Luciano Cruz A
Morir es la noticia

Luciano Cruz Astudillo:
El otro "Luciano Cruz"

por Víctor Manuel Reinoso(*)
Nombre
Luciano Cruz Astudillo
Lugar y fecha de nacimiento
Gatico, 15 de julio de 1926
Especialidad
Periodista y escritor
Lugar y fecha de muerte
Tocopilla, 30 de abril de 1974
Actividades
Trabajó en El Siglo, Vistazo, radio Portales y en medios de Venezuela, donde reporteó a los líderes guerrilleros de los años 60. Publicó novelas y cuentos muy bien acogidos por la crítica, entre ellos El Americano, Los contrabandistas y Mi hermano, el Alcalde. Ex militante del PC.


Luciano Cruz Astudillo murió en Tocopilla por los maltratos que recibió durante su cautiverio en el Estadio Nacional. "Era una, persona muy frágil, miope, que fue golpeada por llamarse igual que Luciano Cruz Aguayo, el dirigente del MIR fallecido algunos años antes», afirma su hermano, el publicista Gilberto Cruz.

Hijo mayor del propietario de la «Pastelería Ideal» de Tocopilla, estudió en el Internado Barros Arana de Santiago. Al terminar la secundaria en 1946, inició sus escarceos en el periodismo. Pero en 1950 aparece de regreso, con una librería en Tocopilla. Se vincula al Partido Comunista y resulta elegido regidor en 1951, año en que publica su primer libro de cuentos, "El Americano».

El crítico Ricardo Latcham estimó en La Nación del 20 de abril de 1952, que Cruz«.. .puede esmerarse, en próximos relatos, en superar sus deficiencias técnicas y el detallismo inoperante: Siete años después, al comentar su novela «Los contrabandistas; advierte que «Cruz sabe narrar con bastante dominio de lo esencial, en un estilo rápido y preciso; no se pierde en detalles y ubica con energía a sus personajes en el medio adecuado».

Se convirtió en periodista en 1957 en la revista Vistazo, pero el deseo de reportear a grandes personajes terminó por sacarlo del país. «Se va, primero, a Venezuela, después a México, luego a todo el mundo», señala una pequeña nota de El Siglo (10 de enero de 1960) sobre «Los contrabandistas", galardonada el 17 de agosto de 1959 con el premio Alerce de la Sociedad de Escritores.

Es novela porque es verdad

Luciano Cruz A

En la breve entrevista de El Siglo, Luciano Cruz se jacta que «no existe en la novela nada inventado: En una carta que envió de Tocopilla a su amigo Gustavo Ohlsson, antes de partir en febrero de 1960, le cuenta: «Los contrabandistas se enojaron; cuando llegué me dijeron que me iban a pegar, que todos tenían derecho a ganársela vida como pudiesen. Ellos creían que sus nombres aparecían con pelos y señales. Les expliqué, los convencí de que debían estar orgullosos, iban a pasar a la posteridad, y me invitaron a tomar once a Punta Blanca. Esto produjo sorpresa entre los de acá, al verme en el auto con ellos, porque me habían tomado como su gran enemigo. Y yo, viejo, ¡qué voy a ser enemigo de estos chatos, si los conozco desde cabros y siempre los he admirado!».

En su despedida a Ohlsson, escrita en papel de la "Pastelería Ideal; lo abruma con encargos (despacho de 100 ejemplares de la novela a la librería de Tocopilla, búsqueda en diarios atrasados de críticas a su novela y otros temas) pero también le cuenta: "He andado en bote, me han contado historias sorprendentes, y no hallo las horas de viajar, para ponerme a escribir como condenado, estrecharle la mano a Rómulo Gallegos y encontrar por algún lado a Hemingway".

«Pequeños burgueses enfurecidos»

En Tocopilla era un cazador de historias. Conversando con viejos estibadores que conocieron a Luis Emilio Recabarren cuando recorría las cercanas oficinas salitreras, fundando diarios y sindicatos, soñaba con describir esa epopeya. Poco después de la explosión social que sacudió al gobierno de Carlos Ibáñez el 2 y 3 de abril de 1957, y luego que los hombres del comisario Carlos Estibil destruyeran los Talleres Horizonte, Luciano Cruz apareció en Vistazo, que fue escuela de periodismo, fundada por Luis Enrique Délano, y que tuvo entre sus reporteros a Augusto Olivares, Sergio Pineda y Sergio Villegas, quien reemplazó a Délano como director cuando éste se marchó a China. Cruz se convirtió en el reportero policial que sustituyó a Patricio Amigo, cuando éste se fue a la revista VEA. También pasaron por Vistazo los poetas Edesio Alvarado, Raúl Mellado y yo mismo, que llegué en 1956, como «joven poeta del norte», recomendado por Pablo Neruda.

