Jorge Yáñez
Morir es la noticia

Jorge Yáñez:
Aquí yace..., desangrado en el mar


por Patricia Bravo(*)
Nombre
Jorge Bernabé Yáñez Olave
Lugar y fecha de nacimiento
Yerbas Buenas, 2 de septiembre de 1944
Especialidad
Periodista y poeta
Lugar y fecha de muerte
Detenido desaparecido, fue arrestado el 16 de septiembre de 1973, en el camino de Chanco a Cauquenes.
Actividades
Presidió la federación de estudiantes de Linares (1964), estudió teatro y periodismo en la Universidad de Chile. Como poeta, fue laureado con dos premios literarios. Trabajó en La Provincia y El Heraldo, diarios locales de Linares. Fue dirigente regional del MIR.


En el mausoleo de la familia Yáñez, en Linares, hay una sepultura simbólica del poeta linarense desaparecido en septiembre de 1973. Fue iniciativa del padre de Jorge Bernabé Yáñez Olave, el suboficial mayor de Carabineros en retiro José Yáñez Yáñez, para mantener viva su memoria. Lo hizo antes de caer enfermo, porque desde 1994 la hemiplejía lo tiene inmovilizado y sin poder hablar. Su corazón está herido.

Toda la familia vio con asombro y consternación, en El Mercurio del 22 de septiembre de 1975, una fotografía de un grupo de campesinos, en la que reconocieron a Jorge. El pie de foto lo destacaba: "Jorge Yáñez, activista del MIR, entra a caballo a la provincia de Linares para comenzar el asalto a balazos de cinco hijuelas en el Cajón de las Casas". La crónica, titulada Comienza la destrucción agrícola, abordaba la expropiación de predios como parte de una serie sobre las "fechorías" cometidas bajo el gobierno de Salvador Allende.

Al salir la publicación, Yáñez era un detenido desaparecido, aunque sólo lo supieran su familia, algún amigo y aquellos que le dieron muerte. Fue apresado el 16 de septiembre. Las investigaciones posteriores pierden su rastro el 19, posiblemente en una playa que absorbió su sangre y la de otros. Ese 19 "fue dejado en libertad", según informó el gobernador militar de Constitución, capitán Juan Hernán Morales Salgado, al intendente de Linares, coronel Gabriel del Río Espinoza, quien, a su vez, informó al incrédulo padre de Jorge.

La tendenciosa publicación fue seguida de llamados telefónicos anónimos que daban falsas y crueles pistas sobre un Jorge vivo. Al fin, a mediados de octubre, un oficial de Carabineros hijo de un ex colega de José Yáñez, se apiadó de tanta angustia y le dijo que no buscara más, que a su hijo lo habían fusilado.

"Ahí vino nuestro "drama terminal; por colocarle un nombre; nos vestimos de luto riguroso y pusimos un aviso por radío invitando a nuestros amigos a una misa oficiada en la parroquia Corazón de María", recuerda Lucy, hermana de Jorge. "Fue impactante el apoyo que tuvimos, la iglesia estaba llena hasta afuera. Ahí constatamos cuánto había sembrado. En el espacio que debió ocupar la urna sólo había cuatro candelabros..."

«Con las células de mi boca..."

"Desde niño fue un poquito rebelde, aunque como hijo era muy cariñoso y siempre nos trató con gran respeto", recuerda su madre, Julia Olave Báez. "Tenía amigos, claro, pero era algo especial". Sus hermanos Adolfo, Lucy y Carlos, coinciden en que fue "un adicto a la lectura", algo reticente "al juego común y corriente" y que, a pesar de ser el menor, se hacía escuchar en la sobremesa, porque siempre tenía alguna cosa interesante que decir. Era alegre y gran conversador.

Estudió en la escuela básica de su pueblo natal y en el liceo de hombres de Linares, donde se destacó como dirigente. En 1964 fue elegido presidente de la federación de estudiantes local. Tenía 18 años cuando recibió el primer premio en un concurso municipal de poesía. "Quisiera palpar tu cuerpo/ infinito/ con la lengua azul del cielo,/ en una búsqueda/ eterna de tus/ senos/concretos.../... quisiera conocer/ cada pliegue de tu piel/ con las células de mi/ boca/y en bus caderas de/ mimbre/ adherirme como un/ poro..." (de Más allá de lo abstracto).

