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08ene14


El 'fracking' independiza a EEUU del petróleo árabe


Durante la década posterior a los ataques del 11 de septiembre, mientras la guerra devastaba Irak y Afganistán, la calle en los estados árabes ha clamado contra los beligerantes Estados Unidos de América. "Dejad de atacar al islam y abandonad Oriente Medio" era la consigna, la demanda principal. Su deseo se ha cumplido: Washington se retira progresivamente de Oriente Medio. Paradójicamente, ahora los intentos de la Administración Obama por limitar su implicación en la región enfurecen a sus tradicionales aliados en la zona, conscientes de que ningún otro país puede reemplazar su paraguas de seguridad en el Golfo. Y no son pocos los que analizan dicho repliegue en clave energética.

El boom en Estados Unidos del fracking, la técnica de fracturación hidráulica para la extracción de gas no convencional, gracias a la cual EEUU es ya autosuficiente en gas, es una de las causas del cambio de rumbo en la política exterior decretado por Washington en la región más convulsa del planeta. En ello están de acuerdo decenas de analistas y algunos asesores del Congreso estadounidense en materia energética. Como efecto del fracking, por ejemplo, la producción de crudo de Dakota del Norte aumentó un 31% durante los primeros nueve meses de 2013 respecto al año anterior.

La teoría es simple: la revolución energética estadounidense no sólo le ha proporcionado una ventaja competitiva con respecto a Europa, Japón o China; también conlleva un profundo impacto estratégico al eliminar la tradicional dependencia de sus aliados productores de petróleo. El temor se extiende, por ello, entre los viejos amigos del Golfo. Pronto el petróleo de los árabes no será tan vital para la economía de EEUU como lo ha sido en las últimas décadas.

"Nuestra producción está creciendo mucho y tenemos un enorme suministro también de Canadá, de modo que hay una gran liquidez en el mercado del petróleo. Esto, obviamente, hace que se esté redefiniendo el concepto de seguridad energética", aseguró en noviembre Neil Brown, exasesor energético de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense y responsable de la geopolítica del petróleo durante años.

En octubre de 2013, la producción doméstica de crudo en EEUU sobrepasó a las importaciones por primera vez desde 1995 (7,74 millones de barriles al día comparado con importaciones de 7,57 millones de barriles por día). De hecho, las importaciones de petróleo de Washington han caído a su nivel más bajo de los últimos 17 años. Es más, según el informe de la OPEP del pasado diciembre, Estados Unidos podría haber terminado 2013 como el mayor productor de facto del mundo, con más de 11 millones de barriles diarios, superando los 10,5 de Rusia y los casi 10 millones de Arabia Saudí.

La eclosión de EEUU como una superpotencia energética global "no cambiará únicamente el mercado energético en el mundo, sino también todo lo demás. Tiene enormes implicaciones políticas y geoestratégicas", escribió Jeppe Kofod, un legislador danés que elaboró en 2013 un informe sobre la revolución del gas y el petróleo para la Asamblea Parlamentaria de la OTAN. Kofod reconoció asimismo su temor a que la carrera estadounidense hacia la autosuficiencia energética debilite sus intereses estratégicos en Oriente Medio, el Norte de África y el Golfo Pérsico, mientras Europa sigue dependiendo del suministro de gas y crudo de la región.

La peor pesadilla de los saudíes

La creencia de que la geopolítica global está subordinada a la necesidad de petróleo por parte de Estados Unidos es un tópico tan universalmente extendido que se repite de forma mecánica en cada artículo o columna sobre el asunto. Sin embargo, esto es precisamente lo que expone Fatih Birol, economista jefe de la Agencia Internacional de la Energía en París y responsable de la publicación World Energy Outlook, que augura las tendencias energéticas hasta el año 2035.

"La evolución energética de EEUU es profunda y sus efectos se dejarán sentir más allá de Norteamérica y del sector (…). Hacia el año 2020, está previsto que Estados Unidos se convierta en el mayor productor de crudo del mundo. El resultado es una caída continuada en las importaciones de crudo, hasta el punto de que Norteamérica se convertirá en exportador neto de petróleo hacia 2030. EEUU, que actualmente importa alrededor del 20% del total de la energía que necesita, se convierte en (un país) prácticamente autosuficiente en términos netos, un cambio drástico en la tendencia observada en la mayoría de países importadores de energía", explicaba Birol.

Los países productores de crudo, y particularmente los estados miembros de la OPEP, comienzan a ser conscientes de los efectos que conllevará la revolución energética estadounidense. Los saudíes, por ejemplo, ya han desvelado sus temores. "Nuestro país se enfrenta a una continua amenaza por su dependencia casi total del petróleo", escribió el pasado verano el más prominente hombre de negocios del país, el príncipe Alwaleed bin Talal, en una carta abierta al ministro del ramo y a su propio tío, el rey Abdullah, en la que los instaba a ser conscientes del peligro. "El mundo es cada vez menos dependiente del petróleo procedente de países de la OPEP, incluido el reino", alertó.

Sin el respaldo firme de Estados Unidos a sus aliados, Oriente Medio está tan revuelto como atemorizado. La misma élite árabe que hace años estimulaba el furor anti-americano critica ahora a Washington por abandonar paulatinamente la región, incluso cuando la calle celebra dicho repliegue. Mientras, en EEUU, según las encuestas de opinión, el ciudadano medio piensa que la retirada de una zona que su país ha regado con miles de millones de dólares, y en la que miles de soldados han caído, ha tardado demasiado en llegar.

[Fuente: Por Ángel Martínez, El Confidencial, Madrid, 08ene14]

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