de antecedentes, luego de ese pedido que firma Taffarel, Bonfiglio fue secuestrado, estuvo en La Escuelita, el propio González que lo conocía escuchó hablar al guardia de él y poco tiempo después en julio del 77 fue fusilado en Temperley. Obviamente toda esa actividad que despliega la actividad de Taffarel está lejos de ser una mera tarea de archivo, era una tarea directamente relacionada con la actuación clandestina del Ejército y determinaba los resultados que hemos visto. Si uno analiza cómo siguió ese hecho, fue presentado como un intento de copamiento de la comisaría 3. Es presentado por medio de una operación psicológica, eso es una explicación posible de porqué Taffarel intervino en ese caso y es que terminó siendo un caso que presentó dentro de su especialidad que era el montaje de esos supuestos enfrentamientos. Es responsable pleno de cada una de esas actividades.

También tiene Taffarel responsabilidad jerárquica como jefe de sección y eslabón intermedio de las jefaturas. Y responsable de los falsos enfrentamientos, de la aplicación de la modalidad propia de la acción psicológica como el propio Vilas explicó que necesitaban dar sobre la sociedad la sensación de que había una guerra y que esa guerra se iba ganado. Eso lo único como propio, y también está en los reglamentos, que es montaje de acción psicológica y se ejecutó durante el periodo en que estuvo Taffarel respecto a Fernando Jara, los cuatro fusilados de Catriel, Hidalgo, Souto, Peralta, Garralda, Rivera, Del Río, Lorenzo, cada uno de los hechos fueron presentados de ese modo. También Ilacqua, Lofvall, Iannarelli, Cereijo, Frers, Ferrari.

El elemento que los reglamentos definen de acción psicológica dicen "la misión del elemento de actividades psicológicas es ejecutar las acciones psicológicas secretas que emanen de los planes". El elemento era Taffarel, durante buena parte de la dictadura militar fue en el Destacamento de Inteligencia Taffarel el elemento jefe de esa material. El plan seguía siendo el mismo por el cual está acusado que es haber implementado el aniquilamiento de personas y como jefe tenía la facultad reglamentaria de proponer cada una de las facultades que el reglamento le da.

Y en esta actividad psicológica secreta, si uno analiza la modalidad en que se desarrollaba, hay un primer objetivo que es la impunidad, una coartada, decir que fue la acción del Ejército fusilando personas fue una defensa del ataque supuesto de las víctimas. Y tiene como supuesto que habría dos bandos enfrentándose. Y hay una que es creo lo que define la acción psicológica secreta, una combinación entre el amedrentamiento social por un lado, es decir las calles son peligrosas y hay peligrosos subversivos sueltos, y la búsqueda de consenso por el otro cuando el Ejército se presenta como vencedor y dominador de esos hechos. Ambos términos, primero el miedo que infundía la acción psicológica a la población y luego la captación de esa adhesión a la que estaba destinada, que simplemente la población se refugie en el accionar del Ejército, está compatibilizado con el terror que generaba la propia actividad del Ejército. Que podría haber hecho como lo hizo desaparecer a las personas pero necesitaban que las muertes que ese terror producía sea tangible, que en las esquinas de Bahía Blanca haya cadáveres, que haya muertos. Tiempo después graficará con insuperable potencial expresivo Néstor Perlongher en su texto Hay cadáveres. Lo que la actividad de Taffarel graficó cada uno de esos párrafos que luego Perlongher en otro plano de expresión artístico logró plasmar y expresar lo que fue la actividad psicológica secreta en Bahía Blanca.

Esa es una combinación de amedrentamiento y sospecha quizás otra de las manifestaciones por excelencia del terrorismo de Estado ejecutada por Taffarel como jefe de Acción Psicológica.

Aparte de su responsabilidad directa desde esa jefatura, tiene responsabilidad por los hechos de sus subordinados. A órdenes de Taffarel por ejemplo estaba el fotógrafo de La Escuelita Héctor Calzetta, que fue reconocido por Susana Martínez. También Víctor Aguirre que fue luego encargado de la sección. Taffarel fue quien por tenerlo a cargo impartió las órdenes por la cual Aguirre aparece en Misiones secuestrando a José Luis Gon y trasladando junto con Cruciani a Gon y a Isabel Tripodi a La Escuelita. Eso implicó luego años de cautiverio. Esa comisión está en el legajo pero no está ese contenido, el contenido de la misión que le había determinado Taffarel a Aguirre está determinado por el relato de cada una de esas víctimas. Y es responsabilidad y se le pedirá condena al final del alegato por haber consumado las conductas descriptas como jefe de Sección de Actividades Psicológicas Secretas del Destacamento de Inteligencia, lo cual implica su responsabilidad jerárquica, la responsabilidad de cada uno de sus subordinados y en la ubicación de emisión y transmisión de ordenes ilegales que lo hacen responsable de la totalidad de los hechos imputados. Cada una de esas acciones psicológicas es responsabilidad directa de Taffarel que tenía como recurso, también Granada había sido jefe de esa sección, el recurso de esa sección que tenía a cargo tenía como preeminencia la muerte y la presentación social de esa muerte de un modo que impactara en la población.

Paso ahora a desarrollar la responsabilidad de Norberto Condal, oficial del Ejército Argentino. Ya se explicó en los desarrollos anteriores cual fue la responsabilidad del Destacamento de Inteligencia y del Departamento II en la lucha contra la subversión. Y Condal es quien no pudo decir que era la otra unidad la que tenía injerencia como pudieron decir el resto de los acusados sin mucho sustento. Condal no pudo decirlo porque estuvo en los dos destinos. Egresó del Colegio Militar en el 66, estuvo en primer término destinado a Comunicaciones. En diciembre del 74, como vemos en su legajo ingresó a la Escuela de Inteligencia y allí obtuvo el título de técnico en inteligencia 5, dictado en la Escuela de Inteligencia. A partir de allí como oficial ya con aptitud especial de inteligencia fue destinado al Destacamento 181 lo cual confirma que era personal especializado el que revistaba en esos destinos. Arriba del legajo se ve que es teniente primero de comunicaciones y se aclara que tiene aptitud especial de inteligencia. Allí se establece que el 23 del 12 del 75 es su llegada a Bahía Blanca. El alta es del 26 e incluso en octubre del 76 se establece que continua en la primera sección Ejecución.

Por este desempeño, si bien estaba dentro de la sección Ejecución la calificación de su legajo da cuenta de que no estaba sujeto a ninguna de las secciones sino que dependía directamente de las jefaturas y de las segundas jefaturas. Quienes lo califican son el segundo jefe y el jefe. Esto por octubre del 76. Y luego si vamos las hojas que siguen de su legajo se establece que parte en comisión al V Cuerpo de Ejército Departamento II Inteligencia. Una vez que está en ese destino asciende y continúa en comisión en octubre del 77.

El regreso de esa comisión en el Departamento II se da recién en el año 78 cuando pasa a desempeñarse, sigue ascendiendo en su carrera, como jefe de la segunda sección Ejecución, que ya fue descripto cuál fue su ámbito de injerencia. La calificación por estos periodos en el Departamento de Inteligencia es de Walter Tejada quien en indagatoria decía que no tenía nadie a cargo, acá vemos que tenía oficiales incluso con aptitud especial de inteligencia a los que transmitía órdenes. Y también Mario Álvarez.

Luego de su periodo en Bahía Blanca pasó a ser jefe de la sección inteligencia en Campo de Mayo. También destaco que en el 2009 Norberto Condal fue condenado por realizar espionaje en una causa donde se investigaba la apropiación de bebés en centros clandestinos de la dictadura en Córdoba. Esto en el 2009.

En declaración indagatoria el imputado negó cada una de las acusaciones. Su indagatoria es un listado de negativas. Negó haber actuado en la lucha contra la subversión, haber pertenecido al comando de subzona, negó haber tenido capacitad técnica en inteligencia. Negó haber conocido a Corres o que el Departamento de Inteligencia participara en la lucha contra la subversión, lo cual ya ha sido comprobado. Negó que el Destacamento 181 participara en la lucha contra la subversión, también comprobado. Dijo no saber que había personas perseguidas, detenidas, ni cualquier otra actividad y llegó a negar la existencia de centros clandestinos en Bahía Blanca. Lo único que afirmó es que se dedicaba al conflicto con Chile.

El acto de negar obviamente es el modo más elemental, incluso infantil de buscar impunidad, es simplemente la negación ante la acusación, ni siquiera asume la labor de elaborar una versión alternativa de los hechos. No pasó Condal de ese estadio de simplemente negar y su único elemento para buscar la impunidad ha sido la negación de la acusación en cada una de las instancias. Incluso hasta que tenía capacidad técnica está documentado por documentación que ha mandado el propio Ejército a la causa.

