Morir es la noticia
Morir es la noticia

Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile:
Fulgor y muerte de una quimera

por Doris Jiménez,
en colaboración con Catalina Olavarría y Pablo Vergara
(3)

"Aunque los pasos toquen mil
años este sitio,
no borrarán la sangre
de los que aquí cayeron.

Y no se extinguirá
la hora en que caíste
aunque miles de voces
crucen este silencio..."

Pablo Neruda.


Por el barrio Plaza Italia, en Belgrado 10, funciona la actual Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. Sobre uno de los muros del local, en una placa de cobre, el poema de Neruda parece resumir el destino del sueño que hace 44 años el gremio de los periodistas logró concretar: dar rango universitario a su profesión.

En Belgrado 10, ex cuartel general de la DINA y el CNI, signada por el tecnicismo de "carrera terminal", la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, la primera creada en el país, espera el anuncio oficial de su cierre definitivo entre rumores y desmentidos.

Se gesta una quimera

Es en los albores del siglo XX cuando el "periodismo" comienza a visualizarse como un "discurso" autónomo, que remite a su estudio y sistematización. En 1908, se crea en Columbia (Missouri) la primera escuela, y ya al término de la Gran Guerra, existen, en Estados Unidos y Europa, más de 60 escuelas universitarias o departamentos dedicados a la enseñanza de la disciplina.

Entre las décadas del treinta y cuarenta, la idea germina en América Latina. El 27 de abril de 1954, en la ciudad argentina de La Plata, abre sus puertas la primera escuela de periodismo del continente. La siguen Brasil, México, Cuba, Ecuador, Venezuela y Guatemala.

En Chile se vive un turbulento clima. Gabriel González Videla envía a la ilegalidad a su ex aliado, el Partido Comunista. La efervescencia política se traduce en intensa actividad gremial. En el sector de la prensa se lucha por concretar dos aspiraciones: crear el Colegio de la orden, para reglamentar la profesión, y fundar una escuela de periodismo que otorgue grado universitario a la actividad.

Ambas propuestas se presentan, en 1948, en el Congreso de Periodistas de Arica y en el Primer Congreso Mundial de Periodistas, que se realiza en Santiago en diciembre de 1952.

¿El periodista nace o se hace?

Hasta entonces, el periodismo se nutre de escritores, abogados, políticos o de aquellos que se forman en el trabajo práctico de redacciones y talleres. Un halo de aventura y bohemia se desprende de la profesión.

La prensa santiaguina recoge la virulenta polémica que desata la iniciativa de crear una escuela universitaria. Muchos profesionales consideran una atrocidad que el periodismo pueda enseñarse. Lo que determina a un buen periodista son las condiciones naturales del individuo, su estilo y "olfato periodístico'.(1)

"...Algunos viejos profesionales --responde Ernesto Montenegro en las Ultimas Noticias del 31 de agosto de 1953-- dicen que la idea de convertir en periodistas a todos los que aspiren a serlo es absurda, pues el buen periodista es el que se ha formado en la libre competencia, por el saludable proceso de eliminación de los incapaces..."

"una escuela universitaria tiene otros objetivos. En tal escuela se puede afinar el instrumento capital del periodista, que es la. pluma; o para hablar con mayor propiedad, su capacidad, la precisión y eficacia que debe tener el estilo periodístico. No hay exageración en decir que la mitad. del vocabulario es de uso incorrecto y la otra mitad enteramente innecesarias..."

Una Escuela de Periodismo bien programada une la formación técnica con la intelectual. La inteligencia del periodista robustecida con un bagaje de conocimientos "...le habilita para Juzgar con más certeza y para criticar con más justicia..." También permite acceder a una formación ética. "...El alto periodismo debe ser una escuela de integridad moral, de respeto por la verdad, de urbanidad y tolerancia bien entendida..."

El sueño hecho realidad

La controversia, que se prolonga hasta hoy, no desanima a la directiva del Círculo de Periodistas de Santiago, que encabezada por su presidente, Juan Emilio Pacull, logra adherir al proyecto al rector de la Universidad de Chile, Juvenal Hernández, y consigue en la Comisión de Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados, los cuatro millones de pesos necesarios para concretarlo.

El miércoles 28 de mayo de 1952, el artículo 212 de la ley No. 10.345, autoriza la creación de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. Dos años más tarde, en 1956, se funda el Colegio de la orden.

Integrada a la Facultad de Filosofía y Educación, el 20 de abril de 1955, en un local provisional de San Antonio 265, la Escuela de Periodismo, bajo la dirección de Ernesto Montenegro, recibe a su primer contingente de estudiantes.

