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05dic04


Los efectos de la prisión de "Simón Trinidad".


Al interés estratégico por recuperar sus cuadros de guerra se antepone ahora una necesidad política: evitar la extradición del jefe del Bloque Caribe, hombre clave en el manejo de las finanzas de ese grupo.

La suerte de un solo hombre, recluido en la cárcel de máxima seguridad de Cómbita, podría empezar a despejar el futuro de 59 personas que, algunas desde hace siete años, son mantenidas como rehenes por las Farc.

Se trata de Juvenal Ovidio Palmera, más conocido como ‘Simón Trinidad’. La Corte Suprema de Justicia conceptuó hace una semana que el jefe guerrillero puede ser, si así lo considera el Gobierno, extraditado hacia los Estados Unidos.

Esa sola noticia ha provocado un inusual interés, por parte de la organización subversiva, para mover el tema del intercambio humanitario, que han mantenido en el congelador por años.

“Señalamos que interferiría seriamente las posibilidades de canje”, consignaron en su último comunicado público, fechado el 28 de noviembre.

Además de proponer el despeje de dos municipios del Valle del Cauca como alternativa para adelantar las conversaciones sobre la liberación de 23 civiles, 34 militares y policías y tres contratistas estadounidenses que permanecen en su poder, las Farc exigen “el intercambio y el posterior repliegue de 500 guerrilleros que deben ser liberados en aplicación de los acuerdos”. Y se cuidan de advertir la inconveniencia de una determinación en contra de Palmera.

Esa no es la respuesta que el Ejecutivo esperaba a su último movimiento en el ajedrez del acuerdo humanitario: la liberación unilateral, a través de un indulto, de 23 miembros de las Farc.

La intención del Gobierno es medir la voluntad de paz de ese grupo armado y su capacidad de reacción ante un gesto generoso, aseguraron funcionarios del Palacio de Nariño. De hecho, el presidente Uribe estudiaría la posibilidad de no extraditar a Estados Unidos a ‘Simón Trinidad’, si la respuesta es la adecuada. Es decir, bien diferente de la que hasta ahora han dado a cada nueva iniciativa.

“Si las Farc entienden el mensaje y dan muestras de paz liberando secuestrados, el tema se mantendrá en suspenso mientras haya posibilidades”, agregaron las fuentes consultadas.

Palmera Pineda es el más importante miembro de este grupo que se halla en prisión. Aparte de comandar el Bloque Caribe de las Farc e integrar el Secretariado de la organización, el cabecilla actuó como delegado en las fallidas negociaciones de paz con el gobierno del presidente Andrés Pastrana Arango, entre 1998 y 2002. Es el ‘as tapado’ del Gobierno, según Palacio.

La extradición de ‘Simón Trinidad’ fue solicitada por jueces de Estados Unidos por cargos de narcotráfico, y aprobada el pasado 24 de noviembre por la Corte Suprema de Justicia de Colombia junto con la de Salvatore Mancuso, el máximo cabecilla de las AUC.

Para los analistas, la estrategia oficial sería la misma que están usando con Mancuso, cuya extradición está lista, pero suspendida mientras se adelanta el proceso de paz con los paramilitares.

La tesis la refrendó el comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo, quien reiteró que el Gobierno se encuentra a la espera de una respuesta positiva de las Farc. “Ahora son ellos los que deben dar el siguiente paso para llegar a un eventual intercambio humanitario que permita la liberación de todos los secuestrados”, agregó el alto funcionario.

Cambio de tercio.

Hasta antes de la decisión de la Corte Suprema, a la que las Farc califican de “servil” hacia los Estados Unidos, las cuentas de la guerrilla sobre el intercambio no habían variado mucho.

Por eso, dice el secretario del Partido Comunista Colombiano (PCC), Jaime Caicedo, el indulto podría encontrarse con “una respuesta que no sea positiva, si las Farc desestiman la importancia de los 23 guerrilleros que lograron el perdón judicial”.

Y es que hombres y mujeres con procesos por simple rebelión no son los que les interesa recuperar a la guerrilla más antigua del país. Un informe reciente de la Fiscalía estableció que las causas penales por rebelión y otros delitos conexos pasaron de 2.780 en el año 2000 a 7.760 en 2003. Pero los que las Farc pretenden son 500 subversivos presos, todos con algún grado de importancia.