La responsabilidad en los hechos surge a partir de su integración al Destacamento de Inteligencia 181 que tenía plena participación en la lucha contra la subversión, circunstancia que ya damos por probada a partir de la actuación de Losardo, Cruciani, González, Granada, Taffarel, el fotógrafo Calzetta. Incluso desmiente esta afirmación una documentación relacionada con el caso Bombara. En la indagatoria Condal pidió que no se lo impute por este hecho porque era anterior a su llegada, vimos que no, que el 26 de diciembre del 75 ya estaba en funciones en el destacamento. No solo eso, sino que respecto del caso Bombara hay una documentación donde un comisario mayor González dice "líbrese oficio al señor jefe del Departamento de Inteligencia 181 solicitándose el envío del documento de identidad correspondiente a Bombara". Esto es del 3 de enero del 76. Eso prueba que el documento de esta persona secuestrada por entonces, desaparecida, estaba en el Destacamento de Inteligencia y hay una constancia policial de la instrucción que dice que se deja constancia que el mismo 3 de enero se recibe del Departamento de Inteligencia 181 el documento de identidad de Daniel José Bombara. Es decir, este caso que Condal a pedido que no se lo impute porque no abarca su periodo, sino que se puede comprobar como un ejemplo de la actuación de la unidad donde revistaba como uno de los pocos oficiales que tuvo injerencia en ese hecho.

La responsabilidad también de Condal debe ser analizada en función de la actividad que todo el Destacamento desplegó mientras él estuvo entre sus oficiales y la actividad de inteligencia de este destacamento está ya probada y también la asignación de todos los recursos personales, más aun de todos los que tenían aptitud especial para esta función, lo cual la calidad distintiva de dos de los acusados para estas tareas, Condal y Granada.

La documentación de inteligencia, para ser breve, confirma esta hipótesis de acusación de que Condal se dedicaba a la lucha contra la subversión, a perseguir víctimas y luego a cada una de las labores del Destacamento de Inteligencia. Esa una documentación de febrero del 76 donde comunica que las personas citadas, responde un pedido de antecedentes, y luego de cotejar esos antecedentes, de acceder a los ficheros del destacamento, dice que no hay antecedentes ideológicos, judiciales y penales en la unidad. Es decir, tenía acceso a cada una de las informaciones lo cual estaba lejos de ser una tarea propia del ámbito internacional como él pretende decir. Ese documento está firmado por Norberto Condal, teniente primero. Tenía capacidad para responder pedidos de antecedentes, disponer que se recolectaran, acceder a los archivos y representar en esas respuestas a todo el destacamento ante la Prefectura por ejemplo.

Hay en esos documentos una valoración, se habla de que los antecedentes son o no favorables, hablan de que no son favorables y el concepto fundamental de esa valoración, en función de lo que se valoraba en toda la actividad de inteligencia y también en la actividad de Condal, el concepto esencial para determinar si algo es poco, mucho o nada favorable es el concepto de enemigo sobre lo cual operaba toda la fuerza represiva.

También destaco que él no puso como dijo ante el juez que no era su ámbito sino que lo respondió como parte de su ámbito. Se trata entonces de una actividad propia de ese destacamento que en ese caso cumplió Norberto Condal.

Por otra parte, durante su periodo en el Departamento de Inteligencia Condal negó que el departamento participara en la lucha contra la subversión, eso ya fue refutado por la actividad de Álvarez, de Tejada, de Sosa, de Sierra, de Corres y el propio Condal, quienes tenían como ámbito exclusivo de actuación la lucha contra la subversión. Fue también uno de los pocos oficiales con intervención directa en los hechos por los cuales está acusado.

Aquí nuevamente hago referencia al documento en que González Chipont solicita que se lo ascienda y en el que ofrece como aval de las eliminaciones que habría consumado desde el Departamento II Inteligencia a Condal, por ejemplo, detalla González Chipont el enfrentamiento y aniquilamiento de Ricardo del Río, alias Cacho, delincuente subversivo, miliciano del departamento II de Montoneros, dice González Chipont. Y ese enfrentamiento y aniquilamiento González Chipont dice que puede ser avalado por el jefe del Departamento II Inteligencia Aldo Álvarez y Norberto Condal. Lo ofrece ante la máxima jerarquía militar a Condal como aval de esa eliminación supuestamente presentada como enfrentamiento. Y también lo ofrece como aval del aniquilamiento de Patricia Acevedo, alias Pato. Y también de María Graciela Izurieta a quien González Chipont ubica en el frente estudiantil Montoneros y que fue aniquilada, por lo que dice González Chipont, por el Departamento II Inteligencia, el propio González Chipont, Álvarez y Condal también mencionados como aval de esos aniquilamientos.

La pregunta es a partir de qué, si se dedicaba al conflicto internacional con Chile, Condal estaría en condiciones de avalar esos hechos. Obviamente no es como testigo sino porque se trataba de un oficial plenamente operativo y que ha tenido intervención directa en cada uno de los hechos por los que está acusado. recordemos que según el mismo Tejada había poco personal en el Departamento II entonces se torna mucho más absurdo que se haya prescindido en una dependencia con poco personal del oficial con aptitud especial de inteligencia lo cual lo corrobora ese ofrecimiento como aval ante las máximas jerarquías militares.

Paso ahora a otro de los documentos del caso Bossi donde la documentación de ese caso tiene por fuente la comunidad informativa, es de abril del 77, abarca la actividad de Condal en el Departamento II. El asunto es jefatura de Montoneros de esta ciudad, se habla de que la comunidad informativa tiene información sobre Montoneros. Y están buscando a uno de los jefes, que la inteligencia ubica como jefes, que se mueve en una citroneta con chapa de Capital Federal y también a veces se moviliza en una bicicleta aurorita colora amarilla. Se presume que el nombre sería Godofredo Fernández, alias Fernando. Y se agrega una copia del cuadro demostrativo de la probable organización del destacamento II Montoneros en Bahía Blanca.

Esto origina una orden de reunión en el Departamento II como ya hemos visto que era departamento destino de Condal, es decir que no era ajeno a estos hechos, y ahí se vuelve a describir a la persona que perseguían. Tendría entre 25 a 28 años, cabello castaño tirado hacia atrás, muy peligroso, anda en una bicicleta. Y luego describen la organización que el Departamento II Inteligencia hacia de la supuesta organización de Montoneros. Eso también da cuenta de la actividad del Departamento en mucho de los casos que están en juzgamiento. Allí se ubican tanto por los alias que la inteligencia le atribuía a Cuesta, a Monje, a Bonfiglio, a Héctor González, a Lofvall, Yotti, Cereijo, Iannarelli, Ferrari. Y ponen como jefe al alias Fernando que era a quien buscaban desesperadamente como quedó demostrado en la documentación en el periodo en el cual Condal revistaba en ese departamento.

Luego de ese organigrama hay un nuevo memorándum del 10 de mayo del 77, la fuente es la comunidad informativa y allí llegan a la conclusión de que el alias que buscaban sería Alejandro Bossi quien a partir de esta conclusión del Departamento II sería secuestrado junto con su pareja. A partir de la persecución que inicia el Departamento II van armando los vínculos que ellos suponían, dan con la identidad y luego operan sobre él y lo desaparecen. Esa es la consecuencia de la conducta del Departamento II Inteligencia.

En este caso la mujer, sus restos, fueron identificados pero Bossi sigue desaparecido. Esa es la actividad que el Departamento II con Condal como oficial con aptitud especial de inteligencia desempeñaban.

Se pedirá entonces su condena como responsable por su desempeño como oficial de inteligencia tanto en el Destacamento de Inteligencia 181 dentro de la primera sección Ejecución a cargo de Granada por entonces, tanto por su desempeño como oficial de inteligencia en el Departamento II del Estado Mayor del V Cuerpo lo cual incluirá la coautoría de los hechos en los cuales fue ofrecido como aval a partir de haber sido responsabilidad de su operatoria en los caso de Del Río, Rivera, las hermanas Izurieta, Cesar Giordano, Gustavo Yotti, Elena Romero y Patricia Acevedo.

Esta responsabilidad de inteligencia fue obviamente la que signó toda la actividad operativa. Es la actividad que subyace antes de cada uno de los hechos y luego, una vez que ese blanco está fijado, el oficial de inteligencia, los agentes de inteligencia - en el caso de Cruciani era suboficial o Corres oficial, cualquiera de ellos, volvían a aparecer luego de haber fijado los blancos en las sesiones de tortura. Luego arrancaban información y así volvía a funcionar la máquina de matar que ha sido el Ejército en esos años.

