Eugenio Lira
Morir es la noticia

Eugenio Lira :
¿Murió de pena o fue asesinado?

por Víctor Osorio(*)

Todas las manifestaciones de la oposición al gobierno de Salva dor Allende incluían en el programa una pasada por la casa del diario Puro Chile, en Manuel Rodríguez con Alameda.

Les tiraban piedras, balines de acero disparados con honda. "E-na-no-ma-ri-cón, asómate al balcón", gritaban. La empresa Ericksson, que ocupaba los primeros pisos del edificio, era la víctima inocente. En el invierno de 1975, el diario no tenía ni un solo vidrio.

En la mañana del martes 11 de septiembre de 1973 las tropas militares instalaron ametralladoras punto 50 en Dieciocho con Alameda, a 150 metros de la redacción del diario fundado y dirigido por el periodista José Gómez López y su amigo entrañable, Eugenio Lira Massi. Desde allí les disparaban. En el suelo y desde abajo de los escritorios se atendían los teléfonos.

Ese mismo día la Junta Militar hizo público su Bando Nº 10 llamando a presentarse al Ministerio de Defensa a 95 personas, las supuestamente más peligrosas para el nuevo orden. Entre ellos estaba Eugenio Lira, hasta no mucho antes "el hombre que más da que hablar dentro del ambiente periodístico nacional", decía Hernán Puelma en su libro "Alí-Babá y sus 40 Periodistas".

Viaje a Francia

El 15 de septiembre Lira se asiló en la embajada de Francia, mientras su casa en San Miguel era allanada una y otra vez.

Desde el interior de la embajada, Lira escribía a su esposa en noviembre de 1973:
"Los milicos son dueños y señores del país y dan o niegan los salvoconductos a su regalado gusto o los difieren para cuando se les antoje. Parece que están muy picados con quienes no pudieron tomar presos, patearlos, fusilarlos o tirarlos a Dawson o a Chacabuco para que se pudran.

"No sabes cuanto me has hecho ganar en tranquilidad con tu presencia de ánimo, valentía y decisión para salir adelante. Incluso la letra me sale menos tiritona "...

En junio de 1974 salió a París. La familia fue al aeropuerto, a verlo subir al avión, en silencio y desde lejos.

Ya en Francia comenzó a trabajar en la sección cables del diario comunista L 'Humanité, mientras vivía en una pequeña pieza. Durante esos días se mantenía en contacto permanente con su esposa y tres hijas, enviándoles cartas periódicas y pequeños regalos. Su esperanza era trasladarse a un país latinoamericano, a cualquiera de habla "cristiana" (castellana) según decía en sus mensajes a la familia.

Una carta dirigida a su hija Regina, fechada el 22 de febrero de 1975, decía: "Negrita mía: ¿sabís cuanto frío hace aquí? ¡Dos grados bajo cero ¡Brrrrr! Pero dos grados bajo cero todo el día, no un ratito. ¡Con razón estos atorrantes no se bañan!... ¿Y los amores cómo van? Cuidadito ah, porque estás muy linda, pero te queda mucho que estudiar todavía, y el amor produce 'hemorragia' en las libretas de notas".

Muerte en París

A mediados de junio de 1975 los conserjes del edificio donde vivía llamaron a la policía. Hacía días que no veían al inquilino. Lo encontraron muerto.

En Chile, la familia quedó totalmente desamparada. Sólo un chofer del diario Puro Chile, Julio Garrido, las visitó por años. Vivieron en condiciones muy modestas en una casa de la zona sur de Santiago. La esposa y tres hijas tuvieron que enfrentar solas la vida, conviviendo con el miedo y la lucha por la sobrevivencia.

Hoy José Gómez López tiene 75 años y está enfermo, aquejado del mal de parkinson. Se le hace dificultoso comunicarse. La enfermedad comenzó a declarársele cuando estuvo prisionero de los militares durante tres años.

Gómez señala que Lira Massi, uno de los principales amigos de su vida, "me falló una vez...".

--¿Cuando y cómo le falló?--, preguntamos.

--Habíamos acordado reunimos en París, y me falló... porque se murió... o lo mataron.

Antecedentes confusos

En efecto, la muerte de Eugenio Lira Massi no ha sido explicada con claridad suficiente. Su esposa, Estela Molina, señala que no tiene plena convicción respecto a si su muerte fue el resultado de la acción de terceros, o si respondió a causas naturales.

"Nunca hemos visto el protocolo de la autopsia realizada en París, o el informe de la Prefectura policial que encontró su cuerpo el lunes 14 de Junio de 1975. En realidad, nadie los ha visto, a pesar de lo que se diga, porque sólo pueden entregarlo a familiares directos", señala.

