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31jul21


La última batalla perdida por la familia Polanco


La dimisión de Ignacio Polanco como presidente de honor de Prisa fue un acto simbólico, pero significativo, pues representó un nuevo paso atrás de esta familia en la empresa que fundó su padre. El 'patriarca' falleció el 21 de julio de 2007 y, desde entonces, la pérdida de peso en el grupo de quienes ostentan este apellido ha sido constante.

Sus herederos han mantenido desde entonces un perfil mediático muy bajo, por eso llamó la atención que en la última Junta Ordinaria de Accionistas de Prisa lanzaran un mensaje para escenificar su malestar con Joseph Oughourlian, dueño de Amber Capital y presidente de la compañía desde enero.

En la misiva, solicitaron que los accionistas significativos de Prisa tuvieran una mayor representación en sus órganos de gobierno, lo que fue interpretado como una queja por el escaso protagonismo con el que cuentan en la toma de decisiones. De hecho, sólo Manuel Polanco se mantiene en el Consejo en representación de la familia. Y es que, con el 7,6% de los títulos en su poder, no les corresponde ningún asiento más, explican fuentes de la empresa.

Los Polanco apoyaron a Santander cuando Ana Botín dio un paso hacia adelante y quiso asegurarse que Prisa no volvía a caminar por derroteros que fueran contrarios a sus intereses. Lo hizo en un momento crítico, en el que había una deuda que era imposible de pagar, a tenor de la situación económica de la compañía, y en el que Santillana había sido puesta a la venta, pero las ofertas que se habían recibido estaban muy lejos de los 1.500 millones de euros que se pretendía recaudar.

Desde que eso ocurrió, la entidad bancaria ha prestado apoyo financiero a la familia, entre otras cosas, para que pudiera participar en la última ampliación de capital de Prisa, para lo que puso a su disposición 38,6 millones de euros. De esta relación surgió un 'bando' entre los accionistas de la compañía que fue mayoritario y del que también formaban parte Telefónica, el Grupo Herradura Occidente mexicano o los cataríes de International Media Group. Esa alianza comenzó a resquebrajarse el pasado verano y se rompió a finales de 2020.

Pérdida de poder de los Polanco

Es sabido que, entonces, Telefónica cambió de opinión y pasó de apoyar a Santander a respaldar a Amber Capital, que había batallado durante los últimos tiempos para tomar el control del grupo. Eso provocó que Javier Monzón fuera cesado como presidente, en detrimento de Oughourlian. Y eso hizo que los Polanco perdieran la poca influencia que conservaban en Prisa. Porque, en resumen: pasaron de estar en el bando de los ganadores a quedarse prácticamente solos en la oposición.

Pudieron en su día los Polanco tomar las riendas de la compañía y tutelar cada una de sus decisiones, pero confiaron su negocio a Juan Luis Cebrián y eso les provocó serios problemas financieros. Porque el exdirector de El País fue quien tuvo la idea de lanzar una OPA por el 100% de Sogecable, que incrementó el endeudamiento del grupo hasta niveles insostenibles.

Cebrián siempre ha explicado que la operación pretendía sanear las cuentas de Prisa, algo que no fue posible porque la crisis de 2008 estalló cuando todavía no se ha completado. Básicamente, porque su objetivo era hacerse con el 100% del control de Sogecable para, posteriormente, vender una parte de esa participación -revalorizada- a un fondo de inversión.

El caso es que ese movimiento tuvo efectos perniciosos para el grupo, cuya deuda se disparó por encima de los 5.000 millones de euros. Eso obligó a refinanciar la deuda y a vender activos estratégicos. El último de ellos, la parte española de Santillana. También llevó a plantear ampliaciones de capital que diluyeron la posición en la compañía de los accionistas tradicionales. Entre ellos, los Polanco.

Lo peor es que, pese a todas estas maniobras, el problema financiero sigue sin resolverse, pues el pasivo de Prisa es superior a los 700 millones de euros. Es decir, más de cien millones superior a su capitalización.

Cuando la compañía salió a bolsa, lo hizo a 20,8 euros por acción. Actualmente, cada unidad vale 85 céntimos, lo que deja clara la crisis que ha vivido el negocio y las expectativas de los inversores con respecto a su futuro.

El negocio de los Polanco

Eso ha creado estragos en las cuentas de los Polanco, que se han visto en serios aprietos como consecuencia de la depreciación de sus activos. En 2017, vendían el 49,90% del hotel Ritz-Carlton de Tenerife, su 'gran' activo', a cambio de obtener financiación de 135 millones de euros, según informó El Confidencial.

El año pasado, el histórico 'brazo inversor' que comandó Jesús de Polanco, Timón S.A., declaró pérdidas de 20 millones de euros. En su memoria anual de cuentas, el auditor explica que Aherlow Inversiones, una de sus sociedades participadas, incumplió en 2020 el ratio de cobertura que incluía su contrato de refinanciación. La entidad financiera -Santander- concedió entonces una moratoria que duró en un primer momento hasta 2021; y que posteriormente extendió hasta enero de 2022, cuando tendrá lugar el vencimiento de la deuda.

Qué duda cabe que hubo un tiempo en el que el Grupo Prisa tuvo un enorme poder en la sociedad española, pues estuvo presente en negocios como el de los medios de comunicación, el entretenimiento y la educación. Tal es así que esta compañía puede considerarse como uno de los pilares del 'sistema' que se configuró tras la Transición.

La situación ha dado un vuelco desde entonces y, aunque El País y la Cadena SER son todavía medios de referencia en la izquierda y líderes en sus sectores, el músculo de Prisa ha mermado muy considerablemente, como también lo ha hecho el poder de los Polanco dentro y fuera de la compañía.

Antes, controlaban la mayoría de sus acciones, mientras que, actualmente, tan sólo conservan el 7,6%. Antes, Jesús de Polanco la gobernaba con mano de hierro, en colaboración con sus hombres de confianza. Hoy no queda ni lo uno ni lo otro; y es un fondo de inversión estadounidense, Amber Capital, el que maneja el timón de Prisa junto con Telefónica y la francesa Vivendi.

La familia fundadora conservan voz y voto en el Consejo, pero su papel es mucho menos protagonista que nunca.

[Fuente: Por Rubén Arranz, Vozpópuli, Madrid, 31jul21]

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