La falta de mención de los nombres reales de estos oficiales al cabo de todo el juicio no es una circunstancia que haya sido llamativa para la Fiscalía dado que toda la actuación de estas personas ha sido con nombres supuestos o en la clandestinidad absoluta. Es parte del objetivo que tiene la especialidad de inteligencia, no ser identificado por sus nombres reales y al respecto, Hannah Arendt ha establecido cual es la clave y por qué esa actuación de estamentos enteros, sobre todo de inteligencia, en el ámbito absolutamente secreto y sin que se conozcan los nombres salvo por reconstrucciones documentales de los responsables de cada una de estas actividades.

Hannah Arendt dice "cuanto más visibles son los órganos de gobierno menor es su poder. Cuanto menos se conoce una institución más poderosa resulta ser en definitiva. El poder auténtico -esto es plenamente aplicable a la inteligencia- comienza donde empieza el secreto".

Las torturas entonces, son producto de la inteligencia. Ese era el método, los interrogatorios eran la práctica de la inteligencia, los cautiverios fueron el sustrato de la inteligencia militar. La información que arrancaban era su objetivo. El cálculo de la disposición final era parte de sus evaluaciones y también las desapariciones y las muertes fueron planificadas y evaluadas en términos de inteligencia.

El personal de inteligencia, y esto es válido para los cuatro acusados, fue el que le dio las circunstancias a cada uno de los hechos. La decisión de matar ya estaba, eso fue dejado en claro al inicio del alegato, lo que faltaba era el modo, el tiempo y el lugar. El cuándo, el dónde, el cómo y a quién matar, sobre quién operar fue lo que determinó la actividad de estos cuatro oficiales de inteligencia sobre los cuales se pedirá su condena.

Antes de continuar solicito el otorgamiento de un breve cuarto intermedio a fin de acomodar la documentación de los casos siguiente.

Juez Jorge Ferro: En razón de la hora señor fiscal vamos a hacer un cuarto intermedio de diez minutos.

(Cuarto intermedio).

Juez Jorge Ferro: Señor fiscal, puede continuar.

Fiscal Abel Córdoba: Muchas gracias, continúo la responsabilidad de Mario Carlos Antonio Méndez. Es un oficial retirado del Ejército Argentino, nació el 8 de marzo de 1953 en Río Cuarto Córdoba. Egresó del Colegio Militar en diciembre del 74 en la promoción 105 y el primer destino que tuvo fue el regimiento de infantería 25 de Colonia Sarmiento, allí ya fue jefe de sección. El 22 de noviembre del 75, vemos en el legajo, llegó en comisión al V Cuerpo de Ejército. Estos arribos en comisión fueron explicados por uno de los comandantes que ante la inminencia de dar el golpe de Estado inició una especie de gira por diferentes unidades del interior del V Cuerpo y allí reclutó a diferentes oficiales jóvenes, subtenientes todos ellos que luego vienen comisionados para la lucha contra la subversión a Bahía Blanca. Concretamente al V Cuerpo de Ejército y se alojaban todos ellos en la Casa de Huéspedes. Estoy hablando de que esa selección que hizo el comandante en el año 75 de los diferentes oficiales de los regimientos del interior del V Cuerpo fue comisionando a estos oficiales jóvenes para lo que ellos llamaban la lucha contra la subversión. Es así cuando llegan Mario Méndez, Jorge Aníbal Masson, Mario Casela, O'Donnell, Sosa, cada uno de los oficiales jóvenes, subtenientes, operativos fueron seleccionados en esa especie de gira y luego destinados aquí en Bahía blanca al ámbito operativo de la lucha contra la subversión.

Este arribo de Méndez a fines del 75 también da cuenta de que el golpe de Estado no fue algo abrupto sino que era parte de la planificación y mientras se iba elaborando se iban adecuando las estructuras orgánicas y la conformación de los diferentes grupos operativos en el interior del V Cuerpo. Fue calificado por el periodo 75/76 por el ayudante general del V Cuerpo de Ejército y por el jefe de la compañía Comando y Servicio. Por el periodo 76/77 continuó en comisión también en octubre del 76 que es cuando se hacen estos asientos y fue por ese periodo calificado por el jefe de la compañía Comando y Servicio, por el segundo jefe del Departamento III Operaciones coronel Eloy Martí n y por el jefe de Estado Mayor el general Abel Teodoro Catuzzi.

Es relevante que en este período Mario Méndez fue sancionado siendo subteniente por proceder desconsideradamente contra un soldado evidenciando una falta de autocontrol para el ejercicio de sus funciones, esto es absolutamente compatible con el perfil que han hecho de él quienes recuerdan su presencia en el V Cuerpo y también con los hechos que ha ejecutado.

En las calificaciones del 76 fue considerado como uno de los pocos sobresalientes para su grado con cien puntos sobre cien y en el periodo 76/77 como sumamente eficiente para este grado ya que tenía esta sanción y le bajaron el ítem de carácter y competencia para el mando. Por lo demás los jefes que lo tuvieron a cargo no tuvieron objeciones en ninguna de las actividades que cumplió Méndez en el ámbito del terrorismo de Estado.

Al prestar declaración indagatoria ante el tribunal Méndez se explayó dando diferentes versiones sobre los hechos. Sobre el doble homicidio de Fitz Roy 137 dijo que se sorprendió con la versión de los hechos que dio el testigo Félix Julián, dijo que él como militar profesional no podría haberle contado detalles de operaciones por el secreto profesional de su actividad. Esto está refutado por los innumerables testimonios que hablan de la locuacidad de Méndez y el entusiasmo que tenía al otro día que ejecutaba estos hechos. Recordó que en ese hecho estaba asignado a controlar las avenidas de circulación cercanas al edificio y que salió del comando rumbo a esa operación a órdenes del teniente Casela. Dijo que era un rejuntado de gente, entre 15 y 20 personas porque era un día feriado de noviembre y que él había estado de franco. Luego dijo que el operativo fue entre las 21:30 y 22 horas, corrobora esto el inicio de la operación contra esas dos víctimas y que hubo personal militar que llegó antes que él y que se habían tiroteado con los moradores del edificio. Esta es la versión que da Méndez de los hechos.

Dijo que hubo una explosión, que un oficial subió una escalera y que no se pudo llegar al cuarto piso. Que él llegó solamente hasta el primer piso. Dijo que pudo haber sido una granada que explotó, después dijo que quizás era una trampa cazabobos y que recordó un intercambio de disparos de ametralladora, pistolas, fusiles y entre seis y ocho explosiones. Dijo que nunca llegó al lugar donde ocurrió el problema. Admitió que si el Ejército fue al edificio era porque había una tarea previa de inteligencia para buscar algo. Por último salió de escena de su propio relato diciendo que se retiró con un oficial herido y nunca más preguntó nada ni se enteró de lo que allí había pasado. Después dijo que él fue quien había trasladado elementos hacia el arsenal de Pigüé en un cajón precintado con metal. Dijo que el único superior que vio en ese lugar fue a Ibarra. Luego fue dando más detalles de ese hecho. En su versión dijo que había militares que cumplían funciones de vigilancia.

Sobre el homicidio de Patricia Acevedo dijo que fue convocado para ir con la Agrupación Tropa para integrar un cerco perimetral, nunca llega a los hechos siempre queda en las adyacencias de las operaciones que luego lo tienen como protagonista en el relato de otros testigos y que el comandante Azpitarte le había ordenado ir en apoyo. Que fueron varios vehículos y que él tuvo que ocupar la parte posterior de la vivienda y que cuando estaba ubicado en la vereda, cerca de unos árboles, estalló una bomba que lo hirió gravemente y fue trasladado al Hospital Militar Central. Dijo que la bomba había sido arrojada por la gente que estaba en la casa y que tiempo después supo que ahí había muerto Patricia Acevedo. Negó conocer las circunstancias de secuestro y las torturas de Carlos Principi que fueron el antecedente necesario de que llegaran a dar con Patricia Acevedo y la aniquilara donde la encontró.

Sobre el caso ENET donde él fue reconocido por una de las víctimas llevando a cabo el operativo de traslado de un centro clandestino a otro de esos seis adolescentes negó haber participado, haber recibido órdenes, haber ido, negó cualquier participación y dijo que por su grado no pudo haber hecho eso. Esto está desmentido con innumerables constancias donde le grado de subteniente era más que suficiente para estar a cargo de operativos de esa índole en cualquier momento y lugar de la ciudad. Dijo incluso que desconocía el hecho.

