Impunidad en Argentina
Los Derechos Humanos y la Impunidad en la Argentina (1974-1999)

Palabras preliminares de Mons. Miguel E. Hesayne


Palabras Preliminares

Como Obispo Católico y desde la óptica pastoral, agradezco al Doctor Salvador María Lozada este valioso aporte al respeto de los Derechos Humanos y su protección específica en el campo educativo y jurídico.

En este año se cumplen cincuenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Organización de las Naciones Unidas. Medio siglo de luz y sombras. Medio siglo que ante los hechos de violación de los Derechos Humanos urgen actitudes magisteriales -como la que emprende el Dr. Salvador María Lozada con esta publicación que recomiendo a la dirigencia argentina-. Porque "el respeto de los derechos humanos no comporta únicamente su protección en el campo jurídico, sino que también debe tener en cuenta todos los aspectos que emergen de la noción de dignidad humana" (Juan Pablo II, Jornada Mundial de la Paz 1/1/98).

En la Argentina de hoy, se corre el riesgo de reducir la violación de los derechos humano a secuestros, torturas y, lo más preocupante, de convertir la defensa de los derechos humanos en un slogan electoralista o en pantalla gubernamental para afianzarse en el poder.

Es preciso señalar que la gama de los derechos humanos abarca tanto cuanto el hombre de hoy - aquí y ahora- necesite para vivir una vida digna. La razón antropológica de la vigencia de los derechos humanos radica en que la persona humana por ser tal es sujeto de derechos y obligaciones correspondientes.

La fe cristiana enriquece esta motivación racional para una defensa de los derechos humanos, porque Jesucristo es el autor de la frase más revolucionaria de todos los tiempos, y "subversiva para el poder dominador: "La ley es para el hombre y no el hombre para la ley" (Lc.6,9/Mt.11.12). Más aún, Jesús se identifica con cada hombre singular y de modo particular con el más necesitado (Mt.25).

Hoy que se vive para el consumo, en una sociedad dominada por el sistema, tan materialista como el marxismo, del neoliberalismo cuyo valor supremo es el "mercado", hay que educar sobre el valor absoluto e inalienable de la persona humana y a la luz de la fe cristiana tener conciencia que lo que cuenta para Dios es el Hombre.

Miguel E. Hesayne

Obispo Emérito de Viedma

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