Desde la redacción de Vistazo, en el mismo taller que imprimía El Siglo y Ultima Hora, incursionábamos cada mediodía por el café Sao Paulo, tertulia de actores, pintores, poetas y periodistas. Después de compartir historias con policías y reporteros, al fin del día nos veíamos en el teatro de revistas Bim Bam Bum o en el Goyescas o Il Bosco, templos de la bohemia de esos años. Los colegas casados nos envidiaban, pero esa bohemia también nos ganó la desconfianza de los ex-obreros del carbón y del salitre, convertidos en líderes del PC y, por añadidura, en nuestros jefes en las publicaciones comunistas. Parafraseando a Lenin, nos llamaban 'pequeños burgueses enfurecidos:

Durante su vida de estudiante, Luciano Cruz compartió su habitación con una chiquilla que terminó siendo madre de Noemí, su primera hija. En una carta desde Tocopilla a su corresponsal Gustavo Ohlssen, el 19 de junio de 1952, le confía: «Yo acá desempeño un montón de actividades, obligado, para que comprendas, en vista del dolor que es para mí estar separado de mi hijita».

Su drama personal lo contaba, a veces, como si fuera una radionovela. Una vez ubicó a su ex-amor, pero ella, rehecha su vida en un matrimonio de verdad, sólo le permitió que visitara a su hija una sola vez, con la condición que no le dijera que era su padre. Noemí no es conocida por ningún miembro de la familia Cruz. Tampoco nadie sabe cómo se llama la madre.

Más tarde, Luciano se casó formalmente con Ximena Alcayaga, también de Tocopilla, pero la unión no prosperó pese a que hubo dos hijos, Fernando y Loreto. Hacia 1970 nació su cuarta hija, Maricarmen, de un segundo matrimonio.

Auto exilio en Venezuela

A Luciano Cruz le gustaba vestirse bien. Cuando tenia dinero, renovaba su ropero. En Caracas, tenia una fórmula para limpiar sus trajes: En vez de llevarlos a la tintorería se metía en una lavandería automática, donde le prestaban una bata que le permitía salir minutos después con la tenida limpia, recién planchada. En la campaña de Allende de 1958 asistía a los bailes que se organizaban para allegar fondos. En uno de ellos se convirtió en novio de la reina de la comuna.

Poco antes de las elecciones del 58, que Allende perdió por 30.000 votos, unos matones le dieron una feroz paliza a Carlos Jorquera, 'El Negro', por escribir en La Gaceta la saga "El clan de la sangre", retrato de la derecha que aspiraba a recuperar el poder. Esto hizo creer que el gobierno de Jorge Alessandri desataría la represión. Por eso, en muchos colegas prendió la idea de un auto-exilio.

Nos embarcamos en Antofagasta en el Americio Vespucio de Italmar, en una época en que el barco era mucho más económico que el avión. En Tocopilla conocí a sus padres y su hermana. Cruz me llevó a visitar los escenarios de su novela y los burdeles donde había «cazado» a muchos de sus personajes. Algunas mujeres sintieron agrado al verse descritas en el libro. Pero a otras les molestaba aparecer haciendo cosas que jamás ocurrieron. Las licencias de la imaginación del escritor les sabían a calumnia. Una de estas lectoras que tomaba al pie de la letra la ficción literaria, le dijo furiosa: «No quiero volver a saber de usted». Cerrada esta veta de entretención, recorríamos las playas donde Cruz correteaba de joven con el bolerista Antonio Prieto.

Luciano y yo llegamos a Caracas coincidiendo con otros periodistas que también habían emigrado: Rafael Fuentes, Carlos Jorquera, Ignacio Carranza, Mariano Díaz, Julio Fuentes Molina, Jeannette Gallo y Manuel Cabieses, entre otros que recuerdo. Nos encontramos con un intento de golpe contra el gobierno del almirante Wolfgang Larrazábal. Fidel Castro gozaba de gran popularidad; los venezolanos habían hecho colectas para enviar fusiles a la Sierra Maestra;

pero la prensa conservadora denostaba al líder barbudo que electrizó a los caraqueños en su visita a Venezuela, la primera salida al exterior de Fidel.

