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Entrevista a Betina Ehrenhaus

Por Jack Hammer


Nürnberg, 25 de junio de 1999

Entrevisté a Bettina Ehrenhaus para sacar del anonimato una historia de vida. Las cifras sobre asesinados o desaparecidos, aunque importantes, ocultan más que muestran, el destino real de hombres y mujeres que han sufrido y aun sufren, como efecto de las dictaduras. Cada muerte es demasiado, cada acto de tortura es un delito contra la humanidad. La voz de Betina, suave y dulce, conserva su capacidad de asombro y de afecto.


Pregunta:    Declaraste ante el fiscal el otro día (Junio 99). ¿Implica la posibilidad de proceso a los militares de (esperemos) la última dictadura en Argentina (1976-1983)?

Respuesta:    Es un avance. Todavía no empezó el proceso contra los militares, pero a los familiares nos parecía sumamente importante el contacto directo, porque el trabajo de los abogados acá es muy difícil a la distancia e incluso sin el total conocimiento del funcionamiento de otro país. Muchas cosas ellos las traducen al funcionamiento de Alemania.

P:    ¿Querés contar algo de tu situación personal?
En mi caso estuve secuestrada, con mi pareja, yo por poco tiempo, él nunca apareció. Estábamos en el mismo campo de concentración: la Escuela de Mecánica de la Armada. A mí me soltaron y me amenazaron que no dijera nada, si no lo mataban a él. Pasaron los años y nunca más apareció. El estuvo llamando durante siete meses a su familia y a la mia, pidiendo que no contaramos nada, que él iba a salir.

R:    Parece que ahora hay una revisión del tema de los derechos humanos, por lo menos en Europa. Está el tema Pinochet en el aire y justamente a raiz de eso se da un momento especial en que ese tema está siendo revisado. Y aunque sabemos que probablemente no se llegue a la pena en estos casos, porque en Alemania no se puede juzgar a los victimarios en ausencia, el tema es que en Argentina no se puede juzgar ni en presencia ni en ausencia. Los militares no son condenables en Argentina por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Además el presidente Menem los indultó. El delito continua según el abogado argentino Pedroncini, porque la mayoría de las personas permanecen „secuestradas", nunca los militares se vieron en la obligación de decir dónde están.

P:    A mí siempre me pareció un punto muy grave e importante que no dan listas de los desaparecidos, de los asesinados,

R:    Es lo básico para todos, para las familias de los desaparecidos y para la sociedad argentina. Porque además a la sociedad argentina la obligaron a perdonar. Se cometió un genocidio y la obligaron a perdonar sin saber exactamente qué perdonaba.

P:    ¿Por qué lo llamas genocidio?

R:    La mayoría era de una franja de edad muy determinada. Si uno ve las estadísticas, la gran mayoría tenía entre 20 y 30 años en el momento de secuestro, incluso menos diría. Y todos tenían en diferentes grados una preocupación común que era la justicia social. Era un grupo determinado de la sociedad argentina, una porción de la población bien definida. Y tenían una voluntad de exterminio. No era sólo anularnos políticamente sino también exterminarnos.

P:    Creo que fue el general Saint Jeans el que dijo que iba a matar también a los amigos de sus enemigos porque tambien eran sus enemigos...

R:    Sí, a veces se encontraron ante la disyuntiva que estaban matando a sus propios hijos. Además tenían las facilidades que da el tener el poder: el dinero de un país, todas las armas, todo el aparato del Estado y de las fuerzas de seguridad a su disposición.

P:    ¿Qué pensás vos en relación a lo que los militares definian como lucha contra la subversión?

R:    Si hubiera habido tantos guerrilleros como decían, creo que hubiera habido una revolución a la cubana. Ellos usaban eso como método de propaganda contra la guerrilla para poder hacer lo que querían. Tenían un método muy definido, que era implantar el miedo a la subversion para justificar su accionar.

P:    ¿Como fue tu secuestro?

R:    En el año 79, dos días. Supongo que era el mismo destino de los primeros días de cualquier secuestrado, el interrogatorio contínuo, la tortura contínua y la amenaza de muerte y en general te soltaban o te mataban, como en algunos campos extraños como fue el de la mecánica de la armada. Mantenían a alguna gente viva, quién sabe para qué destino oscuro durante un tiempo y después de pronto los mataban o no. Yo sé porque mi pareja llamaba por teléfono y decía que después de la etapa en que se le torturaba, trabajaba sacando material de los diarios, haciendo estadísticas...él estudiaba sociología. Otros sobrevivientes falsificaban pasaportes para que los marinos tuvieran diferentes nombres y viajaran por donde quisieran. El método de desaparición y no dejar rastros, de despistar a las familias y de no tener ninguna prueba, es una idea que sacaron intacta del nazismo, de Hitler, del decreto de Noche y Niebla que promulgaron los nazis, que decía como se debía desaparecer a las personas y cómo se debía tratar a los familiares de esas personas cuando preguntaban.. El gobierno argentino a pesar de miles de habeas corpus también contestaba que „no sabian nada", que „no estaba en ninguna comisaría", que „debia haber viajado al exterior".

