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09sep17


¿Se avecina el fin del paramilitarismo?


Tres certezas tiene el Gobierno colombiano a estas alturas del conflicto con las estructuras sucesoras del paramilitarismo: que el clan del Golfo o Autodefensas Gaitanitas de Colombia (AGC), bajo el mando de Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, tiene 3 mil hombres (1.572 en armas y el resto son redes que subcontratan para hacer más eficiente el crimen organizado); que no habrá negociación sino sometimiento a la justicia y, lo más importante, que esta es la primera piedra para empezar a cumplir lo que quedó pactado en los puntos dos y tres del Acuerdo de Paz con las Farc: el desmantelamiento del paramilitarismo, hoy crimen organizado, para sacar todas las armas de la política.

 
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El primer guiño del clan del Golfo fue a mediados de 2016, cuando le enviaron una carta al senador Iván Cepeda, dirigida al Gobierno Nacional, en donde el grupo ilegal solicitó explorar su "acogimiento" a la justicia.

Tras este hecho, el presidente Juan Manuel Santos autorizó al senador Iván Cepeda Castro y al exviceministro José Noé Ríos, para que se contactaran con la abogada urabence del denominado clan del Golfo y le pusieran varias condiciones sobre la mesa: no reconocerle a la organización un estatus político y no hablar de negociación. Se trataría de un sometimiento a la justicia ordinaria. No al sistema de justicia transicional.

Se reunieron en varias ocasiones, y sólo en mayo de 2017 se volvió a retomar el tema, cuando el recién posesionado vicepresidente de la República, Óscar Naranjo, asumió la responsabilidad de coordinar estos contactos. En ese momento, Naranjo reafirmó las condiciones y solicitó que los enviados del Gobierno buscaran una respuesta de alias Otoniel a la pregunta: ¿La intención de sometimiento es compartida por el conjunto de responsables del grupo ilegal?

Las reuniones continuaron y paralelamente en junio de 2017 se creó lo que estaba convenido en La Habana para garantizar la estabilidad del proceso con las Farc: el Cuerpo Élite de la Policía Nacional, en el cual están integradas las Fuerzas Militares, la Fiscalía General de la Nación, la Unidad de Información y Análisis Financiero (Uiaf), la Armada Nacional y la Fuerza Aérea e Inteligencia de la Policía.

La persecución fuerte contra las bandas criminales que habían surgido de la desmovilización paramilitar de 2006, empezó de tiempo atrás, con la Operación Agamenón en 2014, con un pie de fuerza de 1.200 hombres entrenados en maniobras de inteligencia y de combate. El resultado fue la muerte de los cabecillas alias Guagua y alias Pablito.

En enero de 2016 se constituyó el Bloque de Búsqueda y se agruparon todas las operaciones regionales para tender un cerco contra el accionar del clan del Golfo: Agamenón, Poseidón, Esparta, Aquiles y Atenea.

Con el Cuerpo Élite ya funcionando, el propio presidente Santos anunció el pasado 22 de junio la segunda fase de la Operación Agamenón 2, con el objetivo de contrarrestar la banda criminal más grande del país bajo el mando de Otoniel.

La Fuerzas Conjuntas Articuladas contra el Crimen Organizado, como se denominan las unidades del Cuerpo Élite que operan en el terreno, están compuestas por siete mil hombres que hoy persiguen al clan del Golfo y a la delincuencia común. Algunas de estas bandas están compuestas por sicarios a sueldo que prestan sus servicios a los jefes del Golfo.

El primer gran resultado del Cuerpo Élite y de la Operación Agamenón 2 fue la muerte, el pasado 31 de agosto, de Roberto Vargas Gutiérrez, alias Gavilán, considerado el segundo al mando del clan del Golfo.

La desaparición de Gavilán allanó el camino para que alias Otoniel enviara, el pasado 3 de septiembre, un video en el que manifestó por primera vez de manera pública su deseo de someter a su organización a la justicia con las condiciones que el Gobierno ha reiterado.