Terminó la secundaria en Santiago e ingresó a la escuela de Teatro. "Tenía condiciones de actor", dijo Adolfo. "No sólo actuaba muy bien, sino que también recitaba y cantaba". Pero interrumpió esa carrera para entrar a Periodismo en la Universidad de Chile (1966), donde estudió tres años. Ya le había picado el bichito de la política. Y del amor.

El 6 de mayo de 1968 se casó con Juana María Soto Lastra, tuvo un hijo --Cristian-- y regresó a Linares. Trabajó en los diarios El Heraldo y La Provincia, donde creó y dirigió el suplemento cultural Cártamas. En 1969 tuvo también un programa radial, Instantáneas, que apoyaba el desarrollo de la cultural local.

No le importaron las enemistades por sus crónicas en que fustigaba a las autoridades en defensa de los desposeídos. Escribía sobre cine, literatura y teatro; comentaba problemas sociales y políticos. Le afligían los niños sin futuro, la juventud sin perspectivas que comenzaba a dejarse tentar por la marihuana, el atraso del campo, la incipiente sociedad de consumo. Y llamaba a dejar de lado la pasividad, esa inexplicable "contradicción de no vivir para vivir".

En Cártamas escribió: "No vivir es observar y no ver. Pensar y no realizar. Estar en el tumulto y ser un ausente... Esto de no vivir para vivir nos permite respirar, pero nos impide el derecho a pelear por la justicia que se nos niega, por el pan que nos roban, por la libertad aprisionada, por la cultura y la flor pisoteada..."

Manta de castilla

Jorge Yáñez

No luchar cuando otros luchan, es doloroso... Por eso, se iba semanas enteras a convivir con los campesinos, a aprender de ellos, a contarles que era posible vivir de otra manera. "Se ponía su manta de castilla y no le importaba dormir en el suelo", recuerda Carlos. Muchas veces lo acompañó Juana, su compañera, quien se encargaba de enseñar higiene y alimentación para mejorar la crianza de los niños.

Su madre dice que no lo veían mucho en esa época. El la evitaba, porque ella no estaba de acuerdo con su actividad política y le pedía que se concentrara más en su familia (-. .Madre, no me riñas... /Madre, /no anudes el cordel de la rutina /a mi corazón rebelde.../).

"Pero lo que él quería era que esa gente se superara --afirmó la madre--. Le preocupaba mucho la situación de las mujeres que se venían del campo en busca de algo mejor y terminaban como empleadas domésticas. Decía que había que ayudar a mejorar el trabajo en el campo para que se quedaran allí. Y me pedía que la niña empleada en mi casa se sentara a la mesa con nosotros".

Sus hermanos recuerdan su sensibilidad frente a las carencias de los otros. "Regalaba su ropa", dijo Lucy. Adolfo, un empleado público que no compartía las ideas políticas de su hermano, evoca una reunión con las autoridades en la Intendencia, a la que él asistió correctamente vestido y se encontró sentado frente a Jorge, todo mojado a pesar de su manta de castilla y con los pies desnudos. "Había una inundación y llegó a pedir ayuda para los damnificados. Al salir, le comenté que cómo podía andar sin zapatos, en plena lluvia y con tanto frío. Me respondió que los había regalado, porque como él era fuerte, no se enfermaría (en realidad, era muy delgado)".

El poco tiempo que pasaba en Linares lo dedicaba principalmente a su hijo. A menudo los vieron paseando por la plaza o a orillas del río, conversando animadamente. Cristian tenía 7 años cuando desapareció su padre. "...No detengas tu lucha, /bien amado,/ continúa la senda trazada/ hacia el porvenir glorioso.../ no te amedrente mi muerte,/ ni el saber que mi corazón/ se ha marchitado/ por el boquerón inmenso/ que dejó la bala del fusil americano..."/ (de Ella).

La "última vez"

Lucy, quien vivía en Viña del Mar, evoca con voz apagada el último encuentro con su hermano, en el año '72: "Ya no se comunicaba como antes, se le veía introvertido e, incluso, triste". Carlos participaba en la Juventud Radical Revolucionaria. "Eso nos acercaba y nos hacía conversar mucho sobre el golpe que venía. Nos abrazamos por última vez el 8 de septiembre, porque él se volvía a Constitución con Loquillo. sobrenombre de Jaime Bernardo Torres Salazar, obrero de 31 años y también militante del MIR, con quien arrendaba una pieza en una residencial de Constitución".