P:    ¿Y tu caso por qué se presenta en Alemania?

R:    Porque yo soy alemana por parte de mi padre. Mi abuelo era regisseeur en la Opera de Stuttgart. Hace veinte anos fuimos a pedirle a las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores alemán que hicieran algo por mi novio, que yo acababa de salir de un campo de concentración, que él estaba allí. Después de dos meses dijeron que no podían hacer nada, que pensaban que los desaparecidos estaban todos muertos, creyendo a los argumentos de los militares.

P:    Ahora empezaron a reconocer que el Mayor Peirano estaba en la embajada alemana en Buenos Aires.

R:    No sólo el Mayor Peirano, había otros militares.

R:    Sí, además tenemos muchas pruebas de que en la Embajada alemana en Buenos Aires, sí sabían. Los ingleses, los irlandeses, los estadounidenses ayudaron a sacar ciudadanos de sus paises.

P:    A Ragnar Hagelin el gobierno de Suecia lo apoyo mucho ¿Y por qué crees que Alemania no hizo nada?

R:    Supongo que porque tenía varios contratos comerciales con la Argentina. Era la socialdemocracia, es increible...

P:       Pasaron aproximadamente 20 años... ¿Cómo viviste todo este tiempo?

R:       En principio como tantos, esperando. Se ve la vida suspendida. Después supongo que rehice mi vida... Hice una familia, volví a encarar una profesión... Nosotros perdimos casa, estudio, profesión, trabajo, todo lo que en ese momento teníamos. Después el limbo ese de no saber a que atenernos. Yo vivía ya casi tres años con Pablo cuando lo secuestraron, no sabía si él estaba vivo o no, si seguíamos siendo matrimonio, si iba a volver enseguida a Buenos Aires como él decía que iba a salir. Y no sabía exactamente desde cuándo... Después de unos años dije no puedo ser tan ingenua de creer que está vivo, pero no sabía exactamente. Y después, volver a estudiar. Cuando estaba en la Argentina siempre hice música, porque mi familia es de músicos. Mi abuelo era un regisseur famoso, mi padre músico de Colon, solista. Estaba estudiando medios de comunicación cuando nos secuestraron. Y después cuando volví a Argentina volví a estudiar. Soy regisseurin de ópera, lo mismo que hacía mi abuelo.

Y después, a los 20 años uno también lo tapa, no sé qué se hace con eso. Lo pone en algún lugar pero de repente aflora, también a fuerza de tratar de olvidar, algunos momentos me olvidé más de lo que... me olvidé otras cosas que no sé si elegí olvidar. Pero uno hace mucha fuerza por olvidar, no por olvidar lo que pasó, es curioso, porque uno todo el tiempo está trabajando para que no se pierda la memoria y lo que pasó, pero me parece inevitable, hay momentos que quise olvidar completamente.

P:    Vos tenés una hija, ¿no? ¿Y le contás algo de todo esto?

R:    Mira, yo no le oculto nada, ni le cuento nada que no me pregunte. Tiene nueve. Cuando se cumplieron veinte años del golpe participé en las actividades en el Colegio Nacional Buenos Aires por los desaparecidos que estudiaban alli.

R:     Mi hija me vió llorar y se empezó a interesar, a preguntar. El año pasado me acompanó a Alemania. En el fondo estaba más tranquila estando conmigo y sabiendo exactamente qué íbamos a hacer. En la escuela cuando vine aquí a Alemania planteé por qué viajaba y la directora y la maestra de grado, fueron muy solidarias. Porque ella también estaba conmocionada. Me acuerdo que cuando yo le conté qué veníamos a hacer a Alemania y sobre los juicios, me impresionó porque se quedó un rato pensando, esto fue el año pasado, y me dijo: ¿Y dónde están los militares esos que se llevaron a tu novio y te trataron tan mal?"  Y bueno, ¿dónde están?  „Están en sus casas tan tranquilos, están ahí." „ ¿Y todavía llevan armas?" Sí, porque es la verdad. Y se quedó un rato pensando y dijo: "Yo no entiendo, ¿y ustedes hablando piensan que les van a ganar o les van a parar a los militares que son malísimos y tienen armas?". Le dije que tratamos de hablar mucho para que todo el mundo se entere y sepan quienes son y la gente tenga el derecho a elegir. Para que esto no pase nunca más. Que la gente pueda elegir si quiere a esos militares como amigos, médicos o personal de seguridad. Pero sabiendo lo que hizo.

P:    Gracias, Betina



Entrevista realizada con Bettina Ehrenhaus el 25 de junio de 1999. El presente es un extracto de la misma. Prohibida su reproduccion total o parcial.

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