La respuesta del presidente Santos fue hacer públicos los acercamientos con el clan del Golfo y encomendarles la tarea al ministro de Justicia, Enrique Gil Botero, y al fiscal general, Néstor Humberto Martínez, de formular la salida jurídica para este acuerdo de sometimiento, que deberá cursar trámite en el Congreso.

El anuncio abrió muchos interrogantes. El más importante es saber si con la desaparición del clan del Golfo se desarticularían todas las bandas criminales del país.

Hacia una paz estable y duradera

Sin duda, el proceso de paz con las Farc abrió una brecha grande en los territorios para perseguir a las bandas criminales, dijo una fuente de inteligencia del Cuerpo Élite.

Por eso, por la vía militar, es cada vez más angosto el cerco que le tienen las autoridades al clan del Golfo. Sin embargo, como quedó consignado en el Acuerdo de La Habana, cabe la posibilidad de un sometimiento de estas bandas a la justicia ordinaria, sin concesión alguna.

La búsqueda de una salida jurídica se hace más necesaria porque, como lo reconoció una fuente de inteligencia del Estado, la estrategia de esta estructura ilegal es mezclarse entre la población civil, a la cual tienen sometida a punta de fusil.

De hecho, al entierro de alias Gavilán asistieron miles de personas porque el clan habría pagado $200.000 por persona, según la misma fuente.

A la fecha, en el organigrama que ha elaborado el Cuerpo Élite, debajo de alias Otoniel aparecen: Carlos Moreno Tuberquia, alias Nicolás, el encargado del contacto con la población civil de Urabá, y Aristides Meza Páez, alias el Indio. Todos son herederos de Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario, preso en Colombia.

Según inteligencia del Cuerpo Élite, la estructura del crimen organizado hoy en Colombia está dividida en tres categorías, de acuerdo con su tamaño y poder: tipo A, en donde clasifican el clan del Golfo (sur de Córdoba y Urabá) y los Puntilleros (Llanos Orientales) y Pelusos (Norte de Santander) .

En el tipo B estarían: la Empresa (Buenaventura), la Constru (Putumayo), los reductos de la Oficina de Envigado (Medellín), seis oficinas de cobro (Cali), el Orden y los Rastrojos (Tumaco) y Renacer y Botalones (Magdalena Medio). Y en las de tipo C incluyen las pequeñas bandas de delincuencia común o asesinos a sueldo. En algunos casos todo esto se conecta, pues en las regiones operan franquicias del clan del Golfo, que utilizan nombres de bandas criminales de otras regiones para confundir a la opinión pública, contó la fuente del Cuerpo Élite.

Ante estos avances, Pablo Catatumbo, hoy líder del partido político de las Farc, dijo que estos avances van encaminados hacia una paz estable y duradera. "Ese es un hecho que demuestra voluntad de paz. El Gobierno así lo ha entendido y eso reabre las esperanzas de que podamos cimentar y terminar este Acuerdo de Paz", ratificó.

Catatumbo, quien negoció con el general Naranjo en La Habana el punto tres, reconoció que el anuncio es un alivio y un paso significativo en la dirección de terminar con ese fenómeno del paramilitarismo que le ha hecho tanto daño al país. "En las regiones hay mucha inseguridad. Todos los días nos levantamos con noticias de que han asesinado a un nuevo compañero", puntualizó.

Por su parte, los dos mediadores, Iván Cepeda y José Noé Ríos, están a disposición del Gobierno, frente a lo que sigue en este proceso. "Es importante completar el rompecabezas de la paz, en términos de acabar con un factor de inseguridad que ha venido copando espacios que quedaron después de la paz con las Farc", señaló Cepeda.

Del lado del Cuerpo Élite, dirigido por el brigadier general Jorge Luis Vargas Valencia, la orden que hay en los territorios es alerta máxima ante un posible intento de plan pistola, como lo ha promovido esta banda en retaliación a los operativos de las fuerzas estatales. Es que, aunque están muy cerca de someterlos a la justicia, la Operación Agamenón 2 continúa.

[Fuente: Edison Bolaños y Santiago Martínez, El Espectador, 09sep17]

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