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13sep07


Alarma en Chile por graves disturbios


Una inesperada ola de disturbios, que dejó un policía muerto, 41 heridos y más de 300 detenidos, sacudió ayer por la madrugada a Chile, en especial la periferia de Santiago, y despertó alarma en el gobierno de Michelle Bachelet.

Los incidentes, los más graves desde 1990, se prolongaron durante varias horas y contrastaron con la tranquilidad que había marcado, anteayer, la jornada conmemorativa del golpe que 34 años atrás puso fin al gobierno de Salvador Allende.

En los peores incidentes desde el retorno de la democracia a Chile, la policía se vio superada por el ataque de los violentos -entre los cuales había muchos menores de edad-, que utilizaron armas de guerra y bombas incendiarias. Entre los policías heridos había uno con graves quemaduras provocadas por ácido lanzado contra su rostro.

Bachelet, hija de un militar detenido y torturado durante el régimen de Pinochet, condenó la violencia y expresó sus condolencias a la familia del cabo, que murió por el impacto de una bala de grueso calibre que le atravesó el casco y le destrozó el cráneo.

La mandataria definió como "inaceptables" las acciones de violencia que, dijo, no tienen relación con la conmemoración de una "fecha trágica como es el 11 de septiembre". Según el gobierno, los enfrentamientos fueron provocados por delincuentes comunes.

La jornada conmemorativa de anteayer, la primera desde la muerte de Augusto Pinochet el pasado 10 de diciembre, había comenzado de forma tranquila. Agrupaciones políticas y de derechos humanos realizaron homenajes frente a la puerta del palacio presidencial por donde fue sacado el cuerpo de Allende, que se quitó la vida el día del golpe.

Estos tributos a Allende transcurrieron sin mayores incidentes y la policía actuó sólo para dispersar en las cercanías a pequeños grupos en algunas escaramuzas que se registraron durante algunas horas del día.

Por la noche, la violencia empezó a copar los barrios pobres de la periferia de Santiago, donde individuos con la cara tapada atacaron a la policía con armas de fuego, incluidos fusiles de asalto M-16.

Los grupos de violentos también saquearon negocios y escuelas, destruyeron semáforos y causaron cortes en el suministro eléctrico que dejaron sin energía a unos 147.000 hogares, según voceros de la empresa distribuidora Chilectra.

Lo que más llamó la atención fue no sólo el armamento pesado que utilizaron los violentos -según algunas fuentes, había incluso pistolas con mira láser-, sino que muchos eran menores de edad. De los 304 detenidos, 62 tienen menos de 18 años.

Los disturbios se produjeron principalmente en los municipios santiaguinos de Pudahuel, Cerro Navia, Pedro Aguirre Cerda, Estación Central, La Cisterna, San Joaquín, La Pintana, Peñalolén, Macul, Conchalí y Huechuraba.

La policía, que se había desplegado en los suburbios con personal y camiones hidrantes y lanzagases, fue sobrepasada por la violencia, como quedó en evidencia en la comuna de Pudahuel, donde murió el cabo Cristián Vera, de 36 años.

En un momento, mientras arreciaban los ataques con bombas incendiarias y se oía el sonido de la metralla, la jefatura policial debió ordenar el retiro de los efectivos.

Aunque desde 1983 todos los años se producen incidentes en Chile el 11 de septiembre, para el gobierno los enfrentamientos de ayer excedieron la esfera política y pasaron a ser simples hechos vandálicos. "Fue lisa y llanamente delincuencia pura y dura", dijo el vocero presidencial, ministro Ricardo Lagos Weber.

El ministro del Interior, Belisario Velasco, atribuyó los desmanes a "grupos de narcotraficantes o de lumpen o de gente descolgada de algunos movimientos [políticos] que actúan amparados en la oscuridad de la noche".

Bachelet concurrió al Hospital de Carabineros para informarse de la situación de los policías heridos, nueve de los cuales se encuentran graves, cuatro con impactos de bala y uno por ácido arrojado a su rostro.

El director de esa fuerza, el general Alejandro Bernales, declaró: "Hacía muchos años [desde 1987] que no moría un carabinero en estas condiciones, por lo tanto yo espero que los que organizaron, los que llamaron a esta jornada en la noche, que se responsabilicen".

"Matar a un carabinero en este país, lo digo de corazón y con mucha conciencia, es matar el derecho, es matar el país, y eso es lo que hicieron anoche", agregó el jefe policial, cuya fuerza está a su vez acusada de uso desmesurado de la fuerza ante toda clase de protestas, aun las pacíficas.

En el Congreso, la oposición de derecha habló de falta de prolijidad. El presidente del partido derechista Unión Demócrata Independiente, Hernán Larraín, afirmó que el gobierno sólo se preocupó por proteger la sede presidencial. "La gente común, los chilenos hoy en día están sitiados en sus hogares por la violencia, es realmente algo brutal. Es difícil de creer el nivel de delincuencia y de impunidad que hay en el país", dijo.

[Fuente: Agencias AP, AFP, EFE, ANSA y Reuters en La Nación, Bs As, Arg, 13sep07]

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