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22abr09


El riesgo de deflación sobrevuela España y tiene en vilo a toda Europa


Frente al derrumbe de los pedidos, los comerciantes minoristas de este país golpeado por la recesión han comenzado a hacer algo que muchos nunca habían hecho antes: rebajar los precios.

En marzo, los precios bajaron en todos los rubros, desde los restaurantes y los negocios de ropa hasta las farmacias y los supermercados. Con la esperanza de hacer repuntar las ventas, Fernando Maestre redujo un 30% los precios en su empresa, que fabrica videoporteros eléctricos para edificios y casas de familia. Pero la estrategia no funcionó, así que, al igual que tantos empleadores españoles, ha empezado a despedir personal.

El índice de desempleo, que ya alcanza un doloroso 15,5%, podría muy pronto llegar a 20%, un número preocupante para un gran país industrializado.

Los economistas españoles temen que la combinación del aumento del desempleo y la caída de los precios sea la primera manifestación de una deflación, sello distintivo de la Gran Depresión norteamericana de la década de 1930, de la "década perdida" de 1990 en Japón y una de las mayores preocupaciones desde que comenzó la crisis actual.

La deflación puede conducir a una espiral muy difícil de revertir. A medida que el desempleo aumenta abruptamente y los consumidores recortan sus gastos, las empresas bajan los precios. Pero si las ventas no repuntan, los ingresos pueden caer todavía más, lo que obligaría a recortar aún más los puestos de trabajo o los salarios. Maestre ya está contemplando la posibilidad de nuevas reducciones de salarios y personal en su planta de 250 empleados.

En España, ese ciclo es más evidente que en ninguna otra parte. El mes pasado, el país se convirtió en el primero de los 16 que integran la zona euro en registrar un índice de inflación negativo. Aunque la caída fue de apenas 0,1%, es la primera vez que sucede desde que el gobierno comenzó a llevar registros de la inflación, en 1961. Y los precios podrían seguir cayendo.

El índice negativo tuvo que ver en parte con el derrumbe del volátil precio de los alimentos: el pescado cayó 6,2% y el azúcar, 5,7%. Pero incluso en rubros de precios normalmente estables, como los medicamentos y los tratamientos médicos, los precios bajaron en marzo 0,7%, y se registraron también leves descensos en calzado, indumentaria y electrodomésticos.

"Están sonando todas las alarmas", dijo Lorenzo Amor, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos. "Las economías pueden recuperarse de una desaceleración, pero es mucho más difícil recuperarse de una situación de deflación."

La deflación no sólo preocupa a los españoles. Luxemburgo, Portugal e Irlanda también han informado caídas en los precios. En Alemania, los precios al por mayor cayeron 8% en el último año, el derrumbe más abrupto desde 1987. En Japón, los precios mayoristas cayeron 2,2% en un año. En Estados Unidos, el índice de precios al consumidor cayó en marzo 0,1%, el primer descenso de este tipo desde 1955, aunque si se deja de lado alimentos y energía, los precios subieron 0,2%.

"No quiere decir que de aquí vaya a contagiarse a Estados Unidos, pero debemos observar atentamente la evolución de España y otros países para comprender la dinámica del proceso", afirmó Simon Johnson, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ex economista en jefe del Fondo Monetario Internacional. "Es como el caso testigo de la aparición de un nuevo virus."

La tendencia ha puesto nerviosos incluso a los sectores más consolidados de la economía. "Hay una enorme falta de confianza en los políticos, en la Unión Europea y en los bancos", dijo Arturo Virosque, de 79 años, presidente de la Cámara de Comercio de Valencia y propietario de una empresa de logística.

Los efectos de esta espiral descendente son patentes en la olla popular más grande de Valencia. Todos los mediodías, una larga fila de gente se congrega frente a sus puertas. La Casa de la Caridad está auxiliando en la actualidad al triple de personas que hace un año.

A medida que se agrava el derrumbe económico, también se amplía el rango de gente que acude en busca de ayuda. En el pasado, se trataba en su mayoría de inmigrantes desempleados o gente de la calle, informó Guadalupe Ferrer, directora del centro. "Hoy, son cada vez más personas como nosotros, que tenían una casa y un trabajo respetable, pero ahora están desempleados."

Por todas estas razones, la deflación -que antes era un tema fundamentalmente reservado a los economistas estudiosos de la Gran Depresión- ha vuelto a ocupar la tapa de los diarios. La economía norteamericana es menos vulnerable a la deflación, en parte gracias a la decisión de la Reserva Federal de llevar la tasa de interés a un nivel cercano a cero y de aumentar los préstamos en 2 billones de dólares. El Banco Central Europeo también ha reducido la tasa de interés, aunque más paulatinamente, y se ha resistido a adoptar las medidas crediticias de la Reserva Federal y del Banco de Inglaterra para fomentar el consumo.

Cuando España tenía su propia moneda, el banco central podía simplemente devaluarla o llevar su tasa de interés a cero. En la era del euro, ésa ya no es una opción, ya que la política monetaria es controlada por el Banco Central Europeo.

"Si entramos en una etapa deflacionaria, no contaremos con las herramientas monetarias para resolverla", dijo Santiago Carbó, profesor de economía de la Universidad de Granada.

[Fuente: Nelson D. Schwartz, The New York Times, Valencia, en La Nación, Bs As, 22abr09. Traducción al español de Jaime Arrambide]


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