Charles Horman
Morir es la noticia

Charles Horman:
El americano bueno


por Cristian Opaso(*)
Nombre
Charles Edmund Horman Lazar
Lugar y fecha de nacimiento
Nueva York, 15 de mayo de 1942
Especialidad
Graduado de la Universidad de Harvard, periodista y guionista.
Lugar y fecha de muerte
Detenido el 17 de septiembre de 1973. Ejecutado el 18 de septiembre de 1975, en el Estadio Nacional.
Actividades
Trabajó para Christian Science Monitor y las revistas The Nation e Innovation. Documentalista de la WNetTV de Nueva York y de la Kmg TV de Seatle y Portland. Cofundador de la agencia Fuente de Información Norteamericana, FIN.


Colega Charles Horman:

Los sentimientos de Justicia vuelan por sobre las fronteras, las nacionalidades y las razas; Como amabas profundamente a tu patria, quisiste corregir sus errores para que otras patrias, aunque indefensas, no la execraran; Y cuando los filibusteros de tu gran nación asestaron el zarpazo de la muerte a la pequeña nación mía, te entregaron también a los mercenarios para que acabaran con tu vida, plena de amor, de idealismo y de justicia.

Alejandro Lizana Valdés (Tiro Fijo) 18 de marzo de 1996


El estadounidense Charles Edmund Horman tuvo menos de diez años para ejercer el periodismo en diarios, revistas, cine y televisión. Asesinado a los 31 años, el 18 de septiembre de 1973, fue otra víctima de la violencia de los uniformados chilenos, apoyados desde la sombra por militares y agentes norteamericanos.

Murió 48 horas después de recibir "asistencia" durante cinco días de militares estadounidenses vinculados con el golpe en Valparaíso/Viña del Mar, a quienes conoció casualmente en un hotel exclusivo. Capturado por una patrulla del ejército, fue ejecutado horas después de interrogado en el ministerio de Defensa y Estadio Nacional.

El detonante de su arresto fue conocer casualmente con su amiga Terri Simón a militares y agentes norteamericanos involucrados en el golpe, intervención entonces sospechada y denunciada pero todavía no demostrada con pruebas concretas. Horman y su amiga alternaron con los norteamericanos al quedar atrapados en Viña del Mar, del 10 al 15 de septiembre, precisamente a causa del golpe.

Hasta hoy sigue ocultándose la participación directa del gobierno de los EE.UU. en la ejecución del golpe. También hoy la embajada norteamericana rehúsa revelar lo que sabe sobre el caso Horman. Menos aun se investiga y reconoce la participación norteamericana en la creación de la DINA y sus operaciones en Chile y el exterior. Se trató de silenciar a Horman mediante su asesinato, pero emergió un iceberg que sigue aportando información para que otros completen la historia. El joven periodista no alcanzó a difundir los resultados de sus investigaciones, pero dejó pistas y semillas que dan la vuelta al mundo como no lo hubieran hecho sus reportajes.

Un libro y una película, "Missing"

La vida y el trabajo del periodista inspiraron el exitoso libro "The Execution of Charles Horman" («Desaparecido», en la versión castellana), publicado por Thomas Hauser en 1978, y la película "Missing", de Costa Gavras. Ambas obras también desnudan el encubrimiento y manipulación de militares y funcionarios de la embajada de EE.UU. involucrados en su arresto y asesinato y en la desaparición de otro norteamericano, Frank Terrugi, según testimonios de amigos y parientes. El Congreso de EE.UU. y sus numerosos amigos aportaron otros antecedentes sobre su corta pero brillante carrera.

Pero veintidós años después, la investigación oficial todavía aparece con sombras y rostros sin nombre debido a las maniobras de encubrimiento que sabotean el pleno esclarecimiento. Los nuevos antecedentes conocidos después de 1973 tampoco se investigaron.

De Nueva York a Santiago

Charles Horman nació el 15 de mayo de 1942 en Nueva York, la «Manzana Mayor» como gustan llamarla los gringos, orgullosos de que sea el centro del mundo de los negocios, la política y, para algunos, la cultura. Se graduó con honores en la célebre Harvard, donde prosiguió estudios de Inglés, para volcar después todos sus conocimientos al ejercicio del periodismo.

Escribió para diarios y revistas, como Christian Science Monitor, The Nation e Innovation, hizo documentales para televisión y trabajó, además, con Fuente de Información Norteamericana, (FIN), una agencia noticiosa operada por jóvenes gringos liberales que vivían en Santiago durante el gobierno de Salvador Allende.