Se le preguntó obviamente por qué había sido condecorado por esos hechos si su participación había suido en las adyacencias y casi pasivo. Dijo que él no se había propuesto para las distinciones y que como había evacuado a un teniente, además remarcó que un soldado no puede negarse a ser distinguido. Sobre la condecoración de Chiclana dijo que fue por la afección que sufrió en un ojo. La valoración de estas versiones son contrarias. Destaco acá que el relato de Mario Méndez fue coherente, no tuvo prácticamente contradicciones, lo que no tuvo fue acercamiento a la verdad. Uno podría establecer y delinear tantas versiones como la imaginación permita, lo que está en cuestión del relato de Méndez no se acerca a la verdad. La verdad del hecho de Fitz Roy 137 está en el cuarto piso y a bordo de su mentira llega al primero, no puede acercarse más al hecho porque o se contradice o admite su participación. Respecto del caso de Patricia Acevedo pasa lo mismo, él no puede pasar con su relato falso de la vereda, no puede acercarse más al hecho con su relato sin arriesgar contradecirse o admitir la verdad de la imputación que es lo que la Fiscalía considera probado.

Es absolutamente inadmisible que Méndez haya ido tanto a Fitz Roy 137 como a Chiclana 1009 sin saber cuál era el objetivo ni con quién iba ni cuál era la tarea que tenía que desarrollar. Incurrió también en la misma falsedad que el resto de los acusados, dijo que hacía controles de ruta junto con los otros controladores de ruta Mansueto, incluso Bayón, Masson, cada uno de los oficiales aquí acusados o hacían controles de ruta o se ocupaban de la cuestión limítrofe con Chile.

Reconoció durante su indagatoria que lo apodaban "el loco de la guerra". Lo cual fue corroborado por innumerables testigos y también dieron razón de cuál era el motivo por el cual le decían así.

Respecto al centro clandestino dijo que lo conocía en la medida en que lo conocían todos pero era prohibido ingresar ahí. No lo era para sus compañeros de grado y de destino en el V Cuerpo de Ejército, ni Corres, ni Sosa, ni tampoco para sus superiores ni el resto de los oficiales del V Cuerpo. A eso se le suma que fue reconocido con una de las víctimas que fue liberada que fue junto con Corres uno de los que consumó esa liberación y disponía de poder concreto sobre esos cuerpos que estaban en el centro clandestino.

Negó haber revistado en la Agrupación Tropa pero dijo que podía integrarse si no tenía otras tareas. Dijo haber visto familiares que iban al comando pero no sabía para qué iban.

Y sobre el elemento que también es común a Condal, es decir, Méndez fue ofrecido por su actividad operativa como aval por su tarea en cada uno de esos hechos, por aval de diferentes eliminaciones de personas que fueron como Acevedo ultimadas en el lugar o que continúan desaparecidas. Dijo que desconocía porqué se lo había ofrecido por aval. Obviamente la prueba que se desarrolló durante el juicio y la documentación que ha sido exhibida da cuenta de que el motivo por el cual es ofrecido como aval en esos hechos es porque formaba parte de sui operación constante en el V Cuerpo de Ejército. Ninguna de esas consideraciones que tuvo Méndez durante la indagatoria logró conmover el universo de elementos probatorios que confirman la hipótesis de acusación de la Fiscalía, incluso, los elementos producidos en juicio seguramente van a determinar seguramente la ampliación de su responsabilidad en primera instancia dado que ha surgido su participación en otros hechos.

la responsabilidad de Méndez queda fundamentada entonces, en primer término, a partir de su actividad. Hay una preponderancia de la actividad operativa de Méndez por sobre el destino formal que era la compañía Comando y Servicio pero el destino real son los operativos. Aparecen en todos los operativos donde hay oficiales identificados.

Ya quedó dicho que su sola presencia en el V Cuerpo de Bahía Blanca se debía a estar abocado a esa finalidad y además esa finalidad, esto lo valoró Páez en la indagatoria ante el tribunal, era valorada a partir de que era un subteniente joven, soltero y que eran esas cualidades destacadas por los oficiales y por eso eran traídos para conformar el equipo de lucha contra la subversión. Esto lo explicó Páez ante el tribunal y Méndez cumple cada una de esas condiciones y lo hacen proclive a partir de las conductas que le veían y de las que hacía alarde en los propios cuarteles y que luego llevaba a la práctica en cada uno de los hechos.

En el caso de Patricia Acevedo por ejemplo al alegar el hecho ya fue dicho que ella había sido fijada como blanco de actividad, que los grupos operativos que integraba Méndez tenían por misión dar con ella y que cuando dieron con ella en Chiclana 1009 en febrero del 77 procedieron en cumplimiento estricto de la orden secreta que el general Viola había dado el 17 de diciembre del 76, dos meses antes, aplicaron la fuerza de combate con la violencia máxima para aniquilarla en el lugar donde esté y también cumplieron el precepto de esa orden que era que cuando las fuerzas armadas entran en combate no pueden interrumpir el combate ni aceptar rendiciones.

El grupo encargado de ese despliegue fue el Equipo de Combate contra la subversión a cargo de Ibarra y González Chipont e integrado por Méndez, entre otros. En el caso de Fitz Roy es determinante el testimonio de Félix Julián, con quien incluso fue careado y no logró conmover ninguno de los aspectos que determinan su responsabilidad.

Estaba, dijo Méndez, a cargo de la custodia de Azpitarte. Lo cual lejos de ser un elemento que lo desencrimina lo coloca con llegada directa al máximo responsable desde la cadena de mandos, lo cual habla también de su especial ubicación dentro de la cadena de mando, prácticamente se movía de modo inorgánico en las fases operativas o directamente con el comandante. Tenía tropa a su mando, recibía órdenes de Ibarra, fue comprobado, las transmitía y las ejecutaba. El propio Ibarra confirmó esto respecto de Méndez. Obviamente conocía la misión prioritaria del Ejército que era aniquilar a una parte de la población considerada enemigo y adhería a ello como fue dicho por Julián, que era un adherente, un convencido Méndez.

Y en su propia declaración ante el tribunal Méndez dio cuenta de que tenía conciencia de lo que estaba haciendo. Sobre la ilegalidad de las operaciones militares dijo que eso era propio del Ejército de los años 70 distinguiéndolo de la operatoria que él mismo tuvo en democracia. Que integraba la operacional o el Equipo de Lucha contra la Subversión lo acreditaron los testigos Fonti y Taranto que se alojaban con él en la Casa de Huéspedes. Que participaba en los operativos de secuestros y aniquilamiento de personas fue considerado por quienes eran conscriptos en ese momento Cevedio, Bonifazi, Caposio, Taranto, Lescano, Echeverri, Julián nuevamente. Que luego admitía su participación y relataba a esos conscriptos pormenores de las acciones fue corroborado por los testimonios de Allende y Julián. José Bernardi dio cuenta de cómo Méndez determinó su secuestro, lo retuvo en el comando V Cuerpo de Ejército, lo liberó de noche y a las pocas cuadras fue secuestrado. Que era temido por los conscriptos también quedó acreditado porque no querían saber los detalles de los operativos sobre los que él hacía alarde. El propio Julián le había pedido que por su propio seguridad no le contara las cosas que Méndez hacía en Bahía Blanca, suponía que lo podía llegar a matar también a él como hacía con sus víctimas. Y su actuación en el ámbito de La Escuelita quedó corroborada junto a Julián Laucha Corres por Vilma Rial quien dijo que al ser liberada lo reconoció a Méndez como a Corres como las personas que la sacaron de ese lugar y la llevaron hacia la terminal de ómnibus.

