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31ago07


Chávez viaja a Colombia en su papel de mediador entre las FARC y el presidente Uribe.


Jugando un arriesgado papel de "mediador" entre el gobierno colombiano de Alvaro Uribe y la guerrilla de las FARC, el presidente venezolano Hugo Chávez llega hoy a Bogotá en un intento de lograr un acuerdo que permita el canje de unos 40 políticos y militares en poder de la insurgencia por alrededor de 400 guerrilleros presos. La gestión del líder bolivariano ha generado una ola de optimismo entre los familiares de los rehenes, entre ellos la madre de Ingrid Betancourt, la ex candidata presidencial en cautiverio desde febrero de 2002.

A partir de una invitación del presidente Uribe, Chávez apenas estará seis horas en una finca presidencial a 50 kilómetros de Bogotá, en un intento del gobierno colombiano de evitar por todos los medios manifestaciones de apoyo que puedan darle al presidente venezolano un excesivo protagonismo. Esta será la cuarta visita de Chávez a Colombia, pero ninguna de ellas se realizó en esta capital.

"Ojalá pudiéramos lograr que estas personas vuelvan sanas y salvas a sus hogares y se cumpla el acuerdo humanitario", dijo Chávez la semana pasada en Caracas, después de reunirse con la senadora opositora Piedad Córdoba -nombrada por Uribe como mediadora- y varios familiares de los secuestrados. Chávez también había ofrecido territorio venezolano para que se realice el canje y pidió que ambas partes "cedan un poquito".

Pero en esta compleja jugada de ajedrez, Chávez ya recibió una primera respuesta de las FARC, cuando el número dos de la guerrilla, Raúl Reyes, dijo en una entrevista con Clarín que un canje entre "prisioneros" y presos insurgentes debe realizarse en territorio colombiano, mediante el despeje de fuerzas militares de dos municipios, Pradera y Florida, que ocupan un área de 800 km cuadrados, cuatro veces el tamaño de la Capital Federal.

Con todo, las FARC también dijeron a Clarín que daban la bienvenida a las gestiones que pudiera realizar el presidente venezolano, pero le pidieron que usara su influencia para convencer a Uribe de la necesidad del despeje militar en Colombia. El gobierno colombiano se ha negado tajantemente a ceder a esa exigencia de la guerrilla.

Las relaciones entre Colombia y Venezuela -que siempre han sido difíciles- pasan por un buen momento y ambos presidentes, pese a estar en las antípodas ideológicas, han sido pragmáticos y se han cuidado de no poner en peligro el creciente comercio entre sus países.

En esta ocasión, Chávez parece moverse cómodo en su rol protagónico, pero no son pocos los obstáculos que tendrá su gestión, a partir de las posiciones inflexibles del gobierno y de las FARC.

"Chávez sabe que el gobierno colombiano no acepta un despeje militar para realizar el canje. Pero hay que ser prudente y dejarlo actuar", dijo el lunes a Clarín el ministro del Interior, Carlos Holguín.

Nadie sabe qué carta puede tener bajo la manga el presidente venezolano, más aún cuando gobierno y guerrilla ya le han "marcado la cancha". Un éxito en su gestión le servirá para limpiar su castigada imagen internacional, pero un fracaso lo dejará en una posición incómoda. Ayer, Chávez habló con el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, quien le dio su apoyo, interesado en la suerte de Ingrid Betancourt, también ciudadana francesa, rehén de las FARC desde hace cinco años.

Fuentes diplomáticas y políticas de esta capital especularon ante Clarín que Chávez puede estar barajando la posibilidad de que gobierno y guerrilla acepten otra zona para realizar el canje, sin presencia de militares, pero también sin presencia de guerrilleros y "protegida" por observadores internacionales y la Cruz Roja, por ejemplo.

Este parece ser el camino intermedio, ya que hace unos años, dijo Reyes a Clarín, las FARC habían propuesto los municipios de San Vicente del Caguán y Cartagena del Chairá, en la provincia de Caquetá, una zona de fuerte presencia guerrillera. Pero el gobierno rechazó esa propuesta -siempre según Reyes- porque consideraba que era una estrategia de la insurgencia para recuperar un territorio perdido frente al avance de las fuerzas oficiales.

Otro obstáculo que tendrá Chávez, si es que gobierno y guerrilla acuerdan dialogar, será la exigencia de las FARC de que dos rebeldes presos en Estados Unidos -Simón Trinidad y Sonia- sean parte del intercambio. Allí, Washington debería jugar un papel clave, aunque no se sabe hasta dónde está dispuesto a liberar a los dos guerrilleros a cambio de tres estadounidenses que las FARC tienen en su poder desde 2003.

Y resta saber, también, qué están dispuestas a hacer las FARC para que no fracase la gestión de Chávez, a quien consideran un líder revolucionario.

[Fuente: Por Pablo Biffi, Clarin, Bs As, Arg, 31ago07]

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