En su trabajo para televisión hizo documentales sobre la comunidad negra de Portland, Oregon, y la manufacturación del napalm, el arma química usada por las fuerzas norteamericanas en Vietnam, fabricada en Redwood City, cerca de San Francisco. Este reportaje sobre el fuego químico que se pegaba a los cuerpos vietnamitas le valió un premio equivalente al Oscar. Estuvo en las estaciones KingTV de Seatle y Portland y en la Wnet-TV de Nueva York.

También trabajó en la organización de una gigantesca marcha sobre Washington como colaborador de "PoorPeoples Campaign" (Campaña de los Pobres). Cubrió la convención demócrata de 1968, interrumpida por violentas manifestaciones contra la guerra. Despachó artículos para la prestigiosa revista izquierdista The Natioon, que influyó en su visión de América Latina. Decidido a recorrerla de norte a sur, en 1971 emprendió un viaje que culminaría en Chile para quedarse. Aquí escribió El Ladrón del Sol, película infantil de animación que no llegó a ver la luz de las proyectoras.

Su inserción en Chile

"Los fundadores de FIN discutimos sobre la importancia de presentar a la gente de Chile, sumergida en su propio y profundo proceso de cambios, el otro lado de la historia, el de un país viviendo un período de conmoción política y explosión cultural", explicó Steve Volk. "Enfatizábamos que EE.UU. no era solamente la tierra de la ITT y de la Kennecott Copper, sino que también estaba habitado por miles y miles de personas que demandaban cambios, como los chilenos", recordó.

Steve Volk es un profesor de historia de la Universidad de Oberline, Ohio, profundo conocedor de la historia de Chile. De los '60 viaja a Santiago para investigar el tema de las clases sociales desde la época colonial. Trabajó en el boletín de noticias de EE.UU. emitido por la agencia alternativa FIN, en estrecha colaboración con Horman y Frank Terrugi, un estudiante norteamericano de ciencias políticas de la Universidad de Chile también ejecutado en esos días en el Estadio Nacional.

Volk fue el primero en asumir la ingrata búsqueda de Horman y Tarrago. Con Terri Simón reconstituyó en detalle la estadía en Viña del Mar, logrando salvar la única versión que quedó de esos apuntes. En 1991 publicó un relato sobre el grupo FIN como parte del libro "Frei, Allende y la Mano de la CIA*.

"A mediados de 1973 preparábamos un paquete mensual de noticias y análisis para La Nación, El Siglo, Clarín y otras publicaciones, con reportajes sobre las relaciones EE.UU./Chile que tuvieron gran circulación", evocó Volk.

Los jóvenes periodistas norteamericanos redactaban también un documento destinado a circular en su país, conscientes de la influencia de la prensa de EE.UU. y su falta de comprensión del proceso chileno. "Sentimos que la gente en los EE. UU. probablemente no entiende del todo la importancia de los acontecimientos recientes, pero desafortunadamente una de las razones de esta falta de comprensión ...es la manera sistemática en que distorsionan y malinterpretan las raíces del conflicto actual", explicó el último boletín FIN de julio de 1973.

Horman y su grupo sospechaban de sus connacionales de la embajada: "Varios agentes de la CÍA que operan en Chile están implicados en las actividades de grupos abiertamente sediciosos, sin que esté libre de sospecha el embajador Nathanael Davis, quien estuvo en Guatemala en el período en que asesores diplomáticos y militares ayudaron a organizar grupos terroristas fascistas como La Mano Blanca, Nueva Organización Anticomunista y el Consejo Anticomunista de Guatemala, que asesinaron a miles de estudiantes, trabajadores y campesinos", reportó FIN, sin sospechar que a los pocos meses dos de sus colaboradores estarían entre las víctimas. Davis fue transferido a Chile después de elegido Salvador Allende y trajo desde Guatemala un numeroso contingente de personal político.

Según Steve Volk, los jóvenes norteamericanos creían inminente un golpe de derecha. "Como ciudadanos estadounidenses, armados con pasaportes que pensábamos tenían un poder protector mítico, dimos por descontado que poca cosa nos podía pasar", relató. "Pero los acontecimientos mostrarían más razones para preocuparse porque si esos ciudadanos eran conocidos como disidentes de las políticas de su país, el gobierno y su embajada no moverían un dedo para protegerlos y, como en el caso de Chile, es probable que hayan participado de hecho en su detención y tortura", afirmó.