El 11, al saber del golpe, los dos amigos participaron en una marcha encabezada por el gobernador Arturo Riveros Blanco y los trabajadores de Celulosa Constitución (CELCO). Al día siguiente. Constitución fue "tomada" por efectivos militares de la escuela de Artillería de Linares, al mando del capitán Juan Hernán Morales Salgado, quien asumió como gobernador y jefe de plaza. Formaban parte del grupo el teniente Leonardo Marchant Rocha y los subtenientes Marcelo Salas Coccolo y Alejandro Herrera López. Se instalaron en la Gobernación y en el cuartel de Investigaciones, cuyos efectivos fueron enviados a Talca. Dirigentes sindicales y el gobernador Arturo Riveros, actualmente desaparecido, fueron los primeros detenidos.

Ese día 12, Juana recibió un llamado de Jaime Torres: su esposo estaba bien y no debía preocuparse por ellos. "Por lo que pude reconstituir, cenaron los dos en la residencial y como su compañero no abría la boca. Jorge le dijo que aprovechara, tal vez sea la última comida que vamos a tener»", relató Carlos.

Se acerca el fin

Jorge y Jaime salieron a pie de Constitución, rumbo a Chanco. La decisión debió ser precipitada, pues la dueña de la pensión los vio muy preocupados. Del baño rescató documentos de identidad y dos fotografías que Jorge dejó tirados y que ella más tarde entregó a su esposa. En su trabajo político se hacía llamar Nicolás Zenteno. Le decían El Nico.

El 16 se encaminaban a Cauquenes, al parecer con destino a Linares, cuando fueron reconocidos y detenidos por personal de Investigaciones y Carabineros. Entre éstos se identificó a Jorge Guillermo Jaque Cáceres, fallecido en 1990. En el cuartel de Investigaciones de Cauquenes quedaron a disposición del jefe de zona en estado de sitio, coronel de ejército Rubén Castillo Whyte.

A solicitud del gobernador de Constitución, una patrulla militar trasladó los detenidos a esa ciudad al día siguiente. Elsa Letelier, empleada de la residencial en que se alojaban, los vio ingresar a la Gobernación encadenados de pies y manos, con sus rostros ensangrentados y cubiertos de polvo. Posteriormente, los condujeron a la comisaría de Carabineros, contigua a la Gobernación. Allí se pierden sus huellas. Varios detenidos atestiguaron haberlos visto o sabido de ellos, tanto en el cuartel de Investigaciones de Cauquenes como en la Gobernación, donde los raparon y torturaron. La última vez lo vieron el 18, en la Comisaría. Dos uniformados sostenían a Yáñez, porque no podía mantenerse en pie; tenía la cara hinchada y deformada por los golpes. Casi no podía hablar.

Días después, otro detenido escuchó al gobernador militar Morales Salgado que Jorge, Jaime Saavedra y José Saavedra, obreros de CELCO, estaban muertos. Y a fines de septiembre, el mismo Morales Salgado se ufanó en una fiesta de haber ordenado la ejecución de cinco personas, cuyos cuerpos "quedaron tirados en la playa Potrerillos". Mencionó a Jorge Yáñez, Jaime Torres y Arturo Riveros.

En agosto de 1974 se inició la causa rol 40150 en el juzgado de Letras de Linares, por presunta desgracia ocurrida a Jorge Yáñez. El juez cerró el sumario y sobreseyó también el proceso "por no encontrarse acreditado el delito ". La Corte de Talca ordenó reabrirlo. Nuevo cierre y sobreseimiento temporal determinado por el juez. Y esta vez fue aprobado por la Corte.

Luego de 20 años, el 16 de enero de 1995, la esposa de Jorge volvió a la carga. Presentó una querella criminal por los delitos de detención ilegal, secuestro, tortura y violación de los derechos humanos. El proceso aún está en curso.

El Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación consigna a Jorge y Jaime como detenidos desaparecidos. Inculpa al coronel Juan Hernán Morales Salgado, actualmente de 54 años y en servicio activo; a integrantes de la sección "N" promoción 1973 de la escuela de Artillería de Linares; y a carabineros no identificados de la comisaría de Constitución.


Patricia Bravo es redactora de La Tercera. Estudió en la Universidad de Chile.


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 09nov01