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21jun08


Testigos declaran sobre desaparición, torturas y destino del cuerpo de González


De las declaraciones de tres detenidos políticos ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Posadas que lleva la causa por la desaparición del científico correntino, Alfredo González, secuestrado en la capital misionera en 1978, dos motivos para su desaparición, dos formas de morir y tres destinos de su cuerpo se desprendieron en la segunda jornada. "Fue calcinado en una parrilla de un centro de recreación militar" dijo uno de los testigos.

Tres testigos declararon ante Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Posadas presidido por el Juez Carlos Sodá por el juicio busca esclarecer la segunda desaparición del científico correntino, que ocurrió el 4 de marzo de 1978: el abogado Alfredo Glinka, el médico Hilario Arnaudo y el ex agente penitenciario nacional Héctor Cantero.

El juicio imputa a Caggiano Tedesco por desaparición forzosa de González, con violencia manifiesta a través de tormentos, cautiverio en un centro clandestino de detención, sin las formalidades legales ni garantías constitucionales mínimas, agravado por el hecho de haber sido funcionario público en 1978.

El juicio es observado por la ministra del Tribunal Electoral Gloria Estragó Bieber y Jorge Urusoff, dirigente por los Derechos Humanos de Paraguay que pretenden llevar al banquillo a militares de la dictadura de Alfredo Stroessner.

Precedió a la segunda jornada una nueva manifestación de ATE, CTA y movimientos estudiantiles que pegaron en los vidrios del tribunal consignas como "asesino, genocida, cínico, sádico" referidas al imputado.

Glinka

Hasta el momento se manejan dos hipótesis sobre la muerte de González: podría haber fallecido de una falla cardíaca al ser colgado dentro de un pozo de agua o luego de soportar varias sesiones de picanas eléctricas en diferentes partes del cuerpo.

Pero durante la segunda jornada del juicio, los testigos centraron sus declaraciones sobre qué se había hecho con el cuerpo del desaparecido.

En su declaración, Glinka sostuvo que el cadáver fue calcinado en una parrilla de un centro de recreación perteneciente a las fuerzas armadas en la zona del Zaimán.

"El olor a carne humana quemándose en el fuego no se olvida nunca más, es muy especial", dijo Glinka, instado a declarar por ser testigo que presenció ese momento.

Ya María Amelia González, hermana de Alfredo González había dicho que "un hombre de unos 70 años me dijo que a mi hermano lo presentaron en una cena de militares como el plato del carpincho".

"A los correntinos nos conocían en Misiones con ese mote", había dicho.

De las declaraciones, se desprende también que el cuerpo habría sido arrojado al río Paraná o a las tierras del Chaco Paraguayo.

El general Cristino Nicolaides recibió en una oportunidad a la madre del desaparecido, con un arma apuntándole sobre el escritorio. Le dijo que no preguntara sobre esa cuestión.

Inclusive se consultó al obispo Jorge Kemerer, quien consignó al médico Arnaudo que "Alfredo ya estaba muerto, alguien me dijo que se les pasó la mano con las torturas y falleció".

A la vez, los testigos coincidieron al decir que habría motivado en las fuerzas armadas la aprensión de Gonzales los procesos que desarrolló como investigador.

González había descubierto una fórmula que disminuiría de forma notable el proceso de potabilización del agua, con productos extraídos de esta zona.

También elaboró un líquido para limpiar artículos del hogar que estaba siendo desarrollado en un emprendimiento en Alem, con capitales norteamericanos.

Glinka, quien explicó al juzgado que sus fuentes internas de inteligencia en la Casa de Gobierno misionera eran los mozos y el personal de maestranza, declaró que no cree que "la desaparición de González no fue por motivos políticos, sino económicos".

El testigo señaló que un fuerte sentimiento de rechazo se había producido hacia González por ser uno de los más acérrimos docentes impulsores del comedor universitario en la Unam. Sin embargo, advirtió al tribunal que en Misiones la mayor cantidad de desapariciones no eran por cuestiones políticas sino económicas.

"Los represores obligaban a los detenidos a firmar documentos por los que le transferían todos sus bienes inmuebles, como camiones, chacras y casas. Todas eran ventas forzosas", dijo Glinka.

Arnaudo

Por su parte, el médico Hilario Arnaudo, amigo de González y director de Atención Médica, retomó la hipótesis de la detención política del desaparecido.

Según Arnaudo, un miembro de la Facultad de Exactas de apellido Neuman o Leuman acusó a González de realizar actividades desestabilizadoras en la Universidad tres días antes de su desaparición.

Frente a él, el gobernador de facto Rodolfo Poletti habría dio "a ese tipo de gente hay que sacarla del medio"

"Ese mismo día por la tarde me contacté con Alfredo y le dije que se borrara, no me hizo caso porque no tenía nada que esconder", recordó Arnaudo.

Canteros

En tanto, el penitenciario retirado del Servicio Federal, Héctor Cantero, manifestó que "a esta gente los mandaban a la cárcel los propios militares", reconoció un libro de ingresos y egresos de la Penitenciaría de Candelaria y dijo que "los detenidos políticos eran alojados en salas alejadas, no podían estudiar ni trabajar como sí lo hacían los presos comunes".

"Estaban depositados a disposición de las autoridades militares de la zona, no de las judiciales como los demás. Cuando llegaban no había en los oficios fundamentos para su detención", explicó.

Capli

Por su parte, en su testimonio del jueves el amigo y asistente de González, Julio Capli, comentó detalles del momento en el cual fueron secuestrados.

"Estaba en la casa que alquilaba el profesor de la UNaM, en Sarmiento casi Ayacucho. Cerca de las 21 ingresó al lugar por la fuerza un grupo de 12 ó 15 personas que apagaron las luces y tumbaron a los dos hombres al piso", dijo Capli.

"Nos ataron, nos taparon con algodones y vendas los ojos, nos golpearon con objetos contundentes y nos trasladaron a un lugar desconocido en baúles de autos", señaló.

Capli recordó que durante el cautiverio en cercanías del aeropuerto "se percibían olores de campo y de animales como vacas y caballos.

"Estábamos atados todos a través de una cadena que nos unía por el cuello y que finalizaba en un grillete empotrado a la pared en la Casita del arroyo Mártires", declaró Capli.

"No teníamos los servicios mínimos, y nos hacían arrastrar por el suelo para desplazarnos por supuestos alambres, que en realidad no existían", señaló.

El testigo declaró que durante las torturas, los militares subían el volumen de la radio para evitar que se escuchen los lamentos de los presos políticos.

Picanas y hojas de ortigas en genitales y en la boca, paladas de palas hormigas rojas sobre el cuerpo y violaciones, eran muy comunes, al igual que tormentos psicológicos.

En ese lugar también habría estado detenido el dirigente del Movimiento Agrario Misionero, Pedro Peczak, que estima Glinka falleció una infección generalizada luego de que le colocaran huevos en los ojos golpeados en carne viva.

"Intenté acercarme para romperle la tráquea y que así dejara de sufrir, pero no lo alcancé. Sus gritos eran desgarradores", dijo el testigo.

[Fuente: Momarandu, Corrientes, Arg, 21jun08]

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