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27feb17


Nacionalizarse, un vía crucis en el país


"Yo me hice boliviano porque estaba francamente harto de tanto trámite y coimas que pagar acá y allá. Un año entero duró el papeleo para la nacionalización y me costó cuatro veces más de lo que se suponía pero, bueno, ahora trabajo tranquilo y me olvidé de la pesadilla de los tramitadores".

Jorge S. pide guardar su nombre en reserva a cambio de compartir su historia: "A veces las cosas se malentienden", dice en un cafecito de Sopocachi. Habla fuerte, haciendo ademanes, "como se estila en Andalucía" y pese a los más de 15 años que lleva en La Paz no ha perdido las "z" y alguno que otro "vosotros" se le escapa de su Jaén natal.

El profesional cuarentón es uno de los extranjeros que adquirió la nacionalidad boliviana en los últimos años. Según datos de la Dirección General de Migración (Digemig), entre 2012 y 2015 se emitieron 5.476 naturalizaciones. Ese trámite tiene un costo de 4.000 UFV (8.720 bolivianos a la fecha), exige 12 requisitos, y no debería durar más de ocho días.

"Es un trámite personal, sencillo y no requiere de tramitadores. El único importe que debes cancelar es el que establece la norma", dice el folleto que se reparte en Migración en la avenida Camacho, a quienes preguntan por los requisitos. El pasado miércoles, tres personas -una brasileña, un argentino y un chino- que están en ese proceso coinciden en sus razones para nacionalizarse: "Bolivia es barata y hay trabajo. Vivo aquí mucho tiempo y tengo familia. Me he cansado de renovar visa".

Para acceder a la naturalización, los extranjeros deben haber residido al menos tres años en el país; y en ese interín -si siguieron las normas migratorias- haber tenido consecutivamente visa de turista, visa de objeto determinado y visa de residencia temporal con carnet de identidad de extranjero, incluido.

Tramitadores, "mal necesario"

"Ya en el 2000 las cosas estaban mal por España. Yo había estudiado ramas humanísticas y con todo y título no encontraba trabajo y mira que tonto no soy ¿eh?". Volvemos al café con el andaluz ahora también boliviano.

A diferencia de los latinoamericanos en España, los españoles no precisan visa para entrar en los países de este continente. "Yo llegué a Bolivia con visa de turista y eso porque no estaba seguro si me iba a gustar ", admite Jorge.

La visa de turista debe renovarse cada tres meses. Y cuando ese plazo feneció, Jorge se convirtió en uno de los muchos extranjeros que cumplen un rito conocido: "Darse un viajecito hasta la frontera -desde La Paz las más cercanas son Desaguadero o Yunguyo- para salir del país y volver a entrar obteniendo así otros 90 días de estadía "legal".

Y al andaluz Bolivia le "encantó" y cuando terminó su voluntariado en El Alto con una ONG decidió quedarse. "Entonces hice el cambio de visa a la de objeto determinado para la que te piden mogollón de papeles". Cumplió con todo y a esas alturas ya había conseguido otro trabajo y debía tramitar la visa de residencia temporal.

Fue entonces su primer encuentro con un tramitador: 'Joven, le ayudamos a hacer todo rapidito, ¿de dónde es? Español, ¿no ve?'. Así recuerda Jorge el abordaje en las puertas de Migración que lo llevó a una oficina minúscula en un céntrico edificio paceño. El que nombró su abogado lo ayudó a obtener visa de residencia temporal, primero por un año y luego por dos, que le permitía acceder a un carnet de residente y, finalmente a tramitar su nacionalización.

"Por tratos diplomáticos los españoles podemos tener doble nacionalidad, entonces yo opté por hacer el trámite, nada perdía". Nada, salvo tiempo y dinero.

El abogado le pedía constantemente montos para "acelerar las cosas" y ese era el mismo argumento de funcionarios menores en oficinas públicas. "Todos querían plata, terminé pagando cuatro veces más: 10% en el trámite, 10% en pagos y 20% en el tramitador. Y aún así pasó un año hasta que me entregaron el carnet de boliviano, por el artículo 37". Y muestra la cédula que ya ha sido renovada dos veces. "Pero me costó, jolines, me costó".

"No tengo dinero"

Cuando Luis F. llegó por primera vez a La Paz tenía 12 años y no estaba feliz de cambiar su casita con jardín y perro por un departamento en un edificio sopocachense. "Mi padre era un 'todoficios' en Lima. Como no encontraba trabajo en su profesión de perito forestal, trabajó en gastronomía y tuvo una mueblería. Entonces un amigo lo llamó y se vino a Bolivia, primero solo y luego con la familia", cuenta.

Así fue su infancia cuando, claro, le interesaba más jugar a la pelota que pensar en trámites. "Yo no sé cómo hacía mi familia, pero durante años estuve con visa de turista, incluso viajaba con mi padre a Chile", cuenta ahora que es treintón en un castellano rápido y dulce que revela su origen peruano.

Después, recuerda, hubo un "perdonazo" y muchos extranjeros regularizaron su situación migratoria en Bolivia. "Yo era menor de edad, me sacaron visa de residencia y recogí mi primer carnet como extranjero cuando estaba en la promoción".