También su participación en el aniquilamiento de Patricia Acevedo quedó comprobada. Y que ese operativo fue montado a partir de las torturas que se aplicaron en el centro clandestino a Carlos Principi que fue secuestrado horas antes. También participó activamente en el operativo de Fitz Roy 137 que estuvo dirigido a aniquilar a Olga Souto Castillo y Daniel Hidalgo que una vez que la tropa llegó a ese lugar, asesinados en ese departamento, siendo Méndez quien ultimó a Silvia Souto Castillo. Así lo corroboraron los testimonios de Bonifaci, Julián y Eduardo Hidalgo. Participó activamente como en cada una de sus actuaciones en el operativo de Patricia Acevedo a quien finalmente ultimó. Y se probó con el testimonio del ex conscripto Lescano quien dijo que al otro día cuando se presentó en la guardia del V Cuerpo ya se sabía que era Méndez quien había matado, textualmente dijo, a una subversiva. El hecho y la época coinciden exactamente con el hecho de Patricia Acevedo. También el testimonio de Fonti aseguró que en ese operativo resultó herido y que esa herida se debió al rebote de balas del propio Ejército. Taranto relató que Méndez le había contado esto luego del hecho. Y además su participación en el homicidio de Patricia Acevedo quedó nuevamente corroborada por el testimonio de González Chipont que lo ofrece como aval. Ese aval debe ser valorado como el resultado de la participación directa y personal de Méndez corroborada por los elementos anteriores y ese es el motivo que dice desconocer Méndez por el cual se lo ofrece como aval. Está corroborado que él fue quien ultimó personalmente a esa víctima.

Como se dijo al alegar la materialidad de cada uno de los hechos tanto en Fitz Roy 137 como en el caso de Patricia Acevedo quedó probado que no hubo enfrentamiento armado alguno. Fueron dos operativos de aniquilamiento y eso fue hecho sin ningún tipo de contemplación ni que se produjera ni que se haya podido probar algún tipo de resistencia por parte de las víctimas. Con motivo de estos hechos fue condecorado dos veces Méndez. El 14 de noviembre del 76 recibió la medalla al heroico valor en combate y en el caso de Patricia Acevedo herido en combate. Ambas condecoraciones constan en su legajo. En relación a ambas condecoraciones Méndez dijo que no había combatido, que no hubo combate cuerpo a cuerpo y que desconocía el motivo de la condecoración recibida en mayo del 77. En cuanto a la herida se limitó a ensayar una defensa diciendo que integraba un operativo sin saber para qué, que estaba parado en una vereda haciendo un cerco de seguridad sin mucha noción de lo que ahí ocurría y que hubo una explosión que lo hirió. Habría que pensar que harían los superiores de Méndez si lo escuchan decir esta versión. La pregunta es quién lo iba a condecorar si él estaba parado a la sombra de un árbol en febrero del 77 cerca de un hecho o cuál fue el mérito si el Ejército decide hacer una formación especial, convocó incluso a jefes de la Armada para distinguirlo y presentarlo públicamente como el oficial símbolo de un momento del Ejército en el 76/77. De ser cierto lo que Méndez dice no lo hubieran condecorado y tendría que desagraviar al Ejército por haber recibido injustamente esas distinciones. Por el contrario lo que corresponde a partir de los hechos es que esas condecoraciones seguramente en la lógica de ese Ejército, de esas fuerzas armadas, serían correctamente otorgadas pero están manifestando la esfera de absoluta clandestinidad en la que se movía Méndez, operaba y consumaba los homicidios que han sido relatados.

Si uno lee el boletín reservado del Ejército hay menciones al mérito extraordinario del personal que integra el Ejército Argentino y las acciones llevadas a cabo contra la delincuencia subversiva. Eso contradice fatalmente las consideraciones de Méndez y las vuelve insostenibles. Lo mismo ocurre cuando se habla de las acciones sucedidas en Bahía Blanca el 14 del 11 del 76 como fundamento para otorgar la medalla "heroico valor en combate". En noviembre del 77 se habla en el boletín reservado del Ejército que en el permanente accionar contra la delincuencia subversiva personal de cuadros y tropas de la institución como así también de la fuerza de seguridad han inmolado su vida resultando herido y actuado en aras de defensa de la patria y sus instituciones por hechos que merecen entones la distinción del Ejército. Ninguna de estas consideraciones que determinan y que tienen como supuesto una actuación según esta motivación en defensa de la patria, es compatible con la pasividad con la que se pretendió escudar contra estos elementos de prueba que determinan su responsabilidad indudable. Las condecoraciones lejos de ser actos infundados, corroboran su participación activa, su entrega, confirman la temeridad que los testigos han graficado al tribunal como un rasgo distintivo de su conducta continua. Y también destaca y corrobora que su postura, que le valió el apodo de "loco de la guerra", no era solo una postura sino que era capaz de llevarlo a la práctica y de eso resultaban víctimas como las que fueron mencionadas.

Como ha sido dicho entonces corrobora estos los diferentes rasgos que fueron, los rasgos personales y profesionales que lo destacaron en estos hechos en lo que llamaban la lucha contra la subversión son coincidentes con los desfavorables para actuar encubierto. Por eso fue reconocido numerosamente y él mismo a partir de su personalidad evidentemente hacía alarde de estos hechos y es recordado por todos los conscriptos que pasaron por el v Cuerpo.

Se acreditó que Méndez es el autor por los hechos que se le imputan y debe ser condenado por la responsabilidad directa en cada uno de ellos. En esto destaco el valor que hay que darle al testimonio de Gustavo López quien lo reconoció en el paso de un cautiverio a otro, desde La Escuelita al Batallón de Comunicaciones. El testimonio de López, quien tenía por entonces 16 años y que reconoció el nombre y la persona de Méndez en el uniforme, relató al tribunal, fue sometido a minuciosas preguntas hasta el absurdo por parte de los defensores y resultado de esa puesta a prueba de su testimonio resultó una mayor certeza de que fue Méndez de quien consumó esos hechos. Eso también lo corroboró el entonces conscripto Néstor Echeverri quien relató que había sido llevado a ese operativo y las características coincidentes de esa actuación en este caso del Equipo de Lucha contra la Subversión a cargo de Méndez. En el mismo sentido se pedirá la condena por los casos de Souto Castillo, Hidalgo y Acevedo.

Sostengo una vez más que ese propósito del Ejército de ir sobre la población, secuestrar, torturar y eliminar hacia imprescindible el personal que pueda consumar esos actos. La planificación de esos actos estuvo a cargo de los oficiales superiores pero la faz ejecutiva estuvo a cargo de oficiales como Méndez con la disposición u la incondicionalidad para consumar cada uno de estos hechos.

Por lo tanto se pedirá luego a este oficial operativo por excelencia y protagonista recordado por los homicidios que ha cometido y por cada uno de los atropellos tanto en el centro clandestino como en las calles de Bahía Blanca se pedirá luego su condena por cada uno de los hechos por los cuales fue acusado.

Paso ahora a desarrollar la responsabilidad de Jorge Enrique Mansueto Swendsen. Se trata de un coronel retirado del Ejército Argentino nacido en agosto de 1931. Al prestar declaración indagatoria primero dijo que era inocente. Luego pidió volver a declarar y dijo saberse condenado pero solicitó, pese a que es abogado, solicitó que sus conductas se encuentren en la figura de encubrimiento. En 1948 ingresó al colegio Militar, egresó en la promoción 82, fue primero en la orden de merito de esa promoción. Hizo su carrera en el arma de Comunicaciones. Es un oficial altamente calificado, acumuló durante su carrera calificaciones sobresalientes siempre, se destaca en todo su legajo las excepcionales condiciones intelectuales como militares. Tiene cursos efectuados profesionales, como oficial de Estado Mayor, en Alemania, Bélgica, viaje de estudios a España, Italia. En 1975 a Francia. Y antes de estar destinado a Bahía Blanca fue profesor de la Escuela de Guerra especializado en estrategia general y militar. Ese es el perfil profesional de este acusado.

En su legajo se le ha destacado haber puesto esas aptitudes y capacitación incondicionalmente al servicio de la carrera y evidentemente esta disposición, esta incondicionalidad se plasmó también en su actuación en el Ejército Argentino de Bahía Blanca desde noviembre del 76 en adelante.

El primer destino que tuvo en Bahía Blanca fue la jefatura del Batallón de Comunicaciones, tenía el grado de teniente coronel, y hay una controversia con la defensa acerca de cuál fue la fecha inicial de su arribo a Bahía Blanca. En el legajo que está en pantalla vemos que el asiento en el Ejército habla de que continúa sus servicios en el Batallón de Comunicaciones 181 como jefe el 26 de noviembre del 76. Mansueto invoca para pretender que se lo tome como jefe a partir del 9 de diciembre del 76, lo cual tiene poca relevancia dado que los hechos le son imputables de todos modos, toma como base una constancia de una ficha anexo donde consta esa fecha. La Fiscalía sostiene que lo que prevalece es el asiento del legajo de servicio y que lo principal se impone ante lo accesorio. Y la mera alegación del imputado en otro sentido no alcanza para conmover esa aseveración. No solo está la fecha del 26 de noviembre del 76 sino que en el juicio ante el tribunal Julio Ruiz, víctima sobreviviente, lo identificó dos días antes de esa fecha, el 24 de noviembre del 76 dijo que fue trasladado desde La Escuelita al Batallón de Comunicaciones y que el oficial de alto rango que personificó la continuidad de ese cautiverio fue un teniente coronel de apellido Mansueto Swendsen. Por lo tanto va a corresponder que la acusación sea tenida en cuenta desde la primera fecha en que fue visto ejerciendo la jefatura que fue el 24 de noviembre del 76.