En sus últimos meses, Horman investigaba el tema de los autores intelectuales, cómplices y ramificaciones del Caso Schneider, en el que también estuvieron implicados funcionarios norteamericanos, según constató el Senado de EE.UU. en 1975. Convencido que su país complotaba en gran escala contra Allende, por casualidad le tocó vivir el día del golpe y los cuatro posteriores precisamente entre militares del U. S. Navy, veteranos de Vietnam y agentes de inteligencia fanáticamente anticomunistas. Estos coordinadores del apoyo logístico para la ejecución del golpe, operaban con sus congéneres chilenos desde un centro habilitado en el exclusivo Hotel Miramar de Viña del Mar.

En la puerta del horno

The Execution of Charles Horman, de Thomas Hauser, publicado en 1978 por Avon Books de Nueva York y en 1988 por Ediciones Martínez de Roca de Barcelona en su versión castellana (Desaparecido), inspiraría Missing, el film de Costa Gavras. Ambas obras llevaron a Charles y a los militares norteamericanos involucrados en el golpe a la conciencia de millones de personas, por lo menos de otros países, ya que la película nunca se ha comercializado en la cartelera oficial chilena. Sólo se ha visto en videos que circularon clandestinamente durante la dictadura.

El brillante trabajo de periodismo investigativo de Hauser reconstituye las circunstancias de la muerte de Horman, confronta múltiples testimonios de los ex funcionarios del gobierno de EE.UU. en Chile --incluso a veces contradictorios-- y desentraña el encubrimiento posterior de los hechos. Entrevistó a funcionarios consulares y militares de la embajada en Santiago sospechosos de instigación del asesinato y a testigos directos e indirectos de los hechos, como un arrepentido oficial de inteligencia que estuvo presente cuando se decidió la mala suerte de Horman. El libro desenmascaró el ocultamiento de la información que perdura hasta el presente.

Además, Ed Horman, el padre, investigó infatigablemente las circunstancias del asesinato de su hijo, hasta que falleció en Nueva York en 1994. "He pasado varios años de mi vida investigando la muerte de mi hijo y, contra mí voluntad, he llegado a concluir que se está desviando la responsabilidad del gobierno militar chileno por una razón muy sencilla: si el dedo acusador lo señalara, de inmediato surgiría detrás la mano de Washington", afirmó Horman padre en el libro de Hauser. "La auténtica responsabilidad de la muerte de mí hijo está en la propia embajada de EE. UU. Su vida fue sacrificada para encubrir las actividades estadounidenses en Chile", insistió.

Ed Horman concluyó que Charles y su amiga Terri "tropezaron en Viña del Mar con pruebas concluyentes de la participación de EE.UU. en el golpe de estado". Al principio, el personal militar habló sin reparos en presencia de la pareja de jóvenes gringos, pero a los pocos días, alguien de la cúpula de la embajada, se inquietó por lo que pudieron haber visto y oído.

Según el padre de Charles, su testimonio pudo asestar un golpe contundente. "En 1973, los medios de comunicación no mostraron gran sagacidad en comprender el alcance de las operaciones encubiertas en Chile: la administración Nixon, acosada por Watergate, negaba una y otra vez la intervención ilegal contra el gobierno de Allende ", dijo Horman padre. "Las informaciones recogidas por Charles pudieron cambiar las cosas. A fin de impedirlo, se facilitó su nombre y dirección a las autoridades militares chilenas para que lo detuvieran e interrogaran", sostuvo.

Revelaciones del Senado

Posteriormente, el Senado de EE.UU. conoció más detalles de la intervención norteamericana en el golpe de 1973. El Comité Church, que investigó las intervenciones en Chile desde 1965 a 1973, no verificó "intervención directa " durante el golpe, pero por lo menos confirmó una intromisión a gran escala en la política chilena antes y después.

Las certeras intuiciones de Charles Horman sobre una conspiración resultaron ratificadas dos años después por esta comisión: "Durante 1970-73 la oficina CIA recopiló inteligencia operacional necesaria para el caso de un golpe: listas de arresto, instalaciones civiles claves y personal civil que necesitaba protección; instalaciones gubernamentales claves que debían ser tomadas y planes de contingencia que el gobierno utilizaría en caso de una insurrección militar». De poco sirve que la CIA asegurara que toda esta información nunca se entregó a los militares chilenos.