Ese mismo día lo detuvieron. Me bajé del minibús, en éste charlaba con un amigo, y una señorita bajó detrás de mí gritando que le había robado su teléfono. "Es peruano, él es", ese era su argumento. Llegamos a la Pando y sin más la mujer desapareció y a mí me soltaron a las horas".

Con carnet de extranjero Luis estudió en la universidad y encontró algunos trabajos al culminar su carrera. Para entonces sus padres habían vuelto a Lima y él vivía con una hermana en La Paz. Hace dos años decidió ir a su país y probar suerte, pero la cosa estaba fea. "No encontré empleo en mi profesión y entonces me ofrecieron trabajo en Bolivia".

Como no se había ausentado durante dos años del país, conservaba su visa de radicatoria temporal. Sin embargo se encontró con nuevos escollos, como los trámites de legalización de su contrato laboral que le cuestan 500 dólares y debe renovarse cada año.

"No he pensado nacionalizarme principalmente porque no tengo plata ni tiempo. Es un trámite muy complicado y no tengo para pagar a un tramitador", asegura el joven que habiendo pasado su vida entre dos países se define como peruano-boliviano.

Cada tres meses a la frontera

"¿No me ayudas con una monedita? Tengo que reunir para viajar este fin de semana a Desaguadero y con tanta marcha en La Paz estos días están flojos". Natalia L. parece una bailarina fina y menuda, o quizás da esa impresión el tutú morado con el que realiza su acto de malabarismo en una esquina de la Busch.

"Yo argentina, argentinísima del corazón de Rosario, la tierra de Messi y Fito Páez, pero también me considero ciudadana del mundo", recalca.

Natalia llegó a La Paz el año pasado con su novio Juan Carlos, quien le enseñó además de artes callejeras, los secretos de la artesanía. "Venimos viajando hace dos años y a Bolivia entramos por el Perú con visa de turistas", cuenta la muchacha en los respiros que le da la luz verde del semáforo. "Hay muchos argentinos que vivimos así, viajando cada tres meses para renovar la visa. Lo otro -hacer los papeles- es un montón de plata que se va en mordidas (coimas)".

A veces -la luz verde del semáforo la sincera- extraña los ñoquis de su abuela, las costumbres de su país. "Pero aquí estamos ahora y ya vamos a volver".

Y volver, volver

"Al principio siempre piensas en volver, que estás acá sólo un tiempo, que en tu casa te esperan. Pasados los años la esperanza se acaba. Yo voy a mi país a visitar a la familia, pero sé que mi hogar está acá", comenta Jorge, con aspavientos españoles.

"Te acostumbras a vivir dividido. Cuando estoy acá extraño el chupe auténtico y en Lima me muero por una salteña. Últimamente tengo nostalgia gastronómica", dice entre risas Luis.

Ambos coinciden en las ventajas de vivir de Bolivia: todo es más barato, puedes encontrar trabajo y el plus, para ambos, son sus parejas bolivianas.

"Lo lamentable es que aunque hay una línea de denuncias y te aseguran que el trámite es sencillo, no es así. Hay muchas complicaciones y falta de formalidad. Los tramitadores son los que ganan", concluye Jorge.

Más 10.000 extranjeros ilegales tienen amnistía para regularizar su situación

Se estima que hay al menos 10.000 extranjeros ilegales en Bolivia. Para darles la opción de regularizar su situación, el Estado -a través del Decreto Supremo 2965- concede de manera excepcional la regularización migratoria.

Podrán acceder a esta amnistía las personas extranjeras que demuestren al menos un año de estadía en el país y que cumplan con los requisitos. La norma exonera el pago de multas a las personas extranjeras que ingresaron de manera irregular a territorio boliviano.

"Las personas extranjeras que se acojan a la presente regularización migratoria pagarán únicamente el costo de la permanencia temporal de dos años establecidos en la Resolución Ministerial N° 287/2015, de acuerdo al motivo de su permanencia en territorio boliviano", establece la norma.

Al momento del inicio de la regularización las personas ingresarán también en el Registro Nacional de Extranjeros del Estado Plurinacional de Bolivia, conforme a la reglamentación específica aprobada por el Ministerio de Gobierno.

Los requisitos que precisan son: formulario de declaración jurada de solicitud de permanencia temporal de dos años recabada al momento de inicio del trámite en la oficina central o las departamentales de la Digemig; o descargándola de la página web: www.migracion.gob.bo.

Cualquiera de los siguientes documentos: pasaporte con el que cuente al momento de iniciar el trámite; documento nacional de identidad con el que cuente al momento de iniciar el trámite; certificado de nacionalidad expedido por la representación consular del país de origen.

Además, certificado que establezca la inexistencia de antecedentes policiales internacionales emitidos por Interpol; certificado emitido por Registro Judicial de Antecedentes Penales-REJAP, entre otros. Informes en la página web www.migracion.gob.bo.

[Fuente: Por Liliana Carrillo, Página Siete, La Paz, 27feb17]

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