Vemos en el informe de calificación del 76 como estaba compuesta la cadena de mando sobre él que era el jefe de Estado Mayor del v cuerpo y el comandante de Cuerpo, Catuzzi y Azpitarte. Mansueto estuvo a cargo de esa jefatura hasta enero del 79 donde pasó a ser jefe del Departamento III Operaciones un paso imposible para quien dice haber estado absolutamente inactivo en su jefatura. El último destino que se le daría a un oficial inactivo sería la jefatura de Operaciones. Su propia trayectoria da cuenta de que es mentira lo que afirma y que lo que es cierto es lo que corroboran los diferentes elementos de prueba que serán relevados.

La denominación de la unidad que tenía la jefatura Mansueto es el Batallón de Comunicaciones de Comando 181. Ya en la denominación está la función profesional de la unidad que es proveer y garantizar las comunicaciones de la gran unidad de batalla que es el Comando V Cuerpo de Ejército y también entre esa gran unidad de batalla y otras unidades, incluso el Batallón. El reglamento de terminología castrense también definió el arma comunicaciones y hemos visto cuando fuimos a hacer la inspección ocular a esa unidad que todavía está el cartel que dice como una frase que se atribuye a San Martín: "Nada hay más importante en tiempos de guerra que la celeridad de las comunicaciones". Esta sentencia que viene del siglo XIX, obviamente en el siglo XX y en el 76 fue mucho más acentuada y así lo marca la evolución de esa especialidad militar.

El Batallón era una de las unidades esenciales de batalla que había en Bahía Blanca y respondía en su funcionamiento a las funciones de combate determinadas. Y ya vimos que en lo que hace a la etapa ofensiva era la lucha contra la subversión. No es posible que desde el arma comunicaciones con la importancia que ha tenido y siendo la única unidad operativa con asiento en esta ciudad se pueda pretender que la jefatura de Mansueto fuera una excepción en la historia de las comunicaciones y hubiera sido el único periodo donde esta unidad especializada en comunicaciones haya tenido un paréntesis histórico en lo que fue la operación del Ejército. Habría sido una especialidad central, una unidad con asiento y una aspecto absolutamente central en la operatoria de combate del Ejército salvo el paréntesis en que estuvo Mansueto a cargo. Es inadmisible y está acreditado lo contrario.

En la división territorial para la lucha contra la subversión el Batallón 181 estaba en la Zona 5, Subzona 51 y era el asiento del Área 511.

El primer punto de la acusación que consideramos probados es que el jefe del Batallón de Comunicaciones era a la vez el jefe del Área 511. No había en la ciudad otra unidad que pudiera establecer la jefatura de área, efectivamente lo fue. En principio tenemos que durante el 76 lo fue quien lo precedió en el cargo Argentino Cipriano Tauber, y al momento de hacerse cargo Mansueto esa jefatura continuaba en una identificación entre Área y Batallón y así continuó. Era el elemento final de la ejecución de la lucha contra la subversión y contenía en su territorio, la jefatura de área, a todos los centros clandestinos por los cuales han pasado las víctimas que han hecho referencia ante el tribunal.

El personal del Batallón de Comunicaciones ejecutaba los operativos también, hemos visto los casos de secuestros de Fornasari, Castillo, Gatica, la familia Sampini, Sampini desaparece del propio Batallón. Había traslados de cautivos de un centro clandestino a otro como en el caso de Menna de Turata. E integraban la comunidad informativa de inteligencia. En los diferentes documentos que hemos visto, en el distribuidor como unidad de destino en muchos de ellos figura el Batallón de Comunicaciones 181 y por el principio de economía de información no iba a haber ninguna información secreta, confidencial y sensible en el área de la lucha contra la subversión que no sea comunicada sino a una unidad que tuviera injerencia y operatividad en la lucha contra la subversión. Esto implica que había una decidida participación en esos hechos.

Existe también la, esto para acreditar el segundo punto de la acusación, que Mansueto fue el jefe del Área desde el momento en que se hizo cargo de la unidad. En principio asiste a esta afirmación el principio de identidad de cargo, es decir, lo que hay no es ya un quiebre institucional de las jefaturas, no hay ningún indicio sino por el contrario hay una profundización de la actuación de la jefatura y de todo el Batallón de Comunicaciones en la lucha contra la subversión lo que da cuenta de la continuidad entre ambas jefaturas. Esto está por ejemplo en el caso de José Luis Escudero. De ese caso queda comprobada absolutamente la jefatura de área a cargo de Mansueto.

Ese hecho fue un domingo a las 20 horas cuando tropa a cargo de Mansueto fusiló en la salida de Bahía Blanca a una persona que no paró el auto cuando lo quisieron detener. El hecho fue el domingo a las 20, Mansueto registró ese hecho al otro día a las 11:40. A esa hora está registrada, muchas horas después durante todo ese período fue dominado y mantenido en secreto por Mansueto. El acta policial dice que a las 11:40 Mansueto dio noticia del hecho para que se proceda a la entrega del cadáver a sus deudos y se inicien las actuaciones para la entrega de ese cadáver. Es decir, Mansueto es quien dispone de ese cadáver. No ordena autopsia, ni avisa a tiempo. Lo que hace es disponer lo que había que hacer con ese cuerpo, daba órdenes a la policía y obviamente eso implica haber contado con la facultad para que esas órdenes que daba como ejercicio de la jefatura de área que se iban a concretar. Por eso las daba, la intervención de Mansueto en todo ese caso desde la planificación, la concreción, la determinación de quién sería el oficial a cargo y cuál era el temperamento que tenían que hacer la determinó Mansueto como ámbito propio. Fue el que dominó a ese hecho en las circunstancias de modo y tiempo e incluso en el tipo de actuación judicial debía hacerse. Dio la orden de que se entregue el cadáver y nada más.

Luego de ese hecho, si uno analiza lo que ocurrió, el comando de Zona emitió un comunicado, eso también da cuenta de la vinculación entre esta actuación del Área 511 y el Comando de Zona. El hecho fue luego publicado como un hecho de acción psicológica en el diario La Razón, y cada una de las actuaciones resalta la impunidad con la que se manejó. Era dominador absoluto y su tropa era posible que él ordene quien fuera, mataran y luego simplemente disponga horas después la entrega definitiva del cadáver y pasen a otros hechos.

Mansueto dijo acá "a Escudero no se lo mató por subversivo ni nada de eso". Al decir esto vemos que 35 años después de los hechos Mansueto al momento de analizar los hechos sigue enfocando las víctimas, analizando si alguien era o no subversivo cuando el que está siendo juzgado es él. Eso revela que la estructura con la que sigue pensando estos hechos por los cuales está acusado es a partir de las víctimas. La Fiscalía sostiene que lo que hay que ver son las conductas, no de alguien si era subversivo o no, sino en este caso en las del jefe de área. Él sigue en el mismo enfoque analizando si alguien era o no subversivo, incluso dijo que podía reconocer por el aspecto quién era subversivo o quién era terrorista.

Luego, allí en las conductas de los victimarios está el núcleo del terrorismo de Estado. Lo de las víctimas lo hemos visto cómo se construían. Hay principio elementales de la actuación militar que son de aplicación ineludible en toda operación. La planificación está a cargo de los altos mandos y los que ejecutan son mandos intermedios y los que cumplen esas órdenes son mandos inferiores. Así como Vilas no tenía que preguntarle a Videla los detalles precisos de cada hecho, del mismo modo ocurría con Mansueto ante los comandantes, simplemente actuaba en el marco que tenía como jefe de área.

Es revelador que Mansueto cuando dijo que le dieron la orden de hacer el operativo que terminó en la muerte de Escudero no dijo que recibió la orden del comandante y se la comunicó al jefe de área. Él dice que el jefe de área es otro, la Fiscalía sostiene que es él. Cuando recibe la orden si no era jefe de área se lo tendría que haber comunicado al jefe de área, y eso no fue así. Lo que hizo con esa orden fue disponer el operativo, quién lo haría y qué había que hacer con cada una de las circunstancias posibles de ese hecho de un domingo a la noche.