El Informe Church reveló que "colaboradores de la CIA estuvieron envueltos en la preparación de un primer plan económico global" para la junta militar y en la preparación del famoso Libro Blanco que intentó justificar el derrocamiento de Allende. El Informe concluyó que "las operaciones de recolección de inteligencia de la CIA entre los militares chilenos incluyeron actividades que iban más allá de la simple recolección de información:

En buen castellano, los norteamericanos estuvieron metidos hasta las masas en la preparación y ejecución del golpe y a Charles Horman le tocó estar en la puerta del horno. Tras años de espiar, infiltrar, comprar y complotar con los militares chilenos, sus congéneres norteamericanos y sus agentes secretos tuvieron la oportunidad de reunirlos en alta mar el 10 de septiembre, bajo la cobertura de la Operación Unitas, para darle el empujón inicial al cruento golpe de estado. En los días siguientes aumentaron su colaboración en inteligencia, apoyo logístico, político y propagandístico.

La coordinación de la intervención se centró en Viña, como lo afirmaría después el general Carlos Prats en el Times de Londres: "Fue allí en Valparaíso donde los oficiales comprometidos en la conspiración se reunieron en secreto con un oficial de marines estadounidense, el mismo que después mantendría contactos con el almirante Toribio Merino, Jefe de la Armada en Valparaíso. Ese hombre era el teniente coronel Patrick Ryan". Precisamente, este personaje fue uno de los norteamericanos que conocieron Charles y Terri cuando se quedaron "varados "en el Hotel Miramar a causa del golpe.

Conocieron también a Arthur Crater, ingeniero naval en retiro que llegó desde Panamá el 6 de septiembre, estuvo en alta mar hasta el día del golpe y confidenció que vino "a cumplir un trabajo que ya está hecho". Este protagonista suelto de lengua conocía al dedillo las operaciones iniciadas en Valparaíso en la madrugada del 11 y extendidas luego a todo el país. Horman padre suponía que Cráter fue un encargado de comunicaciones de la NSA, Agencia de Seguridad Nacional, la organización de inteligencia más secreta del gobierno de EE.UU.

También conocieron a Ray Davis, jefe del grupo militar de EE.UU., con oficinas en el mismísimo ministerio de Defensa, quien terminó trasladando a la pareja a Santiago en su automóvil, aunque Horman no quiso que los llevara hasta sus domicilios. Según el libro de Hauser, Davis fijó su residencia definitiva en Chile, como jubilado.

A los dos días de su regreso de Viña, un camión militar sacó a Horman de su casa de Vicuña Mackenna 4126, hasta donde se había mudado recientemente desde Los Dominicos. Una testigo siguió al vehículo que lo llevó hasta el ministerio de Defensa. En el noveno piso, y a pocos metros de la oficina de Ray Davis, el general Augusto Lutz*, director del Servicio de Inteligencia Militar, (SIM); el coronel Hugo Barrías, subdirector; y un norteamericano no identificado acordaron eliminar a Horman porque "sabía demasiado ", según testimonio de Rafael González, ex agente de seguridad adscrito al estado mayor de la defensa, asilado en la embajada de Italia en septiembre de 1975.

"Sé que Charles Horman fue ejecutado porque sabía demasiado. Su detención y muerte fueron llevadas a cabo entre la CIA y las autoridades locales", declaró González al gobierno de EE.UU., testimonio ratificado después para la familia Horman en su juicio contra los funcionarios del departamento de Estado y de la embajada en Santiago.

Según el certificado de defunción, Horman falleció a las 9:45 horas del 18 de septiembre de 1975 por heridas múltiples de bala. Fue encontrado en las calles de Santiago y trasladado al Instituto Médico Legal. Debido a un "error", no se reconoció su cadáver hasta el 18 de octubre, un día después que Edmund Horman supo positivamente que su hijo fue ejecutado por militares. La dictadura se tomaría otros cinco meses para autorizar la repatriación de los restos el 30 de marzo de 1974.

Otros testimonios

La participación norteamericana a gran escala fue ratificada en múltiples testimonios. Comandos clandestinos de las fuerzas especiales del Ejército y de la CIA habrían participado en allanamientos, el asalto a La Moneda y operaciones en Valparaiso y Viña del Mar. También hay testimonios de la presencia de personal norteamericano en interrogatorios a extranjeros en el Estadio Nacional*.