Estos guerrilleros son, en su mayoría, comandantes de frentes, expertos en estrategia de guerra, en explosivos, en el manejo de finanzas y en la creación de redes urbanas. La mayoría de ellos ha participado en extorsiones, retenes ilegales, ataques contra poblaciones, estaciones de Policía y patrullas militares.

Y es que el grupo subversivo cuenta con un déficit de mandos medios y el intercambio se convertiría en un medio para mejorar su capacidad de combate. “Para ellos resultará más barato canjearlos que mantener un proceso de formación para cubrir el vacío con comandantes inexpertos que no cuentan con el respaldo de las tropas”, aseguraron expertos del DAS.

Como antecedente se cuenta el canje efectuado durante la administración del presidente Andrés Pastrana, en el año 2001. El acuerdo definió la entrega de trece subversivos, la mayoría preparados por más de diez años, incluso en el exterior, para ser líderes dentro de la estructura subversiva y expertos en inteligencia y en técnicas de guerra.

En este perfil encajaría Wilmer Antonio Marín Cano, conocido con el alias de ‘Hugo’ y quien tuvo bajo su manejo el Frente 22, desmantelado por el Ejército en Cundinamarca. El jefe subversivo, recluido en la cárcel de máxima seguridad de Valledupar después de su captura el 15 de diciembre de 2004 en el municipio de Soacha, Cundinamarca, fue considerado por las autoridades como el mayor secuestrador de las Farc.

Otro de los posibles 500 en la lista de canjeables de las Farc sería Yesid Arteta, quien desde 1996 se encuentra preso luego de ser capturado en el curso de una operación del Ejército realizada en Cartagena del Chairá. El subversivo, quien en ese momento actuaba como ideólogo del Bloque Sur, es considerado como uno de los miembros de mayor proyección en el interior de las Farc por su formación militar e ideológica.

Ayanibe Rojas Valderrama, conocida como ‘Sonia’, sería otra de las posibles pretendidas. Es señalada de manejar las finanzas del bloque sur y quien coordinaba el envío de droga para la organización, según el Ejército.

‘Sonia’ también está solicitada en extradición por los Estados Unidos y el caso se encuentra en la Corte Suprema de Justicia para su concepto.

Estas personas, concluyó el DAS, difícilmente ingresarán a los programas de reinserción y lo más probable es que regresen a la clandestinidad.

Pero a esa necesidad estratégica se le ha atravesado una mucho más política: la obligación de buscar, de cualquier manera, la salvación de uno de sus hombres más carismáticos de una cárcel en los Estados Unidos.

Y es que a las Farc se les está volviendo en contra un mecanismo que han utilizado como presión contra el Gobierno. Hasta ahora han sostenido que mientras el Estado no se preocupa de la suerte de sus soldados y policías, el grupo irregular hace todo lo posible por sus miembros en prisión.

Lo que no encaja es que esa misma organización deje a su suerte, y tal vez a la peor, a uno de sus cuadros. Un mensaje así, dicen analistas de seguridad, cala profundamente en la moral del guerrillero raso y en los mismos comandantes, pues todos saben que una vez en los Estados Unidos no contarán con la suerte de Nelson Vargas, el presunto guerrillero de las Farc extraditado y luego devuelto al país.

El número: 11 de los rehenes fueron asesinados por las Farc en mayo de 2003, tras un intento fallido de rescate por parte del Ejército.

En sus propias palabras.

“El gesto humanitario se valida por sí mismo. Que 23 colombianos que están en este momento en las cárceles reciban el perdón judicial, reciban el indulto por el delito de rebelión, y que estén entusiasmados por reencontrarse con sus familias, creo que de por sí ya tiene un valor”. Luis Carlos Restrepo, Comisionado de Paz.

Antecedentes.

- Julio de 1997: Las Farc liberan en Cartagena del Chairá a los soldados secuestrados en la base de Las Delicias, en el Putumayo.

- Junio de 2001: Las Farc liberan a cerca de 400 policías y soldados secuestrados. Trece guerrilleros vuelven a la libertad.

- Agosto de 2002: El cambio de Gobierno acentúa el alejamiento de las Farc con el Estado.

[Fuente: El País, Cali, Col, 05dic04]

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