|
|
Juan Manuel Bertoló:
"Un periodista a todo dar"por Oriana Zorrilla / Max Laulié (1)
Nombre
Juan Manuel Bertoló RivasLugar y fecha de nacimiento
Santiago, 26 de diciembre de 1942Especialidad
Periodista autodidacta, pasó de corrector de pruebas a reportero en el diario El Mercurio.Lugar y fecha de muerte
San Antonio, 10 de Febrero de 1990. Detenido por Carabineros, su muerte no está aclarada.Actividades
En San Antonio trabaja para el diario La Estrella, se desempeña como corresponsal de Las Últimas Noticias y de Radio Cooperativa y a su muerte trabaja en el diario regional Proa
No es casual que Juan Manuel Bertoló se fuera a la tierra un 18 de Febrero, día en que se fundó la Aurora de Chile.
Así lo había pensado: «Moriré haciendo noticia». No fue imprevisto, siquiera, que dirigentes de partidos y organizaciones lo sintieran y lo pelearan como parte de sí mismos y, en su funeral, quisieran hablar desde los suyos.
Desde su vieja Underwood, regalo de los catorce años, surgían rápidas y urgentes las noticias, las crónicas y las demandas.
Quienes estaban cerca siempre se impactaron por la tremenda agilidad del reportero para captar y transmitir lo preciso, lo que ocurría y los sentimientos de sus protagonistas.
En diferentes tiempos su columna El cementerio de los elefantes reflejó su sensibilidad. Hicieron historia El diablo vendiendo cruces, espacio dedicado a un Opus Dei no muy santo; La historia de la Población Cerro Alegre, aquella vecina al camposanto, donde niños, mujeres y gatos vivían hacinados, en condiciones miserables; El Amor a mi perro o las entrevistas a pescadores, obreros y jóvenes que --sin hacer noticia-- eran personajes de lo cotidiano.
Eran los años de la dictadura y San Antonio se debatía entre la pobreza y la represión. No había términos medios; se estaba de uno u otro lado. El reportero, si bien es cierto no tuvo partido político, jamás se consideró un independiente. Se definía como un justicialista social.
Durante los años de Pinochet, varias veces fue acusado de comunista, de socialista y de demócrata cristiano, sólo porque estaba con todos, con todos los oprimidos, con los que sufrían siempre.
Estuvo cerca del cura Chocolito Reyes, destacado defensor de los derechos humanos de la época. Respaldaron a los sin casa, a los de las ollas comunes, a los del PEM y el POJ, a los portuarios en paro. En sus crónicas y fotografías reflejaba la realidad de lo que estaba ocurriendo.
El periodismo y su ejercicio no fue ajeno a sus preocupaciones. Intentó darles una organización en San Antonio, aún cuando eran muy pocos y la mayoría de ellos rifleros, como se denomina a quienes ejercen sin título ni preparación.
El Colegio de Periodistas, impulsado por el daño que ocasionaba la mordaza existente, agitaba y acogía a periodistas como Bertoló, a quienes se rebelaron ante las exigencias de publicar aquello y no lo otro.
La cesantía también lo golpeó duro. Sin embargo, no dejó de trabajar en el diario Proa--aún sin remuneración--, mientras esperaba que corrieran mejores tiempos y recuperar el sustento. La tozudez era uno de los rasgos más marcados de su personalidad. Bertoló fue así en vida, periodista a todo dar, y periodista vinculado a las personas y a sus afanes.
Hijo único de Emilio y Toyita, profundo y estudioso, leía en francés desde Kant a Paúl Eluard. Es más barato y proporciona clase, solía decir.
La cultura, un tanto arrinconada, necesitaba del empuje del periodista inquieto. Y se dio a la tarea de apoyar al círculo literario Salamandra.. La pintura fue otro de los espacios que encontró para expresar sus sentires.
Hombre de pocos amores
De pocos amores, tras un matrimonio tortuoso y fracasado, se unió a María Sonia Abarca, su compañera de los últimos años. Se conocieron cuando juntos hacían las paginas de Voz y Voto en Las Ultimas Noticias.
