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19mar20


Johnson tomó medidas contra el virus por un informe que preveía la muerte de medio millón de personas


El Gobierno británico es uno de los que hasta el momento ha puesto en marcha medidas menos drásticas para hacer frente a la pandemia del coronavirus. Sin embargo, mientras que la semana pasada las medidas eran solo tres -lavarse las manos, no irse de crucero si se es mayor de 70 años y quedarse en casa siete días si se tienen síntomas de la enfermedad-, el lunes el primer ministro Boris Johnson anunció un giro radical en su estrategia. Y la principal causa de este cambio fue un informe elaborado por el Imperial College of London, que, utilizando un modelo matemático, concluyó que de no tomarse medidas más duras la pandemia podría cobrarse en Reino Unido la vida de medio millón de personas, además de provocar el colapso del sistema sanitario, así como de 2,2 millones en Estados Unidos, cifras que podrían reducirse a la mitad con la puesta en marcha «inminente» de una estrategia de «supresión». «Incluso si todos los pacientes pudieran ser tratados, predecimos que aún habría del orden de 250.000 muertes en Reino Unido y 1.1-1.2 millones en los Estados Unidos», señalan los firmantes del documento.

Las primeras medidas implementadas por Johnson obedecían a una estrategia conocida como «mitigación», es decir, paliar el impacto de la enfermedad pero sin paralizar a la nación entera. No obstante, la treintena de especialistas que llevaron a cabo el informe consideraron que ya era necesario pasar a una etapa de supresión semejante a la que adoptó el Gobierno chino, y que implica el aislamiento social. La mitigación se centra en la desaceleración en la propagación y la protección de las personas con mayor riesgo de complicaciones, mientras que la supresión pretende "revertir el crecimiento epidémico, reduciendo el número de casos a niveles bajos y mantener esa situación indefinidamente".

«Podríamos estar viviendo en un mundo muy diferente del que conocemos durante un año o más», le aseguró al diario Financial Times Neil Ferguson, jefe del programa de modelos matemáticos de la institución.

Y es que el estudio, titulado «Impacto de las intervenciones no farmacéuticas (NPI, por sus siglas en inglés) para reducir la mortalidad por COVID19 y la demanda de atención médica», asegura que es necesario «un distanciamiento social de toda la población combinado con el aislamiento de casos en el hogar y el cierre de escuelas y universidades» y que para «evitar un repunte en la transmisión, estas políticas deberán mantenerse hasta que haya grandes existencias de vacunas disponibles para inmunizar a la población, que podría ser de 18 meses o más». En sus conclusiones, explican que «es difícil ser definitivo sobre la probable duración inicial de las medidas que serán necesarias, excepto que serán varios meses». Sin embargo, el grupo de expertos destaca que «la supresión a largo plazo puede no ser una opción de política viable en muchos países» y que «las intervenciones deben implementarse mucho antes de que se sobrecargue la capacidad de atención médica».

En el Reino Unido, señalan, estas conclusiones «solo se han alcanzado en los últimos días» basados en la experiencia de otros países y gracias a que el NHS (sistema nacional de salud) «está proporcionando «una certeza creciente en torno a los límites de la capacidad de sobretensión hospitalaria». Por lo tanto, «concluimos que la supresión epidémica es la única estrategia viable en este momento», pero añaden que «los efectos sociales y económicos de las medidas necesarias para lograr este objetivo serán profundos». Las conclusiones son devastadoras no solo por las cifras de posibles muertes, sino porque va más allá, al detallar que «enfatizamos que no es del todo seguro que la supresión tenga éxito a largo plazo» ya que «no se ha intentado previamente una intervención de salud pública con efectos tan perjudiciales para la sociedad durante un período de tiempo tan largo. Cómo responderán las poblaciones y las sociedades sigue sin estar claro». Es justamente un grupo de investigadores del Imperial College de Londres el primero que hizo pruebas con ratones de una vacuna contra el coronavirus, y según los medios británicos, en junio podría comenzar las que se hacen en humanos. Sin embargo, las autoridades calculan que una vacuna no estaría disponible antes de la próxima primavera.

[Fuente: Por Ivannia Salazar, ABC, Madrid, 19mar20]

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