Uno de los presos venezolanos del estadio afirma que "una persona civil, que mandaba más que los otros, era el encargado de interrogar a los extranjeros y presumía de pertenecer a la CIA. Un ex suboficial de Marina, detenido en la investigación interna de agosto de 1973, declaró que en la cárcel de Valparaíso un ex infante le confidenció su participación en "allanamientos dirigidos por soldados norteamericanos, a quienes resultaba más fácil gritar y romper puertas".

Un ex boina verde mexicano-americano relató al periódico estadounidense Berkeley Barb*** (27/9/ 1974) que integró un comando de fuerzas especiales (834 boinas verdes, 14 rangers y 34 miembros de la CIA) trasladado a Chile, vía Panamá, para participar en el asalto a La Moneda. Este testimonio parece descabellado, pero coincide con un relato confidencial que me hizo un periodista de San Rafael, California: un amigo suyo integró la tripulación del Glomar Explorer, barco de investigación científica usado como fachada de la CIA, cuando recogió frente a la costa chilena a unos comandos que habrían participado en el asalto a La Moneda.

Edmund y Elizabeth Horman y la viuda Joyce se acogieron al Acta de Libertad de Información que ordena al gobierno entregar documentos oficiales a todo ciudadano que los requiera. Trabajaron diez años recabando información sobre la muerte de Charles, consultando las investigaciones del departamento de Estado, de la embajada, de diversas agencias de inteligencia y de comités del Congreso de EE.UU. Los Horman se convencieron que funcionarios del gobierno en Washington y Santiago encubrieron y posiblemente instigaron el asesinato, mediante la entrega de sus datos y el consentimiento para la ejecución.

En 1977, la familia entabló una demanda criminal contra Henry Kissinger y otros diez funcionarios norteamericanos, entre ellos Frank Purdy, ex cónsul y agente de la CIA, y Ray Davis, ex marine de Vietnam y jefe del grupo militar de Estados Unidos en Chile.

Joyce y la verdad

En marzo de 1981, la familia decidió suspender el juicio. "Debido a la no entrega de documentación pedimos el sobreseimiento, sin perjuicio que se pueda reabrir sí logramos más información", me contó por teléfono Joyce, viuda de Horman, ahora en 1996, desde su casa de Nueva York. "La mayoría de los documentos que nos fueron entregados estaban tachados y mucha de la información fue borrada", dijo. En abril de 1978 un funcionario del departamento de Estado admitió que "67 documentos relacionados con la muerte de Charles Horman fueron ocultados en su totalidad a la familia Horman y otros 46 fueron publicados sólo en parte".

La dictadura negó responsabilidad en las muertes de Horman y Terrugi. Una nota oficial de la Cancillería (5/12/1975) alegó un supuesto izquierdismo de Horman, basándose en informes del SIM. El general Lutz investigó "como deferencia especial" para informar que los jóvenes "estaban relacionados con movimientos de extrema izquierda de nuestro país, a los cuales apoyaban tanto ideológica como materialmente. Datos fehacientes prueban que ambos norteamericanos murieron en operaciones militares de control".

El Informe Rettig concluyó que Horman "fue detenido el 17 de septiembre de 1973 en su domicilio" y trasladado al Estadio Nacional donde fue ejecutado al día siguiente, "mientras se encontraba bajo la custodia de agentes del Estado" y "al margen de todo proceso legal, constituyendo ello una violación a sus derechos humanos".

Los protagonistas

Frank Purdy, el ex cónsul en Santiago, sindicado como agente de la CIA por dos fuentes serias, reclamó que fue injustamente perjudicado en su carrera por las "mentiras y distorsiones" del libro de Hauser y la película de Gavras, en una nota publicada por la revista del servicio consular de EE.UU. y reproducida en La Nación en agosto de 1995. "Charles Horman estaba profundamente involucrado con el MIR, un grupo fuerte que utilizó métodos violentos durante el gobierno constitucional de Allende", afirmó.

Steve Volk replicó que "eso es sencillamente falso". Por otra parte, ninguno de los numerosos periodistas del MIR consultados conoció siquiera a Horman. Admiten que podría haber sido simpatizante, pero es improbable que haya estado "profundamente involucrado ". Para la mentalidad de Purdy, bastaría una simple afinidad ideológica de Horman con el MIR para justificar el arresto, la tortura y el asesinato. El ex cónsul, quien también residiría en Chile como jubilado, retrucó el Informe Rettig afirmando que "no hay evidencia que Horman haya estado en el Estadio Nacional, ni hay claridad de dónde murió".

