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25may04


La triple cuestión sustancial y lo apenas elemental.


La cuestión Internacional, instalada definitivamente en Colombia por los azares de la globalización, no dejará de incidir en el proceso de paz AUC, ni en la solución final –militar o negociada políticamente- del conflicto armado con las guerrillas terroristas, ni –principalmente por los lados de EEUU- en la búsqueda de un Día D para el comienzo del fin del ilegal negocio del narcotráfico.

La cuestión Internacional es tan imposible de apartar de nuestro lado como la ley de gravedad. Implica riesgos pero también oportunidades. Es un hecho sociológico -más que propiamente político- el relacionarse unos y otros con el resto de la humanidad e intentar disfrutar la interdependencia sin padecerla. Colombia no es la Cuba esclava de Fidel, ni la Venezuela que pretende esclavizar Chávez, y está lejos de querer convertirse para sí misma y para el mundo en un país-problema, menos todavía en un país-santuario de terroristas y criminales de toda laya. Las AUC conocemos mucho de Colombia y lo suficiente del funcionamiento del mundo como para no darnos cuenta: o los colombianos nos insertamos en el mundo con dignidad, o nos convertimos en parias e indignos con el resto del mundo en contra nuestro.

La cuestión de Defensa y Seguridad conecta a todo el mundo en el tablero del ajedrez geopolítico que hoy ve a las democracias occidentales y al capitalismo mundial, en guerra declarada contra redes internacionales de terrorismo y narcotráfico, amparadas estas últimas por Estados que les dan refugio y alguna cómplice protección.

Por la cuestión de Defensa y Seguridad, y sus implicancias para la Comunidad internacional, somos los colombianos quienes debemos principalmente responder. Por la cuestión Económica y Social de nuestra Nación y de nuestro Pueblo somos los colombianos quienes debemos interrogar al mundo, porque es el mundo quien nos debe principalmente responder por el modo en que se ha ido configurando su funcionamiento y nuestra inserción en él. No podemos ignorar ni dejar de denunciar que es precisamente allí –en el contexto mundial- donde nacen buena parte, si no todos, los problemas sociales y económicos más serios de Colombia, de los cuales se desprenden inevitablemente –como la ley de gravedad- también los problemas exacerbados de conflicto armado interno y narcotráfico, realimentados entre sí por las leyes económicas de la oferta y la demanda, y por las decisiones políticas y legales, también de origen internacional, que subvencionan o penalizan tales o cuales actividades productivas o comerciales.

ˇQué paradoja! Quienes desde sus sillones inquisitoriales sientan a diario a Colombia, a su Gobierno, a las AUC principalmente, y también a veces a las Farc y al Eln, en el banquillo de los acusados, son los primeros que debieran acercarse, con menos de garrote y más de zanahoria, con humildad y sin soberbia ni arrogancia a Colombia, a su Gobierno, y también a todas las organizaciones político-militares ilegales, con la finalidad de demostrar con hechos y con diálogo fraterno que son Personas, ONG y Países Amigos de la Paz de Colombia, y no solamente defensores de sus propias vanidades e intereses materiales, políticos o ideológicos.

Las Autodefensas sí que hemos aprendido de lo que es decir ˇbasta! frente a la agresión de las guerrillas terroristas, y de lo que es hacerlo por décadas ante la mirada impávida de gobiernos débiles e irresolutos, más tolerantes con el enemigo chantajista y criminal que consecuentes con el ejercicio de la autoridad y la defensa y seguridad de los colombianos. Las Autodefensas sí que sabemos lo que es partir desde cero, desde la total indefensión y abandono del Estado –y de la Comunidad internacional- para levantarnos contra esa ignominia y esa perversidad, y construir, pacientes y perseverantes, poder popular y agregados sociales, políticos y militares, a partir de la defensa sin claudicaciones de lo más preciado que tienen Colombia y el mundo: la vida, la honra, la libertad y los bienes de los seres humanos honestos y laboriosos.

Es decisivo para la apertura y consolidación de caminos de Paz, que Colombia y el mundo sepan que las AUC iniciaremos formalmente negociaciones con el Gobierno nacional, en la zona de ubicación de Tierralta, muy conscientes de la triple cuestión sustancial: lo Internacional, la Defensa y Seguridad, y lo Económico-Social, y de todas sus interrelaciones, contando además las AUC con un activo ideológico bien claro en su orientación y objetivos, constituido por unos principios rectores de lo que habrá de ser nuestro comportamiento en la Mesa de Diálogos y en la difusión e intercambio de la Organización con el contexto nacional e internacional.

