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25nov11


España necesita 431.000 millones en 2010 casi el 40 por ciento del PIB


Una lectura atenta de las cifras da escalofríos. La fuente informativa es el Servicio de Estudios del BBVA. El año próximo, las necesidades de financiación de la economía española ascenderán a nada menos que 431.500 millones de euros, lo que representa cerca del 40% del PIB. O lo que es lo mismo, los vencimientos de la deuda exterior obligarán a captar 414.000 millones de euros, mientras que otros 27.500 millones se destinarán a financiar las nuevas necesidades netas.

La cifra pone de relieve las dificultades de la economía española para desendeudarse pese al duro ajuste económico. Y lo que dice la reciente historia económica es que las naciones con altos niveles de deuda -pública y privada- están condenadas a convivir durante mucho tiempo con la crisis. Reducir deuda lleva tiempo, mucho tiempo. La experiencia más conocida es la de Japón, pero también la de Italia, incapaz de bajar su endeudamiento durante dos décadas (por encima del 110% del PIB) en un contexto de escaso crecimiento.

El caso español, sin embargo, es todavía más preocupante debido a un crónico déficit de balanza de pagos que le obliga a pedir fondos en el exterior ante su bajo nivel de ahorro interno. En Japón, por el contrario, el 95% de la colosal deuda pública -equivalente este año al 218% del PIB, según las previsiones de la OCDE- está en manos de su sector privado, lo que explica que el país nipón no tenga problema alguno de financiación. Como ha asegurado el Banco de Pagos internacionales (BIS por sus siglas en inglés), está demostrado que los inversores nacionales son más renuentes a desprenderse de sus carteras de inversión en un contexto de crisis financiera que los extranjeros.

Y lo que ocurre en la eurozona es que aunque haya moneda única, lo cierto es que los tesoros continúan siendo nacionales, lo que significa que cuando un inversor alemán o francés adquiere deuda de España o Italia, quien en realidad lo hace es un extranjero. De hecho, eso explica que Alemania, por ejemplo, haya vendido en los últimos trimestres buena parte de la cartera de deuda pública española, como acredita esta información del Tesoro Público. Francia, por el contrario, la ha aumentado.

Algo parecido a Japón sucede con Italia, donde la mayor parte de su deuda está en manos nacionales. Italia, además, ha contado históricamente con superávit por cuenta corriente, lo que ha permitido financiar su elevadísimo endeudamiento. Mientras que la balanza de pagos transalpina ha sido excedentaria entre el año 1992 y 2007 -un 0,4% del PIB- , en España el desequilibrio en igual periodo fue del -3,7% del Producto Interior Bruto. Así es como se ha gestado una inmensa deuda pública y privada que es la que ahora hay que devolver. Una tarea hercúlea en un contexto como en el actual, donde, además, han surgido nuevos mercados financieros más estables y rentables, principalmente los emergentes.

El euro no se rompe

Es cierto que España ha reducido de forma intensa su desequilibrio exterior, pero aun así, y en un contexto de contracción de la demanda interna, el desequilibrio en 2012 se situará en el entorno del -3%, a años luz del superávit del 4,4% que registrará Alemania, lo que le convierte en el principal acreedor del continente, y que sin duda justifica la obsesión de la canciller Merkel porque el euro no se rompa. Algunos estudios apuntan a que la banca alemana ha concedido créditos en la zona del euro por valor de 1,2 billones, por lo que cual depreciación de su inversión crediticia (si algún país sale de la eurozona) sería una auténtica catástrofe para su cuenta de resultados.

El problema para España, como sostiene el BBVA, es que el proceso el desapalancamiento se está haciendo de forma desordenada, y eso complica todavía más las cosas. Según sus palabras, "la reducción de las necesidades de financiación de la economía española se están produciendo de forma especialmente perniciosa para el crecimiento y la creación de empleo". Y todo ello en "un contexto de credit-crunch que puede intensificarse aún más, tal y como amenazan las tensiones financieras actuales y las elevadas primas de riesgo". Esto significa que la falta de crédito pondrá plomo en las alas del crecimiento económico, y sin actividad, difícilmente puede rebajarse la deuda en relación al PIB nominal.

Algo que es especialmente preocupante cuando la Posición de Inversión Internacional de España -el saldo entre lo que los nacionales deben al exterior y lo que adeudan los extranjeros a España- es claramente negativa. Mientras que en España representa nada menos que un -86,6% del PIB, en Italia tan 'solo' es del -24,1%, lo que da al país de Mario Monti un margen de maniobra que para nada tiene España, cuyo déficit exterior sólo es algo mejor que el de Grecia (-95,3% del PIB), Irlanda (95,7%) o Portugal (107,8%). Alemania, por el contrario, mantiene un posición exterior excedentaria del 42,5% de su PIB, lo que explica su alta exposición a una cadena de suspensiones de pagos en Europa.

El problema, como sostiene el BBVA, es que los procesos de desapalancamiento son lentos. Y para acreditar este aserto sólo hay que tener en cuenta -en el caso español- lo que viene sucediendo en las actividades inmobiliarias (sin construcción). Al comenzar la crisis, primer trimestre de 2008, la deuda contraída con los bancos ascendía a 311.272 millones de euros, y casi cuatro años después, ha bajado hasta los 308.425 millones, según estos datos del Banco de España. Incorporando todos los sectores productivos, resulta que hace casi cuatro años la deuda era de 962.331 millones, y hoy es de 963.849 millones, lo que da idea de las dificultades para reducir el endeudamiento.

En el informe del BBVA, dirigido por el economista Rafael Domenech, se sugiere que los hogares han venido utilizando su capacidad de financiación (continúan ahorrando pese a la crisis al contrario que el sector público) para incrementar sus activos financieros. Sin duda, incentivados por el aumento de la rentabilidad de los depósitos, lo que ha convertido a las familias en una de las principales fuentes de financiación doméstica de los bancos y, en menor medida, de la deuda pública. Por el contrario, la capacidad de financiación de los hogares, sostiene el banco, "apenas se ha destinado a reducir su stock de pasivos financieros), mayoritariamente préstamos bancarios".

[Fuente: El Confidencial, Madrid, 25nov11]

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