Morir es la noticia
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Así nació la Entrevista Impertinente

por Leonardo Cáceres(*)

Un amigo dice siempre que no hay ideas nuevas, pues ya todo está inventado; la gracia consiste en copiar, pero en copiar bien.

En la segunda mitad de los años 30 --entonces yo era director del Departamento Periodístico del Canal 15 de televisión-- se nos ocurrió nacer un programa que consistiera 3n una entrevista muy punzante. Se grataría de algo breve, pero contundente. Creíamos (y sigo creyendo) que los políticos, y en general todos los personajes entrevistados (en los años '90 tendríamos que agregar a los deportistas y a los representantes de los campeones), están acostumbrados a que los entrevistadores los traten con guante de seda. Casi nunca un periodista se atreve --menos aún ante las cámaras de la televisión-- a decir las verdades que piensa y a enfrentar al entrevistado con la realidad. Lo normal es que los profesionales entremos en el juego de los políticos aceptando sus dichos, aún a sabiendas de que mienten.

Al pensar en el periodista que se hiciera cargo del programa, me surgió el nombre de Eugenio Lira Massi. Era el hombre preciso: irreverente, agudo, simpático, con un gran encanto personal. Nadie podía enojarse con él, aunque el Paco Lira dijera las peores barbaridades.

Lo llamé a Clarín, diario en que él trabajaba en esa época. Nos habíamos conocido cuando trabajábamos en radio Agricultura, a principios de la década de los años '60. Lira y yo formábamos parte del departamento periodístico de esa radio, y redactábamos los libretos de Telenoticias.

Cuando le propuse que hiciera el programa de televisión, Lira me escuchó amistosamente, pero me respondió que no, que no le parecía, que él creía que no servía para aparecer en cámara. Ante mi insistencia, aceptó que yo hiciera un programa en que el entrevistador sería Enrique Bravo Menadier --viejo hombre de radio y televisión--y el entrevistado el presidente de Fiducia, un joven cuyo nombre se me perdió en los vericuetos de la memoria. Lira iba a ir a mi oficina, y allí lo veríamos para tomar una decisión. Así lo hizo. El Paco miró el programa en silencio. En esos tiempos no había videotape, y todo tenía que hacerse en vivo.

Así fue como Eugenio Lira entró a la televisión. A la semana siguiente ya había comenzado su «Entrevista Impertinente», que se prolongó por varios años. Lira provocó impacto con sus preguntas y su estilo, y pese a que colocó en difícil situación a muchos de sus entrevistados, nadie pudo enojarse con él ni acusarlo de mentiroso.

En un país dividido y cuando la convivencia nacional estaba a punto de quebrarse, Lira daba la impresión de ser el guapo, el insolente, el provocador permanente. No por casualidad se comentaba que era el inventor de los chistes de "El enano maldito», que todos los días lanzaba sus pullas desde la portada de Puro Chile, en el período de la Unidad Popular, justo antes del golpe de 1975.

Sin embargo, quienes lo conocieron saben que era un hombre de trato amable y cordial, cariñoso con sus amigos, «tierno», como dirían las lolas de hoy. Estaba siempre inventando un título, buscando el lado amable de las cosas, riéndose quizás como autodefensa de su humanidad bondadosa.

José Gómez López, que lo recuerda como un hijo, hasta hoy se emociona cuando recuerda que en la mañana del 11 de septiembre le pidió a Lira que se escondiera. «Mira viejo, me escondo, pero contigo...», le respondió. Poco después, cuando ya el golpe se había desatado, le comentó: «Viejo, parece que se nos están corriendo las baldosas».

Estoy seguro que al periodismo de los años 90 le hace falta Eugenio Lira. Sus crónicas editadas enferma de libro y algunas reeditadas en el diario La Nación mantienen absoluta vigencia, y demuestran que a los periodistas nos hace falta practicar más el humor y la ironía, ser audaces y aprender a tomar distancia de los hechos.


Leonardo Cáceres, periodista de la Chile, trabajó en Canal 13 de TV-UC cuando el Flaco Lira comenzó su Entrevista impertinente. A su regreso del exilio estuvo en La Epoca, fue director de Pluma y Pincel y, más tarde, trabajó en La Nación.


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 09nov01