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DERECHOS

21jun09


Las amenazas contra la comunidad universitaria en la UIS tiene similitudes con las operaciones de contrainteligencia del G3


El tema de las amenazas a algunos miembros de la comunidad universitaria de la UIS es otro de los problemas que enfrenta esta institución.

Ivonne Suárez Pinzón asegura que a su llegada a la UIS, en 2006, bajo la rectoría de Álvaro Beltrán Pinzón, planteó programas, estableció diálogos con los estudiantes y propuso cambios, pero durante la actual administración de la universidad, todo cambió. Desde noviembre de 2007, y luego de recibir continuas amenazas, dejó la dirección de la Escuela de Historia y viajó a Francia. Sin embargo, "no quería dejar mi trabajo en la UIS y con la ayuda del gobernador de Santander, Horacio Serpa Uribe, y un esquema de seguridad, regresé en abril de 2008 a ejercer la docencia nuevamente.

Lo necesitaba para cumplir mi compromiso formador y dar razón a mi vida, y por lo tanto no lo pude dejar", explicó.

Además del tema de las amenazas, Ivonne Suárez asegura que también ha sido víctima de acoso laboral: "En la universidad, con el apoyo de la Rectoría y de Armando Martínez Garnica, quien es ahora el director de la Escuela de Historia, se orquestó una campaña tratando de mostrar que yo era simplemente una persona que me inventaba las amenazas, que era paranoica. Por esto denuncié a Martínez Garnica el 16 de septiembre de 2008".

Ahora se dedica a sus clases, dirige proyectos de grado y trabajos como la organización del archivo de la empresa Indupalma junto a 15 personas, así como un semillero de investigación sobre conflictos sociales.

Sobre la postura de la universidad ante su situación, asegura que las cosas cada vez son más difíciles: "Se habla en la Universidad que felizmente no ha habido muertos y le quiero decir a los que dicen eso que no es cierto. Hoy en día en la universidad los amenazados somos muertos en vida, porque ellos no saben cómo acaban la vida de una persona".

Denuncias y seguridad

¿Qué la llevó a denunciar públicamente la situación?

Desde cuando las cosas empezaron denuncié diciéndoselo al Rector y él nunca me dijo el riesgo real que pesaba sobre mi vida, por lo que él sabía de la famosa conversación que tuvo con el señor 'Félix'. Los paramilitares desmovilizados de las Auc quisieron impedirme mi derecho de ser libre, expresado en la idea de desplazarme de mi país. Además del hecho mismo de la denuncia, mi posición ha sido que no podemos permitir que el temor y el dolor se nos conviertan en terror, si lo permitimos, salimos y dejamos el espacio para que quienes quieren imponer el terror lo puedan ganar.

¿Ante cuáles autoridades ha denunciado y qué ha pasado con esas denuncias?

Puse la denuncia en la Fiscalía Regional y se le comuniqué al Comité de Defensa de los Derechos Humanos de la UIS, que es reconocido por la Comisión Interamericana para los Derechos Humanos OEA. Hice lo mismo con la embajada de Francia, que tuvo que solicitar a la Fiscalía Nacional en Bogotá que me dieran el primer acompañamiento judicial. La persona del CTI que está encargada de mi seguridad pidió que se me aumentara la vigilancia y la respuesta fue que finalmente me suspendieron el apoyo policial del grupo de protección de la Policía que me había conseguido el gobernador de Santander, Horacio Serpa, para que yo pudiera regresar al país y a la UIS.

¿Cuenta en este momento con seguridad?

Tuve un escolta por un año y dos meses a partir del 7 de abril de 2008, que hacía parte del grupo de Protección de Dignatarios de la Policía Nacional. Ahora no cuento con protección.

¿Cómo se siente sabiendo que hay más profesores amenazados y que usted es la más visible?

Quizá soy la más visible ahora, pero desde 2007 hasta ahora las amenazas me han hecho la más oculta. Cuando uno habla con los amenazados sabe que las situaciones son muy difíciles y uno sabe que no todos pueden porque las presiones de las familias son grandes, porque cada vez que uno habla está acercando el momento del disparo y las familias claman porque se callen. Yo he tomado la decisión de que si otras personas no lo pueden hacer, tienen sus niños, son padres más jóvenes, son estudiantes jóvenes que tienen la vida por delante, yo tengo un tiempo de vida recorrido mucho mayor y tengo quizás menos que perder, y alguien tiene que hablar al final.

Preguntas y respuestas

¿Cuándo empezaron las amenazas?

Se dieron desde el 7 de julio de 2007, días después de la fecha en que se hizo la grabación del rector, Jaime Alberto Camacho Pico con el paramilitar, que ahora está circulando.

¿Por qué termina usted siendo amenazada?

Yo no puedo probar que las amenazas descendieron de esta situación, pero la única explicación que encuentro es esto: asumí la dirección de la Escuela de Historia en los primeros meses de 2006. Estando allí tuve que separarme tres meses de la Dirección para realizar la segunda especialización en Archivística.