Las Autodefensas queremos dejar sentados aquí algunos de esos principios:

1. a) La Defensa Estratégica Integral de los colombianos no es algo de lo que nos podamos desentender las AUC; b) El grado de avance del Estado en la recuperación efectiva de las zonas de influencia de las Autodefensas ha de ser verificado por organismos competentes, validados nacional e internacionalmente, en el marco del presente Proceso de Paz. Las AUC no cederemos ningún espacio liberado por las fuerzas político-militares de nuestra Organización al terror de las guerrillas comunistas, para que el vacío resultante sea ocupado por la anarquía o la improvisación, ni mucho menos para que vuelvan a reinar en ellos las guerrillas, azotes de las libertades, la democracia y la economía. El mismo celo que han tenido los enemigos del Proceso de Paz AUC en difundir todo tipo de falsedades sobre el cese de hostilidades unilateral de nuestras fuerzas militares lo tendremos las AUC, de manera veraz y de cara a la Opinión pública, para exigir verificación eficaz de hasta dónde, de qué manera y en qué tiempos se produce el ‘empoderamiento’ del Estado para el otorgamiento a los colombianos de reales condiciones de Seguridad Integral y Democrática en cada una de las zonas de influencia que estamos hoy protegiendo las AUC de la amenaza vigente de las guerrillas terroristas que están lejos todavía de ser derrotadas económica, militar y estratégicamente. Colombia debe incrementar sus niveles de protección de poblaciones, economías e infraestructura y hacerlo con eficacia para librarse de las garras del narcoterrorismo y de la tragedia humanitaria que suma al conflicto armado la estructural deficiencia de su economía de tan baja productividad, de tan escasa rentabilidad y de ingresos tan mal distribuidos.

2. La causa de la democracia colombiana debe ganar aliados solidarios en todo el mundo para que los colombianos no estemos solos e inermes y podamos defendernos participativamente dentro del respeto y la observancia de las leyes, de los derechos humanos y del DIH, de los tres mayores flagelos que nos golpean, principalmente en las zonas rurales, pero con serias derivaciones en las áreas urbanas: 1. la falta de empleo, de inversión social y de mercados para nuestros productos, 2. el narcotráfico y 3. las guerrillas terroristas.

3. El Movimiento Nacional de Autodefensas posee la voluntad de cooperación activa para la mejor respuesta concertada nacional e internacional a estas tres realidades amenazantes que aquejan a Colombia. Los colombianos y el mundo pueden contar para la superación de tan graves problemas con la colaboración patriótica de los cuadros dirigentes, mandos medios y combatientes, y de los actores políticos, sociales y económicos, del Movimiento Nacional de Autodefensas, que estamos prontos desde ya a comprometernos con las autoridades legítimas de nuestro País y del mundo para participar, dentro de la legalidad, de un gran Frente nacional e internacional para la Defensa Estratégica Integral de Colombia frente al terrorismo y el narcotráfico, enemigos cuya existencia imposibilita cualquier inicio de solución sostenible en el campo de lo económico-social.

4. Por lo mencionado, la posición de las AUC en la Mesa de Negociación no puede limitarse a un concepto recortado e insuficiente de seguridad, solamente referido a la presencia o no de la Fuerza Pública, en sustitución de nuestro aparato militar a desmovilizar, mucho menos si se pretende circunscribir ese reemplazo a los cascos urbanos de los municipios y a algunas vías de comunicación y transporte. Nuestro concepto de Defensa Estratégica Integral no desatiende el componente de lo económico, de lo social, y de lo que ha dado en llamarse la cultura ciudadana, como partes imprescindibles de un esquema exitoso de seguridad y defensa modernamente concebido. Las armas sirven para muchas cosas pero no sirven absolutamente para nada si se pretende con ellas solas, y como por arte de magia policiva o militar, revitalizar las economías deprimidas, mejorar el empleo y generar polos de desarrollo regionales en los campos desolados por las consecuencias lamentables de décadas de conflicto armado y de narcoeconomías de todo tipo. Por eso el concepto de seguridad merece ser redimensionado desde la óptica de lo democrático –ni más faltaba- pero con alcances y medios que deben incorporar instrumentos más amplios y precisos, en lo que las AUC denominamos Defensa Estratégica Integral para la mejor seguridad de Colombia y de los colombianos.