Esa mañana, cuarenta alumnos --25 hombres y 15 mujeres-- cuyas edades fluctúan entre 18 y 40 años, escuchan emocionados su primera clase de Introducción al Periodismo, en la que Ramón Cortez Ponce explica las características del trabajo reporteril. Entre ellos, figura Elmo Catalán Aviles, que a fines de los 60 es asesinado en los sucesos de la guerrilla boliviana.

La Escuela se consolida

En ese primer período, el programa de estudios se orienta hacia materias instrumentales de la profesión y se apoya en charlas, visitas y actividades prácticas. El traslado, en 1954, a la Escuela de Economía, incentiva la expectativa de un local propio. José Luis Recart, que preside el recién formado centro de alumnos, se entrevista con la dama venezolana Clara Rosa Otero, que representa en Chile a la Fundación Henrique Otero Vizcarrondo, creada en honor de su padre, editor del diario El Nacional de Caracas.

Doña Clara Rosa dona 16 millones de pesos, la tercera parte de los 48 millones del costo total de la obra, que la Sociedad Constructora de Establecimientos Educacionales, se encarga de levantar en una superficie de 1800 m2 del barrio Ñuñoa, bajo la supervisión del arquitecto Jorge Costaval.

Al lado del Pedagógico, en la calle Los Aromos, el 26 de abril de 1954, se instala la "primera piedra", en cuyo interior, el rector Juan Gómez Millas, deposita un tubo de bronce con una copia del acta constitutiva.

La Nación reseña al día siguiente, las palabras de la señora Clara Rosa Otero: "... Es para mí motivo de honda satisfacción el que se me haya brindado la oportunidad de rendir, a la memoria de mi padre, el mejor homenaje al donar, en su nombre, a la Universidad de Chile, el edificio de la Escuela de Periodismo...".

En el local de" Los Aromos"

El 30 de octubre de 1956, Santiago del Campo, director subrogante, recibe oficialmente a los 120 alumnos que se incorporan al nuevo plantel: ".. .porque sabemos que el periodismo es no sólo una profesión, sino una ciencia, un arte y un destino, porque la prensa entraña una responsabilidad social y una actitud, moral. Por todo eso estamos hoy aquí reunidos, en medio de esta construcción joven, junto a la juventud que habrá de tomar mañana el pulso de las noticias y el ritmo del pensamiento y de la conciencia de la patria. Señoras y señores, gracias por estar asistiendo como padrinos y "testigos» en el bautismo de este niño de cemento y cristales que es la Escuela de Periodismo de la U. de Chile..."

Ese mismo año egresa la primera promoción: once de los cuarenta alumnos que ingresaron a primer año logran terminar; resta aún "un hueso duro de roer": obtener de la Universidad, el reconocimiento del título profesional. Sólo en 1961, el reglamento 5.453 fija las normas de titulación.

A Montenegro suceden en el cargo Santiago del Campo, Guillermo Feliú y Ramón Cortéz. Su aporte fortalece la profesión y enfatiza la formación de buenos reporteros: fotografía, cine, radio y televisión se incorporan a la malla curricular.

Caracteriza a este período la fuerte unión entre la Escuela y las organizaciones gremiales. El año 1957, el Círculo de Periodistas acepta como socios cooperadores a los alumnos de segundo, tercero y cuarto año, permitiéndoles hacer uso de algunos de los servicios sin pagar cuotas. El propósito es que los estudiantes se vinculen con las organizaciones de la profesión.

Tanto el Colegio como el Círculo auspician foros en los que participan alumnos y periodistas colegiados. El 13 de octubre de 1959, se inicia-- con el apoyo de todos los medios-- la Semana Periodística. La actividad central es la "mesa redonda" en que los "viejos periodistas", junto a la nueva generación, debaten los métodos de enseñanza y el futuro de la profesión. El baile y la elección de la reina clausuran estos siete días de fiesta del periodismo nacional.

De los sesenta al golpe militar

Con la repentina muerte de Ramón Cortez, se inicia la década de Mario Planet. El recuerdo de los "sesenta" remite al "sueño del hombre feliz". Los jóvenes exigen el cambio de la historia; su consigna es participación.

Las transformaciones políticas y la polarización ideológica que signan al país se reflejan en la Universidad. En 1971 la Comisión de Reforma de la Escuela, señala, que el proceso se inspira "...en el propósito de superar las condiciones sociales y culturales negativas que vive actualmente el país..."

La Escuela se convierte en Departamento de Ciencias y Técnicas de la Comunicación y se integra a la Facultad de Ciencias Sociales, cuyo decanato asume Mario Planet.

Bajo el lema: "Dar voz a los sin voz", se crea en agosto del' 72, en el local de Los Aromos, la Escuela Vespertina para Trabajadores. Alumnos del último año se hacen cargo de las cátedras: los anima el propósito de guiar la labor de extensión del Departamento hacia sectores que no tienen acceso a los medios de comunicación. Esta actividad se mantiene hasta Julio de 1973.