El libro "Chile: La Memoria Prohibida", una exhaustiva investigación sobre violación a los derechos humanos, señala que"murió de bronconeumonía" (Ediciones Pehuén, Santiago, 1989. Tomo II, pág. 157, Nota 13).

El Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU), que preside la abogada Fabiola Letelier, en el estudio informe "La Gran Mentira: El Caso de las Listas de los 119" (Aproximaciones a la Guerra Psicológica de la Dictadura. 1973-1990") indica que " su muerte se debió a una hemorragia cerebral" (Santiago, 1994, Pág.51).

En Chile, su fallecimiento fue inscrito como provocado por "un ataque cardíaco", por la necesidad de cumplir con el trámite, y frente a la ausencia de antecedentes.

Luego de años paralizados por el temor, la familia presentó su muerte como posible violación a los derechos humanos ante la Comisión Verdad y Reconciliación (Comisión Rettig). Lo incluyeron en la lista de "casos sin convicción". Estela Molina señala que "el organismo no investigó más allá de los datos que nosotros teníamos". Agrega: " sería necesario que el Estado chileno solicitara al gobierno francés la entrega oficial de los antecedentes".

Pocos después de la muerte, Carlos Solano escribió a la familia de Lira. Fue uno de los últimos que lo vio con vida, el 6 de junio de 1975. Recuerda que lo encontró muy delgado. En su carta, cuenta que le informaron verbalmente, no en forma oficial, que la causa fue derrame cerebral. Lo concreto es que fue encontrado sobre la cama, sin huellas de violencia.

No existe una fecha clara de su deceso.

Quien se encargó de todos los trámites legales en París fue Juan Díaz Gómez, un anónimo médico veterinario que conoció a Lira mientras permanecían asilados. En 1986 trajo a Chile todos los objetos personales del periodista.

Operación Colombo

El 15 de julio de 1975 --un mes después de la muerte de Lira-- apareció en Buenos Aires, por única vez, la revista LEA, ideada por la DINA como parte de un plan para encubrir la detención y desaparición de 119 personas, maniobra conocida como " Operación Colombo". La revista dijo que la izquierda realizaba acciones de "limpieza y silencio" (asesinatos), contra sus propios "compañeros de lucha".

Y agregaba:

"El factor que determinó la denuncia de estos hechos fue la extraña muerte del periodista Eugenio Lira...

"(Mientras el periodista estaba asilado), trató de negociar con las nuevas autoridades chilenas... ofreció, a cambio de su libertad y salida del país, escribir un libro denunciando todas las corrupciones y luchas intestinas que socavaron al gobierno marxista. La proposición no fue aceptada (por el régimen militar)...

"(Ya en Francia) mantenía la, idea del libro y éste ya estaba en confección..."

Los otros 60 muertos que aludía la falsa publicación se comprobó que fueron detenidos, asesinados y hechos desaparecer por la DINA.

¿Por qué Lira Massi fue incluido en esta maniobra de «inteligencia periodística»?

La falacia de la revista "LEA", complementada con los 59 muertos anunciados por el apócrifo diario "Novo O' Día" en Curitiba, Brasil, se inscribe en la denominada "Operación Cóndor": un plan de acciones represivas fuera de las fronteras chilenas y continentales.

¿Gas sarín?

El espacio de Europa fue campo privilegiado de la DINA. "Chile: La Memoria Prohibida" describe las andanzas de Townley por el viejo continente en ese año 1975:

"El 1º de Junio, Townley volvió a partir desde Santiago. Su. intención era dirigirse a Miami, para recoger a Virgilio Paz (cubano implicado en el asesinato de Orlando Letelier) y continuar hacia Europa nuevamente. Townley y Paz viajaron a Frankfurt. Sin embargo, Townley regresó a Santiago el 14 de junio (el mismo día que se encontró el cadáver de Lira Massi) mientras Paz permanecía solo en Europa por cuenta de la DINA".

Las operaciones de la DINA fueron particularmente importantes en Francia, país que concentró el mayor número de exiliados chilenos. En 1975 hubo reiterados intentos de asesinar a Carlos Altamirano, en diversos lugares del viejo continente. Por fin, en octubre se atentó contra Bernardo Leighton en Roma. La revista española Cambio 16 aludió, el 10 de octubre de 1977, a una "sede europea" de la DINA, la que habría sido instalada ese año 1975, "encubierta bajo el nombre de una empresa de importación-exportación y con 48 agentes".