Sigue el encubrimiento

La embajada de EE.UU. no entrega información ni comentarios sobre el caso Horman. "En relación a la amnistía, ya que según lo que sé no hay ningún proceso legal en curso, no tendría sentido emitir una opinión legal y de todas maneras me parece que ese tipo de opinión vendría del sistema legal chileno, no de la embajada norteamericana", dijo el encargado de prensa, Marc Asquino, al preguntársele si el gobierno de su país reconocía la amnistía para el caso Horman. Agregó que por la ley de Privacidad no podría entregar información sobre un caso consular. "No hay información, ni comentario y punto", expresó.

Joyce sigue en la pelea

La mayoría de los antiguos colegas de Horman en FIN trabajan como profesores universitarios. Steve Volk enseña historia en el Oberlin College, Ohio; Andy Zimbalist, economía en el Smith College, Massachussetts; Gill Hamberg enseña planificación urbana en Nueva York; David Hathaway vive en Brasil; y Marcha Lesser hace un doctorado en educación de adultos en Amherst. En 1983 se reunieron en Nueva York en ocasión del décimo aniversario de los sucesos que vivieron en Chile.

En Nueva York también vive Joyce Horman, quien nunca volvió a casarse. Trabaja en comercialización de software y, a veintitrés años del asesinato de su marido, sigue dando la pelea.

"Hoy en día --cuenta-- soy parte de un grupo que está tratando de obtener la divulgación, sin limitaciones, de los documentos pedidos por los parientes sobrevivientes de víctimas norteamericanas muertas en América Latina. Hasta el momento no hemos tenido éxito".

¿Cuántos años esconderán los documentos para ocultar la verdad? ¿Cuándo tendrán respuestas las preguntas que hizo Charles Horman y que todavía hoy nos formulamos?

Por ejemplo:

--¿Quiénes eran los altos oficiales en servicio activo de las fuerzas armadas chilenas que a las 8.00 a.m. del 22 de octubre de 1970, día del asesinato del entonces comandante en jefe del ejército René Schneider, tuvieron una reunión con el agregado militar de la embajada de Estados Unidos, quien les entregó seis sub ametralladoras, equipos de gases y máscaras?

--¿Que actividades hubo en las naves de EE.UU. que estuvieron en Valparaíso durante los días anteriores y durante la ejecución del golpe?

--¿Quiénes eran los norteamericanos que habrían participado en allanamientos en Viña del Mar?

--¿Quiénes eran los comandos que dicen haber venido a Chile y en qué acciones participaron? --¿Quién autorizó esas acciones?

--¿Qué papel tuvieron los agentes de la CIA, que renovaron las relaciones "oficiales" con sus congéneres chilenos tras el golpe, en la creación y operaciones de la DINA en Chile y en el exterior?

--¿Que rol tuvo la embajada de EE.UU. en la detención e interrogatorio de más de doce jóvenes norteamericanos en los días posteriores al golpe y en el asesinato de Horman y Terrugi?

--¿Quién era el norteamericano presente en el noveno piso del ministerio de Defensa cuando se decidió ejecutar a Charles Horman?


Notas:

Editorial Ornitorrinco, compilación y traducción de Cristian Opaso. El texto contiene dos investigaciones del "Comité Church" del Senado de EE.UU., una sobre la ingerencia clandestina en la política chilena desde 1963 a 1973 y otra, sobre el asesinato de Schneider, además del último boletín de FIN (julio, 1973) y la transcripción de las notas de Horman y Simón sobre su estadía en Viña del Mar.

Augusto Lutz, quien derivó en enemigo de Manuel Contreras, murió en el hospital de los militares el 28/11/1974, a causa de un "inyección equivocada" mientras se curaba una dolencia sin importancia.

Lo que vio Charles Horman, por Cristian Opaso, revista APSI Nº 359, de agosto/ septiembre de 1990.

La masacre de un pueblo. Testimonio de 9 venezolanos víctimas del golpe militar chileno, por José Cayuela.

Una historia fantástica y calculada, por Germán Marín.

Cristian Opaso es periodista, integrante del Grupo de Apoyo al Bio Bio (GABB), compilador y traductor del libro "Freí, Allende y la Mano de la CIA", 1991, Editorial Ornitorrinco.


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