Juan Rojo de la Rosa dirige el Departamento hasta el 11 de septiembre del ' 75, día en que se hace cargo de la Facultad, y de toda la sede Oriente, el uniformado " fiscal coordinador " Gustavo Reyes Román, quien destituye al Director y designa en su lugar a Gonzalo Bertrán. "...Como casi todos los directores de la Facultad --recuerda Juan Rojo--fui destituido y sometido a sumario. Luego de ser aprobada mi rendición de cuentas, volví a la Escuela a retirar mis objetos personales. En la puerta fui interpelado por Manfredo Mayol -- que acompañaba al nuevo Director-- y que por la fuerza intentó negarme el ingreso al plantel..."

De "Los Aromos" al cuartel de la DINA

El paso de Bertrán como director inicia una nueva etapa, que se afianza con su sucesor, el ingeniero civil Enrique Eduardo Latorre Gaete, profesor de periodismo científico desde 1974. Chile vive, bajo la dictadura multar, tiempos de dolor y miedo. La Universidad y la Escuela, como el resto del país, son víctimas de represión y arbitrariedad. Para Pinochet, el Campus Macul resulta un foco subversivo, y decide aislar todas las carreras que no se vinculan con pedagogía.

En 1981, se ordena a la Escuela de Periodismo desalojar su local y trasladarse a Diagonal Paraguay 253 (al poco tiempo el Colegio se transforma en Asociación Gremial) "...Nuestro traslado fue en condiciones muy singulares, que incluso están por escrito, cuenta el profesor Latorre: El compromiso era por un año, a lo sumo dos. Nos iban a edificar una escuela en La Placa que está frente al Hospital de La Católica. Luego, cambió el rector, después se vendió La Placa y todo quedó en nada, como han quedado muchas cosas en la Universidad..."

"Al regreso de vacaciones en 1981 --recuerda Rubén Andino, alumno del último año-- nos enteramos del traslado. El local, una Torre de 5 pisos, es una verdadera ratonera en que nos ahogan con bombas lacrimógenas ante cualquier manifestación. Creo que el cambio consigue disgregar a Periodismo del resto de la Universidad..."

En 1986, en el período de María Eugenia Oyarzún, con un sahumerio de iniciación, se confina a la Escuela al ex cuartel general del "Mamo Contreras", que después hereda la CNI. La pintura y el remozo no logran ocultar el horror que fluye de Belgrado 10. (2)

La donación: «una comedia de equivocaciones»

El retomo a la democracia revive el entusiasmo. En el marco de la celebración de los 40 años de la Escuela, Sergio Prenafeta Yenkins, director en esa época, recibe la solicitud de los ex alumnos de iniciar alguna gestión para recuperar el antiguo local, que se traspasó a la Universidad Metropolitana. La aspiración es crear en él un Museo del Periodismo.

"...Hice varias gestiones, todas paralelas--cuenta Prenafeta--. Inicialmente, traté de encontrar información exacta, ya que los archivos de la Escuela no dicen nada al respecto. Me dirigí a la dirección de arquitectura de la Universidad, donde existe un catastro total de los bienes que tiene y ha tenido la entidad. No hay información.

"En entrevista con la Sra. Caffarena, la abogado que llevaba los asuntos de la Fundación, me enteré que manejaba otros asuntos, no los referidos a Periodismo. Ella me orientó hacia otra persona, el abogado que supuestamente participó en estos asuntos, pero él había muerto y su bufete terminó.

"Me dirigí a la división jurídica de la. Universidad, pues existía la idea de que esa casa había sido donada a la Chile. Allí hay un ordenamiento muy preciso, pero no existe escritura pública de la donación, nunca hubo escritura. Incluso buscamos en el Conservador de Bienes Raíces de Santiago los años en que mas o menos pudo haber sido hecho este documento. Nunca se encontró nada, no existe, ni por el ítem de Universidad de Chile, ni de Escuela de Periodismo, ni por fundación extranjera. Ahora, no puedo entrar a suponer que se quemó esas cosas cuando hubo cambios en la Universidad; no me cabe.