En 1990, el periodista Edwin Harrington publicó en la revista Nueva Voz que Lira "habría sido asesinado por medio de un plan denominado "Operación Francia " (de la DINA)...".

Agrega que la muerte se produjo después del arribo a la capital francesa de un sujeto llamado Bernardo Conrads Salazar, cédula de identidad Nº 4.152.556-6, funcionario del servicio de seguridad de la dictadura.

Sostiene que el deceso de Lira pudo provocarse por gas Sarín, que Townley llevaba en sus viajes en un frasco de perfume Chanel. Como se sabe, el gas sarín, preparado por el químico de la DINA Eugenio Berríos, provoca el fallecimiento por trastornos neurológicos (respecto al particular, ver Samuel Blixen: "El Vientre del Cóndor", Editorial Brecha, Montevideo, 1996).

Harrington citaba como una de sus fuentes principales un informe del FBI. Luego, la familia consultó a la embajada norteamericana. David Greenlee, encargado de negocios, contestó el 25 de octubre de 1990 indicando que efectivamente se había efectuado una solicitud de información, pero que no fue respondida. Agregó que desconocía la existencia de documentación del FBI sobre la materia.

El periodista Mario Gómez López, hermano de José y otro de los amigos de Lira, recuerda:
"Lira estaba entonces dedicado a realizar una recopilación de lo que se había publicado en el exterior sobre la situación chilena. Por eso, luego de su muerte se especuló equívocamente con que la DINA lo había asesinado con el propósito de robarle los originales de un supuesto libro que estaba preparando, con una acusación amplía y fundada contra la dictadura.

"Pienso que el Flaco más bien murió de pena y soledad..."

Sus últimas palabras

Cuando se encontró su cadáver, en su máquina de escribir estaba escrito un papel, probablemente lo último que escribió:

"Claro, la cosa es como para tomársela a la tragedia. Yo estoy aquí y todo el mundo está allá. Nada que hacer. Ellas están allá porque ese es su lugar, yo estoy aquí porque no me dejaron alternativa ni nadie me lo preguntó. Pero así es, y no hay vuelta que darle (...) No hay donde elegir, y es así y que le vamos a hacer.

"Y en estas condiciones, y en estas circunstancias, uno recibe cartas que están llenas de amor, que están llenas de nostalgia y que piden cosas que uno no puede dar.

"Y uno cree, porque nunca ha querido dejar de ser cabro chico, que la única solución, ya que no hay ninguna, es ponerse a llorar, porque ese llanto por lo menos permitirá desahogarse, echar todo afuera y quedar seco y dormir tranquilo.

"Y tampoco puedo, porque si aflojo ahora me voy a la mierda, y llorar ni hueviando, y sí así estoy aquí es porque me lo busqué, y si me lo busqué de qué me quejo. Y no puedo llorar y nunca falta un espejo donde mirarse directamente a la cara, reírse un poco de uno mismo, pensar que era y ver lo que ahora se es, hacerse un guiño y salir del apuro recordando alguna canción melodramática y ridícula, pero no tanto:

"Y tu que te creías
el rey de todo el mundo...
y tu que nunca fuiste
capaz de perdonar...
Y cruel y despiadado
de todos te reías
...

"Así es la vida, compañero. Algunos pueden, tú no. Algunos pueden quejarse y reclamar injusticias, tú no. Lo que estás pasando te lo buscaste. Lo que le pasa a tu familia es culpa tuya y no lo puedes remediar, simplemente porque no puedes. Y entonces ¿que vas a pegarte un tiro como los maricones? ¿Vas a bajarlos brazos?(...)

"Y mañana será otro día, habrás dormido y estarás listo para empezar de nuevo esta pelea, que probablemente no lleva a ninguna parte, pero es tu pelea, es la única y no la puedes abandonar, porque sería abandonarte a ti mismo. BUENAS NOCHES".

El 15 de octubre de 1979 Monseñor Enrique Alvear, Vicario de la Zona Oeste del Arzobispado de Santiago, trajo a Chile sus cenizas.

En el funeral, realizado en el Cementerio General bajo la atenta vigilancia de decenas de carabineros y agentes de la CNI, se reunieron espontáneamente centenares de personas.

Estela Molina recuerda que Lira decía, desde que estaban de novios, que moriría a los cuarenta años. "A esa edad mueren los grandes hombres", comentaba. Su padre también murió a esa edad.

Víctor Osorio, periodista formado en la Universidad ARCIS, es co-autor de Los hijos de Pinochet (Planeta). Se dedica a la docencia y a la investigación histórico periodística. Trabaja también en la Revista Semanal de La Nación.


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