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30sep12


Queremos volver a la paz de los guanches


LA JUSTICIA sabe quien es digno y quien es sucio, indigno y sin moral. Saben los magistrados quien es un inmoral sexual y un pestilente de pluma, aunque la culpa no la tiene el perro sino el que le suelta la cadena. Decimos esto al inicio de nuestro editorial en relación con un individuo de Las Palmas del que nos ocupamos ampliamente en nuestro comentario de ayer. Por eso hoy apenas le vamos a dedicar unas líneas; las justas para entrar en materia.

No tenemos otros enemigos que los de Canarias y los de la libertad de los canarios. No son muchos, pero ladran con fuerza. Solo ladran, pues con sus dientes de caniche no podrían morder ni a un lagarto, aunque lo suficiente para hacerse oír. Esos deleznables personajes nos acusan de contradicciones. Les disgusta, por ejemplo, que pidamos la libertad para nuestra tierra pero también el orden, porque entendemos que no hay progreso posible en medio del libertinaje. El libertinaje es la corrupción de la libertad y conduce a otro despropósito aún mayor como lo es la mala política. La política de favorecer a los allegados y amigos. La política del nepotismo, en definitiva, de la que tenemos tan malas experiencias desde que Coalición Canaria, y más concretamente Paulino Rivero, gobierna en estas Islas.

Lo hemos manifestado muchas veces: en su momento apostamos fuertemente por CC. Les abrimos las puertas de nuestra Casa a los políticos de este partido. A algunos los dimos a conocer a partir de la nada. Veíamos en ellos una clara esperanza para el futuro de las Islas; los veíamos como los líderes de un porvenir a la fuerza mejor que nuestro ignominioso pasado. Eran, en definitiva, la alternativa a seis siglos de colonización española. Seiscientos años durante los cuales nuestros recursos han sido saqueados inmisericordemente. Todas nuestras esperanzas -también esto lo hemos dicho muchas veces- quedaron en nada. Sabemos que hay auténticos nacionalistas en este partido, pero casi todos ellos están silenciados por Rivero y sus secuaces políticos. Rivero ha renunciado al credo de un auténtico nacionalista y con ello ha engañado y traicionado al pueblo canario. Un pueblo formado por hombres y mujeres nobles que un día creyeron en él y en sus falsas promesas. El pago a esa fe bienintencionada está a la vista: paro, hambre, miseria, listas de espera sanitarias en las que la gente se muere sin ser atendida, fracaso escolar, una juventud obligada a emigrar como tuvieron que hacerlo sus abuelos, la desaparición acelerada del tejido comercial y un futuro cada día más negro.

No ha sido diferente la suerte que ha corrido el periódico EL DÍA. Desengañados con Paulino Rivero, comenzamos a criticar su gestión. La crítica es saludable en todos los terrenos, pero mucho más en el político porque le permite al amonestado ver dónde se está equivocando, darse cuenta de cuáles son sus errores y hacer un propósito de la enmienda. Lejos de un gesto de humildad propio de personas inteligentes, arremetió brutalmente Paulino Rivero contra este periódico y contra su editor, José Rodríguez. Y lo hizo en todos los ámbitos, incluido el judicial. No queremos recurrir a comparaciones siempre odiosas, pero esto mismo es lo que hacía el doctor Goebbels en tiempos de los nazis. Porque el descrédito de EL DÍA que desde hace tiempo intenta materializar Paulino Rivero no se limita a denuncias judiciales para amedrentarnos y amordazarnos. A José Rodríguez lo acusó de chantajista primero en el Parlamento de Canarias y luego en la Radio autonómica. Dispuesto a defender su honor y dignidad, el editor de EL DÍA lo ha demandado ante los tribunales. De nuevo, confiamos en la justicia de la Justicia. Repetimos la primera línea de este Editorial: La Justicia sabe quien es digno y quien es sucio, indigno y sin moral.