5. Ante tamaños desafíos y amenazas que se ciernen sobre Colombia el proceso de paz de las AUC con el Gobierno nacional no puede convertirse en una carrera contrarreloj en función de cronogramas sin asiento en la realidad y que no tengan en cuenta lo planteado aquí acerca de la Defensa Estratégica Integral, la recomposición del tejido económico y social en las regiones, y la solidaridad internacional, que debe gestarse, adelantarse y fortalecerse por los Acuerdos en la Mesa de Negociación.

6. Las AUC no podremos arribar a Acuerdos firmes y definitivos en la Mesa de Negociación sin haber asegurado, antes de la firma de los acuerdos finales, que la solidaridad internacional con la Democracia y el Pueblo de Colombia han logrado concretarse de manera tangible en convenios explícitos de cooperación y acompañamiento mundial no concebidos como una simple ayuda humanitaria coyuntural sino como el afianzamiento de lazos sólidos e indestructibles que vinculen definitivamente a Colombia con el mundo ya no para el sometimiento y la imposición sino para la acción común solidaria en términos de respeto y equidad.

A las AUC, entonces, no nos resultan para nada ajenas –en una mirada político-estratégica del Proceso de Paz- la cuestión Económico-Social ni la cuestión Internacional, mucho menos, obviamente, la cuestión de la Defensa y Seguridad. Dentro de estas tres grandes cuestiones sustanciales –que tienen tanto de largo como de ancho- cabe ubicar los múltiples temas que abordará la Agenda de Negociaciones de las AUC con el Gobierno nacional. No será la nuestra una agenda cargada de cinismo y utópicas reivindicaciones al estilo de las Farc en la farsa del Caguán donde las Farc exigían hasta lo imposible por decreto –para engañar a los incautos y seducir a los más desesperados- mientras, descaradamente y de espaldas a la Nación, pretendían instituir su dictadura negociando con sus ‘socios en las sombras’ la misma Constitución y la Ley.

Por el contrario las AUC, sin radicalismos ni extremismos, con sensatez y sentido democrático, ‘llamando al pan pan, y al vino vino” y con ‘los pies sobre la tierra’, sustentaremos nuestra Agenda de Negociación con el Gobierno nacional defendiendo en ella la triple cuestión sustancial aquí esbozada en sus grandes líneas. La Mesa de Negociación no habrá de transformarse en una Mesa de sometimiento donde una parte impone a la otra su voluntad unilateral. No puede ni debe limitarse la negociación a las consabidas consideraciones jurídicas y de garantías efectivas para la reinserción a la vida ciudadana con plenos derechos civiles, políticos y económicos, desde el mismo día de la firma de los Acuerdos Finales de Paz.

Esto último se da por sentado – es apenas elemental y constituye el piso mínimo, pero no suficiente, para una Organización político-militar que tiene compromisos irrenunciables con la Nación y el Pueblo colombiano-. No existen antecedentes, ni en Colombia ni en el mundo, de un proceso de paz entre partes reconocidas como tales, componentes de un conflicto armado de connotaciones políticas y sociales, sin vencedores ni vencidos, donde, tras la firma de los Acuerdos, una de las partes se vaya a celebrar en libertad el éxito de la negociación y la otra parte se someta al encierro tras las rejas de una cárcel.

Ninguna Organización político-militar, que repose su conducción en el sano juicio de su dirigencia -ya lo sugirió públicamente el más alto dignatario de la Iglesia Colombiana, Cardenal Pedro Rubiano Sáenz- participaría de una negociación de paz con la otra parte, sin estar derrotado, con su espíritu bien alto, con sus fuerzas militares, sus cuadros políticos y sus bases sociales intactos, poniendo en la negociación lo mejor de sí por el bien de su País, para que en su futuro haya una celda y una prisión, en el propio País o en el extranjero, como castigo a su patriotismo, su altruismo, su buena fe y los acuerdos firmados para construir la Paz.

Salvatore Mancuso
Jefe del Estado Mayor Negociador AUC

25 de mayo de 2004


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