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08mar06


El G8 hacia la Cumbre de San-Petersburgo:
retos, posibilidades, responsabilidades.
Por Vladimir Putin.


Al empezar el año 2006 Rusia ha asumido su turno de presidencia en el G8. Somos bien conscientes de la seriedad de este trabajo y de la amplitud de semejante responsabilidad. No es soltando mucha labor organizativa la que nos espera. Lo más importante es que tendremos que proponer para la discusión y determinar junto con nuestros colegas las líneas prioritarias y sustanciales de este foro prestigioso. Y es que se trata de un foro que desde más de treinta años representa uno de los mecanismos clave para armonizar los enfoques en las soluciones de los más importantes problemas del desarrollo mundial.

Hemos propuesto a nuestros socios concentrar nuestra atención sobre tres importantes temas de la actualidad - la seguridad energética global, la lucha contra las enfermedades infecciosas y la educación. Estas prioridades han sido encausadas a un objetivo que, esperamos, sea claro para cada uno de nuestros socios – elevar la calidad y el nivel de vida de las personas, tanto de la presente generación, como de las venideras.

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Sin duda, una de las tareas estratégicas del G8 y, en general, de toda la comunidad internacional es crear un sistema eficaz y universal de seguridad energética. El complejo industrial-energético global al día de hoy es el más importante y concreto motor del progreso económico-social. Es precisamente por esto que ejerce una influencia directa sobre el bienestar de miles de millones de habitantes del planeta.

Nuestra intención es la de buscar activamente de lograr que durante la presidencia rusa resulte posible no solamente elaborar los principios básicos para superar los problemas corrientes en este sector, sino también acordar nuestra política común para el futuro.

La inestabilidad del mercado de hidrocarburos representa una amenaza real para el suministro energético global. En particular, aumenta la brecha entre la demanda y la oferta. Es evidente el aumento del consumo de los recursos energéticos en Asia. No solamente los “altibajos” de la coyuntura económica provocan esta situación, sino también hay toda una serie de otras causas de índole política y de seguridad. Para “nivelar” la situación en el sector es necesario un trabajo concertado de toda la comunidad internacional.

Como punto de partida de su nueva política, los principales países del mundo deberían reconocer que pues la industria energética se ha convertido en global, la seguridad energética es indivisible. Un destino energético global supone una responsabilidad, unos riesgos y unas ventajas comunes.

Creemos que lo particularmente importante es formar una estrategia para poder alcanzar una seguridad energética global. Debería basarse sobre los principios de un suministro a largo plazo, eficaz, ecológicamente sostenible y a precios motivados, precios que sean aceptables tanto para los países-exportadores, como para los consumidores. Además de armonizar los intereses de los que están vinculados global y energéticamente, habría que determinar cuáles medidas concretas sean necesarias para garantizar a la economía mundial un suministro estable de recursos energéticos tradicionales, y para que los programas de ahorro energético, así como las fuentes alternativas de energía se pongan en practica más activamente.

Un suministro de energía equilibrado y regular es, sin duda, uno de los factores de un mundo seguro. Y esto vale tanto para el presente, como para el futuro. Nuestra obligación es dejar a la posteridad una “arquitectura” del complejo energético mundial que la preserve de conflictos y de formas poco constructivas de luchas para el suministro energético. Es por esto que es tan importante encontrar unos enfoques comunes para edificar una “base energética” de nuestra civilización, una base que sea eficaz y duradera.

En este contexto Rusia se pronuncia en favor de una interacción más estrecha entre el G8 y toda la comunidad internacional para el desarrollo de las tecnologías de innovación. Para la humanidad podría resultar ser una primera etapa en la creación de una base tecnológica de ahorro energético para el futuro, cuando el potencial energético en su forma actual estará, en general, agotado.

Además, el elaborar un enfoque articulado para aumentar la eficacia energética del desarrollo económico y social servirá a fortalecer la seguridad energética global. El año pasado en GleanEagles el G8 dio unos pasos importantes en esta dirección. Se trata sobre todo de adopción del Plano de acciones cuyo objetivo es fomentar las innovaciones, el ahorro energético y la protección del medio ambiente. Consideramos que es particularmente importante que a las iniciativas del G8, y en particular en lo que se refiere a la implementación del documento aprobado en GleanEagles, se incorporen los países que no son miembros del G8, y en primer lugar los estados que tienen altos índices de crecimiento e industrialización.

La mayoría opina que la seguridad energética está esencialmente vinculada a intereses de países industrialmente desarrollados. Pero no hay que olvidar que hoy día unos 2 mil millones de habitantes del planeta no reciben servicios energéticos modernos. Y muchos de ellos ni siquiera tienen la posibilidad de utilizar la energía eléctrica. Muchos de los bienes y de los logros de la civilización están prácticamente fuera de su alcance.

