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17oct03


Argentina y Brasil intentan una mediacion que evite una guerra civil en Bolivia.


Las noticias de Bolivia golpearon sin cesar, desde la mañana de ayer, la reunión cimera de Buenos Aires. Néstor Kirchner y Luiz Inacio Lula da Silva apenas pudieron cumplir con los menesteres previstos en el protocolo. Los cables diplomáticos acompañaban a las agencias de noticias.

Ambos afluentes de información coincidían en que Bolivia se encuentra en el umbral de una guerra civil, donde el número de muertos ya superaría el centenar de víctimas. La crueldad y el odio parecen haber borrado allí cualquier otro sentimiento. Estremeció a los presidentes una filmación que daba cuenta de que un grupo de indígenas sublevados comió las vísceras de un policía asesinado.

Lula y Kirchner decidieron entonces una gestión conjunta y desesperada de Brasil y la Argentina para intentar salvar a Bolivia del peor de sus destinos posibles. Ordenaron a los cancilleres Rafael Bielsa y Celso Amorim que se arremangaran en el Palacio San Martín y exploraran la posibilidad de una mediación en la crisis boliviana.

Hablaron con los cinco referentes más importantes de Bolivia: el presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada; el vicepresidente, Carlos Mesa; los líderes de la rebelión, Evo Morales, jefe del sindicato de los cocaleros, y Felipe Quispe, caudillo de los aymara, y con el ex presidente Jaime Paz Zamora, un aliado del actual mandatario boliviano.

Los cancilleres encontraron predisposición de los dirigentes bolivianos para explicar el conflicto y para escuchar la oferta de una mediación por parte de los dos países con mayor influencia histórica en la nación del altiplano. Bielsa se preparó para viajar personalmente a Bolivia, pero Kirchner lo frenó con un argumento sólido: es mejor dejar la instancia de los cancilleres para una segunda etapa; esto es, para cuando la mediación haya sido formalmente aceptada, consideró el Presidente.

UN AVIÓN DE LA FUERZA AÉREA

Lula designó como delegado a su asesor en Relaciones Internacionales y viejo amigo personal, Marco Aurelio García, y Kirchner nombró al subsecretario de Asuntos Latinoamericanos de la Cancillería, Eduardo Sguiglia, uno de los hombres de mayor confianza del canciller Bielsa. García y Sguiglia partirán hoy, a las 6 de la mañana, en un avión de la Fuerza Aérea argentina, hacia el aeropuerto de El Alto, al lado de La Paz, foco de las principales rebeliones de los últimos días. Un helicóptero del gobierno boliviano los rescatará de la estación aérea, porque el tránsito por rutas es imposible ya. Un importante mecanismo de custodia argentina acompañará a la delegación conjunta, cuyos miembros han recalcado que irán, por ahora, en calidad de "observadores".

Esa aclaración es importante, porque la delegación argentino-brasileña no quiere quedar abrazada a un sector, situación que convertiría en inviable el proyecto de la mediación. Los delegados se desplazarán entre La Paz, capital del país y centro del oficialismo, y Cochabamba, donde están los opositores. El encuentro más difícil será con el líder indígena Quispe, porque éste se encuentra en la clandestinidad, convencido de que Sánchez de Lozada proyecta matarlo. "Los recibirá en algún momento impreciso y en algún lugar indefinido aún", les aseguró Evo Morales.

Los férreos límites que encontrará una eventual mediación son muy claros: la dureza de la escalada represiva del oficialismo, por un lado, y la intransigencia ideologizada e inexperta de la oposición, por el otro. Ninguna mediación es fácil, sobre todo cuando debe actuar sobre un reguero de sangre, y su final nunca estará asegurado. Pero el intento es una iniciativa mejor que seguir emitiendo documentos clásicos, bordados de frases hechas y repetidas ya hasta el cansancio. Un presidente y un sistema político tambalean en La Paz.

[Fuente: Por Joaquín Morales Solá para La Nación, Bs As, Arg, 17oct03]

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Este documento ha sido publicado el 17oct03 por el Equipo Nizkor y Derechos Human Rights