Allí compartieron angustias y necesidades de muchos. Ella, como asistente social, buscando soluciones, y Juan Manuel, al traducir los dramas de la vida cotidiana, transformándolos en soluciones.
Periodista autodidacta, Bertoló inició su vida profesional como corrector de pruebas del diario El Mercurio. Luego se hizo reportero para abandonar la empresa y trasladarse a San Antonio con su padres. Emilio Bertoló enfermó gravemente y necesitaba del clima costero.
Padre e hijo decidieron ingresar al comercio, aventuraron en un negocio de abarrotes, pero no hubo buenos resultados y terminaron en la ruina. La tozudez de Juan Manuel le abrió nuevamente las puertas en el periodismo para reintegrarse definitivamente al diario La Estrella, y luego a la corresponsalía de El Mercurio.
Víctima de policías corruptos
A fines de los ochenta estaba investigando y escribiendo sobre lo que se supone más tarde lo llevaría a. la muerte: el robo de cajas fuerte en algunos lugares de San Antonio, por una banda que incluiría a Carabineros. sorprendidos ín fraganti en un robo en ESVAL.
Al evocar ese período, María Sonia dijo:
"Juan Manuel fue amenazado de muerte en varias ocasiones y no quiso preocuparme . De pronto llamaban por teléfono y cuando contestaba yo, cortaban. En reiteradas ocasiones se tornaba pensativo e inquieto".
Los recuerdos fluyen frescos, en la memoria de su compañera:
"El día en fue detenido me llamó a las dos de la madrugada para solicitar que un amigo suyo lo fuera a recoger a la Plaza de San Antonio; no estaba bebido. Existe un largo período en que se pierde su rastro. ¿Qué hizo entre esa hora y el momento en el cual lo detuvieron?"
Mucho tiempo después de su muerte, al revisar su computador, María Sonia encontró un comentario inconcluso de un libro de Gabriel García Márquez. Al leer el texto, descubrió entre líneas la frase "He sido amenazado de muerte y lo que se me va a hacer es..."
La muerte de un periodista
"En extrañas circunstancias dejó de existir el periodista Juan Bertoló, luego de ser detenido en la Comisaría de San Antonio, de 47 años, casado, el profesional cumplía, labores en el diario Las Ultimas Noticias, radío Cooperativa y el diario regional Proa", señalaron las informaciones de prensa publicadas en ese tiempo.
El parte policial indicaba que el profesional falleció luego de permanecer detenido en la Primera Comisaria de San Antonio por un supuesto estado de intemperancia y el deceso habría ocurrido en el trayecto hacia el hospital local.
La causa de muerte, según el dictamen médico, habría sido un infarto al miocardio con obstrucción de las coronarias. Mediante una querella, el Colegio de Periodistas se hizo parte en el caso, a través del abogado José Galiano, quien conoció testimonios directos avalando que Juan Manuel Bertoló Rivas no se encontraba ebrio al ser arrestado por Carabineros.
El asunto se enturbió más cuando el periodista Edmundo Guerra Galaz, director de Proa y también el primer civil informado de la muerte de Bertoló, fue amenazado de muerte en forma telefónica, indicándosele que correría la misma suerte.
Tampoco se ha logrado aclarar por qué el parte policial indica una antigua dolencia cardiovascular y en qué antecedentes se basó para determinarlo.
María Sonia Abarca, su esposa, fue una de las primeras personas en verlo y exigió auxilio para Juan Manuel, cuyo estado contradecía la data de muerte señalada a las 14:45 horas, es decir, sólo quince minutos antes de su llegada al hospital.
Hoy, sus pinturas realizadas en tiempos de cesantía, el viejo escritorio propiedad de El Mercurio y no devuelto a sus propietarios (en rebelión por el cierre de la corresponsalía en San Antonio), la pila de libros en francés, las fotografías junto a Nicanor Parra, a pescadores, estudiantes y obreros, la grabadora, sus equipos fotográficos, todos esos objetos cuentan la historia de un periodista que construyó su vida más allá de sí mismo.