La actuación de Mansueto en ese hecho es haber recibido la orden, dispuso los medios, una vez que su tropa ultimó a Escudero personalmente fue inmediatamente anoticiado. Él mismo tuvo los detalles de cada una de esas circunstancias, se comunicó horas después con una comisaría y dejó constancia que había que entregar el cadáver. Esa actividad que él mismo describió es ser jefe de área. Al cabo de todas esas actividades lo que está haciendo es graficar como actuaba un jefe de área sino debió haberse subordinado al jefe de área que él dice que estaba sobre él o en un ámbito ajeno al de él.

Por otra parte, el Batallón de Comunicaciones es sede de esa jefatura desde el año 72. No se trataba de una cuestión personal de quien lo precedió en el caso de Tauber sino que era el asiento de esa área desde que se crearon las áreas.

Luego dijo que para distinguirse del jefe anterior dijo que él no le hubiera dado golosinas a las secuestradas. Ahora, la impronta que Mansueto le da a la jefatura de área no pasa por ese hecho intrascendente y obviamente hay que considerar que Mansueto no tenía ni el rango, ni la capacidad, ni hay indicios siquiera de que tuvo la intención de desintegrar al Batallón de Comunicaciones de la organización del Ejército en lo que era su misión primordial. Afirmó que ese corrimiento del Batallón respecto a la jefatura de área se produjo espontáneamente sin explicar por qué. Por el contrario vemos luego que si analizamos la estructura orgánica del Batallón vemos que lo que hizo Mansueto fue propio de alguien con la capacitación y el sentido estratégico para el cual estaba capacitado que es atravesar con el eje antisubversivo cada una de las secciones que recibió de manos de Tauber. Esa es la impronta de Mansueto, no haber dado chocolates o haber favorecido mínimamente los cautiverios que se producían en ese Batallón de comunicaciones. Su impronta es haber modificado la estructura de la unidad que tuvo a cargo y haber atravesado cada una de las funciones del Batallón de Comunicaciones por el eje antisubversivo.

Vamos a ver en las diferentes estructuras que hubo… vemos la cadena de mandos que va desde la jefatura de Zona 5 con Catuzzi, la Subzona 51 a cargo de Vilas por entonces cuando estaba terminando el 76 y la jefatura del Área 511. Luego los segundos jefes que eran Stricker y Marjanov, ambos procesados por esta misma actuación, y debajo de eso estaban las compañía de Comando y Servicio y la compañía de Combate que era la que tenía a cargo al momento de hacerse cargo Mansueto el plano antisubversivo. Eso está graficado de ese modo en el libro histórico del Batallón de Comunicaciones, la misma estructura con los símbolos propios de la organización militar. Y vemos que en el 77 se mantiene la misma cadena de mandos desde el comandante de zona, subzona, área, segundo jefe de área, las compañías; pero en el libro histórico del Batallón de Comunicaciones ya diseñado por Mansueto vemos en el tercer nivel de jerarquías vemos que cada una de las compañías tenía -a partir de Mansueto- una sección contrasubversiva. Eso fue y no si daba o no chocolates la acción propia de una estratega como era Mansueto y fue la impronta que marcó la jefatura de área de Mansueto.

Tanto Vilas como Catuzzi lo identificaron a él como la persona que estaba a cargo del Área 511 y eso también es valorado por el hecho de que ninguno de los dos lograba exculpación alguna afirmando que era Mansueto, era indistinto para su situación procesal, al contrario quedaban mucho más involucrados.

Voy a hacer referencia luego a unas circunstancias que suele esgrimir Mansueto para pretender ser considerado ajeno a estos hechos. Él hace referencia a un papel donde consta que el entonces jefe del Departamento III Operaciones De Piano habría sido el jefe de área. Mansueto apareció en primera instancia con ese papel, insistió en la Cámara que lo valoró como sospechoso incluso que posea esos papeles y los presente como fundamento de sus pretensiones cuando en los allanamientos no fue hallada ninguna documentación. La Fiscalía coincide en esos términos que se trata de un papel inconsistente que no puede siquiera pretender ser considerado una documentación. Es un papel al que se aferra durante todo el proceso Mansueto como único elemento y a partir del cual pretende que se lo absuelva y se lo declare como no afectado en su bueno nombre y honor. Eso no es una ironía sino que lo dijo. Dijo Mansueto ante el tribunal que había perdido amigos, que no lo saludaban como consecuencia de estas imputaciones que se están desarrollando. Sostenemos que es un papel inconsistente porque sigue sin decir de dónde sacó ese papel, dónde está el archivo público al que se puede acceder a esa documentación, donde está la ubicación oficial de ese papel, dónde estuvo… la conclusión obviamente es que él o alguien por orden de él lo ha fabricado simplemente para tener una coartada pero no puede darse ningún tipo de valor a ese papel. Ha pasado a ser para Mansueto una especie de piedra roseta personal con la pretende ser el que descifra una especie de idioma oculto, de una estructura oculta que no encontramos los civiles que hace años estamos estudiando la organización del Batallón de Comunicaciones y que hemos visto dónde ha derivado. A partir de la actuación de Mansueto derivó en la organización de secciones antisubversivas con o cual mal podría ser otro el jefe de área cuando él profundizó el aspecto de lucha contra la subversión de la unidad que le dieron a cargo.

Hago también referencia a que esta pertenencia al Área 511 no consta en su legajo, obviamente eso habla de la faz represiva y clandestino del Estado. Tampoco consta en el legajo de Vilas, ni en el de Azpitarte ni el de Catuzzi. Se trata de una orgánica paralela que refleja exactamente la orgánica regular pero que estaba directamente organizada para la lucha contra la subversión. Y en esto destaco que la jefatura de área le implicaba la responsabilidad sobre todo el territorio del área a su cargo.

En cuanto a documentación de los distribuidores. Vemos por ejemplo en ese documento que hay una orden de captura que suscribe Osvaldo Páez y que está destinada al Batallón de Comunicaciones 181. Luego la imagen que sigue es equivalente, órdenes de captura que van al Batallón de Comunicaciones, todas en el ámbito de la lucha contra la subversión. Lo propio ocurre con ese documento, una orden de captura remitida por el Departamento III Operaciones al Batallón de comunicaciones que si no era el asiento del área no tenía porqué recibir este tipo de comunicaciones. Y también las nóminas de personas a secuestrar. Por ejemplo en mayo del 77 que es ese último documento tiene como destino el Batallón de Comunicaciones 181.

El aspecto operativo del área fue confirmado en tiempos recientes por la Cámara Nacional de Casación Penal en el fallo que determinó la responsabilidad de los jefes de área de Capital Federal. Es un fallo que confirma la hipótesis de la Fiscalía de que el área no solo existió, no solo Mansueto fue el jefe de área sino que el área implicaba la responsabilidad operativa junto con la actuación complementaria del Equipo de Lucha contra la Subversión del V Cuerpo de Ejército que lejos de excluirse se complementaban.

Y un cuarto punto de imputación es Mansueto, está comprobado, es responsable como autor mediato de los hechos que sus subordinados consumaron. Así tenemos por el principio de organización jerárquica y propia del Ejército y lo que hemos visto como fluían las órdenes por la cadena de mandos y como la cadena es el canal no solo de la transmisión de órdenes sino lo que determinó la legalidad o la ilegalidad de las conductas. El segundo jefe del Batallón Alejandro Marjanov fue quien trasladaba a los cautivos adolescentes de la ENET durante esos cautiverios, obviamente bajo órdenes de Mansueto. Freire fue el jefe de operaciones e inteligencia, comandaba los operativos por ejemplo donde fue ultimado Escudero. Respecto de Freire Mansueto dijo que era un inepto, que no podía tener mucho despliegue operativo porque era un inepto. Si uno ve el legajo de Freire ve que está calificado por Mansueto como uno de los pocos sobresalientes de su grado y con puntaje cien sobre cien. Y pidió además que Freire siga en el mismo destino. Ante el tribunal dijo que para él hoy es un inepto, en ese momento lo calificó con la máxima puntuación y pidió que siga en ese destino.

Destaco que al momento de presentar declaración indagatoria admitió ante el tribunal que al asumir él tenía unos 30 secuestrados en el Batallón de Comunicaciones y que los fue encontrando mientras… los tenía que buscar en el Batallón. Al otro día que asumió, él dice el 9 de diciembre, salió a buscar quién estaba secuestrado en esa unidad. Eso es absolutamente inverosímil dado que como jefe de ese lugar bastaba llamar al jefe de inteligencia o al jefe de operaciones y ordenar que lo pongan al tanto de la situación. No solo eso, hemos visto en la inspección ocular que los calabozos donde había mucha de estas víctimas estaban debajo de la oficina de él que estaba en el primer piso, en la planta baja donde él tenía que entrar y salir había cautivos, lo cual hace innecesaria la tarea empírica de andar buscando. Eran cautiverios que él tenía que esquivar para entrar a su oficina.