Lógicamente, el complejo energético, de por sí, no puede solucionar el problema de la pobreza. Al mismo tiempo, la falta de recursos energéticos en algunas zonas es un freno considerable al crecimiento económico, mientras su explotación irracional puede llevar a catástrofes ecológicas, pero de escala mucho más grande que solamente la local – serían unas catástrofes de escala global.

Ultimamente los expertos están discutiendo activamente si existen posibilidades de aumentar el consumo energético en los países en vías de desarrollo a través de una explotación más activa de las fuentes alternativas. Y es precisamente dónde la ayuda del G8 en la creación e implementación de generadores alternativos adquiere particular actualidad.

En términos generales es necesario comprender y reconocer colectivamente que el “egoísmo energético” en un mundo contemporáneo e interdependiente es una vía sin salida. De consecuencia la posición de Rusia en materia de seguridad energética queda firme e invariable. Estamos profundamente convencidos de que una redistribución de energía que fuera favorable a los intereses de un pequeño grupo de países industrializados no respondería a los objetivos y a las tareas de un desarrollo global. Vamos a intentar formar un sistema de seguridad energética que tenga en cuenta los intereses de toda la comunidad internacional. Para toda la humanidad no hace más falta que acumular un potencial equilibrado para garantizar un suministro energético estable que sea suficiente para cada estado, y la cooperación internacional abre todas las posibilidades para que esto llegue a ser realidad.

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A lo largo de toda su historia la humanidad se ve obligada a luchar contra una amenaza real para su propia sobrevivencia – la amenaza de las propagación de enfermedades infecciosas. Los logros del progreso aparentemente infunden esperanzas: la viruela ha sido desarraigada en todas partes y definitivamente, la lucha contra la poliomielitis se encuentra en una etapa conclusiva. Pero aún hoy día tenemos que hacer frente a brotes de enfermedades ya conocidas, así como a brotes de nuevas y extremadamente peligrosas, como lo son el SIDA, las exóticas fiebres virales hemorrágicas, las infecciones microplásmicas, la gripe “aviar.” Hoy día las enfermedades infecciosas son la causa de cada tercera muerte en el mundo. Según los expertos, se mantiene la probabilidad de un brote en los próximos años de una nueva gripe pandémica, capable de cobrarse millones de vidas.

Rusia quiere proponer activar los labores en este sector – en particular propone adoptar un plan de acciones del G8 en la lucha contra la gripe “aviar” y en la prevención de una gripe pandémica humana.

En términos generales el G8 no puede y no debe quedarse ajeno a problemas de una semejante envergadura como lo son los de la lucha contra las enfermedades infecciosas. La diferencia existente en el desarrollo de varios sistemas de sanidad, así como la desigualdad en las posibilidades de financiación y en los potenciales científicos determinan una distribución heterogénea de los recursos globales que se destinan para luchar contra las enfermedades.

Éstas, al propagarse con diferente intensidad en diferentes partes del mundo, son un claro indicio de los problemas sociales y económicos, refuerzan la desigualdad social y contribuyen a la discriminación. Es particularmente grave el problema de las personas seropositivas o las que han contagiado otras enfermedades peligrosas y que prácticamente viven como excluidos, siendo obligados a enfrentarse no solamente a la propia enfermedad, sino también a la dificultad de adaptarse a una vida normal en la sociedad.

Otro tema de particular importancia. En los últimos años la humanidad sufre con frecuencia la fuerza destructiva del los terremotos, de las inundaciones, de los tsunami. La urbanización, la ampliación de las redes de transporte y de la infraestructura industrial nos hacen mucho más vulnerables que antes frente a estas calamidades que no solamente causan considerables estragos económicos y sociales, sino asimismo provocan – y es lo más terrible – brotes de enfermedades infecciosas que se cobran miles de vidas. Por esto vemos como a otra prioridad a la creación de un sistema global de prevención de las consecuencias epidemiológicas de las catástrofes naturales y de lucha contra tales consecuencias.

También podríamos pensar en la posibilidad de crear una infraestructura única y capaz de reaccionar a tiempo al brote y a la propagación de epidemias. Una semejante infraestructura debería incluir un sistema de monitoraje y de intercambio de información y metodologías científicas, un sistema capaz de reaccionar de manera operativa frente a situaciones de emergencia.

Las así llamadas crisis humanitarias, en particular las vinculadas a conflictos bélicos, son también causa de muchas enfermedades masivas. Como una de sus consecuencias se podría indicar que con ellos la posibilidad de brotes epidémicos aumenta varias veces. Estoy convencido de que el G8 es capaz de consolidar los esfuerzos internacionales en la solución de semejantes emergencias y dar un fuerte impulso a la colaboración multilateral en este sector.

Por supuesto, el G8 tiene que seguir contribuyendo al crecimiento del potencial científico y seguir unificando los recursos intelectuales y materiales de la comunidad internacional con, por una parte, el objetivo de crear nuevas vacunas seguras y medicinas de alta sensibilidad para diagnosticar las enfermedades infecciosas, y, por otra, con el fin de realizar programas ilustrativos y profilácticos.