Cuando volví, me encontré un afiche en el cual se invitaba a un diplomado en Historia Militar. Encabezaban la lista de expositores, el general Álvaro Valencia Tovar y clausuraba José Obdulio Gaviria. La particularidad que tenía era que lo ofrecían conjuntamente la Academia de Historia de Santander, cuyo director era Armando Martínez Garnica, y la Escuela de Historia de la UIS, a mi cargo y no estaba informada. Eso implicaba que la Universidad tenía que aceptar un programa académico impuesto por una institución externa, era un problema evidente de violación de autonomía universitaria e imposición de una actividad a la UIS, de manera inconsulta. Escribí una comunicación manifestando mi desacuerdo con esto.

¿Qué amenazas ha recibido?

Mi computador fue intervenido para ser leído desde el exterior, mis emails fueron interceptados y empezaron las llamadas al teléfono de la oficina y al celular en las que no hablaban. Fui perseguida por hombres motorizados vía a la Mesa de Los Santos donde vivo. Un día, detrás de mi casa, se identificó a una motocicleta con dos personas, con arma de largo alcance y binóculos y por un accidente, no pasaron las cosas. Antes de eso, cuando tenía un escolta de la Policía, lo amenazaron, llamaron a su esposa y a él a insultarlos. (...) Cada vez fue más difícil y de las llamadas silenciosas pasamos a las llamadas directas de amenazas: "Se la vamos a cobrar, esa no la paga… la vamos a quebrar".

¿Qué dicen cuándo la amenazan?

Nos declaran ratas inmundas, nos dicen unas cuantas groserías y que nos van a matar porque consideran que somos la lacra social, la suciedad, que no valemos para nada, que es necesario quitarnos de por medio para que la sociedad pueda ser buena, limpia. ¿Se dan cuenta de la inversión de los valores? Nosotros somos los sucios y ellos que están buscando asesinarnos son los limpios, los que merecen el cielo y la gracia del Estado.

¿Cuántas amenazas ha tenido?

Nunca he pensado en contarlas. Creo que no es un problema de cantidad, cada una de ellas es un pedazo de mi vida que se va, es un pedazo de mi relación familiar; es una amiga que he perdido, que ha sufrido muchísimo; es mi dolor compartido con los que tienen otros dolores.

¿Quién es la amiga de la que usted habla y que no puede ver?

Es Dolly Rocío Castellanos Rueda, una estudiante de maestría de la Escuela de Historia de la UIS -está bajo refugio político en Venezuela desde el segundo semestre de 2008-, a la que le ofrecí trabajo en la Escuela. Un día íbamos para mi casa cuando fue el primer intento de amenaza, una persecución de dos sujetos en una moto de gran cilindraje, sin placas. Ella tuvo la malísima suerte de ir conmigo ese día en el vehículo y quedó comprometida. Llamé urgentemente a rectoría y la secretaria del Rector me dijo que no estaba y le dejé la razón. La situación se agravó y como directiva que soy de la universidad pedí apoyo, un abogado para ir a la Fiscalía a poner la denuncia. Hasta hoy espero que la Universidad me dé ese apoyo.

¿En algún momento se ha sentido cerca de la muerte?

Sí, hay muchas situaciones, pero cada vez que leo una noticia sobre cómo los paramilitares han tratado a las víctimas, he sentido la muerte al lado mío. Cada vez que he tenido un atentado, una amenaza, la revivo al lado mío; cada vez que salgo de la Universidad, que en la oficina me quedo sola, que voy al baño. La sensación de morir va conmigo porque sé que en cualquier momento me puedo morir. A veces se teme estar acompañado porque no se quiere exponer a la muerte a las personas que están al lado.

¿Cuál ha sido el momento más difícil?

Han sido varios, como el día en que me incendiaron el vehículo en el que iba, cuando me han perseguido en motos, cuando me entregaron un libro extraño y que yo sabía que me estaban esperando; cuando me llegó un sufragio. Nada me ha dolido tanto como el día en el que mi estudiante, a pesar de ir con acompañamiento judicial, fue llevada por una cañada para asesinarla. El Policía que iba adelante en el carro se puso bolsas de plástico para cubrirse las botas; el otro agente no estuvo de acuerdo y vino a pedirle que saliera corriendo del carro, pero otro hombre le dijo que si se bajaba la mataban. Finalmente, terminaron dejándola en su casa. Cuando ella me contó eso, creí morir por ella, por mi país, por mi familia, por el futuro de una sociedad que lo ha perdido todo, que ha perdido sus valores, la ética, el amor por la vida y el respeto.

¿Ve alguna salida a la situación?

Creo en Dios y él dijo "ayúdate que yo te ayudaré". Y eso lo aplico en todos los momentos de mi vida y las reflexiones. La salida está en cada uno de nosotros, pero la salida también tiene que ser institucional, en un reaprender de la forma de diálogo, no manipular el diálogo para presentar resultados políticos; aprender a escuchar al otro, a respetar el dolor de los demás. No alcanzamos a construir un concepto de democracia cuando ya nos unimos en un discurso de terror.

[Fuente: Vanguadia Libera, Bucaramanga, 21jun09]

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