Respecto de la asociación ilícita por la cual está acusado dijo que cuando asumió el Batallón sabía ya de las desapariciones y que luego incluso adecuó esa estructura a lo antisubversivo. El acto de asunción de esa jefatura de área y de Batallón coincidente es el acto formal por el cual Mansueto se sumó a la empresa ilegal que ya integraban Vilas, Catuzzi, Azpitarte y que luego concretó en cada uno de los hechos que hemos visto. Ese acuerdo delictivo fue imprescindible para sumarse como jefe de área del estamento operativo de esa lucha contra la subversión.

La pretensión de que el Batallón, como dijo él, estaba en condiciones deplorables está rebatida. Es la excusa constante de que había que hacer otra cosa. Estamos ante la asunción en noviembre del 7 de la principal unidad operativa de Bahía Blanca y la principal misión del Ejército en la dictadura, con lo cual no es creíble que haya sido Mansueto jefe de una estructura ociosa que no tenía ni misión ni propósito y menos que a partir de ese ejercicio haya sido ascendido a jefe de Operaciones.

También hay que considerar las calificaciones elogiosas que tiene por este desempeño, son de calificación perfecta. Incluso dijo, la comprobación de que él ostentaba rango y una alta responsabilidad en los hechos, él mismo dio cuenta de eso cuando dijo no me faltaba rango para plantarme ante un general. Entonces es insostenible que no supiera lo que hacían sus subordinados, lo que no solo era su deber sino también por lo que dijo la impronta de su mando.

Relató ante el tribunal que quiso entrar al centro clandestino y no pudo. Se le preguntó a Taranto por ejemplo, es posible que el jefe de Batallón no pudiera ingresar a La Escuelita: no, de ninguna manera, dijo. Además de por el sentido común quedó rebatido por la afirmación de Ibarra.

Hay otro aspecto de referencia ineludible de Mansueto, él dijo que desde mayo del 76 sabía de las desapariciones. Siguió destinado a Bahía Blanca y hay un expediente del año 84, el dijo que sabía de las desapariciones del 76 y que al asumir la jefatura se enteró de La Escuelita e intentó entrar. En el 84 Alicia Partnoy denunció la existencia del centro clandestino La Escuelita, Mansueto recibió esa denuncia, acá dijo que para ese entonces sabía todo, y se la giró a quien él calificó como un oficial de pocas luces: Ibarra. El trámite que le da a lo que está como denuncia anónima atribuida a la supuesta ciudadana Alicia Partnoy sobre la supuesta existencia de un centro clandestino, que él conocía, se la gira a Ibarra. Ibarra pide recortes a La Nueva Provincia donde aparecen los hechos que él mismo había consumado. Le da la instrucción al jefe del grupo de tareas. El jefe del grupo de tareas le manda oficios a La Nueva Provincia para que le mande los recortes de diario donde él mismo había actuado. En lugar de hacer una investigación, que los propios actores en ese caso desde la justicia militar tenían conocimiento, eran protagonistas, se transformó en una especie de álbum de recuerdos donde colectaban los operativos que ellos mismos habían hechos. El jefe de área y como jefe del Equipo de Combate contra la Subversión. Y hay un agravante más, el día en que Mansueto identificó como el que quiso entrar a La Escuelita, Alicia Partnoy estaba ahí adentro. Lo cual, siendo responsable y jefe de área luego cuando recibió la denuncia de la existencia del centro clandestino el trámite que le dio fue absolutamente intencionado y que da cuentas de la voluntad constante de impedir en todo tiempo el desarrollo del proceso de justicia que lo iba a involucrar obviamente como uno de los oficiales preeminentes de la organización del Ejército en Bahía Blanca. También está en la causa las actas de la Conadep que va al terreno del V Cuerpo de Ejército y que los recibe el entonces jefe de Estado Mayor del V Cuerpo que era Mansueto y los pasea por todo el campo del V Cuerpo sin indicar absolutamente nada, por el contrario, entorpeciendo la tarea ya difícil de la Conadep.

Hay también referencias a la actuación de Mansueto en el caso de Dora Castilla. Ante un secuestro lo llaman para que interceda por la libertad de esta persona y la integridad. En este caso Mansueto al recibir la llamada se comunicó inmediatamente, avisó que esa persona estaba, que estaba en determinadas condiciones y no dijo que lo llamen a De Piano de quien hoy dice que era el jede de área. Es decir, asumió nuevamente las conductas propias de un jefe de área que dominaba los hechos.

En el caso ENET es relevante que Mansueto comenzó negando los hechos, luego dijo que los había visto pero obviamente su responsabilidad es más allá de tener el contacto visual, era el jefe de esa área donde estaban cautivas estas personas que han dado cada una de ellas relatos coincidentes. Tanto Zoccali, López, Voitzuk, Petersen dijeron haber sido interrogados, vendados, en el primer piso donde la oficina principal es la del jefe. Tampoco voy a pasar por alto que Aldo Vara, capellán del Batallón de Comunicaciones fue mencionado por estos chicos tanto en el centro clandestino como en el mismo Batallón atendiendo a los padres. Eso da cuenta del rol de esta parte de la iglesia católica en estos hechos y el compromiso que tenía con la empresa criminal que encabezaba el Ejército Argentino.

La responsabilidad de Mansueto pasa por su ubicación jerárquica, la asignación de recursos a la empresa criminal, contaba con todos los medios disponía tropa, vehículos, municiones. El equipamiento de comunicaciones para operar y reforzar los operativos que hiciera el comando V Cuerpo de Ejército. Y en el caso de las órdenes que ha impartido y ha avalado en su ámbito eran todas en el plano de la lucha contra la subversión, absolutamente ilegales y por las cuales debe ser condenado.

Por otra parte, ya finalizando, voy a hacer mención al testimonio de Nélida Scagnetti, quien era pareja de Carlos Alberto Rivera quien pasó por los centros clandestinos del área y fue ultimado en diciembre del 76. La Fiscalía le preguntó si conocía a Mansueto y mencionó que sí. Y lo ubicó en reuniones en el Hotel Austral. Dijo la testigo, "en el Hotel Austral veían a una persona pálida y le decían ¿estuviste en La Escuelita?". Destaco que el dueño por entonces del Hotel Austral fue mencionado por Granada como parte de una red de espionaje del propio Destacamento de Inteligencia 181 lo cual corrobora la presencia de Mansueto, de un Personal Civil de Inteligencia a cargo de ese lugar y las referencias que obviamente están lejos de avalar lo que dijo Mansueto que no pudo entrar. Había una referencia en tono de burla hacia las víctimas con esta broma dicha incluso delante de quien estaba siendo víctima de esos hechos.

La acusación obviamente para la Fiscalía está sustentada en cada uno de sus aspectos y tiene además, coinciden tanto el sustento temporal como el espacial y el modo de ejecutar los hechos son incriminatorios para Mansueto. El modo por haber contribuido a la faz ejecutiva de los hechos asegurando la efectividad de cada uno de los operativos. El aspecto temporal porque los hechos fueron ejecutados durante el ejercicio de su jefatura. Y el espacial porque los hechos fueron ejecutados en el ámbito de su responsabilidad en el área 511 y se pedirá entonces su condena por haber emitido órdenes y haber transmitido a sus subordinados en el marco del plan de exterminio por el cual ha sido acusado, por producir liberaciones de área donde ocurrían los secuestros y falsos enfrentamientos, haber asignado el personal y material hacia los operativos, haber sido el responsable en tanto jefe de área 511 de los centros clandestinos de detención organizados algunos de ellos en el propio Batallón de Comunicaciones 181. Y también responsable como coautor de la asociación ilícita por la que fue acusado y procesado en la instrucción.

Finalmente Mansueto dijo ante el tribunal en su última indagatoria, en algo en que la Fiscalía coincide. Dijo, sé que estoy condenado. No sé si lo habrá dicho por una revelación o como una conclusión propia. Para la Fiscalía es la consecuencia necesaria de todo el cumulo de fundamentos y pruebas que se han producido que determinan la necesaria condena de este alto oficial del Ejército Argentino.

Juez Jorge Ferro: Muy bien, el tribunal va a hacer un cuarto intermedio hasta mañana a las 9 horas.


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Juicios en Bahía Blanca
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