Como todo esto no le parecía suficiente, Paulino Rivero decidió subvencionar con fondos públicos, es decir, con dinero de todos los canarios, a tres medios de comunicación: dos de Las Palmas y uno de Tenerife, si bien el que sale a luz en esta Isla sigue los dictados de sus poderdantes canariones. Dinero, lo repetimos un día más porque esto es gravísimo, que se detrae de la sanidad, la educación, las ayudas sociales y otras muchas necesidades muy perentorias en estos tiempos de recortes presupuestarios. Tres medios de comunicación dedicados a destacar sus logros -logros inexistentes, pues cada día empeora la situación de los canarios sin que ni él, ni nadie de su Gobierno, sea capaz de remediarlo porque son todos unos ineptos- y, de paso, a saltarnos al cuello cada vez que criticamos a su benefactor. De los tres medios, el más conspicuo en esta sucia tarea es el digital que dirige el tatarita feminoide de Las Palmas al que hacíamos referencia en el inicio de este texto.

Advierta el lector que se nos ridiculiza por pedir que haya orden y porque acabe la situación colonial de los canarios. No nos acusan -al menos todavía- de haber robado, asesinado o violado a inocentes, porque nada de eso hemos hecho. Nos maltratan por pedir la libertad de un pueblo y la dimisión de un político que ha conducido a Canarias a la ruina. El hecho de que estas Islas estén hundidas en la miseria no es una invención nuestra. Es suficiente con leer a diario las primeras páginas de los periódicos para hacernos una idea de la magnitud de nuestra tragedia.

Nos duele la situación del pueblo canario y la indignidad a la que está sometido por unos gobernantes políticamente déspotas. No queremos a estos gobernantes. No queremos a Paulino Rivero y a los malhechores políticos que lo rodean. ¿Somos reos de cadalso por decir esto? Además, ¿no afirmaba lo mismo que nosotros el afeminado de Las Palmas antes de que lo compraran con ondas hertzianas? Qué barato se venden algunos y cuánta serenidad le hemos pedido a Dios ante el expolio de lo que es nuestro, pues Rivero nos privó de la licencia de frecuencia modulada, pese a que teníamos funcionando desde hacía años una benemérita emisora con mucha audiencia, para agraciar con ella al pájaro tatarita que se pasa las sentencias judiciales por el arco de triunfo.

No es este, ni mucho menos, el país que queremos para los canarios. Por eso hemos luchado y lo seguiremos haciendo por la independencia de estas Islas. Queremos un Archipiélago hermanado en el que ninguna isla pretenda ejercer su hegemonía sobre las demás. Una tierra sin políticos como Paulino Rivero y sin chulos afeminados como el tatarita que nos acosa a la voz de su amo. Queremos una nación canaria soberana y la vamos a tener. Un país con Estado propio; con su cielo y su mar, como muestra el mapa elaborado en su momento por el Movimiento Patriótico Canario que acompaña estas líneas. En Europa hay países más pequeños que Canarias, pese a lo cual son naciones pujantes. Por ejemplo, Malta; una islita no mayor en superficie que La Gomera, pero que está en la ONU con representación propia, al igual que lo está en las instituciones europeas. Un Estado cuyos habitantes no pasan hambre ni tienen que hacer cola ante los hospitales porque son dueños de sus recursos, mientras los nuestros son expoliados por una metrópoli que está en otro continente. ¿Es esto justo para los canarios? ¿Tenemos menos derecho a la libertad que los malteses?

Insistimos en que queremos una nación canaria cuyos ciudadanos vivan en armonía. Queremos volver a la paz de los guanches. A la vida sosegada de un pueblo que no estaba tan atrasado como pretenden hacernos ver los españoles, aunque con ello conculquen vilmente la historia, para justificar los imperdonables crímenes que cometieron durante la conquista. Queremos recuperar las estructuras sociales y familiares de nuestros antepasados porque es en ellas donde se hunden nuestras raíces como pueblo.

[Fuente: Diario El Día, Editoria, Santa Cruz de Tenerife, 30sep12]

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