Una experiencia como «corresponsal guerrillero»

Luciano se convirtió en redactor de Páginas y yo de Élite, revistas de la Cadena Capriles. El se dedicaba a los temas de la farándula y yo a los sucesos policiales, para no meternos en política. En 1961, el partido de gobierno Acción Democrática, fundó La República, con Luis Esteban Rey como director, diario al que se traslada mi amigo Cruz. Cuando en mayo asesinan a Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, nos encontramos en Santo Domingo reporteando el suceso.

Venezuela sobrevivió los golpes de la derecha pero tuvo que defenderse de los guerrilleros alzados en la montaña, a la vez que incendiaban supermercados y mataban policías en Caracas. Luciano quiso conocer la experiencia de la guerrilla. Las últimas veces que lo vi en 1963, venía bajando de las montañas de Falcón, donde convivió un par de semanas con las fuerzas que dirigía Douglas Bravo.

Luciano Cruz era moreno, delgado, de un metro setenta y cinco, de ademanes rudos y, además, sumamente miope. Le dolían mucho las piernas de tanto seguir a los guerrilleros, pero lo peor es que había perdido dos pares de lentes de contacto que lo redujeron a la condición de ciego. En su aventura periodistíco-guerrillera recorrió interminables trochas detrás de los irregulares que le servían de lazarillos. Se hirió las extremidades y hasta temió contraer gangrena antes de bajar al "mundo civilizado" que hervía de atentados, incendios, secuestros, asesinatos y toda clase acciones violentas.

Durante su permanencia no hubo encuentros con el ejército, aunque en las madrugadas escuchaba tiroteos al pie de las montañas. Todo esto obligaba al grupo a seguir caminando y ni siquiera podían encender fuego para calentar comida o café. Una vez que consiguió nuevos lentes de contacto, se encerró en un hotel para escribir el relato que nunca llegué a leer y que según su hermano Gilberto todavía es un texto inédito, salvo algunos fragmentos que publicó El Siglo a su regreso a Chile.

Tristeza en Tocopilla

En Caracas escribió otra novela, «Mí hermano el alcalde», publicada en 1964. No se trata de ninguno de sus hermanos, sino del dirigente comunista Víctor Contreras Tapia, a quien consideraba arquetípico.

El primero que emprendió el retorno a Chile fue Carlos Jorquera. Cuando Cruz y Cabieses hacían planes para irse a trabajar en la campaña de Allende de 1964, me convocaron varias veces para convencerme que volviera con ellos. "El Chico Reinoso se enamoró de una venezolana y algún día nos visitará con ella" concluyó acertadamente Cabieses. A fines de 1969 viajé a Santiago con mi esposa venezolana, tal como lo previo Cabieses, para ver a un Luciano Cruz medio desencantado. «De todos los que fuimos a Venezuela, tú, chico, fuiste el más sabio --me dijo--. A veces he planeado volverá Venezuela, pero me desanima que me expulsen como hacía Betancourt con los españoles republicanos».

Volvió a Vistazo, luego trabajó de nuevo en El Siglo, pero en algún momento tuvo dificultades con su director, que derivaron en una suerte de «ruptura» con el PC. Trabajó en otros medios, entre ellos radio Portales. Pero fue bajo el gobierno de Allende cuando pasó uno de los peores periodos de su vida.

"Nunca claudicó de sus ideas políticas--recuerda Gilberto Cruz--, pero pasó todo el tiempo de la Unidad Popular como un exiliado interno" estaba como marginado del derecho a trabajar. Eso era lo que más me molestaba por esos tiempos. Durante esos años se defendió trabajando en proyectos publicitarios con su hermano menor, convertido por siempre en su protector. Gilberto andaba de viaje cuando Luciano fue detenido y trasladado al Estadio Nacional, donde fue severamente maltratado. Cuando quedó en libertad, a fines de 1974, decidió ir a recuperarse a Tocopilla, donde falleció el 30 de abril de 1974. Muere contando historias de viejos amigos, tal vez hablando de los tiempos gloriosos de Recabarren y Lafferte, cuando en el norte nacían los sindicatos y los militares ya hacían matanzas como en la Escuela Santa María de Iquique.


Víctor Manuel Reinoso. periodista y escritor chileno, reside en Venezuela desde 1960. Trabaja en 'El Nacional' de Caracas.


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