"Ese fue el triste episodio de lo que yo llamaría "una comedia de equivocaciones». No existe ningún documento legal. Que la donación existió, sí, porque salió en los diarios, pero eso no está registrado en parte alguna. Por lo tanto, no podíamos reclamarle a la Universidad Metropolitana, que heredó ésto como una suerte de presente griego y decirles: "Señores, aquí hubo un error, tienen que devolver el local"

De la "toma" a la desesperanza

Con frecuencia nos preguntamos el por qué del t'nihilismo" de los jóvenes de hoy. En este texto de Pablo Vergara, Presidente de Centro y participante en la "toma" de 1994, tal vez. hay más de una razón;

"Los cuarenta y tantos años de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile se notan. Algo así como un cansancio, un aletargamiento. Confusión, estafa, desilusión; adjetivos todos que algo de verdad tienen. Lo cierto es que las generaciones que salgan de esa escuela durante la presente década no guardarán un recuerdo amoroso de su paso por la Universidad. El antiguo carino se desdibuja y da paso al odio, al querer olvidarse. ¿Los culpables? En orden alfabético, suman varías páginas. Nosotros mismos incluidos.

" El problema tal vez se inicie al momento de leer en el diario que la universidad de Chile imparte Periodismo . La oferta de la Universidad es mía: lo que la Universidad hace por concretar esa oferta es otra cosa. Una verdad desalentadora que ha motivado paros, tomas y firmas de acuerdos. El último de ellos, en noviembre de 1994, con el decano Mario Orellana, en una facultad a un paso de ser tomada por todos sus estudiantes, en solidaridad con los futuros periodistas.

" Las esperanzas suelen ser vanas: no hubo cambio de profesores, no hubo plan de desarrollo, no hubo edificio para la nueva escuela en Macul (y la vuelta, al fin, a la tierra prometida donde Periodismo, allá por los sesenta, fue lo que debería ser). Ni siquiera vimos a un periodista en la Dirección: un neurólogo se afanaba en entender los pro y los contra de tener una Escuela de Periodismo. Ni siquiera un borrón histórico: las autoridades dieron vuelta en la hoja del acuerdo un frasco de tinta y no se acordaron más de sus promesas, como no fuera para echarle una manito de pintura a los ya desvencijados muros o deshacerse de una alfombra que les molestaba en sus bodegas, apisonándola en el suelo de Belgrado.

¿«Tinta, papel y optimismo»...?

" La, pregunta es cuestión de tiempo: ¿interesa este cuento? Y si es así, ¿le interesa a quienes debe interesarle? Las autoridades universitarias sólo se han esmerado en rasgar vestiduras cada vez que Periodismo sale por los diarios: preocupación a la vista de quien desee mirarla. Pero sus intenciones se agotan ahí: jamás Lavados, jamás Orellana, jamás nadie. A estas alturas, ya debiéramos saberlo.

" Mientras se escribe esto, desde Casa Central llegan los eternos rumores: la carrera se cierra el próximo año y sólo habrá ingreso de alumnos vía Bachillerato. "Carrera terminad", es el tecnicismo. Tardía demostración de sinceridad, en realidad. Autoridades a las que jamás les interesó el papel (ón) que estaban haciendo en el ámbito de las comunicaciones decidiendo cortar la vocación de quienes desean estudiar periodismo. Autoridades de una universidad casi democrática decidiendo por quienes debieran, al menos, estar enterados de las alternativas en la mesa. Carrera terminal. La universidad reciclando a los cientos de licenciados que mantiene en sus aulas para tratar de hacer un "producto" más rentable como si el futuro sólo fueran las tecnologías y la diversificación, la preparación de cuadros profesionales por hornadas. El computador--y esa Internet con que se lavan la boca-- encima del pensamiento, de la ética.

" Hasta es posible que no cierren la carrera y que todo sea un rumor. Sin embargo, tarde o temprano ocurrirá: las épocas actuales más que duras son confusas; el Estado hace lo posible por autodestruírse y una Universidad nacional opta por colocarse al margen de las necesidades de su gente, prestándole su bandera a exportadores de frutas, isapres y fondos de pensiones. El futuro no es negro, pero al menos complicado. Cuando una universidad renuncia a pensar su sociedad, acaso es hora de bajar la cortina por un rato".

Fuentes:
CARRIL TORRES, Hermógenes; SOTO CASALT, Pedro: "Treinta Años de la Escuela de Periodismo"; Seminario de Tesis, Escuela de Periodismo, Universidad de Chile. Profesores guías: Luis Ochoa Ballesteros, Myriam Orellana Santana. Santiago, 1984.
CABRERA FERRADA, Alejandro: "Vendedores de Sol", Pays Ltda. Santiago, 1994.

Notas:
1. Propper, Eugene; Branch, Taylor : "Labyrinth", Penguin Books Ltda. N.Y., Estados Unidos, 1985, p. 459.
2. Existe la propuesta de poner a esta calle el nombre de José Carrasco Tapia.


Doria Jiménez, periodista de la Universidad de Chile, trabajó en Canal 15 hasta septiembre de 1975. Exiliada en Argentina y Venezuela, regresó a Chile en 1993.
Catalina Olavarria y Pablo Vergara son egresados de Periodismo de la Universidad de Chile.


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