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10dic17


Azucena, la Plaza de Mayo es tu monumento


Cuando se cumplen 40 años del secuestro y desaparición de Azucena Villaflor, la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, hablamos con su hija, Cecilia De Vincenti.

Azucena Villaflor
Azucena Villaflor, la fundadora de las Madres de Plaza de Mayo

"El viernes 9 de diciembre de 1977 mi mamá estaba rara, triste, con los ojos llorosos. A la noche, después de cenar, yo estaba mirando una telenovela y le pregunté qué le pasaba. Ella me contestó que no sabía cómo decirle a mi papá que se habían llevado a dos madres y una monja de la Iglesia de Santa Cruz la noche anterior".

Este es el recuerdo de las últimas horas que Cecilia compartió con su mamá, Azucena Villaflor. "Al día siguiente quería comprar el diario La Nación para ver la solicitada que habían estado preparando sobre los desaparecidos. Me golpeó la puerta del cuarto, yo todavía estaba acostada porque era sábado, pero entró y me preguntó: 'Nena ¿qué quieres comer, carne o pescado?' Yo le contesté que pescado y ella salió para la Avenida Mitre. Esa fue la última vez que la vi".

Cuando cruzaba la avenida, un grupo de autos Ford Falcon se la llevó. Ella se resistió, gritó para que la vean, un colectivo que pasaba por ahí paró, pero los militares sacaron armas largas y le dijeron que siga. Unos vecinos vieron y vinieron a contar lo que había pasado, recuerda Cecilia.

Con su padre y sus hermanos, creyeron que lo de Azucena iba a ser "un susto", porque para ese momento ya eran muchas mujeres las que habían empezado a ir a la Plaza de Mayo. "Pensamos que iban a ser dos o tres días y las iban a soltar", dice.

Las desapariciones forzadas y muertes agobiaban el país desde la instauración de la dictadura militar el 24 de marzo de 1976. Néstor, el hijo de Azucena y Pedro De Vincenti, era un militante peronista y había desaparecido junto con su esposa el 30 de noviembre de ese año. Su mamá removía cielo y tierra para encontrarlo.

"Ella empezó a hacer lo que se hacía en aquel momento, presentar un habeas corpus, ir a las comisarías, a los cuarteles, y notó que siempre había gente preguntando como ella. Un día fue a la Liga por los Derechos del Hombre y le preguntaron lo mismo que los militares: dónde militaba mi hermano. Volvió desencantada, se quedó pensando, y unos días después propuso ir a la Plaza de Mayo. Una de las consignas de las madres era no preguntar dónde habían militado los hijos porque había que buscarlos a todos por igual", rememora Cecilia. Así empezaron las rondas de las madres, un 30 de abril de 1977, que continúan hasta la fecha.

Azucena Villaflor
Placa de Azucena Villaflor, fundadora de las Madris de Plaza de Mayo

En ese ir y venir por comisarías e iglesias, Azucena conoció a quien iba a ser su entregador, el marino Alfredo Astiz, "el Ángel Rubio", como después se lo llamó. Durante una misa, otra madre se lo presentó. En ese momento, Astiz era un joven de 23 años, la misma edad de muchos de los hijos desaparecidos, y se ganó el cariño de las madres con el cuento de que su hermano había desaparecido y su mamá estaba muy enferma.

El 8 de diciembre las madres se habían juntado en la Iglesia de Santa Cruz para juntar dinero con el fin de pagar una solicitada en el diario La Nación. Azucena no estaba ahí. Astiz 'marcó' a Esther Balestrino de Careaga, a Mary Ponce de Bianco y a la monja francesa Alice Dumon, que luego fueron secuestradas. El 10 se llevaron a Azucena y a la monja Léonie Duquet.

Recuerda Cecilia que por mucho tiempo no supieron nada. "Con el correr de los años, cuando los expresos empezaron a hablar, contaron que mi mamá había estado en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) junto con otras madres. Una de ellas recordó que le había servido un mate y ella les había dicho que seguramente le iban a dar un susto, que hicieran la lista de los que estaban ahí para informar a sus familiares cuando la liberaran".

Al día siguiente Azucena apareció con muchos golpes y moretones porque había sido torturada. El miércoles 14 de diciembre, las dos monjas francesas y las tres madres fueron llevadas a un avión y arrojadas vivas al mar. Sus cadáveres aparecieron días después en Santa Teresita, un balneario de la provincia de Buenos Aires, y fueron enterrados como NN en el cementerio de General Lavalle.

"Mi papá estaba muy triste con la desaparición de mi mamá, empezó a ir a la Plaza de Mayo todos los jueves, se sentaba en la puerta de mi casa mirando para la Avenida Mitre esperando que ella diera la vuelta y viniera caminando. Un día yo descongelé la heladera y la dejé sin carne y me dijo muy enojado: '¿No dejaste carne? Y si viene tu mamá qué le das de comer?'". Pedro falleció de un cáncer del pulmón el 5 de enero de 1981. El 19 de mayo de 2005 los antropólogos confirmaron que uno de los restos enterrados en General Lavalle era el de Azucena.

"Cuando nos devolvieron los huesos, resolvimos que sus cenizas estuvieran en la Plaza de Mayo. Un poquito de cenizas acompaña a las madres en la Iglesia de Santa Cruz", recuerda Cecilia.

Este 28 de noviembre se conocieron las sentencias contra 29 imputados en la Megacausa ESMA, llamada así por haber sido el principal centro clandestino de detención de la dictadura. Fueron condenados Alfredo Astiz y los pilotos de los "vuelos de la muerte" que lanzaban al mar desde aviones militares a las víctimas drogadas.

Si bien Astiz ya tenía una sentencia a cadena perpetua desde 2011, la reafirmación de este castigo y la condena a los pilotos ha sido un nuevo triunfo en la lucha por la justicia. "Haber recuperado el cuerpo de mi mamá y la condena de todos los que estuvieron en el proceso de secuestro y desaparición está bien. Un país con justicia tiene que ser así, tienen que estar presos", aseguró Cecilia De Vincenti.

El 7 de diciembre se realizará una Marcha de la Resistencia en la Plaza de Mayo. Se trata de un homenaje a una lucha que comenzó en 1981 como respuesta a los secuestros y desapariciones de personas por el terrorismo de Estado desatado por la dictadura cívico-militar en Argentina. Allí se recordarán a las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo que junto a otras víctimas fueron secuestradas, torturadas y arrojadas vivas al mar en 1977. Este año coincide con la condena a los culpables de los 'vuelos de la muerte' en la causa ESMA.

La calle Cramer, en Avellaneda, donde Pedro salía a esperar a su esposa con la ilusión de verla volver, hoy recibe el nombre de Azucena Villaflor, la única persona que ha recibido el honor de ser enterrada en la Plaza de Mayo, donde las Madres que ella ayudó a reunir siguen marchando.

[Fuente: Sputnik News, Bs As, 10dic17]

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