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16jul04


El referéndum crea tensiones militares y sociales.


A tres días de una elección en la que se juega el destino del gas, la reserva natural más importante del país, esta ciudad es un hervidero de rumores. Por derecha y por izquierda, con megáfono o en sordina, La Paz es un festival de protestas, versiones de complots y un clima apocalíptico que incluyó ayer una falsa amenaza de bomba al Ministerio de Hidrocarburos.

La consulta apunta a que el Estado recupere decisiones sobre el precio del gas, pueda exportarlo y negociar con Chile la crítica salida al mar, usando el gas como elemento de presión. Todo en un país que a veces es surreal.

"Jesús no murió: vivió hasta los 80 años", dice la tapa de una revista en un quiosco de la avenida Prado, un multitudinario desfile de rostro indígenas salpicados por rubias cabelleras de los europeos llegados a Sudamérica para una vacación exótica y barata.

Cara de luna llena, pollera colorida y manta de lana, una chola de edad incalculable mira la información sobre Jesús con desconfianza mientras le acaricia el pelito a su bebé, colgado a su espalda, justo sobre su trenza.

Con 9 millones de habitantes y 80% de población indígena, Bolivia tiene un ingreso per cápita anual de 940 dólares y es el país más atrasado de la región en materia de desarrollo humano, según la ONU. Ese organismo ha descripto el abismo social con estadísticas notables: el 20% más pobre recibe 4% de los ingresos. El 20% más rico se lleva 49,1%.

La frondosa campaña oficial pro referéndum no doblegó la resistencia de quienes acusan al presidente Carlos Mesa de traidor. "La agenda de octubre está inconclusa", le dijo a Clarín Roberto de la Cruz, líder de la central obrera de El Alto, donde nació la protesta que en octubre tumbó a Sánchez de Lozada.

"Entonces teníamos esperanza de nacionalizar los hidrocarburos, pero Mesa optó por gobernar para las transnacionales", dijo. "Ya no hay posibilidades de una salida constitucional: tenemos que expulsar a estos neoliberales. Tiene que haber un gobierno indígena", aseguró en declaraciones temerarias.

Esa idea de un pacto Mesa-petroleras lo juega la revista El juguete rabioso, que dice que la petrolera francesa Total S.A. pagó US$ 56 mil por las encuestas con las que el gobierno confeccionó las preguntas del referéndum. El miércoles, volantes inquietantes afirmaban que militares y policías retirados preparaban un golpe. Las FF.AA. tomaron distancia, aunque su jefe, el almirante Luis Aranda, habló de lealtad democrática de los activos. "No tenemos injerencia sobre los retirados", dijo.

Para el sociólogo Fernando Calderón, el gobierno "sobrevive en precario equilibrio sobre dos tendencias paralizantes: los reclamos del sindicalismo de occidente y de los empresarios de oriente". El referéndum será clave para la democracia, dice: "Bolivia será el primer país de la región donde el Estado recupera protagonismo en su desarrollo sin romper con la globalización".

En su última entrevista por TV, el presidente Mesa descartó la idea de nacionalización o expropiación de los recursos, la mayor exigencia de los más radicalizados. Oprimido por las presiones de quienes lo apoyaron cuando asumió —mañana se cumplen 9 meses— y ahora lo desconocen, y de la derecha aliada de las empresas extranjeras que esquilmaron históricamente al país, Mesa sabe que su destino como gobernante está en juego. Y que cualquiera sea el resultado del domingo, le queda mucho por andar y con pronóstico, más que reservado, preocupante.

[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 16jul04]

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