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Nuestras tareas comunes en la esfera de la educación requieren seria atención. En la sociedad postindustrial e informática la educación se convierte en un factor imprescindible del éxito personal y, a la vez, en un recurso importante del desarrollo económico. La educación es uno de los factores más importantes de la formación de la autoconsciencia social, de los valores éticos y del fortalecimiento de la democracia. Además, a medida que tecnologías se perfeccionan, el mercado laboral prefiere expertos siempre más cualificados, lo que supone que las exigencias educativas sean siempre más altas. De consecuencia, cambian los objetivos y el contenido del mismo sistema de educación. Hoy día cada persona, más que tener una simple “suma” de conocimientos y experiencias, necesita estar siempre lista para aumentarla y adaptarla a unas exigencias siempre nuevas.

El acceso al espacio informativo global ejerce un cambio radical en las propias metodologías educativas. Se está pasando a una educación permanente. Existen premisas para la creación de un espacio educativo común. Naturalmente, y sobre todo en países desarrollados, estas tendencias adquieren siempre más envergadura. Al mismo tiempo en muchos países y en muchas regiones hasta la misma posibilidad de adquirir un nivel educativo elemental todavía sigue siendo un grave problema que consideramos ser una verdadera “catástrofe humanitaria”, una seria amenaza para la comunidad internacional. El analfabetismo masivo constituye un ambiente que nutre a los ideólogos de la escisión entre las civilizaciones, nutre a la propaganda xenófoba, a los extremismos nacionalistas y religiosos, y, en fin de cuentas, al terrorismo internacional.

Es por esto que es importante elaborar un enfoque más amplio y sistemático de la educación, tanto en países en vías de desarrollo, como en el mundo en general. En particular habría que tener en cuenta que para resolver con éxito el problema de la ocupación laboral, el mismo concepto de “educación” debería suponer no solamente la formación básica, sino también la técnico-profesional, abarcando a todos los niveles – del elemental al superior.

Cuando, como hoy, aumenta la movilidad de la población del planeta y hay un aumento estable de los procesos migratorios, adquiere particular importancia el problema de la integración en otros ambientes culturales. Es evidente que es precisamente la educación la que es capaz de garantizar una recíproca adaptación social de diferentes grupos culturales, étnicos y religiosos. De consecuencia a la modernización de los sistemas educativos hay que darle una atención particular para que estos problemas encuentren solución tanto en países desarrollados, como en los en vías de desarrollo.

Muchos de entre estos últimos tienen serios problemas con la implementación de métodos educativos y de tecnologías informativas de vanguardia. Los recursos más modernos habría que utilizarlos de manera más eficaz, el Internet y otros medios informativos y educativos más avanzados incluidos. En noviembre del año pasado, en Túnez, durante la segunda etapa del Encuentro mundial sobre la sociedad informativa, este tema ha sido objeto de una discusión fructífera, cuyos resultados estamos analizando con atención para poder plasmarlos en vida.

Rusia está dispuesta a contribuir a la unificación de los esfuerzos de la comunidad internacional para aumentar el nivel y la compatibilidad de los requerimientos de la educación profesional, requerimientos que crean unas condiciones esenciales para la implementación y la divulgación de las innovaciones. Todos los sujetos del desarrollo económico global y el mercado laboral mundial en general están interesados en estos procesos. La competitividad de las economías nacionales depende directamente de la medida en la cual las instituciones educativas reaccionan a las exigencias de los sectores de altas tecnologías.

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Además de estas tres prioridades en el agenda de la presidencia rusa, a lo largo del año 2006 en el marco del G8 seguiremos trabajando en otros temas fundamentales, como la lucha contra el terrorismo internacional y contra la propagación de armamentos de destrucción masiva. El G8 seguirá ocupándose de los problemas de la cooperación al desarrollo, así como la prevención de la degradación del ambiente medio, y de las cuestiones de actualidad de la economía mundial, de finanzas y de comercio. Naturalmente, y como siempre, nuestros esfuerzos se concentrarán en torno a la solución de conflictos regionales, en primer lugar en el Medio Oriente y en Irak, en la estabilización de la situación en Afganistán.

Nos damos perfectamente cuenta de que ni un solo país de los que asumen la presidencia puede dar respuestas exhaustivas a los problemas del mundo contemporáneo que se discuten en el G8. No obstante, de cumbre en cumbre, gracias a una labor colectiva, el G8 tiene una visión siempre más clara de estos problemas, buscando encontrar las medidas más eficaces para su solución.

Rusia está dispuesta a contribuir activamente para avanzar en este camino. Continuidad y evolución: es el lema de la presidencia rusa que acaba de empezar.

[Fuente: El Diario, La Paz, Bol, 09mar06]

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