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20feb16


El Alto en pleno se unió en el último adiós a sus muertos


El grito de "ˇjusticia, justicia!" se fundió con el llanto por las pérdidas irreparables. Ayer, en el templo Amor de Dios de la zona 16 de Julio, cientos de alteños se unieron en la última despedida a los funcionarios fallecidos en el ataque a la Alcaldía de El Alto.

"Condenamos el acto cobarde de la violencia y además la irresponsabilidad de quienes debieron haberse hecho presentes y resguardar la vida de los hermanos", dijo el obispo de la Diócesis de El Alto, monseñor Eugenio Scarpellini, durante la misa de cuerpo presente que estaba dedicada a las seis víctimas.

Pero en la homilía había sólo dos ataúdes. Uno blanco, que contenía el cuerpo de Gloria Magalí Calle Suárez, fue el primero en llegar a la iglesia en brazos de ocho varones.

En la puerta, un grupo de personas con estandartes de unidades educativas de la zona Las Kiswaras protestaba. "Hemos sido testigos de la crueldad. Una vida inocente se ha perdido", gritaban los vecinos de Gloria que no se resignan. Contó que los padres de familia asistieron a la marcha del miércoles, que terminó con seis vidas, chantajeados con multas de hasta 100 bolivianos.

A los pocos minutos llegó el segundo cuerpo, de Javier Mollericona. Tres hombres vestidos de negro y otros tres con uniformes municipales cargaron su ataúd.

Vestida totalmente de negro y con los ojos hinchados, la alcaldesa alteña, Soledad Chapetón, se dirigió directamente hacia los familiares y, con un abrazo, les manifestó su apoyo.

"La Sole ha sido amenazada desde que se ha posesionado; Braulio Rocha dijo que iba a ser su sombra y ahí están los hechos", comentó una exfuncionaria. Pidió que los culpables, "esos delincuentes", sean juzgados.

"Es una celebración para despedir a nuestros hermanos que han fallecido el día miércoles. Lo hacemos para pedir la paz y el descanso eterno de las almas de nuestros hermanos", explicó monseñor Scarpellini tratando de aplacar la rabia contenida.

El nuncio apostólico en Bolivia, Giambattista Diquattro; monseñor Scarpellini y 28 sacerdotes de El Alto y las provincias paceñas oficiaron la ceremonia.

"La vida es un don sagrado de Dios y nadie tiene derecho a quitarla", declaró el nuncio y manifestó sus condolencias a las familias; pidió oración para la pronto recuperación de los heridos.

Una a una se posaron las ofrendas florales a los pies de los ataúdes. El gobierno departamental de La Paz presentó un arreglo de flores blancas. Y hasta las Cebritas paceñas, allí presentes, entregaron un enorme ramillete.

El mensaje del papa Francisco llegó a El Alto mediante la presencia del nuncio apostólico. "Elevaré mis oraciones por el alma de Gloria, José, Javier, Ana María, Rosmery y Rodrigo", dijo el Santo Padre. "El Papa recuerda con cariño al pueblo de la ciudad de El alto, que fue la puerta a La Paz, en su visita reciente", dijo monseñor Diquattro.

Antes de la comunión, Scarpellini invitó a los participantes a darse el abrazo de la paz. Familiares, funcionarios, todos se fundieron en el saludo y la Alcaldesa rompió en llanto.

"ˇJusticia, justicia!", fue el grito de cientos de personas en el atrio del templo antes de que dos cortejos fúnebres llevaran los cuerpos a sus entierros.

[Fuente: Página Siete, La Paz, 20feb16]

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