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04ene20


Karen Longaric: «Los diplomáticos españoles actuarona espaldas de su propio Gobierno»


La canciller de Bolivia (ministra de Relaciones Exteriores), Karen Longaric, aclara que la expulsión puntual de los diplomáticos españoles, Cristina Borreguero (Encargada de Negocios) y Álvaro Fernández (Cónsul) significa la «pérdida de confianza de esas dos personas» pero «en ningún caso, tiene que ser extensible al Gobierno al que representan». En su despacho del Ministerio, en uno de los costados de la histórica Plaza Murillo, observa que no expulsaron también a los geos que protagonizaron el incidente, en la residencia de la exembajadora de México, el pasado 27 de diciembre, porque «desconocemos su identidad».

La primera mujer en la historia de Bolivia en ocupar la Cartera de Exteriores, insiste en que las decisiones de su Gobierno se han ajustado en todo momento a la Convención de Viena. Catedrática de Derecho Internacional, se conoce al dedillo los artículos -que cita- para justificar el derecho soberano de su país a «declarar personas non gratas» a los diplomáticos «que trataron de ingresar y circulaban por la ciudad con agentes con medio rostro cubierto, algo terminantemente prohibido». A todo esto, añade «el agravante de que se negaron a identificarse ante la policía» y un detalle facilitado por el informe oficial del Ministerio de Gobierno: «Tenían en el automóvil, maletines o mochilas con armas».

Longaric considera que las relaciones entre Bolivia y España deben mantenerse en el marco de «la cordialidad» y confía que así sea pese a la reacción del Gobierno de expulsar a tres diplomáticos bolivianos como gesto reciproco al suyo. «Sí, definitivamente, me sorprendió, pero España está en su derecho, le ampara, como a nosotros, la Convenció de Viena y lo respetamos», comenta. La «sorpresa» la explica porque «la ministra de Asuntos Exteriores (en funciones), Margarita Robles, me mostró su disgusto. Me dijo que tanto el Ministerio como ella desconocían esos hechos que no habían sido autorizados ni tenían el aval del ministerio».

Decisiones personales

Después de aquella conversación con Robles y de analizar el informe oficial completo de los hechos, su Gobierno consideró que «tanto la encargada de negocios como el cónsul actuaron de manera unilateral, a espaldas de su propio Gobierno, con una decisión inconsulta y arbitraria. Se guiaron por decisiones personales. Se excedieron en sus funciones», insiste. Llegado ese punto, la presidenta Jeanine Áñez adoptó la decisión conocida porque, «corríamos el riesgo de que lo volvieran a hacer».

A Longaric le sorprendió que la versión de Robles, «a quien considera honesta, franca y respeto muchísimo», fuera diferente a la que había mantenido, anteriormente, con el embajador Ramón Santos, en misión especial para el proceso de pacificación de Bolivia. Santos se encontraba en Madrid, «me dijo que los hechos estaban autorizados por el Ministerio de Asuntos Exteriores de España. También, que no le sorprendía que agentes especiales de operaciones (GEO), transitaran con el rostro cubierto y que era muy usual en cualquier país del mundo. Hice hincapié en que en países en estado de guerra podía ser pero Bolivia no estaba en esa situación».

La ministra también recuerda un dato importante, su conversación el fatídico 27 de diciembre por la mañana con Cristina Borreguero. «Llamé a la ministra consejera porque había llamado pidiendo auxilio. Según ella, estaba detenida por la Policía en la residencia y le impedían salir. La llamé personalmente para ayudarla y saber qué estaba pasando. Ella -reitera- estaba muy, muy nerviosa. Envié a uno de los viceministros, en vehículo con placa diplomática, para que la acompañara a su casa. La afirmación de que estaba detenida, como había sostenida, quedó desvirtuada. Era absolutamente falsa».

Todo lo que rodea al incidente de la residencia de la embajadora, donde se refugian nueve altos cargo del Gobierno de Evo Morales, resulta insólito. Tanto como que, en rigor, observa, «el Gobierno español no ha expresado directamente con la Cancilleria o la Presidencia su rechazo a la expulsión de sus diplomáticos». Quien sí lo hizo fue la misión de la Unión Europea en La Paz que condenó la decisión boliviana de expulsar a los diplomáticos españoles. La ministra Longaric se reunió con los embajadores minutos antes de esta entrevista y, después de escucharla, «cambiaron su posición. Dijeron que les parecía que era un tema bilateral o trilateral por México, pero que ellos no tienen porqué objetar las medidas adoptadas por Bolivia».

La duda sobre el trasfondo de aquella «visita de cortesía» sigue sin despejarse. «El Ministerio de Gobierno (al frente de Arturo Murillo) -aclara la canciller- sostiene que el propósito de esos enmascarados al querer ingresar con los diplomáticos a la residencia de la embajadora de México era facilitar la huida de Quintana» (Juan Ramón, exministro de Evo Morales) y añade otro detalle que da fuerza a la hipótesis: «La renuencia de la ministra consejera a dar una explicación coherente cuando yo la llamé».

Recuperar la normalidad

Recuperar la normalidad con España, «es un deseo ferviente y auténtico. Hay que fortalecer los vínculos y evitar que estos problemas fisuren las relaciones bilaterales porque éstas, son mas importantes que la coyuntura puntual». El vicecanciller Gualberto Rodríguez fue «designado encargado de Negocios en Madrid. No designamos embajador -aclara- porque estos nombramientos pasan por la Asamblea Legislativa que ahora está volcada en el proceso electoral. El próximo Gobierno, a elegir en mayo o junio, nombrará a todos los embajadores en el exterior».

Al incidente con España Bolivia suma la tensa relación con México y Argentina donde está refugiado Evo Morales. En teoría, estos países no reconocen el Gobierno interino de Jeanine Áñez, pero la canciller matiza: «En Argentina tenemos encargado de negocios igual que en México y ambos han sido aceptados». Hasta en Venezuela tienen representación diplomática, pero «declaramos personan non grata a todos los funcionarios acreditados durante el anterior gobierno porque participaron activamente en los grupos de choque y desestabilizadores del mes de octubre. Pero, -recalca- no hemos roto relaciones con Venezuela. Esa medida tendría otra trascendencia.»

En ese contexto, observa, «si el Gobierno de México no quiere entregar a esas personas y Bolivia no les puede entregar el salvoconducto, porque están acusados de delitos muy graves como terrorismo y sedición, se quedarán por largo tiempo a vivir en la residencia de México».

Hay cierta reiteración a referirse al Gobierno de Bolivia como fruto de un golpe de Estado, «es absolutamente injusto, no con el Gobierno si no con el pueblo boliviano que en marchas pacificas le retiró a Evo Morales su confianza tras el fraude descarado de las elecciones y exigió su renuncia. El expresidente, al sentir ese peso moral tan fuerte sobre sus espaldas, dimitió. A partir de ahí surge un Gobierno emergente de una sucesión constitucional respaldada, inclusive por la Asamblea Legislativa donde la mayoría la tiene el MAS, el partido de Morales. Esa Asamblea Legislativa sigue funcionando, con la misma mayoría que tenía, sin ningún cambio y aprobó leyes tan importantes como la ley de convocatoria a elecciones. Esa es la realidad y la verdad».

[Fuente: Por Carmen de Carlos, ABC, Madrid, 04ene19]

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